(Efe/InfoCatólica) España continúa perdiendo población un año más debido a la reducción del número de nacimientos, que ha descendido un 6,1% en el año 2018, y que ya acumula una disminución del 40,7% en la última década, según los datos publicados este miércoles por el Instituto Nacional de estadística (INE).
La encuesta sobre Movimiento Natural de la Población refleja que durante 2018 nacieron en España 369.302 niños (23.879 menos que en 2017) y murieron 426.053 personas (un 0,4 % más que el año anterior), lo que supone que España pierde población por cuarto año consecutivo (56.262 ciudadanos menos).
La tasa bruta de natalidad también desciende y en 2018 se situó en 7,9 nacimientos por cada mil habitantes (5 décimas menos que el año anterior) debido, en parte, a la disminución del número de hijos por mujer y a la reducción del número de mujeres en edad de ser madres.
De este modo, el grupo de mujeres de 25 a 40 años (que concentran el 85% de nacimientos), se redujo un 2,5% en 2018 y eran 4,85 millones, manteniendo así la tendencia a la baja que empezó en 2009 y que se debe a que ese rango está formado por generaciones menos numerosas nacidas durante la crisis de natalidad de los 80 y la primera mitad de los 90.
Las cifras del INE muestran, además, que el número medio de hijos por mujer en 2018 se situó en 1,25 (el valor más bajo desde 2002 y 6 centésimas menos que el año anterior).
Este dato descendió tanto entre las madres españolas (6 centésimas hasta 1,19 hijos) como entre las extranjeras (8 centésimas hasta 1,63 hijos).
La edad media a la que se es madre es de 32,2 años, frente a los 32,1 de 2017: tanto españolas como extranjeras esperan más para tener su primer hijo; 32,7 años en el caso de las primeras y 29,9 entre las otras.
Situación insostenible
La crisis demográfica en España puede llegar a ser irreversible aun en el caso de que se aplicara políticas encaminadas a revertirla. La razón es que cada vez son menos las mujeres en edad fértil y ese dato va a seguir desplomándose en las próximas décadas debido precisamente al escaso número de nacimientos.
Aunque aumentara radicalmente el número de hijos por mujer, cosa por otra parte poco probable, resultaría insuficiente para evitar una pérdida acusada de habitantes en España, que va camino de convertirse en una nación de ancianos.