(AFP/InfoCatólica) Pese a las repetidas peticiones de la familia para detener el tratamiento, los médicos la mantuvieron con vida basándose en el principio constitucional irlandés que reconoce a una mujer y a su hijo nonato un derecho igual a la vida.
En su decisión, el Alto Tribunal ha considerado que mantener a la joven con vida la privaría de su dignidad y sometería a su padre, a su compañero y a sus dos hijos pequeños a una «angustia inimaginable».
«El estado de la madre se degrada a una rapidez tal y hasta tal punto que no será posible que el embarazo continúe hasta el nacimiento del bebé», subrayaron los jueces.
El caso ha reavivado el debate sobre la estricta normativa que permite abortar en Irlanda, país de fuerte tradición católica y uno de los estados menos afectados por la cultura de la muerte de la Unión Europea en la materia.
Hasta el año pasado, el aborto estaba prohibido y no había ninguna ley que implementara la decisión del Tribunal Supremo de 1992, según la cual el aborto estaba permitido en caso de peligro para la vida de la madre.