(EP) En todo caso, aunque el Año de la Vida Consagrada, que se clausura este martes, no ha dado frutos en este sentido, el presidente de la Conferencia Española de Religiosos (CONFER), Luis Ángel de las Heras, que estos días se encuentra en Roma para participar en el Encuentro Internacional de Vida Consagrada, ha explicado en una entrevista con Europa Press, que el objetivo de este año especial no era crecer en número y que no pierden la esperanza.
Actualmente, en España viven un total de 42.921 religiosos, de los que 32.670 son mujeres y 10.211 son hombres, según datos de enero de 2016, y en los últimos dos años la cifra ha caído casi un 6 por ciento. «El elevado número de personas de edad avanzada hace que descienda cada año considerablemente», apunta De las Heras.
A estos consagrados hay que sumar 344 novicios y novicias, cuyo número también ha disminuido hasta sumar una docena menos que en 2015, pero se mantiene con pocas variaciones en los últimos años.
Todos estos religiosos están repartidos en 5.532 comunidades y 407 congregaciones distribuidas por toda España. Aparte se cuentan los monjes y monjas de clausura que no están registrados en la CONFER, pero que, según datos de la Conferencia Episcopal Española correspondientes al año 2013 (los últimos disponibles) son 10.889 repartidos por 865 monasterios.
Vocaciones de fuera
Entre ellos, ni la CONFER ni la Conferencia Episcopal dispone de los datos sobre el número de vocaciones extranjeras, aunque De las Heras asegura que «un buen número de vocaciones son de fuera de España».
Precisamente, este lunes, el Papa Francisco ha citado a España para referirse a los monasterios que se quedan vacíos y ha advertido de la «inseminación artificial» de las congregaciones para pedir un discernimiento previo y «serio» sobre los candidatos. Estas palabras las pronunciaba el Pontífice una semana después de que en España fueran liberadas tres monjas de la India de un convento de Santiago de Compostela que denuncian haber estado retenidas durante años.
De las Heras afirma que desde hace años «la mayor parte de las congregaciones religiosas han clarificado que la escasez vocacional para la vida religiosa en España no se soluciona buscando vocaciones en el extranjero».
En todo caso, reconoce que España es un país en el que se han fundado muchas órdenes e institutos de vida consagrada y que este hecho, sumado a «la calidad» de los recursos académicos hace que en alguna etapa de la formación, religiosos de otros países deseen realizar una estancia académica en España.
Sobre las normas de las comunidades religiosas españolas, cree que «no se pueden calificar de estrictas» sino «de compromiso serio» y con su «formalidad». En esta línea, defiende que una persona consagrada «puede abandonar su instituto cuando quiera» y que «nadie debe seguir por coacción». Si bien, precisa que la clarificación sobre estos puntos dependen de cada caso y que lo mejor es «hacer un proceso sereno, tranquilo, cordial y serio con los compromisos adquiridos».
Según la Congregación de Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, que tramita desde el Vaticano los casos de religiosos que abandonan la vida consagrada, cada año unos 3.000 hombres y mujeres dejan esta forma de vida en todo el mundo. De las Heras destaca que frente a esta cifra, «casi un millón continúan cada año en todo el mundo».
Acerca de los objetivos planteados por el Papa Francisco para el Año de la Vida Consagrada –mirar al pasado con gratitud sin cerrar los ojos a las incoherencias fruto de las debilidades humanas, vivir el presente con más pasión, y abrazar el futuro con esperanza sin dejarse desalentar por las dificultades, como la crisis de vocaciones–, De las Heras cree que sí los han alcanzado.
Concretamente, señala que las congregaciones e institutos españoles han buscado en sus orígenes el «frescor» y la «autenticidad» de los primeros, «corrigiendo lo que se ha desviado de ese proyecto inicial, las incoherencias y olvidos», que han «despertado» más su deseo de dedicarse «a lo esencial», y que eso les ha llevado al tercer objetivo –abrazar el futuro con esperanza–, a su juicio, «el más difícil» a tenor de los números de religiosos en España que reconoce que «no son halagüeños».
No obstante, apunta que «es precisamente en las dificultades cuando cobra más sentido y significado la esperanza» y añade que su esperanza no está en los números sino en Dios. En cualquier caso, admite que hay que trabajar por las vocaciones en España, confiar y crecer en esperanza. Entre los retos, también apuesta por uno universal: «que las mujeres consagradas ayuden a clarificar y lograr un papel más relevante de la mujer en la Iglesia».
En definitiva, De las Heras hace «un balance positivo» del Año de la vida religiosa en España pues considera que esta se ha visto «animada, impulsada, ilusionada, reconocida» y «ha descubierto que tiene que afrontar sus dificultades con realismo, pero sobre todo con coraje y esperanza».