(Luis F. Pérez/InfoCatólica) El obispo ha empezado su homilía recordando las promesa que dio a la madre de Ruth y Jose: «Cuando aparezcan estos Niños, tocaremos a gloria las campanas de la Catedral de Córdoba. Esta tarde damos cumplimiento a esta promesa y a este deseo al reunirnos en esta Santa Iglesia Catedral de Córdoba para orar juntos y recordar a estos Niños que, como ángeles, están ya en la presencia de Dios. Celebramos hoy la fiesta de los Santos Ángeles, y hoy es el cumpleaños de la niña Ruth».
Don Demetrio ha asegurado que al confirmarse la muerte de los niños «nuestro primer sentimiento ante la notica ha sido de horror, de un horror tremendo. Cómo habrán sufrido estos angelitos, cómo es posible que en el corazón de una persona humana haya tanta capacidad para hacer el mal. ¡Qué horror, qué horror! Dios y los tribunales juzguen a quien ha sido autor de este crimen».
El obispo ha añadido que «junto a este sentimiento de horror y de disgusto, sabemos que estos Niños –Ruth y José- no han desaparecido para siempre. No. Están vivos. Su alma no ha sido pulverizada por las llamas, porque su alma es inmortal».
«Celebramos hoy la fiesta de los Santos Ángeles Custodios», ha explicado el obispo «y el Evangelio de hoy nos dice: `Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial´ (Mt 18,10). Sí, también en el momento de la muerte, sus Ángeles Custodios los han protegido para llevarlos ante la presencia de Dios. Dios protege especialmente a los niños, a todos los niños, en toda circunstancia, y especialmente cuando sufren por culpa de los mayores».
El prelado ha afirmado que «nos conmueve la muerte terrible de Ruth y José, y deseamos que ellos intercedan ante Dios para que ningún niño del mundo sufra como ellos. Que ningún niño tenga que empuñar las armas para ir a la guerra o sufra los horrores del exilio, que ningún niño muera de hambre o porque no tiene acceso a una sanidad elemental, que ningún niño sea explotado por el abuso de los mayores».
«¿No podrán alcanzarnos estos niños que se reduzca el número de abortos que diariamente se producen en nuestro entorno?», ha preguntado el obispo de Córdoba, para a continuacion añadir que «así se lo pido a Dios en esta tarde de dolor y de esperanza. Ningún crimen tan horrible como el del aborto, cuando una madre se ve en la situación de matar al niño que ha concebido en sus entrañas». Y ha pedido que «el seno materno, el lugar más seguro y más cálido para el ser humano, no sea nunca más un lugar de amenaza para el ser humano naciente, ya desde su concepción, incluso antes de su anidación en el útero materno».
«No vale invocar el derecho de la madre para matar a su hijo. ¡Ningún padre, ninguna madre tiene derecho a matar a su hijo! Que Ruth y José nos lo hagan entender a todos» ha sentenciado Mons. Demetrio Fernández.
El obispo de la diócesis andaluza ha recordado que los «hemos nacido para la gloria, para el cielo. Nuestro destino no es la muerte, sino la vida, y la vida incluso después de la muerte, la vida eterna. Por encima de la crueldad de estos hechos, se yergue la verdad de la vida que continúa».
Además ha explicado que «en el caso, además, de unos niños como éstos esa felicidad no ha quedado empañada en su alma por ninguna mancha de pecado personal, sino que en su inocencia han sido inmolados y conservarán para siempre la inocencia propia de un niño».
Don Demetrio ha concluido su homilía pidiendo «que nunca más se repitan estos hechos, que ningún niño del mundo sufra por culpa de los mayores, que los santos Ángeles protejan a todos los niños del mundo. Que Dios tenga misericordia de todos nosotros y nos dé su paz».
Palabras de la madre
Ruth Ortiz, la madre de Ruth y José pronunció unas breves palabras al afinal de la Misa en las que aseguró que «el destino» de sus hijos era «ser niños durante poco tiempo en la tierra y ángeles eternamente en el cielo».
Son las primeras palabras en público tras los informes de los restos óseos de la finca de Las Quemadillas, de Córdoba, que certifican que son humanos y con edades comprendidas entre las de sus hijos, seis y dos años.
Ruth se ha dirigido de este modo ante las miles de personas mayores y menores de edad que asistían a la Misa de Angelis en memoria de sus hijos en la Santa Iglesia Catedral de Córdoba, donde en su discurso la madre de los pequeños ha dado «las gracias por todo lo que nos dieron y mientras vivieron con nosotros».
De igual modo, ha dado «gracias por llegar a nuestras vidas, por sussonrisas, por la inocencia que solo los niños tienen, por la alegría que nos trasmitieron, por la ternura, el cariño que nos dieron y todos los momentos de felicidad que siempre permanecerán vivos en nuestros corazones y recuerdos».
También ha dado «gracias a todos por el apoyo que nos habéis mostrado» y ha apostillado, «como dice una canción 'con más gente a favor de gente en cada pueblo y nación habría menos gente difícil y más gente con corazón'».
En el discurso de un par de minutos, elaborado por ella misma, Ruth ha concluido dando «gracias por todo lo que Ruth y José seguirán dando desde el cielo: fuerza, alegría, ilusión, paz y la esperanza de un mundo mejor».
La madre de los pequeños ha vivido la Misa visiblemente emocionada.