(RV) “Es para mi motivo de profunda felicidad que mi hermano ahora pertenezca al colegio ilustre de los ciudadanos honorarios de esta hermosa ciudad. De este modo Castelgandolfo, se acerca –si es posible- todavía más, a mi corazón”.
Con estas palabras Benedicto XVI agradecía emocionado el conferimento de la ciudadanía de honor a su hermano Georg Ratzinger, del cual dijo que no sólo ha sido “un compañero”, sino también un “guía experto”, y “un punto de referencia por su claridad, y determinación en las decisiones. Me ha enseñado siempre el camino que coger, incluso en situaciones difíciles”.
El Santo Padre evocó después los años pasados en Ratisbona, donde Georg Ratzinger fue durante 30 años director del coro de la catedral, “escuchar esa música –recordó el Papa- para mi era un apoyo, un consuelo y una paz interior, que reflejaba la belleza de Dios”. Por último, reconociendo el paso de los años, Benedicto XVI finalizó su discurso improvisado, señalando que gracias a su hermano “en esta última etapa de la vida la afronto cada día con serenidad, humildad, y con ánimo. Se lo agradezco”