(Efe/La Vanguardia) En la homilía que ha pronunciado desde el púlpito en la misa dominical de la abadía de Montserrat, el monje benedictino ha recordado que Jesús expulsó del templo a los mercaderes porque «hacían negocio» y daban «culto al dinero».
No es la primera vez que un monje de Montserrat hace referencias a la cuestión catalana en los últimos meses. Ya antes del 1-O hubo revuelo (y aplausos) por las palabras del monje Sergi d’Assis Gelpí y después del 27-O, cuando se aplicó el 155 sucedió algo similar. En el mes de octubre, el abad Josep Maria Soler pidió una salida sin humillaciones a la crisis catalana en un almuerzo Barcelona Tribuna. A principios de febrero se pidió por el restablecimiento del Govern.
Refugiados, bancos, corrupción
«La Iglesia no puede callar ante el drama de los refugiados que siguen muriendo en el Mediterráneo, mientras la Unión Europea, con indiferencia, mira hacia otro lado. La Iglesia no puede callar ante la inmoralidad de los bancos», ha dicho el monje benedictino.
«¿Creéis que es normal, como nos ha recordado el arzobispo de Barcelona, que ayudaran a los bancos a salir de la crisis y ahora, con los beneficios conseguidos, no den nada a la sociedad? ¿No es también una inmoralidad las desigualdades sociales o la corrupción, que hace que la política y la economía se conviertan en una cueva de ladrones? ¿O la miseria de las pensiones que cobran la mayoría de jubilados?», ha preguntado a los fieles el monje, que es maestro de los novicios.
El religioso ha continuado con la retahíla de preguntas: «¿Es normal que un juez impute un delito de odio a un concejal por ponerse una nariz de payaso ante la policía? ¿Es normal que se secuestren libros o se prohíban obras de arte? ¿Es normal que haya líderes sociales y políticos en prisión preventiva acusados de rebelión y sedición, cuando Amnistía Internacional ha pedido su libertad?».
«¿Fue normal la violencia que se produjo el 1 de octubre, cuando Amnistía Internacional también ha denunciado como excesiva la fuerza policial? ¿No es injusto que una parte del gobierno legítimo de Cataluña, como dijo el obispo de Solsona, esté encarcelado?», ha continuado el padre Bausset. Según el religioso, «Jesús no miró hacia otro lado y por eso expulsó a los mercaderes del Templo. La Iglesia tampoco puede mirar hacia otro lado».
En este sentido, el monje ha recordado que obispos como Hélder Cámara, Oscar Romero o Pere Casaldáliga «han denunciado la mentira y la injusticia de los poderosos. O el obispo Tarancón de Solsona, que en 1950 denunció el hambre de la gente, ante la indiferencia del régimen franquista, que le tildó de obispo rojo». «Por eso no podemos maquillar el mensaje del Evangelio y callar como si no pasara nada», ha defendido el benedictino, que ha recordado que la figura de Cristo fue «fermento de verdadera revolución, germen de renovaciones constantes y de cambios necesarios».
«¿No conviene a veces que el escándalo remueva una opinión dormida y desvele el sentido de los valores auténticos? Contra ciertas costumbres, ciertas leyes, ciertas actividades ¿no sería bien deseable una protesta, una revolución?», ha concluido el monje, que ha animado a «denunciar a quienes pisan a los más débiles, a los que han convertido la política o la economía en un mercado de intereses, en una cueva de ladrones».