(Portaluz) Los Rodríguez cuentan que tras una hora y media de angustia en que los profesionales estudiaban las imágenes de ultrasonido, llegaron a un veredicto… Su hija padecía anencefalia, condición que provoca un desarrollo incompleto del cráneo y cerebro del bebé, haciendo muy poco probable la sobrevida después del parto (la mayoría alcanza a vivir desde minutos a horas, pero hay casos que rompen la norma).
Evan, quien comenta que nunca había escuchado de qué se trataba la anencefalia, dice que sólo atinó a preguntar: «¿No hay nada que ustedes puedan hacer? ¿No hay cura?». Como deportista profesional de fútbol americano, acostumbrado en su rol de fullback a sortear obstáculos, abrir espacios para alcanzar anotaciones a favor del equipo, no bajó los brazos ante la noticia y transmitió a Olivia su esperanza. Así lo cuentan también diversos medios de prensa norteamericanos (Tampa Bay Times, World News Group, ABC News, Life News, etc.) que han publicado la experiencia de estos esposos y su hija, Layla Sky.
Una segunda opinión médica confirmó el primer diagnóstico y les recomendaron abortar, a la brevedad. «Emocionalmente estábamos en estado de shock», dice Olivia. «Nos llevó una semana completa para poder asimilarlo».
Los esposos cuentan que como están acostumbrados a rezar juntos cada día, se aferraron a Dios pidiéndole poder cumplir su voluntad en esto que los desgarraba por completo. Pero la decisión no tardaron en tomarla. Matar a su hija, mediante el aborto, no era opción, sino luchar por la vida. «Al igual que si tu hijo tiene cáncer, lucharás durante el tiempo que tengas por ese niño», afirma Evan.
Olivia, quien ya tenía otra experiencia extrema vivida con su primera hija, Jennifer, sugirió ir con el mismo médico que le había ayudado a salvarla. «El Dr. Arrunategui es un médico increíble…oramos en su oficina y me dijo: «Estoy aquí para ustedes, en todo lo que necesiten».
El apoyo del profesional reforzó lo que ya habían decidido. «¿Quiénes somos para determinar si nuestra hija vive o muere? Decidimos dejarlo en manos de Dios. Esperamos lo mejor, aunque sea por 10 minutos, tres días, un año… es mejor que nada», asegura Evan, al tiempo que su esposa le hace eco agregando: «Es una decisión que se debe dejar a Dios. Los milagros ocurren todo el tiempo. Pero también estamos en paz si esa no es la voluntad de Dios».
El mes estimado para el nacimiento de Layla Sky es diciembre. Mientras, Olivia, apoyada por su esposo Evan, sigue todas las indicaciones que les da el médico. Oran juntos y siempre están disponibles para testimoniar esta experiencia. «Para mí, es una forma efectiva de enfrentar el dolor, creando conciencia. Porque una media de un 60% de mujeres que toman ácido fólico antes de la concepción puede prevenir la anencefalia. También, la razón por la que no hay una cura es porque el 98% aborta estos bebés...»
Sobre este punto, cabe destacar que Evan y Olivia están apoyando la investigación de científicos de la Universidad de Duke quienes buscan tratamientos y una cura para la anencefalia. «Hay mucho de belleza y amor manifestándose en todo este proceso», dice Olivia. Nosotros apoyamos la vida y disfrutamos en cada momento de Layla», concluye.