(RV) En su discurso de saludo al Papa, el cardenal Martino recordó que “el turismo es uno de los factores que contribuyen al calentamiento del globo, por la contaminación provocada por los medios de transporte y las estructuras de acogida y por el uso descontrolado de los recursos naturales, con la explotación también del hombre”. El purpurado ha invitado a los más de 900 millones de turistas del mundo a combatir la dimensión egoísta del turismo por medio de la percepción del “sentido del límite” y optando por una “austeridad alegre”. Benedicto XVI, por su parte, habló de la necesidad de realizar una “valoración responsable de los recursos de la creación, inmenso don de Dios a la humanidad”:
“La humanidad tiene la obligación de proteger este tesoro y de comprometerse contra el uso indiscriminado de los bienes de la Tierra. Sin un adecuado límite ético y moral, el comportamiento humano puede transformarse, en efecto, en amenaza y desafío. La experiencia nos enseña que la gestión responsable de la creación forma parte, o así debería ser, de una economía sana y sostenible del turismo. Por el contrario, el uso impropio de la naturaleza y el abuso ocasionado a la cultura de las poblaciones locales perjudica también al turismo. Aprender a respetar el ambiente enseña también a respetar a los demás y a sí mismos”.
“El degrado ambiental – prosiguió el Papa – solamente puede frenarse difundiendo una adecuada cultura de comportamiento, que comprenda estilos de vida más sobrios”. Además, la Iglesia sostiene el denominado turismo social. “que promueve la participación de los estratos más débiles y puede, de esta manera, ser un válido instrumento de lucha contra la pobreza y tantas fragilidades, proporcionando empleo, custodiando los recursos y promoviendo la igualdad”: “Este turismo representa un motivo de esperanza en un mundo en el que se han acentuado las distancias entre quien lo tiene todo y aquellos que padecen hambre, carestías y sequías. Deseo que la reflexión ocasionada por esta Jornada Mundial del Turismo - gracias al tema propuesto - pueda influenciar positivamente el estilo de vida de tantos turistas. De manera que cada uno aporte su propia contribución al bienestar de todos, que al final resulta ser en definitiva aquel de todos”.
Benedicto XVI al final se dirigió a los jóvenes: “Compete también a las nuevas generaciones promover un turismo sano y solidario, que deseche el consumismo y el abuso de los recursos de la Tierra, para dejar espacio a gestos de solidaridad y de amistad, de conocimiento y de comprensión. De esta manera, el turismo puede convertirse en un instrumento privilegiado de educación para la pacífica convivencia”.