Es hora de despertar (Mc. 13, 33), (Jn 1, 41)

Comienza el ciclo litúrgico B con el Evangelio del 1er domingo de Adviento, en la que Nuestro Señor advierte a los apóstoles que hay que velar y que “Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos…” (Mc. 13, 33). “No habló así solamente para los que entonces le oían, sino también para los sucesores de aquellos, los anteriores a nosotros, para nosotros mismos y los que sigan después de nosotros hasta su última venida.” (S. Agustín) Recordemos, entonces al Apóstol San Andrés (que aparece en santoral de hoy) y que transmitió lo que oyó de Jesús practicando las virtudes teologales de “fe, esperanza y caridad” (1 Cor. 13, 13), las cuales “fundan, animan y caracterizan el obrar moral del cristiano. […] Son infundidas por Dios en el alma de los fieles para hacerlos capaces de obrar como hijos suyos y merecer la vida eterna.” (Catecismo de la Iglesia Católica, (CIC) 1813). Examinémolos, pues, en la vida del Apóstol para también vivirlos este Adviento mientras velamos por el Señor.


La Fe

La fe es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que El nos ha dicho y revelado, y que la Santa Iglesia nos propone, porque El es la verdad misma. Por la fe ‘el hombre se entrega entera y libremente a Dios’ (DV 5). Por eso el creyente se esfuerza por conocer y hacer la voluntad de Dios.” (CIC, 1814) S. Andrés vivía en Betsaida con su padre, un pescador, y su hermano Simón (que sería Pedro). Al oir a S. Juan Bautista señalar a Jesús como “el Cordero de Dios” (Jn 1, 36), siguió a Jesús con S. Juan y le preguntaron dónde vivía. Le siguieron y se quedaron con El ese día. ¿Estamos dispuestos a dejar todo para seguir al Señor como hizo S. Andrés después de ese primer encuentro con el Señor iluminado por la fe?

La fe, concedida como don de Dios, requiere una respuesta: “El discípulo de Cristo no debe sólo guardar la fe y vivir de ella sino también profesarla, testimoniarla con firmeza y difundirla: ‘Todos vivan preparados para confesar a Cristo delante de los hombres y a seguirle por el camino de la cruz en medio de las persecuciones que nunca faltan a la Iglesia’ (LG 42; cf DH 14).” (CIC, 1816) Dice S. Juan Crisóstomo:

Andrés, después de permanecer con Jesús y de aprender de él muchas cosas, no escondió el tesoro para sí solo, sino que corrió presuroso en busca de su hermano, para hacerle partícipe de su descubrimiento. Fíjate en lo que dice a su hermano: Hemos encontrado al Mesías (Jn 1, 41), que significa Cristo. ¿Ves de qué manera manifiesta todo lo que había aprendido en tan breve espacio de tiempo? Pues, por una parte, manifiesta el poder del Maestro, que les ha convencido de esto mismo, y, por otra, el interés y la aplicación de los discípulos, quienes ya desde el principio se preocupaban de estas cosas.


La Esperanza

S. Juan Crisóstomo añade sobre las palabras de S. Andrés a S. Pedro tras su primer encuentro con Jesús:

“Son las palabras de un alma que desea ardientemente la venida del Señor, que espera al que vendrá del cielo, que exulta de gozo cuando se ha manifestado y que se apresura a comunicar a los demás tan excelsa noticia. Comunicarse mutuamente las cosas espirituales es señal de amor fraterno, de entrañable parentesco y de sincero afecto. […] No juzgándose capaz para explicarlo todo, condujo a su hermano a la misma fuente de la luz, tan contento y presuroso, que su hermano no dudó ni un instante en acudir a ella.”

Y es que:

“La virtud de la esperanza corresponde al anhelo de felicidad puesto por Dios en el corazón de todo hombre; asume las esperanzas que inspiran las actividades de los hombres; las purifica para ordenarlas al Reino de los cielos; protege del desaliento; sostiene en todo desfallecimiento; dilata el corazón en la espera de la bienaventuranza eterna. El impulso de la esperanza preserva del egoísmo y conduce a la dicha de la caridad.” (CIC, 1818)

Ese impulso permitió que S. Andrés, con S. Felipe, llevaran al muchacho con los panes y los peces a Jesús (Jn 12, 20) cuando no había bastante comida para la multitud. También aparecen esos apóstoles de nuevo en Jerusalén, intercediendo ante Jesús por unos griegos que querían ver a Jesús. (Jn 12, 20-22). Les dijo Jesús en esa ocasión: “La luz está todavía entre vosotros, pero por poco tiempo. Caminad mientras tengáis la luz, no sea que las tinieblas os sorprendan: porque el que camina en tinieblas no sabe a dónde va. Mientras tengáis luz, creed en la luz y seréis hijos de la luz”. (Jn 12, 35-36). S. Andrés predicó con alegría, especialmente tras recibir al Espíritu Santo el día de Pentecostés. ¿Compartimos nuestra fe con la misma alegría de ser hijos de Dios que esperan todo del Padre?


La Caridad

El ejercicio de todas las virtudes está animado e inspirado por la caridad. Esta es ‘el vínculo de la perfección’ (Col 3, 14)” (CIC 1827) Eso lo mostró de sobra S. Andrés llevando a sus conocidos hacia el Señor y muriéndo como mártir en una cruz en forma de X más o menos en el año 60. Se dice que al ver la cruz dijo: “Yo te venero oh cruz santa que me recuerdas la cruz donde murió mi Divino Maestro. Mucho había deseado imitarlo a Él en este martirio. Dichosa hora en que tú al recibirme en tus brazos, me llevarán junto a mi Maestro en el cielo“. No es un amor servil de esclavo, ni interesado como el de los mercenarios el que tiene más mérito sino cuando “obedecemos por el bien mismo del amor del que manda… y entonces estamos en la disposición de hijos” (S. Basilio, reg. Fus. Prol.3). Como fue atado y no clavado a la cruz, predicó tres días sobre ella antes de morir, mostrando su fe, esperanza y caridad. ¿Estamos tan bien preparados para nuestro encuentro con el Señor a la hora de nuestra muerte?

Nos explica San Agustín: “La culminación de todas nuestras obras es el amor. Ese es el fin; para conseguirlo, corremos; hacia él corremos; una vez llegados, en él reposamos.” Ya en esta vida vemos a Nuestro Amado Señor y Dios con la fe, corremos hacia Él con esperanza, y le abrazamos con la caridad. ¿Dejamos que el Espíritu Santo ilumine nuestra fe profundizando nuestro conocimiento del Señor? ¿Vivimos con la alegre esperanza de llegar a la Casa del Padre? ¿Cuánto amor mostramos al Señor a través de nuestro prójimo?
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Comencemos este Adviento ofreciendo al Señor “Actos de fe, esperanza y caridad”

Dios mío, creo firmemente cuanto tú, verdad infalible, has revelado y la santa Iglesia nos propone para creer. Y expresamente creo en ti, único verdadero Dios, en tres personas iguales y distintas, Padre, Hijo y Espíritu Santo; y en tu Hijo, encarnado y muerto por nosotros, Jesucristo, el cual dará a cada uno, según sus méritos, el premio o la pena eterna. Conforme a esta fe quiero vivir siempre. Señor, aumenta mi fe.

Dios mío, espero de tu bondad, por tus promesas y por los méritos de Jesucristo, nuestro Salvador, la vida eterna y las gracias necesarias para merecerla con las buenas obras que debo y quiero hacer. Señor, no quede yo confundido eternamente.

Dios mío, te amo con todo mi corazón, sobre todas las cosas, a ti, bien infinito y mi eterna felicidad; y por amor tuyo amo a mi prójimo como a mí mismo y perdono las ofensas recibidas. Señor, haz que yo te ame cada día más. (Fuente: http://www.devocionario.com)

Mañana: La Adoración Eucarística, “Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento.”(Mc. 13, 33)

NOTA: Se les invita a que añadan en los comentarios citas pertinentes de la Biblia o de beatos o santos reconocidos por la Iglesia Católica.

2 comentarios

  
Bruno
Muchas gracias por recordarme los actos de fe, esperanza y caridad. Me ha venido muy bien hacerlos.

Sobre la esperanza, decía San Agustín:

“El caminante cuando se fatiga andando, soporta el cansancio, porque espera llegar. Quítale la esperanza de la llegada, y se le cae el alma a los pies. Luego la esperanza que tenemos aquí pertenece a la exigencia de nuestra peregrinación” (Sermón 158)

"En esta vida, la única esperanza, la única confianza, la única firme promesa que tenemos es la misericordia del Señor”. (Confesiones X, 32)
01/12/08 7:23 PM
  
María Lourdes
Gracias por esas citas de San Agustín. Mi hija se llama María Esperanza y por eso tengo un particular interés en "la esperanza", un tema que aparecerá de nuevo en este blog el 18 de diciembre, fiesta de Nuestra Señora de la Esperanza.

Ayer leí un resumen muy bueno de esa virtud en el blog "Mera defensa de la fe": http://religionenlibertad.com/blog/index.php?blog=23

01/12/08 9:41 PM

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