(EFE/InfoCatólica) «El sistema está roto y necesitamos hacer cambios, especialmente por los inmigrantes que sólo quieren participar en su comunidad», resaltó el obispo, quien recalcó que la Conferencia Nacional de Obispos se encuentra buscando una solución para el problema migratorio en el país.
Kicanas ha debido afrontar en su jurisdicción el caso de la inmigrante mexicana Herminia Gallegos, quien desde hace 20 días se encuentra refugiada en la Catedral de Tucson y pide apoyo para que su hija Rosy Rojas, de 21 años, sea liberada del Centro de Detenciones de Inmigración de Eloy. Gallegos, quien duerme en una banca de la iglesia y se alimenta con lo que cada día le llevan miembros de la comunidad compadecidos de su caso, aseguró que no comprende porque su hija no ha sido liberada aún, luego de que un juez determinara que no representa ningún peligro para la sociedad. Con señales de desgasto tanto físico como emocional, Gallegos también enfrenta su propio proceso de deportación, por lo que confesó que solo su fe la mantiene con fuerzas.
El obispo Kicanas indicó que Gallegos puede quedarse el tiempo que necesite en la iglesia, aunque no ocultó su preocupación por el bienestar de la mujer, en especial, tras verse obligados el pasado jueves a llamar al servicio de emergencias para que le hiciesen una revisión médica ante los visibles signos de agotamiento que presentaba.
El obispo aseguró que están esperando la decisión del juez de inmigración respecto al caso de esta madre de familia, la cual espera que sea positiva, y enfatizó que por el momento no hay nada más que pueda hacer por Gallegos.