(AIN/InfoCatólica) El prelado lamenta que «la falta de coordinación internacional está ralentizando y limitando la puesta en marcha de una ayuda efectiva» para los más de 200.000 desplazados que se contabilizan en las últimas horas.
La localidad de Ankawa, a las afueras de Erbil, capital del Kurdistán iraquí, acoge actualmente unos 70.000 cristianos desplazados. «Las familias, que han encontrado refugio en iglesias y escuelas, están en mejores condiciones que aquellos que todavía duermen en la calle y en parques públicos, cuya situación es lamentable», informa el Patriarca.
Otras ciudades del Kurdistán iraquí están desbordadas, mientras las necesidades humanitarias de agua, comida, alojamiento y medicinas aumentan. Es el caso de Donhuk, donde el número de cristianos refugiados supera los 60.000 y cuya situación es peor que en Erbil. Los desplazados han llegado también a Kirkuk, Sulaymaniyah e incluso a la capital Bagdad. «El alcance del desastre es extremo», reconoce Mons. Sako, que asegura que cinco obispos han tenido que huir de sus diócesis y todos los sacerdotes y religiosas han abandonado las misiones en los pueblos de alrededor de Mosul.
Por otro lado, el patriarca Sako asegura que «la posición del presidente norteamericano, Barak Obama, de solamente aportar ayuda militar para proteger Erbil, es decepcionante». El prelado muestra su preocupación por las negociaciones entre el Kurdistán y el gobierno central de Irak y lamenta que no se lleve a cabo una acción rápida por la recuperación de Mosul y la llanura de Nínive. Los yihadistas del EI reciben nuevos militantes provenientes de países de todo el mundo y siguen teniendo bajo control la ciudad petrolífera de Zumar, y los yacimientos petrolíferos de Ain Zalah, Batma, junto con los de Al-Raqqa y en Deir ez-Zor en Siria.
Campaña de emergencia para familias refugiadas
La fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada, siguiendo la petición de los obispos de Irak, ha lanzado una nueva campaña de recaudación de 100.000 euros destinados a alimentos, agua y medicamentos para familias refugiadas que son atendidas por la Iglesia local. Esta campaña se suma a la puesta en marcha el pasado mes de julio en la que se recaudó cien mil euros. El patriarca Sako informa de que las familias no tienen nada, «han huido con sus hijos, renunciando a todo lo demás».
Los deplazados tienen dos opciones: quedarse o salir del país. «¿Dónde?¿Tienen la documentación necesaria y el dinero?», lamenta el Patriarca. Los que se quedan serán atendidos, sus hijos podrán ir a las escuelas, institutos y universidades, pero Mons. Sako se pregunta sobre el futuro, el trabajo y las pertenencias de estos refugiados, «éstas son las preguntas que deberían infligir dolor en las conciencias de cada persona y organización, y así se hiciera algo para salvar a esta gente, que lleva viviendo en esta tierra desde sus comienzos».