(Asia News) «No acerca a las personas a la Iglesia, y representa tan sólo una de las manifestaciones de la pulsión del ser humano por lo que es extremo», dijo en la network ‘Rusia Hoy’ el responsable de la iglesia de la santísima Trinidad en Moscú, el arcipreste Aleksei Uminsky:
«No creo que las inmersiones masivas acerquen a la persona a las tradiciones y a la Iglesia , en nuestra sangre rusa corre el deseo de experimentar nuevas sensaciones, nuevas experiencias. No obstante, se ha vuelto un rito tan confuso, que todos creen que en esta festividad sumergirse es de carácter obligatorio. Hay quien piensa que si se zambulle le serán perdonados los pecados y que se satisfarán los deseos, pero esto no tiene la más mínima relación con la bendición de las aguas, ni con la festividad de la Epifanía en sí».
Para la Iglesia ortodoxa –que sigue el calendario juliano, «con un atraso» 13 días con respecto al gregoriano, que es usado por la Iglesia Católica –el 19 de enero se recuerda el Bautismo del Señor. Para ser más exactos, la festividad se llama ‘Kreshenie’ (que significa bautismo en ruso). La tradición indica que en este día las aguas de los ríos y lagos han de ser bendecidas y santificadas. Durante la liturgia de la Vigilia y en la del día siguiente, los fieles llevan a sus casas un poco de agua bendita. En el pasado, los fieles hacían un agujero en el hielo, llamado «Jordán» por el río en el cual fue bautizado Jesús. En torno a éste se llevaba a cabo una procesión con una cruz. Se pensaba que el agua del «Jordán» tenía poderes curativos y eliminaba los males, y es de allí que los rusos continuaron observando esta tradición, a pesar de que no es solicitada por la Iglesia misma.
A pesar de las temperaturas bien por debajo de cero grados, entre el 18 y el 19 de enero son miles los rusos que se sumergen en los agujeros en el hielo con forma de cruz, con las autoridades preocupadas en recordarles que el rito debe ser llevado a cabo sólo en presencia de personal médico, teniendo en cuenta las altas probabilidades de que surjan emergencias sanitarias. Según informa Ria Novosti, este año, solo en Moscú, trabajan 780 socorristas, 1.500 agentes de policía y 59 escuadras de agentes de salud, en aproximadamente sesenta puntos equipados.
«Mucha gente viene regularmente a zambullirse, pero nadie que lo hace llega después a la iglesia», agregó Uminsky, basándose en su experiencia de testigos.