(EP) En el mensaje, firmado por los obispos de la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida, presidida por el obispo de Bilbao, Mario Iceta, los prelados animan a familias, asociaciones civiles e instituciones a «promover iniciativas que defiendan, tutelen y promuevan el derecho a la vida de todo ser humano».
Mensaje centrado en los discapacitados
Concretamente, se centran en las personas con discapacidad para calificar de «deplorable» la actitud de quienes piensan que la vida de estas personas «no merece la pena y no es digna de ser vivida». A su parecer, quienes piensan de esta forma consideran «que la vida solo merece respeto cuando supera un cierto nivel de 'calidad'» y demuestran «una deplorable dosis de autocomplacencia».
«Se considera que la vida solo merece respeto cuando supera un cierto nivel de 'calidad de vida'. Esta forma de pensar muestra la incapacidad de apreciar el valor y la dignidad de toda vida humana, más allá de sus condicionantes, así como una deplorable dosis de autocomplacencia, falsa seguridad y orgullo que termina por minusvalorar o despreciar, aunque sea de modo soterrado o sutil, a la persona débil o enferma», apuntan.
Los obispos se preguntan qué mundo se estaría construyendo si se minusvalora o rechaza a los más vulnerables y ensalzan a las personas con discapacidad a los que se refieren como «campeones de la vida por su coraje» y su «grandeza de corazón». «Son personas grandes, capaces de darlo todo, de enriquecer a los demás y de acoger a todos», subrayan.
Según precisan, esto se pone de manifiesto en la vida cotidiana de «tantas familias que han aprendido a mirar la vida desde otra perspectiva» con la llegada de un hijo con alguna discapacidad. Precisamente, el cartel diseñado por la CEE para la Jornada por la Vida de este año muestra a una niña con discapacidad en varios momentos de su vida cotidiana y siempre con una sonrisa.
De esta forma, los prelados reconocen «el don precioso de la vida humana, independientemente de cualquier circunstancia o condición» y añaden que «toda vida humana es valiosa porque es imagen de Dios». Además, señalan que el compromiso al servicio de la vida «obliga a todos y cada uno» y requiere «la participación social y política».
Por otra parte, recuerdan que el ser humano «no es una isla» sino «un ser en relación» y, en estos tiempos en los que, a su juicio, «el individualismo y la autosuficiencia calan en la sociedad» insisten en que todas las personas son, de alguna manera, «dependientes» pues «nadie puede alcanzar una vida plena si no es con la ayuda de los demás».