(VIS) El patriarcado envía todos los años una delegación a Roma, el 29 de junio, festividad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo. La delegación de la Santa Sede se ha entrevistado también con la comisión sinodal encargada de las relaciones con la Iglesia Católica y ha entregado al Patriarca Bartolomé I un mensaje del Santo Padre que se ha leído al final de la Divina Liturgia.
En el texto, Francisco recuerda especialmente el quincuagésimo aniversario de la Declaración común católico-ortodoxa del Papa Pablo VI y el Patriarca Ecuménico Atenágoras I, (7 de diciembre de 1965) que manifestaba la decisión de eliminar las mutuas excomuniones de 1054:
«La memoria de las frases recíprocas de excomunión, junto con las palabras ofensivas, reproches infundados y gestos reprobables por ambas partes que acompañaron los tristes acontecimientos de aquel período, representaron durante muchos siglos un obstáculo para el acercamiento en la caridad entre católicos y ortodoxos- escribe el Papa- Atentos a la voluntad de nuestro Señor Jesucristo, que rezó al Padre en la víspera de su pasión para que sus discípulos `fuesen uno´, el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras I consignaron esos recuerdos dolorosos al olvido. Desde entonces, la lógica del antagonismo, la desconfianza y la hostilidad, simbolizada por las excomuniones mutuas, fue sustituida por la lógica del amor y de la fraternidad, representada por nuestro abrazo fraterno».
El Papa asegura que «con el fin de avanzar en nuestro camino hacia la plena comunión que deseamos, necesitamos inspirarnos continuamente en el gesto de reconciliación y de paz de nuestros venerados predecesores Pablo VI y Atenágoras I. En todos los niveles y en todos los contextos de la vida de la Iglesia, las relaciones entre católicos y ortodoxos deben reflejar cada vez más la lógica del amor que no deja lugar para el espíritu de rivalidad».
«La humanidad debe redescubrir el misterio de la misericordia, el puente que conecta a Dios y el hombre, abriendo nuestros corazones a la esperanza de ser amados por siempre a pesar de nuestros pecados», prosigue el Papa.
«Por esa razón he convocado un Jubileo extraordinario de la Misericordia, un tiempo propicio para contemplar la misericordia del Padre revelado plenamente en su Hijo, Jesucristo, y llegar a ser nosotros mismos un signo eficaz del amor de Dios por medio de perdón mutuo y de las obras de misericordia. Es providencial que el aniversario de esa histórica Declaración Conjunta entre católicos y ortodoxos, relativa a la eliminación de las excomuniones de 1054, se conmemore en vísperas del Año de la Misericordia. Después del Papa Pablo VI y del Patriarca Atenágoras I, hoy católicos y ortodoxos deben pedir perdón a Dios y entre sí por las divisiones que los cristianos han provocado en el Cuerpo de Cristo. Le pido, al igual que a todos los fieles del Patriarcado Ecuménico que rece para que este Jubileo Extraordinario puede dar los frutos espirituales que anhelamos. Y les aseguro mis oraciones por los acontecimientos que su Iglesia celebrará el próximo año, sobre todo el Gran Sínodo Pan-ortodoxo. ¡Que esta importante ocasión para todas las Iglesias ortodoxas sea fuente de abundantes bendiciones para la vida de la Iglesia!», concluye el Santo Padre.