(Zenit/InfoCatólica) Al evento promovido por la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) participaron también diversas asociaciones, como la Acción Católica y los operadores de la pastoral escolar, familiar y juvenil.
El Santo padre una vez llegado al estrado, después de escuchar a algunas personas que se dirigieron a él contando sus experiencias, de ver coreografías y cantos, dirigió unas palabras a los presentes.
Les agradeció haber realizado este evento de encuentro de la escuela italiana, «realmente lindo», todos, profesores, docentes, alumnos, estatales y no estatales. «He escuchado–añadió Francisco–tantas cosas lindas que me han hecho tanto bien a mi».
«No es una manifestación contra, es pro, no es un lamento, es una fiesta por el colegio» dijo, y aunque sepamos que hay cosas que no van, «pero estamos aquí porque amamos la escuela, y digo nosotros, porque yo amo la escuela. La he amado como alumno, como profesor y después como obispo».
Y confió que recordaba cuando tenía seis años «a la maestra que me hizo amar el colegio, y después fui siempre a encontrarla durante toda la vida hasta que falleció a los 98 años».
Añadió que la escuela tienen que ser «apertura hacia la realidad en la riqueza de sus aspectos y dimensiones». Y que es necesario siempre «aprender a aprender». Además dijo «la escuela no es un estacionamiento, es un lugar de encuentro en el camino de la vida» e «integra a la familia».
Recordó también que «la educación no puede ser neutra, o es positiva o negativa, o enriquece o degrada». Y que para educar a un niño es necesaria una población: docentes, profesores, ayudantes, etc. Y tomando la frase dicha por un atleta olímpico que acababa de hablar allí, dijo: «Es mejor una derrota limpia que una victoria sucia», e invitó a los niños a repetirla...
Precisó también que la escuela debe ayudar «a desarrollar el sentido de la bondad, verdad y belleza» y que son tantos los elementos que se suman para enseñar. Y porque en la escuela y el colegio «no aprendemos solamente conocimientos, sino también actitudes y valores».
«Les deseo un buen camino escolar, y que les haga crecer los tres idiomas: el saber, el querer, y el hacer, «el de la mente, el del corazón y el de las manos, armoniosamente», dijo.
Y concluyó: «Por favor no nos dejemos robar el amor por la escuela». El evento terminó con una oración que el Santo Padre rezó junto a los presentes, y un Ave María a la Virgen por todos los que enseñan en las escuelas. E impartió su bendición.