(M.A. Echévarri/UNAV) En una facultad de Comunicación son muchos los que enseñan y teorizan sobre el arte de comunicar. Pero que un obispo dé una clase con la misma temática no suele ser lo más habitual. Eso sí, si el ponente es el presidente de la Comisión de Comunicaciones Sociales de los obispos europeos y roza los 11.000 seguidores en Twitter, la cosa cambia.
Mons. José Ignacio entra en el aula, deja el móvil sobre la mesa, junto a una carpeta y saca unos cuantos folios. El tema de la clase-conferencia es la comunicación del Papa Francisco aunque termina hablando de muchos otros temas. A lo largo de hora y media repasa los signos, gestos y palabras del Pontífice con algunas anécdotas personales, y comenta las novedades que han sorprendido a toda la Iglesia como, por ejemplo, las homilías diarias en Casa Santa Marta. «Son un magisterio incisivo pero no solemne», dice.
También habla de las entrevistas del Papa en medios de comunicación. Y de las sorpresas que con ellas se ha llevado el Padre Lombardi, el jefe de prensa del Vaticano. De su propia experiencia con los medios dice haber pagado algunos peajes. Hay veces que se ha arriesgado y ha quedado satisfecho. Aun así, todavía no ha dado con el periodista que diga lo que Munilla quiere decir. Pero añade entre risas que con los estudiantes que tiene delante se acabará ese problema.
- Aprovechando que estamos en una facultad de Comunicación, ¿qué pueden aprender los alumnos que se están formando de la figura del Papa Francisco como comunicador?
Lo que tenemos que aprender principalmente del Papa Francisco es la autenticidad, entender que primero es el ser y luego es el comunicar. No pretendamos que la comunicación nazca de una técnica, que sea algo artificial. Nos tenemos que preocupar mucho más por el contenido que por la expresión del contenido y la clave para eso reside en que estemos enamorados del mensaje que queremos transmitir. Quien está enamorado del mensaje que va a transmitir recibe un cierto carisma, como el Papa Francisco lo ha recibido, para poder comunicar. Yo me quedaría con una palabra: autenticidad.
- ¿Cómo puede la Iglesia transmitir la fe a unos jóvenes cada vez más alejados? ¿La fe depende de cómo se comunique el mensaje?
Como te puedes imaginar, este es el gran rompecabezas de un obispo y os agradecería muchísimo si en esta Facultad de Comunicación pudieseis ayudar a la Iglesia en este deseo de comunicar. Para poder comunicar a los jóvenes, en primer lugar hay que buscar la fórmula de que puedan conocer la realidad del mensaje cristiano y no el estereotipo o la caricatura que hayan podido recibir. Nosotros no partimos de una comunicación con alguien que no tiene una imagen previa sino que desgraciadamente las imágenes previas de la Iglesia y de su mensaje están muy distorsionadas. Volvamos de nuevo al Papa Francisco: él ha conseguido que el mensaje evangélico más esencial sea noticia y de primera página cuando eso hasta ahora era imposible en la Iglesia; únicamente los temas polémicos han conseguido los titulares. La clave es definir la fórmula para que el evangelio sea noticia.
- ¿Qué papel tiene la comunicación en la Iglesia del siglo XXI?
Tiene un papel muy importante por dos motivos. En primer lugar porque hay una gran sinergia entre el concepto comunicación y el de comunión. La comunión de los santos, la comunión interna en la Iglesia se potencia mucho con una buena comunicación. No puede haber comunión sin comunicación. Por lo tanto, es un concepto teológico que se integra plenamente en la comunicación. Y además, por otra parte, la razón de ser de la Iglesia no es autorreferencial. Como dice el Papa Francisco, la razón de ser de la Iglesia no es hablar de sí misma, sino que es hablar de Jesucristo. Por lo tanto, no estamos para que los ojos se fijen en nosotros sino que para buscar la fórmula de que los ojos se fijen en Jesús. Alguien dijo que, cuando la mano apunta al cielo, el necio se queda mirando el dedo. Este es nuestro reto.
- ¿Cómo ve a la Iglesia dentro del universo 2.0?
Yo creo que la Iglesia no ha llegado tarde ni a internet ni a la comunicación digital. Pero aunque hay una presencia abundante de católicos en la red, todavía faltan calidad, coordinación y preparación. Por eso la Iglesia mira a las facultades de Comunicación con esperanza. Hemos llegado a tiempo pero no tenemos la capacitación técnica que deberíamos tener. Y por eso os miramos a vosotros.
El Papa Francisco tiene más de diez millones de seguidores en Twitter, usted es un usuario muy activo… ¿Se pueden condensar más de 2000 años de historia en 140 caracteres?
La forma que tuvo Jesús de comunicar es un ejemplo claro de cómo un gran mensaje puede decirse de manera muy sencilla. Incluso la capacidad de ser expresado de forma sencilla es un signo de la autenticidad del mensaje. Porque cuando un mensaje necesita de una gran complejidad para explicarse, puede que no sea cristiano. Si nos fijamos en el evangelio, podemos ver que tiene versículos bien breves que, si no caben todos en los 140 caracteres, se pueden concatenar de manera muy sencilla.