(Zenit/InfoCatólica) Como en el caso de Sümela, también aquí presidió la celebración el patriarca ecuménico Bartolomé, arzobispo de Constantinopla.
«Con nostalgia y emoción –dijo el patriarca ecuménico, según relata Orthodoxie.com– visitamos la tierra tan probada que nuestros padres fueron obligados a dejar por motivos que solo el Señor conoce, hace noventa años, emigrando a cada rincón del mundo. En este momento hablan san Gregorio el Teólogo, la tradición, las piedras, esta iglesia. Y el señor sabe cuántos gemidos y gritos, cuánta desesperación y angustia, por parte de los treinta y cinco mil greco-ortodoxos que vivían entonces en Niğde, oyeron nuestros antepasados». El arzobispo de Constantinopla, tras la liturgia, agradeció formalmente a Ankara y a sus representantes locales por haber autorizado el rito –ulterior señal de apertura hacia las minorías religiosas mostrada por el gobierno Erdogan– en una región, Capadocia, a la que él está especialmente ligado.
Con Bartolomé concelebraron el metropolita de Proikonnesos, Joseph, y el metropolita de Ikonion, Theoliptos, en presencia del metropolita de Buenos Aires, Tarasios. El patriarca recordó a los mártires cristianos que «han partido de esta vida dejando en herencia valores y civilización, obras espirituales luminosas que no han sido cubiertas por el polvo y las tinieblas profundas sino que han sido honradas por la mañana del primer día de la semana, la mañana de la Resurrección». El arzobispo luego visitó también la iglesia griega de San Juan Bautista, hoy en desuso, en el centro de Niğde.
El gobierno griego estaba representado por el viceministro de Agricultura, Maksimos Harakopulos, y griegos eran gran parte de los fieles que participaron en la misa, junto a miembros –relata el Hurriyet Daily News– de varias asociaciones provenientes del país heleno, de Estambul y de Argentina.
La iglesia de Santa Macrina la Joven fue construida en 1858 en la localidad de Hasaköy. Nacida en 327, en Cesarea di Capadocia, Macrina es conocida, además de por su vida dedicada a la santidad y a la instrucción religiosa de las jóvenes, por haber tenido dos hermanos ilustres, Basilio de Cesarea y Gregorio de Nissa.