(EuropaPress/InfoCatolica) En este sentido, en sus palabras ante una escuela del campo situada a escasos metros del muro y de una torre de control israelí, dijo rezar "con gran seriedad por un cese de las hostilidades que han provocado que se construya este muro".
"En ambas partes del muro hace falta gran valentía si se quiere superar el miedo y la desconfianza, si se quiere resistir a los llamamientos a la represalia por la pérdida o las heridas", añadió. "Tiene que haber una voluntad para adoptar iniciativas valientes e imaginativas hacia la reconciliación", subrayó, advirtiendo de que "si cada uno insiste en concesiones previas del otro, el resultado sólo puede ser el punto muerto".
Asimismo, consideró que "los esfuerzos diplomáticos sólo pueden tener éxito si los propios palestinos e israelíes están dispuestos a liberarse del ciclo de agresión".
Por otra parte, durante su discurso Benedicto XVI también habló del sufrimiento de los refugiados del campo de Aida. El Pontífice, quien esta mañana expresó su apoyo a un Estado palestino, también confió en que puedan regresar a sus hogares --una de las demandas clave de los dirigentes palestinos en sus negociaciones con Israel--, pero no respaldó plenamente su demanda al derecho de retorno de los refugiados palestinos a Israel.
Así, expresó su "solidaridad con todos los palestinos sin hogar que están deseando ser capaces de regresar a su lugar de nacimiento o vivir permanentemente en una patria propia". Con estas palabras se ganó el aplauso de los asistentes, a quienes dijo: "es entendible que a menudo os sintáis frustrados".
"Vuestras aspiraciones legítimas a casas permanentes, a un Estado palestino independiente siguen sin cumplirse", reconoció. "En lugar de ello, os encontráis atrapados (...) en una espiral de violencia, de ataque y contraataque, represalia y destrucción continua", lamentó. "Todo el mundo desea que esta espiral se rompa, que la paz ponga fin a la lucha constante", añadió.
Insta a ambas partes a romper la espiral de violencia
El Papa reza para que cesen las hostilidades que han provocado que se construya el muro de Cisjordania
El Papa Benedicto XVI consideró hoy que el muro de seguridad que Israel está construyendo en torno a Cisjordania es un símbolo del "punto muerto" en que se encuentran las relaciones entre israelíes y palestinos, por lo que instó a ambas partes a que rompan la "espiral de violencia". "Descollando sobre nosotros, mientras estamos aquí, el muro es un crudo recordatorio del punto muerto que las relaciones entre israelíes y palestinos parecen haber alcanzado", afirmó el Pontífice durante un discurso en el campo de refugiados de Aida, en Belén.
2 comentarios
El papa ha querido matizar, no sé si lo ha logrado, no me corresponde opinar sobre sus declaraciones.
He tenido la magnífica experiencia, durante varios meses, de pasar por el check del muro dos veces al día, desde mi lugar de residencia en Jerusalén a Belén y regreso.
Evidentemente, supone graves inconvenientes y nadie desea que se convierta en algo definitivo.
Pero quiero comnpartir con vosotros lo siguiente:
-a veces, aunque pueda parecer políticamente incorrecto, son necesarios los muros, hay que "separar" para salvar vidas, y este muro ha salvado muchas vidas, pues se construyó después de una oleada prolongada de atentados suicidas. El resultado, en términos de seguridad, fue y es muy positivo.
-Hay que preparar el futuro, y que llegue cuanto antes al hora de destruirlo.
-Por ahora, el muro, al interrumpir los graves atentados, permitió también a la población de Belén, particularmente la cristiana, reanudar su actividad económica, gracias al regreso de los peregrinos. Lo he vivido y lo he visto, lo he escuchado de los labios de familias palestinas cristianas que han vuelto a respirar con el retorno masivo de los "turistas" cristianos provenientes de Europa y de Norteamérica.
-Me sigue sorprendiendo el desfase entre las declaraciones de los jerarcas católicos palestinos de Tierra santa y mis conversaciones con las familias palestinas católicas que conocí allí: éstas se quejan amargamente de los problemas que tienen con los musulmanes, quienes, en el fondo y en su grandísima mayoría, no aceptan que sean cristianos. Algo que jamás dirá el patriarca latino de Tierra Santa, porque es nacionalista antes de ser cristiano.
Por fin, hoy, el papa, hace sólo un rato, dijo algo al respecto en la homilía de Nazaret, aludiendo a graves tensiones que existieron (en realidad, siguen existiendo) entre cristianos y musulmanes, todos árabes, en esa ciudad, y que obligan a muchos católicos (ya son sólo el 30 por ciento de la población)a irse a vivir a un pueblo judío a cinco kilómetros de allí, Nazaret Illit, donde sí se les respeta.
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