Cómo prepararnos mejor para hacer una buena confesión sacramental
Ntra. Sra. de la Esperanza (la Ssma. Virgen María aguardando el parto del Señor), siendo Inmaculada desde su concepción, estaba mejor dispuesta que nadie para recibir al Señor.
Nosotros nos podríamos preguntar como la gente que se acercaba a S. Juan Bautista en el Evangelio del III domingo de Adviento: “¿Qué hacemos nosotros?” (Lc. 3, 14) para prepararnos para la venida del Señor en el momento de nuestra muerte, cuando nos juzgará.
Debemos presentar nuestras almas ante Dios con la mayor pureza posible y para eso lo que podemos hacer es acudir con esperanza al Sacramento de la Reconciliación para la absolución de nuestros pecados en estos días de espera en Adviento.
¿Cómo prepararnos debidamente para hacer una buena confesión sacramental? Y si nos confesamos con frecuencia, ¿cómo podemos sacar mayor provecho de este Sacramento en nuestras preparación?
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Disposiciones para hacer una buena confesión sacramental
De Parte IV, Capítulo 1 en “La teología de la perfección cristiana”, por el P. Antonio Royo Marín, O.P. [traducción de una versión en inglés]
“1) Examen de conciencia.
“El examen de conciencia debería de ser hecho con la mayor sinceridad y humildad, con un espíritu sereno e imparcial, sin excusar nuestros defectos y sin esforzarnos escrupulosamente para ver faltas donde no las hay. El tiempo dado a este examen variará con la frecuencia de las confesiones de uno, la necesidad del alma, y el grado de perfección del alma en culaquier momento dado. Un medio excelente para simplificar esta tarea es hacer un examen de conciencia diario y anotar especialmente aquellas cosas que deben ser sujetas al confesor en el tribunal de la penitencia. Si uno hace esto a diario, sólo se tardará unos pocos momentos para hacer un repaso mental antes de acercarse a la confesión. Más aún, este procedimiento tiene la ventaja de mantener las faltas de uno en la mente durante la semana y de evitar la ansiedad que sería causada por el olvido de mencionar algún pecado en el momento de la confesión.
“Pero es especialmente importante que uno no se pierda en una multitud de detalles innecesarios. Es de mucha mayor importancia poder descubrir la causa de las distracciones en la oración que poder recordar el número exacto de veces en que uno se distrajo. Algunas almas intentan hacer lo imposible buscando precisión matemática respecto al número de pecados veniales o de imperfecciones, cuando les sería de mucho mayor provecho atacar las causas de estos pecados directamente en vez de pasar tanto tiempo contando las manifestaciones externas. Esto se debe entender, naturalmente, respecto a pecados veniales, porque si es cuestión de pecados graves, es necesario confesar el número exactamente, o con la mayor precisión posible.
“El arrepentimiento o la contrición es la disposición fundamental, junto con el firme propósito de enmienda, para obtener el mayor beneficio posible del Sacramento de la Penitencia. La falta de arrepentimiento del pecado haría la confesión sacrílega si fuera hecho deliberadamente, o haría la absolución inválida por una falta de material próximo necesario por el sacramento, aun si el Sacramento fuera recibido en buena fe. [1] Las personas devotas que generalmente o siempre confiesan faltas leves deberían tener especial cuidado de cultivar el verdadero arrepentimiento de sus pecados, por muy pequeños que fueran, y de evitar todo espíritu de rutina. Aunque no hay obligación de acusarse uno mismo de pecados veniales en el confesionario, sería una irreverencia y un abuso acusarse de tales cosas y no estar arrepentido de ellas o no tener un propósito de enmienda. Por eso se suele recomendar que uno renueve su contrición y propósito de enmienda por algún pecado grave del pasado o por alguna falta presente por la cual está verdaderamente arrepentido y propone seriamente no cometerlo de nuevo.
“La intensidad del arrepentimiento será una medida de la gracia que el alma recibirá con la absolución sacramental. Por medio de una contrición o arrepentimiento intenso, el alma puede obtener, no sólo total remisión de todas sus faltas y del castido temporal debido a ellos en esta vida o en el purgatorio, pero también un considerable aumento en gracia santificante, que le permitirá tomar pasos gigantes por el camino de la perfección. Es importante tener en cuenta que el pecador, al recuperar gracia en el sacramento de la penitencia (o fuera de la penitencia por medio de un acto de perfecta contrición con la intención de recibir el sacramento), no recibe necesariamente la gracia en el mismo grado que la poseía anteriormente, pero recibirá la misma o más o menos la gracia según su actual disposición en ese momento. [2] Es, por lo tanto, de la mayor importancia esforzarse por tener el más intenso arrepentimiento y contrición posible para recuperar el anterior grado de gracia o hasta un mayor grado de gracia de uno mismo que el que poseía antes de su pecado. Esta doctrina es también de valor para el aumento de la gracia aun cuando el alma se acerca al sacramento de la penitencia en el estado de gracia. Por consecuencia, no hay nada por lo cual el alma se debe esforzar más energéticamente si desea santificarse que este intenso dolor que nace del amor de Dios, de la consideración de Su infinita bondad y misericordia, del amor y de los sufrimientos de Cristo, de la monstruosa ingratitud del pecador por tan buen Padre que nos ha dado muchos grandes beneficios, etc. Pero estando convencido de que esta gracia de una contrición perfecta e intensa es un don de Dios que se puede pedir sólo por la oración, el alma se humillará profundamente ante la divina majestad y rogará este don por la intercesión de María, mediadora de todas las gracias.
“3) Firme propósito de enmienda.
“Si falta el propósito de enmienda, la confesión es inválida, y uno debe, por lo tanto, ejercitar gran diligencia respecto este importante punto. Uno no puede sólo contentarse con una resolución general de no pecar de nuevo, porque esto es demasiado impreciso como para ser eficaz. Sin excluír el propósito general de enmienda, también deberíamos hacer una resolución clara, concreta y energética de usar todos los medios posibles para evitar todo pecado y de avanzar en la práctica de una virtud específica. Ayuda el hacer este tipo de resolución al final del examen de conciencia diario y relatarle al confesor en la siguiente confesión lo fieles o negligentes que hemos sido al respecto. Es desafortunado que las confesiones de personas devotas son a veces menos beneficiosas porque hacen caso omiso de estos puntos fundamentales.
“[1] Sto. Tomás enseña que la materia próxima en el Sacramento de la Penitencia no son los pecados del penitente (que son la materia remota), sino las obras por las cuales el penitente rechaza su pecado (contrición, confesión y satisfacción). La forma sacramental recae directamente sobre la materia próxima y no sobre la materia remota; y por lo tanto cuando falta la materia próxima, aun indeliberadamente, no hay sacramento.
“[2] Lo siguiente son las palabras de Sto. Tomás: ‘Pero acontece que la intensidad del movimiento del penitente a veces es proporcionada a una mayor gracia que aquella de la que cayó por el pecado, otras es igual y otras menor. Y, por eso, el penitente algunas veces resurge con mayor gracia de la que antes tenía, otras con igual y otras con menor. Y lo mismo se diga de las virtudes que acompañan a la gracia.’ (‘Summa’, III, q. 89, a.2).”
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Que Ntra. Sra. de la Esperanza nos ayude a acoger mejor al Señor en nuestras vidas por medio de una gran confianza en la Misericordia de Dios al confesarnos sacramentalmente.
[Fotos de Wikimedia Commons: Ntra. Sra. de la Esperanza (Marbregal), ángel meditando (Victorhauk), ]
Preguntas del día [Puede dejar su respuesta en los comentarios]: ¿Tarda mucho en prepararse antes de confesarse ante un sacerdote? ¿Hay algo que le llama la atención o que piensa le será de ayuda de las disposiciones que menciona el P. Royo Marín?
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25 comentarios
Y tengo memorizado el salmo 50, que repito, para mejor disposición.
Sobre el examen de conciencia diario, es discutible su universalidad, a todo el mundo no le viene bien; amigos sacerdotes, que dirigen conciencias, un promedio de 50 cada uno, además de las confesiones ordinarias, coinciden en que se debe conocer bien la idiosincrasia de cada conciencia, de cada persona y no generalizar.
Sí es buenísimo hacer examen de conciencia diario, pero no creo que sea necesario apuntar nada para decirlo en la confesión y que así no se cree ansiedad por el olvido.
Me explico: si es una cosa importante y uno está realmente arrepentido, seguro que se acuerda; si no se acuerda(probablemente porque sea venial) y omite ese pecado y está arrepentido, también se le perdona. Si es mortal, deberá confesarlo en la próxima confesión bien hecha.
He visto gente relacionada con el Opus Dei que se confiesa con un papel, leyendo los pecados. Nunca lo he entendido; pues el común de los fieles no lo hace.
Además, se pueden crear escrúpulos por nimiedades.
Felicidades a la niña; que el Señor la bendiga.
ML. También felicidades para tu hija, la tendré presente hoy en mi oración.
No es que sea estrictamente necesario recordar todos los pecados veniales, pero:
Catecismo 1458.
Sin ser estrictamente necesaria, la confesión de los pecados veniales, sin embargo, se recomienda vivamente por la Iglesia (cf Cc. de Trento: DS 1680; CIC 988,2).
En efecto, la confesión habitual de los pecados veniales ayuda a formar la conciencia, a luchar contra las malas inclinaciones, a dejarse curar por Cristo, a progresar en la vida del Espíritu. Cuando se recibe con frecuencia, mediante este sacramento, el don de la misericordia del Padre, el creyente se ve impulsado a ser él también misericordioso.
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Maria Lourdes. Felicidades por tus posts. Los estoy siguiendo con interés. Es bueno recordar y afianzar ciertos criterios.
Hace más de dos años confesé porque iba a un lugar donde sabía que se comulgaría todos los días y me pareció mal no confesar antes. Y lo que confesé es que se me había olvidado el número de años que no confesaba.
Recuerdo haber oído del Salmo 50 que S. Agustín lo puso bien grande sobre sus paredes para mejor rezarlo al final de su vida.
El examen de conciencia diario, especialmente al final del día, me parece buena práctica, como la oración diaria. En el examen cada conciencia se puede expresar según su idiosincrasia. Como parte de sus oraciones de la noche, mis hijos piensan sobre si hicieron algo que no estuvo bien y piden perdón al Señor y Su ayuda para mejorar. Un saludo.
Lo de anotar pecados para confesar que quizás podría ayudar a los que sí tienen escrúpulos, por ejemplo, para que no se angustien repasando pecados hasta su siguiente confesión. Pero, como es una sugerencia del autor, si a algunos les ayuda, bien, y si no, hay completa libertad para seguir otro sistema.
Lo que importa es que se acuda al Sacramento de la Penitencia lo antes posible tras cometer pecado mortal y con frecuencia para avanzar espiritualmente. Si se acude en cuanto antes posible, como dice, difícil sería olvidar ese pecado mortal, aunque también hay quienes no tienen gran capacidad de recordar cosas. Un saludo, y gracias por sus oraciones de todo corazón. Que el Señor bendiga a su familia también.
Es verdad que el Señor nos ayuda a ver nuestras faltas, iluminándolas para cada uno según lo que les ayude mejor. Nos despierta la conciencia por circunstancias en nuestras vidas y en las de nuestros conocidos. Que no nos demos cuenta muchas veces tiene que ver más con nuestra propia sordera, por el motivo que sea, que con el desinterés del Señor en hacérnoslo conocer.
Le agradezco mucho sus oraciones por mi hija. Recordaré a su familia en las mías.
No se preocupe de qué decir, que el sacerdote le podrá ayudar. Lo importante es la disposición interior de contrición y propósito de enmienda tras un buen examen de conciencia. Compartiré la experiencia de mi esposo (claro que con permiso de él) en el post con una respuesta más extensa a su comentario. Un saludo.
El disco que lleva la imagen de Nª Sra., a la altura del vientre, es un sol Por la entrañable misericordia de nuestro Dios nos visitará el sol que nace de lo alto, en referencia al niño que lleva en sus entrañas, es decir representa a Nª Madre embarazada de Jesús.
Por supuesto que la mayoría de los católicos piadosos que se confiesan con frecuencia, lo más normal es que sólo se tengan que acusar de ese tipo de pecados.
Cuando una persona ama a otra, no suele escupirle, pegarle o insultarla gravemente; más bien serán pequeños detalles , faltas de educacíón, descuidos...etc. Lo mismo sería el pecado venial respecto al amor a Dios, con la diferencia de que en este caso siempre es una ofensa a nuestro Amor, Dios y Señor. En el amor humano, tal vez nos hayan tratado mal, pero Él, nunca.
De todos modos, muchas gracias por su apreciación.
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Sandee, me alegro mucho por su resolución de hacer una buena confesión y le animo a hacerlo lo antes posible, si no lo ha hecho todavía. ¡Cómo nos bendice el Señor en ese maravilloso Sacramento!
En cuanto a cómo confesarse, le recomiendo este post: "'Yo no confieso porque no sé qué decir': Modo práctico para confesarse".
Los sacerdotes son humanos también y saben lo difícil que nos resulta acercarnos al confesionario, pero lo más importante es que actúan en persona de Cristo al absolvernos de nuestros pecados, quitándonos un gran peso de encima de nuestros corazones y almas y dándonos la gracia (según nuestra contrición) para ayudarnos a evitar en el futuro los pecados confesados. Le deseo todo lo mejor y espero que su comentario anime a otros a confesarse sacramentalmente también.
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Clara, me alegro mucho que se esté preocupando por el bienestar espiritual de sus hijos. Tengo tres hijos (el mayor de 7 años) y ya he empezado a pedirle al Señor que conserven la fe y frecuenten los Sacramentos de la Confesión y de la Eucaristía a lo largo de sus vidas. Quizá por eso me conmueve tanto leer su comentario [que siento mucho haber tardado tanto en publicar]. Me imagino que una de las mejores formas de transmitir la fe es dar buen ejemplo en lo posible. Procuro que mis hijos me vean confesarme sacramentalmente con frecuencia y también que vean a mi esposo, su padre, hacerlo también.
Y no dejo de rezar por ellos para que lleguen a ser santos a pesar de mí, a pesar de mis faltas y pecados. Suelo pedir la intercesión de la Ssma. Virgen María, nuestra Madre Celestial, que como mejor Madre del mundo comprende los corazones de las madres y desea todo lo mejor para sus hijos espirituales. Eso es lo que hago cuando me siento sin fuerzas o fracasada en mis intentos de guiar a mis hijos espiritualmente. De vez en cuando me dan esperanza, sorprendiéndome cuando se muestran piadosos e interesados por cosas religiosas. Confiemos en el Señor mientras hacemos todo lo posible de nuestra parte.
Le tendré presente en mis oraciones y le ruego que rece por mí y por mi familia también. Siento mucho haber tardado tanto en publicar su comentario.
Gracias
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