(RC/InfoCatólica) Monseñor Ubaldo Santana, arzobispo de Maracaibo (Venezuela) ha denunciado en Madrid la situación de «precariedad, inseguridad y de falta de trabajo productivo de su país». Visiblemente emocionado, con voz entrecortada, ha afirmado: «No hay derecho que nuestra gente, nuestro pueblo, tenga que sufrir tanto».
La cátedra de América Latina y la iniciativa jesuítica entreParéntesis organizaron ayer por la tarde una conferencia titulada “La Iglesia frente a la crisis venezolana”, que fue pronunciada por monseñor Ubaldo Santana, arzobispo de Maracaibo y miembro de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal de Venezuella (CEV). El acto contó también con Enrique V. Iglesias, director de la cátedra.
Como obispo de la Conferencia Episcopal de Venezuela, admitió que, las distintas posiciones de los obispos venezolanos, han tenido diferentes valoraciones y «a lo mejor, no siempre hemos actuado de la mejor manera. Pero en los últimos años, la Conferencia Episcopal Venezolana ha ganado en fraternidad y en unidad», aseveró durante la conferencia.
Puso de manifiesto que el hecho de que cinco tribunales venezolanos liquidarán cualquier posibilidad de que pudiera organizarse un referéndum revocatorio contra el presidente Nicolás Maduro, ha supuesto una gran frustración al pueblo.
Reconoció que el rol del Vaticano ha sido de facilitador y no de mediador y «su papel no siempre ha sido bien interpretado. Sin embargo, la Iglesia en Venezuela ha asumidos los cuatro puntos que el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, nos entregó en una de las mesas de diálogo», señaló el arzobispo venezolano.
Estos cuatro acuerdos básicos son los siguientes: aliviar la grave crisis de abastecimiento de comida y medicinas; que las partes concuerden el calendario electoral para decidir sin dilaciones; restituir a la Asamblea Nacional de acuerdo con la constitución y liberar a los presos políticos.
Monseñor Santana insistió en que la solución de esta crisis no le compete solo a una minoría, «sino al conjunto de pueblo. No podemos permanecer como simples espectadores. Pero siempre apostamos por una salida pacífica a pesar de los altos índices de violencia en el país».
Se conmueve y para su charla
El momento más emotivo se produjo a los pocos minutos de comenzar su conferencia. «Las condiciones en las que vive el pueblo reclama de las autoridades respuestas inmediatas». Tuvo que parar su disertación y emocionado, con la voz entrecortada, dijo: «No hay derecho a que nuestra gente tenga que sufrir tanto. Sin recursos para vivir, sin trabajo productivo, en una inseguridad total, viviendo en medio de grandes precariedades».
Ubaldo Santana tomó aliento tras este momento, bebió agua y afirmó que, a pesar de esta situación, la crisis «ha producido grandes movimientos de solidaridad, el pueblo ha aprendido a convivir mejor. Hay gestos de buen trato, de ayuda recíproca y gran amor por los niños y por los ancianos. Esta precariedad debe doler en el alma a los que nos gobiernan».
El pueblo todavía no ha tocado fondo
Sobre el diálogo, el arzobispo declaro que, si el pueblo venezolano no aprende a dialogar, «la otra puerta es la violencia y el derramamiento de sangre. Ningún intento de diálogo, y yo he sido testigo, ha sido fructuoso. Por eso, muchos piensan que es una pérdida de tiempo. Tampoco tenemos una tradición de diálogo, y es lo que tenemos que aprender».
En su opinión, el pueblo de Venezuela todavía no ha tocado fondo. Y señaló algunos de los peligros que están ocurriendo como que se está cayendo en la explotación del pobre hacia el pobre: «Cómprame el arroz al precio que yo quiero, sino no hay arroz», puso como ejemplo.
Por último, dijo que hay que abandonar visiones parciales o grupales, la mentalidad justiciera porque «hay gente que quiere ir a juicios muy severos. Hay un fondo de resentimiento que se tiene que superar, pero con justicia. La sociedad venezolana está ahora divida. También hay que abandonar ideologías. Nos estamos odiando sin saber quién. Estamos en una grave emergencia».