(VIS) En el discurso que dirigió a los diplomáticos, el Papa examinó la situación internacional bajo la doble óptica de la esperanza de paz y la dimensión del rechazo, tanto personal como social, que «acaba por deshacer y disgregar toda la sociedad y generar violencia y muerte».
El Santo Padre citó entre otros eventos dramáticos la masacre de cien niños en Paquistán, la confrontación en Ucrania, la tensión constante en Oriente Medio, los recientes atentados en París, la violencia contra la población en Nigeria, los conflictos de carácter civil en Libia, República Centroafricana, Sudán del Sur, la República Democrática del Congo y subrayó que las guerras llevan consigo el horrible crimen de la violación de las mujeres.
No olvidó la condición de los enfermos del virus ébola, ni el problema de los inmigrantes y refugiados ni tampoco la falta de ayuda a las familias.
Sin embargo, el Pontífice no quiso que el panorama estuviese dominado por el pesimismo y recordó el resurgir de Albania, los frutos del diálogo ecuménico en Turquía, las expectativas de Jordania y Líbano, la decisión de Estados Unidos y Cuba de poner fin al silencio recíproco, las transformaciones en Burkina Faso, los esfuerzos por la paz estable en Colombia y Venezuela, la decisión de Estados Unidos de cerrar la cárcel de Guantánamo y, al final, manifestó el deseo de que en 2015 se adopten los Objetivos de Desarrollo Sostenible y se elabore un nuevo Acuerdo sobre el clima.