(Tempi/InfoCatólica) El P. Sosa ha sido invitado a participar en el Meeting (encuentro) anual de Rímini, organizado por Comunión y Liberación. La presidenta del evento, Emilia Guarnieri, se mostró muy entusiasta con la presencia del superior de los jesuitas: «Le invitamos para aprender a ejercer el discernimiento del que habla el Papa Francisco: ustedes, los jesuitas, son maestros del discernimiento». A lo que el P. Sosa respondió: «Deberíamos»
En la entrevista a Tempi, se le pregunta por la disminución de vocaciones en la Compañía de Jesús a excepción de África y Asia. El Prepósito General responde que el Concilio Vaticano II apostó por la vocación de los laicos y recuerda que, aunque hay que pedir por las vocaciones, es Dios quien llama. Además asegura que «es necesario corregir la imagen del sacerdote para que refleje mejor la del sirviente».
A continuación, algunas de las preguntas de la entrevista (ver aquí completa):
¿Qué relación deben tener los cristianos con las Sagradas Escrituras hoy? Después de 150 años de exégesis histórico-crítica y después del Concilio Vaticano II, ¿cómo deberíamos leer y apropiarnos de las Sagradas Escrituras?
La Sagrada Escritura es una fuente privilegiada de relación con el Señor: le escuchamos a Él, es la Palabra de Dios. Todos los progresos que han tenido lugar en la exégesis bíblica nos ayudan a tener en cuenta que (Dios) se pronunció en contextos sociales y culturales particulares, que en la Biblia hay varios géneros literarios, y sobre todo que las Escrituras se deben tomar en su conjunto, no se pueden dividir en pasajes y citas aislados. La Biblia debe entenderse como un todo que se entiende a través de la persona de Jesucristo: él es la clave para la interpretación. Entendemos esto por la historia de los discípulos de Emaús: fue al escuchar las explicaciones de Cristo que entendieron los eventos que ocurrieron y su conexión con las Escrituras.
Hemos leído el Instrumentum Laboris del Sínodo para la Amazonia. El documento describe bien las condiciones y los problemas socioeconómicos de las poblaciones de esta zona y sus necesidades pastorales, incluido su protagonismo eclesial. La exaltación del culto a los espíritus de los pueblos indígenas y una descripción de la cosmovisión de los pueblos indígenas que tal vez ya no existe son desconcertantes: casi todos los indígenas se han modernizado. ¿Qué piensa de ello?
No soy un experto en temas amazónicos, pero todavía hay muchos grupos de indígenas que viven aislados y tienen su propia cosmovisión no condicionada por la civilización moderna: es una realidad. Hay una tensión que no es fácil de expresar: todas las culturas, indígenas o no, son creaciones humanas, pero al mismo tiempo la diversidad cultural refleja el rostro de Dios: creó al hombre a su imagen y semejanza, capaz de crear diversas culturas La variedad cultural es una riqueza que debe ser preservada como una dimensión esencial de la vida humana. El gran desafío es el diálogo intercultural: las culturas, si están vivas, cambian para adaptarse a las nuevas circunstancias al encontrarse con otras culturas. En el diálogo con otras culturas dan lugar a cambios que caracterizan el mundo actual y provocan la interculturalidad. Pero debemos entender y experimentar la pluralidad de las culturas como una riqueza de la humanidad.
Padre Sosa, ¿existe el diablo?
De diferentes maneras. Necesitamos entender los elementos culturales para referirnos a este personaje. En el lenguaje de San Ignacio, es el mal espíritu el que te lleva a hacer cosas que van en contra del espíritu de Dios. Existe como el mal personificado en diferentes estructuras pero no en las personas, porque no es una persona, es una forma de implementar el mal. Él no es una persona como una persona humana. Es una forma de maldad que está presente en la vida humana. El bien y el mal están en una lucha permanente en la conciencia humana, y tenemos formas de indicarlos. Reconocemos a Dios como bueno, completamente bueno. Los símbolos son parte de la realidad, y el demonio existe como una realidad simbólica, no como una realidad personal.
No es la primera vez
A pesar de que la doctrina católica es clara respecto a la existencia de Satanás como ángel caído y no como una mera realidad simbólica, no es la primera vez que el Prepósito General de la Compañía de Jesús realiza afirmaciones heterodoxas al respecto. En junio del 2017 ya declaró en una entrevista concecida al diario El Mundo que «hemos hecho figuras simbólicas, como el diablo, para expresar el mal».
Tales declaraciones provocaron la reacción de sacerdotes exorcistas, testigos muy directos de la existencia real de Satanás y los espíritus inmundos.
Entonces, un portavoz del Prepósito General aseguró que sus palabras se habían sacado de contexto y que «como todos los católicos, el Padre Sosa profesa y enseña lo que la Iglesia profesa y enseña. No tiene un conjunto de creencias separadas de lo que está contenido en la doctrina de la Iglesia Católica». Y añadió:
«el Padre General Arturo Sosa cree y enseña lo que la Iglesia cree y enseña. No tiene otro conjunto de creencias aparte de lo que está contenido en la doctrina de la Iglesia Católica».
La realidad, como acabamos de ver, es muy diferente. El P. Sosa se aparta claramente de la fe católica en este asunto. A continuación, lo que enseña el Catecismo y San Pablo VI al respecto.
Existencia del diablo
Detrás de la elección desobediente de nuestros primeros padres se halla una voz seductora, opuesta a Dios (cf. Gn 3,1-5) que, por envidia, los hace caer en la muerte (cf. Sb 2,24). La Escritura y la Tradición de la Iglesia ven en este ser un ángel caído, llamado Satán o diablo (cf. Jn 8,44; Ap 12,9). La Iglesia enseña que primero fue un ángel bueno, creado por Dios. Diabolus enim et alii daemones a Deo quidem natura creati sunt boni, sed ipsi per se facti sunt mali ("El diablo y los otros demonios fueron creados por Dios con una naturaleza buena, pero ellos se hicieron a sí mismos malos") (Concilio de Letrán IV, año 1215: DS, 800).
(Catecismo de la Iglesia Católica, 391)
Y:
El mal no es solamente una deficiencia, sino una eficiencia, un ser vivo, espiritual, pervertido y perversor. Terrible realidad. Misteriosa y pavorosa. Se sale del cuadro de la enseñanza bíblica y eclesiástica quien se niega a reconocer su existencia; o bien quien hace de ella un principio que existe por sí y que no tiene, como cualquier otra criatura, su origen en Dios; o bien la explica como una pseudorrealidad, una personificación conceptual y fantástica de las causas desconocidas de nuestras desgracias.
(Catequesis del Beato Pablo VI, Papa, en la audiencia general del miércoles 15 de noviembre de 1972)