(Iglesia en Chile) El Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile ha dado a conocer este martes 5 de mayo una declaración sobre la crisis de confianza y credibilidad que se percibe en el país, titulada «Convivencia en Chile: desafío ético y respeto a nuestra dignidad».
En ella los obispos se preguntan qué ha sucedido para que se haya resquebrajado el tejido social y debilitado la confianza en la manera de convivir como nación. Agregan que es preocupante constatar la pérdida de confianza en las relaciones sociales y en los liderazgos: en la política, la empresa, la escuela, las universidades, y también en la Iglesia Católica.
Perdón, no impunidad
El documento señala que es la hora de una profunda introspección tanto a nivel personal como institucional, que debiese llevar también a un acto de perdón y reparación, tanto a nivel personal como institucional: «Los chilenos tenemos derecho tanto a la verdad como a la justicia, pero también a las oportunidades del perdón, que no es lo mismo que impunidad».
El Comité Permanente plantea que una forma de salir de esta crisis es evidentemente cambiando aquellos aspectos de nuestra institucionalidad que hicieron posible los abusos que hoy se condenan, y desde la perspectiva cristiana una profunda conversión social que supone encontrarse con la persona de Jesucristo:
«Es Él mismo quien nos revela que la dignidad de la persona humana es algo inherente a su ser y no un reconocimiento externo que se le concede. Es una condición fundamental de su existencia que debe ser reconocida, respetada, protegida y promovida. Cuando la persona humana se endiosa, por cualquiera sea la razón, esta termina desquiciada. Ese endiosamiento personal, llamado también individualismo, es hoy una de las grandes causas del deterioro de la cohesión social».
Los obispos chilenos finalizan el documento planteando que se debe redescubrir que el poder de las autoridades existe para servir a los demás y que servirse de dicho poder provoca un daño capital:
«Estamos a tiempo para desterrar la idolatría del dinero y de la corrupción, de valorar la actividad política y de sus actores, de reconocer el aporte de tantos trabajadores y empresarios, de avanzar en el trato justo, respetuoso y amable que nos debemos, en fin, de corregir nuestros errores y juntos fortalecer el alma de Chile».