(ACI Prensa) En un discurso sobre cómo hacer relevante a las Naciones Unidas para la gente, Mons. Gallagher aseguró que «la Santa Sede está especialmente preocupada por la interpretación cada vez más limitada del derecho a la vida, tanto a nivel nacional como en los tratados y mecanismos en defensa de los derechos humanos».
«Esta tendencia se evidencia de forma particular en la corriente del discurso de derechos humanos que se niega a reconocer el valor inherente y dignidad de la vida humana en todas las etapas, en su inicio, desarrollo y fin», explicó.
En este sentido, lamentó que «ese enfoque busca crear una jerarquía de derechos humanos, relativizando la dignidad humana, asignado un valor mayor e incluso más derechos a los fuertes y sanos, mientras que se descarta a los débiles».
Así, denunció que «esa ideología presente, desafortunadamente, en varios de los organismos del entramado de derechos humanos de la ONU, conduce a graves desigualdades e injusticias, a menudo ignorando a los niños que se encuentran en el útero y tratando las vidas de las personas mayores y con discapacidades como si fueran prescindibles, o como una carga para la sociedad».
En su discurso, el Jefe de la Delegación de la Santa Sede ante la ONU subrayó que «el reconocimiento de la dignidad inherente a todos los seres humanos es la piedra angular de los pilares sobre los que la ONU se ha cimentado».
«Hablar de la dignidad humana setenta años después de la adopción de la Declaración Universal de Derechos Humanos significa, sobre todo, reafirmar la centralidad y el valor intrínseco de la persona humana, y reafirmar los derechos inherentes compartidos por todos los hombres y mujeres».
Además, destacó que «el mundo necesita recuperar una visión global de la persona humana, la dignidad humana y los derechos humanos, ya que cualquier visión reduccionista de la persona humana inevitablemente deshumaniza y excluye de forma efectiva a determinadas personas de su permanencia a la raza humana, abriendo así caminos a la desigualdad, a la injusticia y al daño».
Por ello, advirtió que «es escandaloso comprobar que los derechos humanos continúan violándose hoy, siete décadas después de la adopción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos».
En su discurso, Mons. Gallagher también habló de la necesidad de un pacto global sobre refugiados y migraciones; habló sobre los conflictos actuales y el terrorismo que amenaza la paz en el mundo; analizó la situación de las familias, las mujeres y los niños; defendió el compromiso del desarrollo integral de la persona; y reflexionó sobre los retos medioambientales a los que se enfrenta el planeta.