(ACI) Ella junto a más de mil mujeres llegaron al lugar, el pasado jueves 19 de marzo, portando pequeñas urnas con cruces negras, a modo de símbolo por las muertes de bebés producto del aborto.
La convocatoria fue hecha desde la Fundación Chile es Vida y la puesta en escena que se realizó estuvo a cargo de la directora teatral María Paz Vial.
Vial comentó a ACI Prensa que «esta idea se me ocurrió cuando alguien me dijo que la única manera de detener la despenalización del aborto era saliendo a la calle. Me puse a pensar y se me vino a la mente esa gente que dice que un embrión es en realidad un conjunto de células, pedazos de tejido solamente, un apéndice. ¿Cómo va a ser un apéndice un bebé de 12 de semanas, formado entero, pero pequeño? Es una persona».
Durante el acto, se levantaron los ataúdes hacia el cielo. Al respecto, Vial dijo que «la sepultura es un arquetipo presente en toda la historia y en la literatura universal. ¿Cómo sabemos quiénes fueron los incas, los mayas, los egipcios, qué comían, cómo vivían? Por las sepulturas».
«A través de las sepulturas, las personas del pasado te dicen viví hace tres mil años y te dejo todo esto, que es parte mía y que será parte de tu cultura y, definitivamente, lo que se sepulta son personas. Si te operas de apendicitis o de amígdalas, no sepultas el apéndice ni las amígdalas. Con el ataúd dejamos claro que un embrión y un feto son personas también».
Con respecto al modo en que se está enfrentando la despenalización del aborto en los medios y en el Congreso, Vial señaló: «me llama la atención que no se esté diciendo la verdad. Hay que decirle a una niña de 14 años que, si se hace un aborto matará a una persona. El hecho de que un cuerpo esté dentro de otro cuerpo no significa que sea parte del primer cuerpo, significa que es otro cuerpo. Tu brazo es parte de tu cuerpo y tu cuerpo se vería afectado si es removido. Pero un feto no es parte de tu cuerpo. Es el cuerpo de otra persona».
Elizabeth Bunster, directora de Proyecto Esperanza y coordinadora de Chile es Vida, gremio que reúne a fundaciones y ONGs que hacen acompañamiento a mujeres con embarazo vulnerable, también se refirió a la actividad.
«Nadie está privado para siempre de la luz. Toda mujer que ha abortado tiene derecho a la verdad y a la esperanza. Pero no puede haber esperanza fundada sobre una mentira. La verdad no la aplasta ni la condena, sino que es el comienzo de una nueva vida. La mujer tiene derecho a llorar. ¿Por qué le privan de su dolor? ¿Por qué le mienten?¿Por qué le tapan la boca, la ahogan? Eso es violencia cruel y brutal».
«Tomamos su dolor, nos hacemos parte de su pérdida, lloramos con ella y por ella y ese llanto nos une, nos sana: es terapia. Enterrar a nuestros hijos perdidos y dejar que la tierra dulce y húmeda consuele nuestros corazones y lleve sobre nosotros nuevamente la esperanza es un acto terapéutico» concluyó.
El acto contó con la presencia, en el centro del óvalo de la Plaza de la Constitución, de tres bailarinas vestidas de rojo. Ana María Vela, la bailarina principal, explicó a ACI Prensa el sentido del baile presentado: «yo participé bailando al centro. La danza completa representa la vida. Nos valimos de la metáfora del árbol que germina y por eso alzamos nuestros brazos».
«Cada una de nosotras representaba a un feto en gestación, dentro del círculo rodeado de mujeres de blanco, que representaba el útero. De pronto, estos fetos que éramos se ven amenazados por la muerte, que era el hombre vestido de negro. Los fetos entonces corren desesperados dentro del círculo, con la esperanza de poder nacer. Cuando el hombre de negro los mata, hubo un grito, que es el grito de los bebés no nacidos, en medio del silencio que se impone alrededor de su muerte».
Catalina Barrios, una de las mujeres de blanco, explicó a ACI Prensa cómo vivió ella el acto: «Existió un niño en gestación que murió o que fue muerto. Y con este acto se asume ese dolor, se enfrenta y se llora. Es una forma de desenterrar el dolor del corazón al darle sepultura al niño abortado».
Digna Pinto, transeúnte que pasaba por las inmediaciones cuando se estaba realizando el acto, comentó a ACI Prensa: «yo voy por la vida. Si a mi hija (y señala a su pequeña de siete años) la violaran y quedara embarazada, yo la apoyaría y buscaría la cárcel para el violador y no la muerte para el niño inocente».
Mariana Maldonado, de 15 años, también participó de la actividad y afirmó que «no se puede matar a tu hijo, aunque no lo quieras; porque no es sólo tu hijo, sino que es otra persona distinta. No puedes matar a alguien que ni siquiera puede defenderse, no es ni justo ni bueno».