(EP) El informe 'Estado de la Inseguridad Alimentaria en el Mundo' (SOFI), correspondiente al periodo 2011-2013, indica que, a pesar de la reducción de la subalimentación y de los avances económicos experimentados en los últimos años en países en vías de desarrollo de Asia oriental e Iberoamérica, más de 842 millones de personas «no tienen suficientes alimentos para llevar a cabo una vida sana y activa», una cifra que, en todo caso, revela un descenso relativamente significativo respecto a los 868 millones del periodo 2010-2012.
La gran mayoría de estas personas viven en las regiones en vías de desarrollo, mientras que 15,7 millones lo hacen en el mundo industrializado, precisa el informe SOFI, que publican cada año la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA) y el Programa Mundial de Alimentos (PAM).
Mejora la situación
El documento precisa que el crecimiento económico constante de los países en vías de desarrollo «ha permitido mejorar las rentas y el acceso a los alimentos» y destaca que la reciente recuperación del crecimiento de la productividad agrícola, apoyada por la intensificación de las inversiones y el nuevo interés de los inversores privados en la agricultura, «ha permitido incrementar la disponibilidad de alimentos».
Asimismo, los envíos de fondos por parte de los emigrantes han tenido un impacto «no despreciable» en la reducción de la pobreza en sus países de origen, en la mejora de la seguridad alimentaria y en el impulso de las inversiones productivas en las pequeñas explotaciones, destaca el documento.
Pese a todos los avances a escala mundial en la reducción del hambre, el informe destaca que sigue habiendo «brechas importantes». África subsahariana solo ha experimentado avances modestos en los últimos años y «sigue siendo la región con mayor prevalencia de la subalimentación». Se estima que «uno de cada cuatro africanos, el 24,8 por ciento, sufre hambre».
En Asia occidental tampoco se han registrado progresos en los últimos tiempos, mientras que en el sur de Asia y el norte de África sí ha habido «una cierta mejora», señala el informe. Las reducciones más importantes en el número de personas hambrientas y en la prevalencia de la subalimentación se han registrado en Asia oriental, Asia suroriental e Iberoamérica, añade.
No basta el crecimiento económico
Desde 1990-92, el número total de personas subalimentadas en los países en vías de desarrollo se ha reducido en un 17 por ciento, desde los 995,5 millones de entonces a los 826,6 millones de la actualidad.
A juicio de las organizaciones que han elaborado el informe, aunque el crecimiento económico es «esencial» para avanzar en la reducción del hambre, por sí mismo no garantiza la creación de empleos y la mejora de los niveles de vida «a menos que las políticas se dirijan específicamente a los pobres, en especial al medio rural». En este sentido, la reducción de la pobreza y del hambre en los países pobres depende de que haya «un crecimiento no solo sostenido, sino también ampliamente compartido», añade.
El informe de la ONU incluye una serie de indicadores nuevos que permiten medir el impacto de la inseguridad alimentaria desde otras dimensiones. Por ejemplo, aunque en algunos países la prevalencia del hambre no es excesiva, las tasas de subalimentación sí son relativamente altas, como lo demuestra la alta proporción de niños con retraso en su crecimiento o con peso insuficiente, con los correspondientes efectos negativos en su salud y en su desarrollo posterior.
Las conclusiones y recomendaciones del SOFI 2013 van a ser examinadas por los Gobiernos y los representantes de la sociedad civil y del sector privado durante la reunión del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial que se celebrará entre los próximos 7 y el 11 de octubre en la sede central de la FAO, en Roma.