(CEE) Los obispos han publicado también una Nota, con el título «Por los niños; por los padres; por los abuelos: sí a la vida», en la que se incide en la idea esperanzadora del lema del cartel. «Para España, para Europa y para el mundo –comienzan diciendo- la apertura moralmente responsable a la vida es una riqueza social y económica. Grandes naciones han podido salir de la miseria gracias también al gran número y a la capacidad de sus habitantes».
Baja natalidad
En la Nota se subraya asimismo que son precisamente los bajos índices de natalidad los que se han convertido en un problema crucial para las sociedades de mayor bienestar. «Por eso, se convierte en una necesidad social, e incluso económica, seguir proponiendo a las nuevas generaciones la hermosura de la familia y el matrimonio».
En la difícil coyuntura que atravesamos es necesario que se ayude económica y socialmente a las familias, pero no es suficiente. Es imprescindible un «cambio de mentalidad y de vida que permita ganar la propia libertad para donarse al otro: donarse a la esposa o al esposo, donarse a los hijos, donarse a los ancianos, donarse al que sufre. Esto es lo que el Papa Francisco ha explicado cuando ha afirmado: una sociedad que abandona a los niños y que margina a los ancianos corta sus raíces y oscurece su futuro».
Por todo ello, los obispos desean llamar de nuevo la atención sobre el valor y la dignidad de la vida humana desde la concepción y hasta su fin natural e invitan a reflexionar sobre la experiencia vital en la que todos percibimos la vida como signo de esperanza.
Grandeza de la maternidad
La Nota concluye llamando a recuperar «la grandeza del don y sentido de la maternidad», recordando como determinadas ideologías están tratando «absurdamente de igualar lo diferente» y abocando a la sociedad a la «ruina demográfica, económica y sobre todo moral de la sociedad».
Con palabras del Papa Francisco, en alusión al aborto, los obispos nos recuerdan que «no es progresista pretender resolver los problemas eliminando una vida humana». Estas palabras son como un «aldabonazo en nuestros corazones» que nos urgen a una decidida y valiente defensa de la vida desde todos los ámbitos, teniendo muy presente que «la Iglesia es la madre que a todos acoge con entrañas de misericordia y nos anuncia a Jesucristo, el Evangelio de la Vida».