(EP) «Es increíble cómo, en tan poco tiempo, el número de refugiados en Jordania ha pasado de los 300 que había al principio en 2011 al medio millón de ahora, solo contando a los registrados por la ONU», ha declarado a Europa Press la portavoz de la oficina regional de UNICEF en Oriente Medio, Najwa Mekki, con motivo de su visita a Madrid para buscar apoyo internacional al trabajo de la organización con los niños procedentes de Siria.
Sin escuela, sin vacunas, oyendo horrores
Alrededor de 120.000 refugiados sirios en Jordania están alojados en el campamento de Zaatari, «la mitad de ellos niños», ha precisado Mekki, cuya oficina se encuentra en Amán y que conoce de primera mano la situación de Zaatari, el segundo campamento de refugiados más grande del mundo.
Estos niños sirios alojados en Zaatari llevan «más de dos años sin ir a la escuela, más de dos años sin vacunas y más de dos años oyendo horrores», ha declarado. «Han visto morir a parientes, a amiguitos», ha proseguido. «Los niños nos cuentan que antes tenían amiguitos, iban a la escuela, tenían su mascota, vivían en su casa, y ahora son refugiados que no tienen nada, que llegaron solo con lo puesto», ha añadido.
Era un país próspero
Al respecto, Mekki ha recordado que, antes del conflicto, en Siria «la clase media era la mayoría de la población, el acceso a la educación llegaba al 90 por ciento y la sanidad era gratis», mientras que en Zaatari, «familias enteras dependen de la ayuda humanitaria para acceder al agua, a los alimentos, a la salud».
Las niñas, principales perjudicadas
La situación se vuelve particularmente grave en el caso de las niñas, ya que el conflicto ha llevado a muchas familias sin recursos –tanto refugiados como residentes en Siria– a intentar casar a sus hijas con solo «doce, trece o catorce años» de edad, porque «los padres, lamentablemente, piensan que es la mayor protección para las niñas» en detrimento de la educación.
Ese hecho, unido al hecho de que alrededor de 15.000 niños sirios ni siquiera acuden a las escuelas instaladas por UNICEF y el Gobierno jordano en Zaatari, porque tienen que trabajar para ayudar a sus padres (en los tenderetes comerciales instalados por los refugiados que disponen de algunos recursos), está alejando a los menores de la educación y por tanto, de todo lo que ésta representa como «rutina diaria, sensación de seguridad y garantía para el futuro».
La situación que se vive en Zaatari es aún más grave en el caso de los refugiados sirios en Líbano, donde «no hay campamentos oficiales y es difícil saber dónde se encuentran, están esparcidos», y, por supuesto, dentro de la propia Siria, donde hay «dos millones de niños desplazados» cuyas familias se han visto obligadas a escapar en busca de lugares más seguros «incluso en varias ocasiones», en función del avance territorial de los distintos bandos enfrentados.
Problemas psicológicos
«En los países donde vivimos siempre intentamos que los niños no vean violencia en la televisión, pero en Siria, los niños ven la violencia en la calle, la escuchan por la noche», y eso está derivando «en comportamientos que antes no tenían, es un estado psicológico en el que la guerra parece una aventura en la que todo está permitido», ha explicado Najwa Mekki.
En total, según la responsable de UNICEF, se calcula que dos millones de niños sirios han dejado de ir a la escuela a causa del conflicto, la mitad de ellos refugiados en el extranjero y la otra mitad residentes en el país.
En Siria, «muchos padres no les dejan ir al colegio por temor a la guerra y muchas escuelas han sido bombardeadas o se utilizan como centros para desplazados internos», ha precisado. «Hasta 400.000 escuelas han quedado inservibles, una quinta parte de las que había en el país antes del conflicto», ha precisado.
«Sabemos que cuando un niño falta a la escuela uno o dos años, nunca vuelve a ella», ha advertido Najwa Mekki. «Existe un riesgo real de que una generación entera de niños sirios se pierda», ha asegurado la responsable de UNICEF.
Labores de ayuda
Para intentar paliar esta situación, ha explicado Mekki, UNICEF ha puesto en marcha un conjunto de iniciativas en el campamento de Zaatari, como la distribución de cuatro millones de litros diarios a través de camiones cisterna (en un «país con escasez de agua», como es Jordania) o la instalación de tres escuelas para 5.000 niños en cada una, «con aulas de hasta cien niños».
Para llevar a cabo estas iniciativas, UNICEF depende en buena parte del Gobierno de Jordania, «un país muy generoso con los refugiados desde siempre, como lo fue con los palestinos», y que está participando muy activamente en las labores de educación (los maestros son a partes iguales sirios y jordanos y la enseñanza de ajusta a los programas escolares jordanos), en el suministro de agua y equipos de saneamientos y en las campañas de vacunación. «Esto supone una carga enorme para un país con pocos recursos naturales y económicos», ha alertado.
Financiación internacional
Por ello, ha advertido, «uno de los grandes retos de la ayuda internacional es la financiación». «No necesitamos el dinero para cosas limitadas en el tiempo, lo queremos para construir escuelas, para pagar a maestros, para comprar libros, para los gastos diarios», ha explicado.
«La necesidad de fondos aumenta porque cada vez es más la gente que huye», ha declarado. «Es una carrera por la financiación que estamos perdiendo, en la que cada vez pedimos más dinero porque cada vez necesitamos más», ha alertado. Por ello, Najwa Mekki ha animado a la población española a donar fondos enviando el mensaje UNICEF al número 28028. «Puede ser un asunto de vida o muerte», ha manifestado.