(Fides) La capital Islamabad está bloqueada por más de 20 mil manifestantes de dos partidos políticos de la oposición, el Pakistán Tehrik-i-Insaaf (Movimiento pakistaní por la Justicia), dirigido por el ex-jugador de cricket Imran Khan, y el Pakistán Awami Tehreek (Movimiento del pueblo paquistaní), encabezado por el predicador islámico Tahir ul-Qadri. Ambos exigen la dimisión del primer ministro Nawaz Sharif, que rechaza tal hipótesis, y que se disuelva el Parlamento.
Nawaz Sharif también está acusado formalmente por un tribunal de asesinato después de la redada de la policía que mató a 14 personas e hirió a 100 de entre los miembros del movimiento de Qadri el 17 de junio en Lahore.
Lejos del populismo
P. Emmanuel explica a la Agencia Fides: «Algunos líderes políticos han propuesto una solución, hasta ahora sin éxito. Debemos apoyar el camino del diálogo, lejos del populismo y abandonando posiciones radicales. La dimisión del primer ministro, de acuerdo a nuestra Constitución, sólo puede hacerse con la votación del Parlamento, no por invocación de la plaza».
Por ahora la protesta es pacífica, pero como señala el Director de la Comisión, «proclamas como las del 'día de la revolución', anunciadas por Qadri, son peligrosas. Podrían generar violencia y consecuencias graves, hasta un golpe militar. Pakistán se ha embarcado hace muy pocos años en el barco de la democracia, que todavía es frágil. Debemos protegerlo. El ejército ha tomado el poder cuatro veces en nuestra historia nacional, no queremos que suceda una quinta vez».
El sacerdote de Lahore concluye: «Es cierto que algunos casos de protesta tienen razón, como la lucha contra la pobreza y la corrupción o la necesidad urgente de proporcionar energía eléctrica a toda la población. Son parte de las demandas legítimas de la justicia que el gobierno debe tratar. Pero la justicia nunca puede separarse de la paz: el camino a seguir es reclamar pacíficamente siempre, respetando los derechos de todos y la democracia».