(Infocatólica) El cardenal indica que todas «las instituciones de la Iglesia –sus parroquias, escuelas, universidades, organizaciones caritativas, centros de cuidado de salud y más– deben reflejar una verdadera identidad católica en comunión visible con la Iglesia, tanto universal como local, y fidelidad a la enseñanza católica».
El purpurado recuerda que en la «reciente legislación de varias partes de nuestra nación se están haciendo esfuerzos para forzar a la Iglesia a aceptar en nuestras facultades de enseñanza como empleados y personal de servicios de caridad a aquellos que viven de una manera que repudia públicamente las enseñanzas de la Iglesia». Y añade:
«La Iglesia no obliga a otros a creer o vivir de acuerdo a su doctrina. Pero sí pedimos e insistimos en la libertad de presentar y demostrar públicamente nuestra fe en nuestras escuelas católicas e instituciones basadas en la fe».
Misericordia, perdón y fidelidad
Tras recordar que tomos somos pecadores, el cardenal Wuerl advierte que no es lo mismo pecar que «la decisión de rechazar las obligaciones específicas, las enseñanzas, los mandamientos y los requisitos establecidos por el Señor»
El cardenal recuerda sus primeros años como sacerdote:
«Cuando yo era un joven sacerdote en las décadas de 1960 y 1970, hubo mucha experimentación y confusión en la Iglesia. Los maestros y el clero fueron alentados por algunos a comunicar una experiencia del amor de Dios, pero hacerlo sin referencia al Credo, los sacramentos, o la tradición de la Iglesia. No funcionó muy bien. Los católicos crecimos con la impresión de que nuestro patrimonio era poco más que sentimientos cálidos, vagamente positivos acerca de Dios».
Y añade:
«Esos años de experimentación dejaron a muchos católicos espiritual e intelectualmente débiles e incapaces de resistir el tsunami del secularismo que se produjo en las últimas décadas. Perdimos mucha gente porque no hemos podido enseñarles sobre lo correcto y lo incorrecto, el bien común, la naturaleza de la persona humana. Esto dejó a muchos sin capacidad de admitir que somos pecadores que necesitan a Jesús porque muchos ya no saben lo que es el pecado».
Es por ello, asegura el cardenal, que ahora es tan necesaria la nueva evangelización, para lo cual es «crucial que reafirmemos y fortalezcamos nuestra identidad católica y que nuestra libertad para hacerlo sea respetada en la sociedad y en la ley».
«Hemos recibido algo en la Iglesia que no es nuestro», afirma el arzobispo de Washington. «Como fieles siervos suyos, somos responsantes ante el Señor, y no ante las demandas contrarias de la cultura. Debemos permanecer conectados a Cristo y ser fieles a la misión que nos ha encomendado»
Libertad religiosa
El cardenal afirma que de acuerdo «con la libertad religiosa garantizada por la Primera Enmienda (ndr: de la constitución de EE.UU), las organizaciones católicas deben tener libertad para operar por los principios de la fe católica, no deben ser forzadas a aceptar puntos de vista morales del gobierno, y no deben ser obligadas a proporcionar una plataforma para las personas que se oponen tanto de palabra como de obra a la misión de la Iglesia».
El purpurado advierte que términos como «anti-discriminación», «derecho a decidir» y «derechos humanos» se han distorsionado y se usan para atacar a la libertad religiosa. Como ejemplo pone el aborto:
«Podemos abrazar a alguien que ha abortado. Pero no podemos proclamar que el asesinato de un niño en el vientre es bueno. Es injusto que alguien insista en que lo hagamos con el pretexto de evitar la `discriminación´. Debemos permanecer fieles a lo que somos».
Adaptarse a los tiempos
El cardenal Wuerl aborda la teoría de que la Iglesia debe cambiar y adaptarse a los tiempos:
«Jesús no cambió su mensaje solo porque algunos de los que lo oyeron creyeron que eran “palabras duras” (Jn 6:60). Nadie debería sorprenderse de que la Iglesia siga siendo fiel al Evangelio de Jesús, a su doctrina. Después de todo, es su mensaje, su Iglesia. Tampoco nosotros somos libres de cambiarlo».
E insiste en que se debe respetar la postura de la Iglesia sobre cuestiones morales:
«Mientras que las personas pueden estar en desacuerdo con nosotros y optar por seguir su propio camino moral, el respeto a la libertad de elección no debe implicar que nosotros dejemos de lado nuestras propias convicciones religiosas y nuestra libertad con el fin de satisfacer todas las demandas de los que tienen otras creencias. La libertad de elección para unos no puede significar que otros no tengan libertad de elección. En particular, no es el papel del gobierno sustituir nuestra moral por su propio juicio y dictaminar qué visión moral se permite y cuál no».