(Agencia Fides) Es necesario cambiar la narrativa sobre las causas de la propagación del terrorismo en Nigeria, afirma el p. Cornelius Afebu Omonokhua, Director de la Oficina para la Misión y el Diálogo de la Conferencia Episcopal de Nigeria. La narrativa predominante subraya el papel de la religión en la orientación de los jóvenes hacia la violencia terrorista, como en el caso de Boko Haram, y en la contribución de los movimientos yihadistas extranjeros que envían combatientes y armas a Nigeria.
Según el padre Omonokhua se debe ver el panorama completo y preguntarse si no serán los factores económicos y sociales las principales causas que empujan a los jóvenes nigerianos a abrazar a los grupos terroristas. «Debemos examinar la orientación psicológica y antropológica de los nigerianos ante la situación económica en la que viven. ¿Cuál es la actitud de un nigeriano medio que lucha por conseguir el pan de cada día? ¿Por qué es tan fácil para las organizaciones extranjeras reclutar a nuestros jóvenes? ¿Cuál es el papel del hambre en esta narrativa? ¿El hambre tiene una religión o una tribu? A algunas personas no les importa de dónde viene la comida. Todo lo que quieren es comer, incluso si la comida viene del diablo, ya que el gobierno no es capaz de satisfacer las necesidades básicas de los ciudadanos», dijo el sacerdote. «Parece que la nación ha matado el sueño y la ambición de los jóvenes. Mientras las muchachas usan sus cuerpos para ganarse la vida, los muchachos usan sus músculos para entregarse al crimen», denunció el religioso.
La inseguridad desenfrenada afecta incluso a las familias ricas, quienes se ven obligadas a pagar los rescates de sus seres queridos secuestrados por bandas de delincuentes, pero son los ciudadanos de a pie los que tienen que enfrentarse cada día a la falta de seguridad, hasta el punto de que «en algunas zonas no se puede dormir con los dos ojos cerrados. Los pobres son asesinados, violados y expulsados de sus casas», añadió el sacerdote, quien también denunció cómo los menos favorecidos aceptan votar por políticos «codiciosos de poder» a cambio de algo de dinero. «Sin embargo, los nigerianos están distraídos y engañados por las narrativas etnorreligiosas», subrayó el padre Omonokhua.
La población de jóvenes de entre 15 y 35 años es de unos 64 millones (51,6% mujeres y 48,4% hombres), no obstante «estos importantes recursos humanos se desperdician porque para conseguir un trabajo en Nigeria no es el mérito o la profesionalidad lo que cuenta, sino las cartas de recomendación de tal o cual político», destacó el sacerdote. Como consecuencia, los jóvenes se convierten en presa fácil de la inmoralidad, de la obsesión por las cosas materiales, de la violencia y de la drogadicción. Por lo tanto, «es menester invertir en los jóvenes para cambiar esta situación», puntualizó.