(Asia News) Mons. Pizzaballa ha concedido la siguiente entrevista a Asia News:
Su Excelencia, ¿cómo ha sido la atmósfera encontrada por usted al llegar a Gaza, con ocasión de la reciente visita?
La comunidad cristiana es pequeña, son poco más de 800 personas y viven una situación surrealista. La realidad de Gaza es la misma para todos: no hay trabajo, hay muy pocas perspectivas y siendo cristianos todo se vuelve aún más difícil, porque no se les brinda empleo. Desde una mirada social y económica, es una situación bastante complicada. Dicho esto, debo decir también que los vi muy unidos. Una comunidad activa, que se reúne, en cuya iglesia el patio siempre está lleno de niños. Están bien organizados y en este sentido, saben protegerse y ayudarse entre ellos. Este es un punto real, importante.
¿Qué valor tienen hoy su presencia y su testimonio en la Franja?
Como ya he dicho, son 800 frente a dos millones de personas, por ende, la relación ya se hace evidente en los números. A pesar de ello, hay tres escuelas cristianas, un hogar para discapacitados, doce religiosas muy activas y un hospital cristiano [de los anglicanos] importante. A pesar de ser una presencia muy pequeña, es muy activa y vivaz. Una característica de los cristianos de Tierra Santa es que jamás están de manos cruzadas: siempre están moviéndose, no sólo para custodiar su presencia y su historia, sino también para reforzar las relaciones inter-religiosas y sociales.
Por lo tanto, una evangelización a través de la obras, como a menudo sucede en Oriente Medio, donde la mayoría de la población es musulmana…
¡Exacto! Esta es única actitud clara que podemos tener para afirmar quiénes somos y a quién pertenecemos.
Mons. Pizzaballa, ¿era de esperar un estallido de violencia tan repentino?
¡Gaza sorprende siempre! Y nos sorprende esto de que siempre sorprenda, aún con todo. Incluso causó asombro la reacción [del gobierno de Israel] de buscar a toda costa un cese del fuego, que luego devino en la presentación de la renuncia del ministro de Defensa [Avigdor Lieberman]. Se percibe que por debajo de la mesa se están dando canales de comunicación, aunque esto sea frente una explosión de violencia repentina que no debe maravillarnos. Espero estar equivocado, pero no deja de ser probable que suceda algo más.
Aunque esta vez se haya tratado de limitar los daños y hallar una salida lo antes posible...
Creo que está habiendo mucho realismo, porque una nueva explosión de violencia no cambiará nada a nivel territorial, ni para Israel, ni para los palestinos. Sólo traerá un mayor odio y complicará aún más las cosas, pero en términos militares y políticos no cambiaría nada. Sería sólo un derramamiento de sangre inútil, y creo que ésta es la conclusión a la que han llegado todos, porque ciertamente, no es la primera vez que se registra una crisis en Gaza. Es claro que debe hallarse otra solución.
Por otra parte, las políticas americanas y de otros actores del la región no ayudan a lograr una perspectiva de paz...
Los únicos que siguen hablando de coloquios de paz son los periodistas y los columnistas. Nosotros decimos que necesitamos estabilidad, cambiar la marcha, pero de negociaciones de paz, de tratativas, de búsqueda del diálogo, lamentablemente ya no se habla más de ello, desde hace años. El problema es que no se discute: de un lado, no se afronta más la cuestión israelí-palestina; del otro, las dos partes en la causa no se hablan más. Ese es el punto fundamental aquí.
En cuanto al rol de los cristianos como puente, ¿sigue siendo válido y factible?
Ante todo, se hace necesario aclarar que este no es el momento de hacer grandes gestos, grandes iniciativas, que puedan cambiar la historia del Oriente Medio. Es el momento de trabajar en el territorio de las realidades pequeñas: las escuelas, los hospitales, las relaciones intrafamiliares… éste es el ámbito donde podemos expresarnos y llevar una contribución positiva a la vida social. En este momento no hay otra opción.
¿Cómo es posible sostener esta misión?
Ane todo, con la oración. Y luego, con las peregrinaciones, que son importantes porque son principalmente una ocasión de trabajo. [La ocupación] es una gran necesidad en Tierra Santa. Y luego hablar de esta realidad, dar a conocerla a un número cada vez mayor más personas.
Ha hablado de las peregrinaciones. Después de un período de crisis, la tendencia se ha invertido...
Sí, hay muchísimas y casi no se encuentra lugar donde hospedar a los peregrinos. Y las próximas fiestas de Navidad son una buena ocasión para emprender esta experiencia.
Excelencia, ¿qué urgencias habrá de llevar la Iglesia de Tierra Santa al próximo encuentro de patriarcas de Oriente, a celebrarse en Bagdad a fin de mes?
Como Patriarcado latino, llevaremos nuestra realidad, hablaremos de nuestros problemas y escucharemos los de los demás. Esta es una oportunidad para compartir y ver los problemas en común, además de las posibles iniciativas que podrían ponerse en marcha. Un reforzamiento de la unidad entre Iglesias es fundamental y esto se ve un poco en todo el Oriente Medio, desde Irak hasta Siria, en Jordania y en Tierra Santa. Sin duda, con dinámicas diversas, pero las relaciones son mucho mejores.