(RV) En su reflexión en italiano, el Santo Padre señaló algunos pasajes del Evangelio que nos pueden venir a la mente cuando pensamos en nuestra relación con Dios: «El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí» (Mt 10,37).
El Papa explicó que este pasaje, que podría hacer pensar que contrapone los lazos familiares con el seguir a Jesús, en realidad tiene todo otro significado: cuando Jesús afirma la primacía de la fe en Dios, no encuentra una comparación más significativa que la de los afectos familiares, los cuales al interior de la experiencia de la fe y del amor de Dios se llenan de un sentido aún más grande, y así hace que estos afectos sean capaces de ir más allá de sí mismos.
Asimismo en su catequesis impartida en español el Papa afirmó que «la fe y el amor de Dios, purifican los afectos familiares del egoísmo y los protegen de la degradación. Los abre a un nuevo horizonte que nos hace capaces de ver más allá, de ver a todos los hombres como una sola familia. De ese modo, quien hace la voluntad de Dios y vive en su amor, es capaz de ver a Jesús en el otro y de ser para él un verdadero hermano».
«Una sola sonrisa arrancada milagrosamente de la desesperación de un niño abandonado, que vuelve a vivir, nos explica el actuar de Dios en el mundo, más que miles tratados teológicos» destacó el Obispo de Roma. «Un solo hombre y una sola mujer, capaces de arriesgar y de sacrificarse por un hijo de otro, y no solamente por el proprio, nos explican cosas del amor que muchos científicos ya no comprenden»; ninguna ingeniería económica ni política puede sustituir a la familia en el contrastar la desertificación comunitaria de la ciudad moderna.
Llevar este estilo familiar a todas las relaciones humanas, dijo el Sucesor de Pedro, nos haría capaces de cosas impensables, sería una bendición para todos los pueblos y un signo de esperanza sobre la tierra. «Se da ahí una comunicación del misterio de Dios más profunda e incisiva que mil tratados de teología».
Después de saludar a los peregrinos de lengua española el Papa elevó al cielo su oración: «Que el Señor nos ayude a que las familias sean fermento evangelizador de la sociedad, ese vino bueno que lleve la alegría del Evangelio a todas las gentes».
En la conclusión de su reflexión en italiano el Pontífice pidió, una vez más, que recemos por él, y también los unos por los otros, para que «seamos capaces de reconocer y de sostener las visitas de Dios». «El Espíritu traerá el alegre desorden en las familias cristianas y la ciudad del hombre saldrá de la depresión».