(Agencia Fides) La ciudad de Mosul, liberada de la ocupación del Estado Islámico en 2017, lucha por regresar a la situación anterior a la ocupación yihadista. En este contexto, la parte más difícil la están sufriendo los cristianos. Su esperado regreso va más lento de lo que se esperaba. En los últimos días, medios de comunicación iraquíes como ankawa.com han documentado la degradación de la parte de la ciudad habitada en otro tiempo por los cristianos, una zona donde solo hay escombros y que se ha convertido en un vertedero. El patriarca caldeo Louis Raphael Sako visitó Mosul para participar en la toma de posesión del dominico Najb Mikhael Moussa como el nuevo arzobispo caldeo de la archidiócesis, ocasión que aprovechó para animar a un «renacimiento» de la ciudad y en la que también confió a la ciudad a su nuevo pastor. «Los frutos del trabajo de un obispo, -dijo el patriarca caldeo en su discurso durante la ceremonia el viernes 25 de enero-, dependen de la unidad de su diócesis, ya que el pastor está al servicio de todos».
El patriarca destacó que las conductas discriminatorias, los prejuicios y el favoritismo «destruyen a la comunidad». El Primado de la Iglesia caldea, consciente de las dificultades de la devastada diócesis de Mosul, aseguró que confiaba en que los fieles «puedan profundizar en el gozo de la liberación y aumentar la esperanza de regresar para regenerar la confianza y la convivencia entre los diferentes componentes de la sociedad».
«Mosul es única por su sociedad multicultural y diversificada. De la misma manera, la Iglesia y los cristianos, en concreto en Mosul, han contribuido a la historia de esta ciudad a nivel nacional, cultural y profesional», explicó el Patriarca. También por esta razón, el Patriarca Sako, -creado cardenal por el Papa Francisco-, concluyó su intervención con una oración para que «Dios bendiga a Mosul con un nuevo nacimiento».