(Cooperativa) «Estoy en contra del aborto porque soy liberal, no porque soy conservador. Para un liberal la libertad termina donde empieza la libertad del otro», dijo Kast el viernes en una entrevista, afirmación que para el rector de la Universidad Diego Portales es «sorprendente» y lo ubica en «coincidencia con (el cardenal) Ezzati, J.A. Kast y (Manuel José) Ossandón», a quienes refiere como «sus compañeros de ruta en esta cruzada».
Según Peña, «la tesis de Kast expande e hincha la coacción del Estado a extremos y situaciones que ningún liberal aceptaría», pues -escribe- el candidato presidencial «sostiene que imponer a las mujeres, mediante la coacción del Estado, la obligación de sostener el embarazo, encarcelándolas si la incumplieran, es la posición que un liberal está obligado a adoptar, porque de otra forma estarían infringiendo el principio de no causar daño a otro. Pero eso no es cierto. O es un error de Kast, o su liberalismo es impostado».
El abogado recuerda que el proyecto de despenalización que promueve el Gobierno y se discute hoy en el Congreso sólo refiere «qué deberes tienen las mujeres, en casos trágicos como la violación, la inviabilidad fetal o el riesgo de vida de la madre, frente a la mórula, el feto o el nasciturus».
«Ningún liberal sostendría que existen deberes jurídicos –deberes que el Estado puede imponer mediante la fuerza– consistentes en llevar adelante conductas heroicas, como (...) la de cuidar el embarazo que es fruto de una violación, mantener la espera de un feto inviable, preferir la vida del nasciturus a la propia. Ese tipo de conductas pueden ser buenas y estimables, pero no son exigibles. ¿De dónde pudo sacar Kast la tesis de que un liberal las exigiría? ¿En qué momento se le ocurrió que oponerse aborto, a todo aborto, era propio de un liberal?», critica Peña.
«Esa pregunta es, por supuesto, es puramente retórica Porque todos saben de dónde la sacó: de la simple demagogia intelectual de quien, como él, quiere cuadrar el círculo de contar con la adhesión de la derecha conservadora y aparentar, no obstante, ser un liberal», remata la columna, que se titula «El liberal descafeinado».