No es nada fácil pedir perdón (Mc. 1, 5)

Una de las cosas más necesarias y difíciles de hacer bien en esta vida es pedir perdón. Una vez, al confesarme, me preguntó el sacerdote si había pedido perdón a la persona que había ofendido. Le dije que había demostrado a esa persona que estaba arrepentida, pero el sacerdote insistió, preguntándome si le había dicho “lo siento” o “perdón” a la persona ofendida. Explicó que muchas veces creemos que hemos demostrado nuestro arrepentimiento pero quizás no es tan obvio a la persona ofendida como cuando pedimos perdón usando esas palabras con toda sinceridad, aunque nos cueste. Me di cuenta de que ese sacerdote tenía toda la razón cuando hablé de nuevo con la persona en cuestión y me dijo después que no tenía la menor idea de que estaba arrepentida hasta que le dije: “Lo siento”.

Porque cuesta mucho pedir perdón, me llamó la atención en el Evangelio del Segundo domingo de Adviento que los judíos “confesaban sus pecados” (Mc. 1, 5) antes de ser bautizados por S. Juan Bautista en el río Jordán. Hubo santos bíblicos que también reconocieron sus faltas e imperfecciones ante Dios antes de la venida de Jesucristo. Dice S. Gregorio Magno que “un capitán estima al soldado que en la guerra, habiendo vuelto después de huir, ataca con más valor al enemigo, y estímale aún más que al que nunca huyó pero tampoco mostró valor alguno.”

¿Conoce bien la Biblia?

I) ¿A quién se refiere cada cita?


A) Abram
(Gén. 12, 11-13) B) David (2 Sam. 12, 13) C) Tobit (Tob. 2, 14)
D) Jonás (Jon. 1,11) E) Jer. 20, 9.18

1) “Comprendieron, por lo que él les había contado, que huía de la presencia del Señor.”
2) “Entonces dije: ‘No lo voy a mencionar, ni hablaré más en su Nombre’. […] ¿Por qué salí del vientre materno para no ver más que pena y aflicción, y acabar mis días avergonzado?”
3) “Yo sé que eres una mujer hermosa. Por eso los egipcios, apenas te vean, dirán: ‘Es su mujer’, y me matarán, mientras que a ti te dejarán con vida. Por favor, di que eres mi hermana. Así yo seré bien tratado en atención a ti, y gracias a ti, salvaré mi vida”.
4) “Yo no le creí [a mi mujer] e insistía en que [el cabrito] lo devolviera a sus dueños, llegando a enojarme con ella sobre este asunto.”
5) “____ dijo a Natán: ‘¡He pecado contra el Señor!’”

II) Dice San Agustín que “en la oración tiene lugar la conversión del alma hacia Dios, y la purificación del corazón”. ¿De quién es cada oración?:

A) David (Salmo 51, 4-5.12) B) Tobit (Tobías 3, 3.5) C) Jonás (Jonás 2, 5)
1) “He sido arrojado lejos de tus ojos, pero yo seguiré mirando hacia tu santo Templo.”
2) “Sí, todos tus juicios son verdaderos, cuando me tratas así por mis pecados, ya que no hemos cumplido tus mandamientos ni hemos caminado en la verdad delante de ti.”
3) “No me castigues por mis pecados, ni por mis ignorancias…”
4) “Mi sacrificio, ¡oh Dios!, es un espíritu contrito.”
5) “Lávame enteramente de mi iniquidad y límpiame de mi pecado, pues reconozco mi transgresión, y mi pecado está siempre delante de mí. Crea en mí, ¡oh Dios!, un corazón puro y renueva dentro de mí un espíritu recto.”

[Las respuestas de la serie “¿Conoce bien la Biblia? se encuentran en este enlace].

“Nada hay tan grato y querido por Dios, como el hecho de que los hombres se conviertan a él con sincero arrepentimiento” (S. Máximo, Carta 11), por lo cual no está de más que los católicos nos preparemos para la Navidad con la confesión sacramental, sabiendo que a pesar de nuestros pecados Dios nos llama a la santidad. Digamos como nos enseñó Jesús: “Perdónanos nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.”

Pregunta del día: ¿Qué santos le inspiran por su gran arrepentimiento y conversión de vida?

Mañana: Santa Maravillas de Jesús, “Detrás de mí viene el que puede más que yo” (Mc. 1, 7)

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