(EP/InfoCatólica*) El cardenal arzobispo de Sevilla, monseñor Carlos Amigo, animó hoy a los católicos a no caer en un "conformismo llorón de victimismo" ante la situación de "acoso a la Iglesia", y pidió que expresen su fe "con fortaleza y sin ambigüedades".
En un artículo publicado hoy en el diario "ABC" con motivo de la festividad de la asunción de la Virgen María, monseñor Amigo afirma que se viven momentos de limitación de derechos y de agresiones a los sentimientos religiosos, pero afirma que "la Iglesia y los cristianos no existen para claudicar ante las dificultades".
"Se habla de acoso a la Iglesia católica, de limitación de derechos, del incumplimiento de acuerdos, de burdas agresiones a los sentimientos religiosos...Lo cual es cierto y hasta podemos sentirnos molestos los católicos", indica el arzobispo de Sevilla.
"Ahora bien -continúa Amigo-, lo nuestro no es un conformismo llorón de victimismo, acoso y derribo, sino la comparecencia firme y clara del testigo, del mártir, de quien confiesa su fe abierta y llanamente, sin presunción y con mucha humildad, pero con fortaleza y sin ambigüedades".
El cardenal arzobispo de Sevilla asegura que los cristianos no pueden vivir "en un continuo lamento" ni considerarse "como víctimas, injustamente tratados".
Por otra parte, Amigo denuncia la "dictadura de lo económico" que tiene a muchas personas "una tanto desconcertados y al borde de hipotecar gran parte de la libertad de ser feliz".
En este sentido, subraya que se dice que los tiempos actuales "no son para alegrías ni para tirar cohetes de la fiesta" y la felicidad depende del precio del petróleo.
Sin embargo, en su opinión, la culpa de esta situación no la tiene la economía ni sus altibajos, "sino el centrarlo todo y sólo en el dinero que se tenga o del poco del que se pueda disponer".
"Situar el primer puesto en la escala de la felicidad al dinero, es un señuelo muy peligrosos y se puede llegar a lo que confesaba aquel buen y forrado señor: soy tan pobre, y tan triste, que solamente tengo dinero", señala el cardenal arzobispo de Sevilla.
Frente a ello contrapone la "fiesta grande" de la asunción de la Virgen, ejemplo de "exaltación de la humildad y de la sencillez, de la esperanza y de la alegría".