(InfoCatólica) «La celebración de nuestro patrono, está llamada a superar los límites de las circunstancias y referentes temporales y locales, adentrándonos en el misterio de la Iglesia, así como en el misterio de la vida misma. Los santos no son sino señales en el camino para ayudarnos a mirar más lejos y alcanzar la meta de nuestra vida, que es la unión con Dios», ha dicho nuestro obispo.
En este sentido, ha añadido que «el reto de la Iglesia en nuestros días es doble: por una parte, y de forma prioritaria, debe anunciar que la felicidad del hombre solo será alcanzada cuando este entregue su libertad al autor de la vida, es decir, a Dios. Pero además de esto, es necesario también hacer un juicio crítico de las bases sobre las que se sustenta nuestra cultura materialista y capitalista. La cosmovisión de nuestra cultura secularizada ha dado la espalda a cualquier idealismo».
El prelado donostiarra ha subrayado que «en el nuevo dogma de nuestros días no hay verdades universales, sino tantas verdades como individuos; el único ideal absoluto de esta cultura es la libertad, entendida como la propia elección, como el derecho a optar por cualquier cosa y en cualquier momento. Mientras que el cristianismo afirma que es la verdad la que nos hace libres, el relativismo piensa que el único criterio moral es la propia elección del sujeto».
D. José Ignacio ha criticado que el llamado «derecho a decidir» imperante en nuestra sociedad se erija como la única verdad universal y objetiva y que el endiosamiento de la propia libertad haya sustituido la carencia de ideales objetivos.
En contraposición, ha recordado la palabra que San Ignacio dirigió a San Francisco javier que, vivía su libertad sin norte, «¿De qué te sirve ganar el mundo si pierdes tu vida?» y nos ha emplazado a todos, preguntando a su vez: «De qué te sirve una libertad que te conduce al abismo?».
Nuestro obispo ha terminado su homilía animando a todos a realizar la experiencia ignaciana y a realizar los «ejecicios espirituales de San Ignacio» que, comienzan preguntándose sobre el «principio y fundamento» de nuestra vida para concluir en la «contemplación para alcanzar el amor».