8.03.17

(423) La muerte cristiana, 8. –en nuestro Señor Jesucristo, 1

Philippe de Champaigne -1654

–¿Conviene leer este artículo de rodillas?

–Por supuesto. Aunque no es obligatorio.

Prosigo la serie sobre «la muerte Cristiana»: (403) hoy silenciada; (404 y 406) en la doctrina católica;  (408 y 417) en la Biblia (AT) y (NT); (419 y 421) y en la Liturgia (I y II). Inicio ahora una exposición de la muerte cristiana contemplada sucesivamente en Cristo y en los santos.

* * *

–La muerte de Cristo en la cruz es evidentemente el modelo supremo de la muerte cristiana. El Hijo de Dios asumió la naturaleza humana para redimirnos con su muerte inocente, liberándonos de nuestra condición mortal, causada por nuestros pecados. «Con su muerte destruyó nuestra muerte».

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1.03.17

(422) Cuaresma, tiempo de conversión, iniciado el Miércoles de Ceniza (7b)

–Tendrá que reconocer usted que las prácticas penitenciales hoy no están de moda.

–La Iglesia vive de la fe, de la esperanza y de la caridad. Vive del Espíritu Santo, no de las modas cambiantes.

Los diversos tiempos del Año litúrgico se van sucediendo, como ocurre con los ciclos vitales de la naturaleza: primavera, verano, otoño e invierno. Cada tiempo litúrgico y cada estación natural tiene su fisonomía propia y su virtualidad específica. La gracia peculiar de la Cuaresma es la conversión, por la que nos preparamos a la celebración del Misterio Pascual: la pasión y la resurrección de Cristo, que se culmina en Pentecostés con la donación del Espíritu Santo.   

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26.02.17

20.02.17

(420) Levantemos el corazón. –Lo tenemos levantado hacia el Señor

S. Gregorio de Nisa

–Perdone, pero lo que dice al principio ya lo dijo en el comienzo del artículo anterior (419).

–Cierto. Pero piense que, aunque sea muy improbable, puede darse el caso de que alguien no lo leyó… o lo leyó sin enterarse bien de lo que dije.

 

La Iglesia es una y única, aunque existe en tres estados diferentes: cielo, purgatorio y tierra. El concilio Vaticano II así lo enseña (LG 49).

Los cristianos imperfectos tendemos a pensar principalmente en la Iglesia de la tierra, que es la única visible para nosotros, y no la conocemos suficientemente en su relación con la Iglesia del cielo y la del purgatorio. Nos falta la visión espiritual de un San Pablo: «nosotros no ponemos los ojos en las cosas visibles, sino en las invisibles; pues las visibles son temporales; las invisibles, eternas» (2Cor 4,18). Y esta miopía espiritual tiene no pocas consecuencias negativas. Señalo dos:

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15.02.17

(419) La muerte cristiana, 6. –en la Liturgia, I

Funeral católico

–Confieso que no recuerdo suficientemente ante Dios a nuestros hermanos difuntos.

–Yno es ésa la mayor de sus innumerables deficiencias en la vida de la fe.

Recordemos primero algunas premisas fundamentales de la fe antes de exponer la gran importancia que en la Liturgia de la tierra tiene el piadoso recuerdo de los fieles difuntos.

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