(Faro de Vigo) En menos de una semana, un área de unos 15 kilómetros de radio registra cuatro robos en pequeñas iglesias de aldeas. Las últimas, la noche del lunes, en el mismo concello, Boborás. El modus operandi es idéntico al de los dos primeros casos, registrados en el limítrofe de Leiro el día antes de Nochebuena: la puerta forzada para llevarse el dinero de los cepillos. La cifra de los desperfectos multiplica la del botín.
Tanto que a los sacerdotes afectados les invade cierto aire de resignación. «En el Obispado animamos a que vayan al cuartel, pero cuando solo roban monedas y nada de patrimonio, la mayoría ya ni denuncia, dicen que no quieren complicarse para que no se solucione nada», dice Miguel Ángel González, delegado de Patrimonio de la Diócesis de Ourense.
Casa el discurso con el aire de enfado de Manuel González, párroco de Albarellos (Boborás), iglesia afectada junto a la de Cameixa por los últimos robos de limosnas. «Supongo que sería ayer por la noche [por la del lunes]. Reventaron la puerta y se llevaron algunas monedas. Es muy triste llegar aquí y ver los destrozos». Es el primer delito que se comete en el templo, con un intento anterior. El religioso cree que el autor utilizó «un taladro y una palanqueta» para entrar.
Pide a las autoridades y a la Guardia Civil más vigilancia, aunque también reconoce que ni la presencia de casas cercanas disuade a los ladrones. «El que viene a robar, roba; al final esperan al momento adecuado y entran». La puerta forzada, de castaño, tendrá que ser repuesta.
En los primeros casos de Leiro hubo al menos un testigo. Una vecina dijo ver a un individuo merodeando por la iglesia, sobre las 23 horas del día 23. En mitad de la noche no pudo divisar más que su figura y un vehículo de color oscuro «metido hacia una esquina».
Coche gris y él, ropa oscura
Tras los dos últimos sucesos, en Boborás, los testimonios son incluso más precisos y podrían apuntar a un mismo autor, responsable de una oleada de robos en una zona muy localizada. Los vecinos creen que es un habitante de allí. El religioso y los residentes coinciden en señalar como sospechoso un vehículo de color gris que fue visto por los habitantes de la zona en las inmediaciones. En una de las iglesias, algún vecino oyó el ruido de un coche aproximándose y, al mirar por la ventana, «vio a un hombre vestido con ropa oscura, entrando y saliendo del recinto de la iglesia varias veces», relataban ayer desde Boborás.
Ni el botín ni los daños en los templos de Albarellos y Cameixa fueron cuantificados ayer, aunque la sustracción fue de escasa cuantía. En una de las iglesias se llevaron unos 10 euros y despreciaron cálices de plata y piezas de oro. La oleada de delitos en iglesias de la misma comarca de Ourense ha hecho aumentar la preocupación de los vecinos. «La gente empieza a tener miedo de que también entren a robar en sus casas», manifestaron ayer a este periódico desde Boborás.