(382) Elija, por favor: ¿martirio o apostasía?
–Yo, con perdón, no tengo vocación de mártir. Y el otro día le oí decir eso mismo a un sacerdote.
–Pues convendrá que vaya usted a la parroquia y pida que anoten en su acta bautismal: apóstata.
El concilio Vaticano II va y dice que «a través de toda la historia humana existe una dura batalla contra el poder de las tinieblas, que, iniciada en los orígenes del mundo, durará, como dice el Señor, hasta el día final» (Gaudium et spes 37b). La mayoría actual de los bautizados ni se entera siquiera de que existe esa batalla: están sordos para oír su fragor… Pues bien, en esta «lucha dramática entre la luz y las tinieblas» (ib. 13b), o elige usted estar con los hijos de la luz por el martirio, o prefiere unirse por la apostasía a los hijos de las tinieblas. No hay una tercera opción. Se lo explico a continuación y usted elija.
I.–Al principio de la Iglesia
–Nuestro Señor Jesucristo fue el primero de los mártires, en la Cruz del Calvario, y dió la vocación de mártires a todos los cristianos: «recibiréis el Espíritu Santo y seréís mis testigos (mártires)» (Hch 1,8). Cristo vino al mundo «para dar testimonio de la verdad» (Jn 18,37), y ésa misma será la vocación y misión de sus discípulos. Por eso de él nacieron otros muchos mártires, hasta nuestros días.
San Esteban, diácono, es el primer mártir cristiano (año 34: Hch 6,8-7,60). Años después el rey Herodes manda decapitar a Santiago el Mayor, hermano del evangelista Juan (año 44: Hch 12,2), y Santiago el Menor, primer obispo de Jerusalén, muere lapidado (hacia el 62). La primera gran persecución contra la Iglesia la organizó Nerón, con ocasión del incendio de Roma. Gran número de cristianos, hombres, mujeres y niños, fueron martirizados en sus jardines imperiales del Vaticano (64). En ese tiempo mueren mártires San Pedro y San Pablo (64-67).
–Los Protomártires de Roma dieron para todas las Iglesia la primera exégesis viva, absolutamente fidedigna, de aquellas palabras de Cristo enormes, tremendas, enigmáticas:
«Si el mundo os odia, sabed que me odió a mí primero que a vosotros… Si me persiguieron a mí, también a vosotros os perseguirán» (Jn 15,18-20). «El que quiera venir detrás de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. Porque quien quiera salvar su vida la perderá, y quien perdiere su vida por mi causa la salvará» (Lc 9,23-24). «Cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo» (14,33): ha de renunciar «aun a su propia vida» (14,26).
Conocemos bien esta persecución mortífera que la Iglesia de Roma sufrió en el año 64 por los relatos del papa San Clemente, cuarto obispo de Roma (88-97) y del senador e historiador romano Cornelio Tácito (55-120).
San Clemente Romano, en su I Carta a los Corintios, pone como ejemplo la fidelidad a Cristo de los cristianos de Roma en la persecución desencadenada contra la Iglesia por el emperador Nerón, después del incendio de la ciudad de Roma.
«A estos hombres [Pedro y Pablo], maestros de una vida santa, vino a agregarse una gran multitud de elegidos que, habiendo sufrido muchos suplicios y tormentos, se han convertido para nosotros en un magnífico ejemplo… fueron perseguidas muchas mujeres que,… sufriendo graves y nefandos suplicios, corrieron hasta el fin la ardua carrera de la fe y, superando la fragilidad de su sexo, obtuvieron un premio memorable… Todo esto, carísimos, os lo escribimos no sólo para recordaros vuestra obligación, sino también para recordarnos la nuestra, ya que todos nos hallamos en la misma palestra y tenemos que luchar el mismo combate… Fijémonos atentamente en la sangre de Cristo y démonos cuenta de cuán valiosa es a los ojos de Dios y Padre suyo, ya que, derramada por nuestra salvación, ofreció todo el mundo la gracia de la conversión».
Tácito, Cornelio, historiador, cónsul, senador, describe fríamente la persecución neroniana que sufrieron los cristianos. «Se empezó a detener abiertamente a los que confesaban su fe; luego, por las indicaciones que éstos dieron, a toda una ingente muchedumbre» (Anales XV, 44). Describe las mayores injusticias, atropellos y atrocidades sin objeción alguna. Más bien expresa en su relato el inmenso desprecio que los cristianos le merecen, empleando al hablar de ellos en el texto aludido las más odiosas palabras: «ignominias», «execrable superstición», «atrocidades y vergüenzas», «odio al género humano», «culpables», «merecedores del máximo castigo»… Y tampoco se avergüenza de decir:
«A su suplicio se unió el escarnio, de manera que perecían desgarrados por los perros tras haberlos hecho cubrirse con pieles de fieras. O bien clavados en cruces, al caer el día, [untados de brea] eran quemados de manera que sirvieran como iluminación durante la noche». Fueron tales los tormentos que llegaron a suscitar compasión y horror en el mismo pueblo romano. «Entonces –sigue diciendo Tácito– se manifestó un sentimiento de piedad, aun tratándose de gente merecedora de los más ejemplares castigos, porque se veía que eran eliminados no por el bien público, sino para satisfacer la crueldad de un individuo», Nerón. Y la persecución no terminó en aquel fatal verano del 64, sino que continuó hasta el año 67.
* * *
–Casi todos los Papas en los tres primeros siglos fueron mártires. De los 31 Obispos que hubo en Roma hasta la conversión del emperador Constantino (312-337), 25 murieron mártires. Solamente 6, que señalo en cursiva –aunque también fueron perseguidos, por supuesto– no fueron mártires. Quien aceptaba ser el Sucesor de Pedro y Vicario de Cristo en la tierra ya sabía que muy probablemente iba a ser prontamente asesinado. Por ello, todos fueron mártires, al menos espiritualmente. Y todos fueron santos.
+San Pedro (+67). –San Lino (+76). +San Anacleto (+88). +San Clemente I (+97). –San Evaristo (+105). –San Alejandro I (+115). –San Sixto I (+125). +San Telesforo (+136). +San Higinio (+140). +San Pío I (+155). +San Aniceto (+166). +San Sotero (+175). +San Eleuterio (+189). +San Víctor I (+199). +San Ceferino (+217). +San Calixto (+222). +San Urbano (+230). –San Ponciano (+235). +San Anterus (+235). +San Fabián (+250). +San Cornelio (+253). +San Lucio I (+254). +San Esteban I (+257). +San Sixto II (+258). –San Dionisio (+268). –San Félix I (+274). +San Eutiquiano (+283). +San Cayo (+296). +San Marcelino (+304). +San Marcelo I (+309). +San Eusebio (+309). Con la conversión del emperador Constantino (312-337) cesan las persecuciones y logra la Iglesia la libertad civil.
* * *
De los datos precedentes, que son ciertos, se deducen tres consecuencias fundamentales.
1. La Iglesia, durante sus primeros tres siglos, no tiene ninguna viabilidad histórica como sociedad religiosa. Está formada por innumerables comunidades, presentes en todo el Impero, pero es diezmada por las persecuciones con frecuencia, y concretamente su Presidente supremo, el Obispo de Roma, casi siempre muere asesinado. Lo que también es muy frecuente en los demás Obispos y miembros principales de las Iglesias.
2. El pueblo cristiano no se escandaliza ni se desanima ante esta realidad tan terrible. No se hallan quejas ni lamentos pesimistas en los primeros escritos cristianos. Por el contrario, las Actas de los mártires, concretamente, vienen a ser partes de victoria, sorprendentes por su esperanza y alegría. Todos ven como «lo más normal» las terribles y al parecer inacabables persecuciones, pues todos saben muy bien, como ya recordamos al principio, que han sido claramente anunciadas por Jesucristo, el Mártir primero. Puede decirse que tal convicción es entonces de cultura general entre los cristianos, no sólo por fe en la profecía del Maestro, sino por la experiencia histórica. Quienes en tales condiciones entran por la puerta estrecha de la Iglesia ya saben que «renuncian al mundo», a toda prosperidad temporal, y que van a «perder la vida» para salvarla.
3. En ese tiempo la Iglesia crece y se extiende más y más por todo el Imperio, confirmando así la palabra de Cristo: «En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, quedará solo; pero si muere, llevará mucho fruto» (Jn 12,24).
En el año 197 escribe Tertuliano: «La sangre [de los mártires] es semilla de los cristianos» (sanguis martyrum semen christianorum: Apologeticum 50,13). Por ese mismo tiempo se escribe en una carta de autor anónimo al pagano Diogneto: «¿No ves cómo [los cristianos] son arrojados a las fieras para obligarles a renegar de su Señor, y no son vencidos? ¿No ves cómo, cuanto más se los castiga de muerte, en mayor cantidad aparecen otros? Eso ya se ve que no es obra de hombres; eso pertenece al poder de Dios; eso son pruebas de su presencia» (VII,78). Por esos años también, Hipólito Romano escribe durante la persecución de Septimio Severo, que un gran número de hombres, atraídos a la fe por medio de los mártires, se convertían a su vez en mártires (cf. Com. sobre Daniel II, 38).
* * *
¿Por qué el Imperio Romano persigue a muerte a los cristianos, teniendo en el Derecho romano un conjunto de leyes tan justas, y albergando el Imperio dentro de sus inmensas fronteras una gran diversidad de pueblos, cuyas leyes y religiones toleraba sin dificultad alguna?… Fueron muchas las causas. Las comunidades cristianas confesaban un Dios único, Señor de todas las naciones, negando de este modo a los dioses romanos y a cualquier otra religión. Por su continua actividad misionera trataban de difundir en todo el mundo la fe en Jesucristo, como único Salvador de la humanidad, y predicaban todas sus enseñanzas como los únicas verdaderas en medio de un bosque de errores y mentiras.
Los cristianos denunciaban con su testimonio y también con su palabra los vergonzosos pecados que invadían a los hombres de su tiempo, que habían llegado a ver los peores vicios como excelsas virtudes (Rm 1). Se negaban a participar en los cultos del Imperio: preferían la muerte, antes que quemar unos granitos de incienso ante la estatua del emperador divinizado. Y aunque en nada accidental se distinguían de sus contemporáneos, y eran los más cumplidores de las leyes, se diferenciaban claramente de la sociedad vigente, porque no admitían en absoluto abortos o infanticidios, divorcios, concubinatos y adulterios, espectáculos indecentes y crueles, y se distanciaban incluso de costumbres por todos aceptadas, como las termas… Y para colmo, en todo el Imperio se multiplicaban en una cantidad alarmante. El pueblo, estimulado por los políticos y los intelectuales, fue creando siniestras calumnias, que hacían ver a los cristianos como «un pueblo miseriable y odioso».
Entrar por la puerta estrecha bautismal en la comunidad cristiana venía a ser una auto-condena a perpetuidad, al menos en algunas regiones del Imperio… Era «perder la vida» por amor al Salvador único del mundo… La «renuncia al mundo» (apotaxis) que el cristiano profesaba en los ritos del Bautismo iba en serio: no era sólo una frase de signficado puramente espiritual… La condición de ciudadano tolerado, proscrito pero tolerado, era permanente. Las grandes persecuciones extremas –exilios, cárceles, trabajos en las minas, tormentos, fieras, muertes–, no eran continuas; pero que en cualquier momento, en cualquier región del Imperio, a veces por circunstancias mínimas, se podían desencadenar. Y se desencadenaban. Y aun así seguía imparable el crecimiento de la Iglesia, como lo testimonia Tertuliano (160-220):
«Somos de ayer y ya hemos llenado el orbe y todas vuestras cosas: las ciudades, las islas, los poblados, las villas, las aldeas, el ejército, el palacio, el senado, el foro. A vosotros sólo os hemos dejado los templos» (Apologético 35).
Este crecimiento incontenible del cristianismo es visto por el Imperio como una amenaza invasora de incalculables peligros, y decide acabar con la Iglesia antes de que sea tarde. Así lo intentan con especial inteligencia y crueldad los emperadores de la segunda mitad del siglo III (por ejemplo, Decio 251-253, Valeriano 253-260, Diocleciano 284-305)… Todo inútil. Finalmente la Iglesia vence al mundo precisamente porque está aferrada a la Cruz de Cristo: «in hoc signo vinces». Cesan las persecuciones y logran definitivamente los cristianos su libertad cívica (Constantino 312-337).
Suele decirse, en otro orden de cosas, en el de la guerra terrorista, que «contra un suicida no hay modo de defenderse». Eso viene a ser lo que finalmente entendió el Imperio en su combate contra la Iglesia: que acabar con el cristianismo, persiguiendo a hombres y mujeres que no temían perder la vida con tal de seguir unidos a Cristo, era tarea imposible.
II.–En la Iglesia actual
Tres datos fundamentales.
1. La Iglesia de nuestro tiempo ha tenido innumerables mártires. De los 40 millones de mártires habidos en toda la historia de la Iglesia, cerca de 27 millones son del siglo XX (Symposium «Testigos de la fe en el s. XX, Roma 2000). Es muy difícil en tal asunto hacer una estadística segura. Antonio Socci, en el libro I nuovi perseguitati (2002), estima en 70 millones los cristianos mártires, de los cuales 45 millones (el 65%) serían del siglo XX. Y a la vez:
2. En veinte siglos de su historia, la historia de la Iglesia nunca ha tenido una cantidad de apostasías comparable con el actual, tanto en número como en extensión. No pocas Iglesias locales se han visto reducidas en no muchas décadas a la mitad o a un quinto de lo que eran. Incontables cristianos han apostatado de la fe en Cristo, quizá sin enterarse. Despreciando los mandamientos del Señor, han aceptado el sello de la Bestia en su frente y en su mano –en el pensamiento y la acción– (Ap 13,16-17). Se han alejado masivamente de la Eucaristía, y aún más de la Penitencia. Es decir, han abandonado la unión sacramental con Cristo y la vida de la gracia. No pueden ya, en estas condiciones, vivir la vida cristiana, ni mucho menos transmitirla a sus hijos.
3. La persecución del naturalismo liberal y relativista contra la Iglesia es en nuestro tiempo mucho más fuerte y eficaz que la de los primeros siglos. El Imperio romano era para los cristianos un perro de mal genio, con el que se podía convivir a veces, aunque en cualquier momento podía morder, comparado con el león terrible del Mundo moderno apóstata: éste pretende destruir la Iglesia física y espiritualmente, desde fuera y desde dentro. Y es lógico que así sea: corruptio optimi pessima.
El Imperio romano perseguía sobre todo los cuerpos por la violencia. Pero el Mundo actual apóstata, usando más la seducción que la fuerza, procura la destrucción de la Iglesia por la corrupción de las almas, por el engaño de la mentira, por la estimulación multiforme del pecado, per la destrucción del matrimonio y de la familia, por la depravación de niños, adolescentes y jóvenes, por la sistemática negación de Dios y de la vida eterna. La apocalíptica Bestia anti-Cristo del mundo moderno, guardando cierta discreción en los modos, persigue implacablemente todo lo cristiano con la complicidad poderosa de los Grandes Organismos Internacionales.((( http://infocatolica.com/blog/reforma.php/1009291100-108-catolicos-y-politica-xiii-11 )))
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La evitación sistemática del martirio, que ha llevado a la apostasía, tiene hoy en el interior de la Iglesia dos causas fundamentales: el semipelagianismo y el horror a la Cruz. Hay muchas otras causas, pero quiero fijarme ahora en estas dos, porque son quizá las que más desvirtúan el cristianismo en no pocos cristianos practicantes. De los alejados, no digo nada: mundanización total, pelagianismo, agnosticismo, apostasía…
1. El semipelagianismo
La evitación sistemática del martirio procede del pelagianismo o del semipelagianismo, y ha producido la apostasía de Occidente. Cualquier forma pelagiana o semipelagiana de entender el cristianismo excluye por principio la Cruz de Cristo, es decir, el martirio. Y ésta ha sido la causa principal de la ruina de la Iglesia en las antiguas naciones, ricas hoy y poderosas, de antigua filiación cristiana.
–Los católicos teocéntricos, esto es, los católicos, como discípulos humildes de Jesús, saben que todo el bien es causado por la gracia de Dios, y que los hombres co-laboran en la producción de ese bien, dejándose mover libremente por la moción de la gracia: es decir, se mueven movidos por la gracia divina. Dios y el hombre se unen así en la producción de la obra buena como causas subordinadas, en la que la principal es Dios, y la instrumental y secundaria el hombre. Así pues, los cristianos fieles a la voluntad de Dios se mueven movidos por ella, incondicionalmente, sin cálculos humanos de eficacias previsibles.
Por eso, al combatir el mal y al promover el bien bajo la acción de la gracia, no temen verse marginados, encarcelados o muertos. Llegada la persecución –que en uno u otro modo es continua en el mundo–, ni se les pasa por la mente pensar que aquella fidelidad martirial, que pueda traerles desprecios, marginaciones, empobrecimientos, desprestigios y disminuciones sociales o incluso la pérdida de sus vidas, va a frenar la causa del Reino en este mundo. Muy al contrario, están ciertos de que la docilidad incondicional a la gracia de Dios es lo más fecundo para la evangelización del mundo, aunque eventualmente pueda traer consigo proscripciones sociales, penalidades y muerte. Están, pues, prontos para el martirio.
–Los católicos antropocéntricos, por el contrario, han segregado en los últimos siglos un falso cristianismo, que ignora la primacía de la gracia, la primacía absoluta de la voluntad salvífica de Dios –tan desconcertante a veces en su providencia: la Cruz–. Muchos de ellos piensan que, en definitiva, la obra buen procede solo de la fuerza del hombre (pelagianismo), o a lo más que procede en parte de Dios y en parte del hombre (semipelagianismo), que actúarían así como causas co-ordinadas.
En esta perspectiva voluntarista se comprende perfectamente que los cristianos, tratando de proteger la parte suya humana, no quieran perder la propia vida o ver disminuída su fuerza y prestigio; más aún, estiman que Dios «no puede querer» hacer unos bienes que impliquen en los fieles marginación, persecución o muerte, pues esta disminución de la parte humana debilitaría necesariamente la obra de Dios en el mundo. Nunca, en ninguna circunstancia, será conveniente que el hombre se arranque el ojo, la mano o el pie, para no pecar, para ser más dócil a la gracia, y más eficaz en su acción (Mc 9,43-48).
En consecuencia, rehuyen el martirio en conciencia, como sea, en cualquiera de sus formas. Procuran por todos los medios estar bien situados y considerados en el mundo, aunque esto exija hacerse más o menos cómplices, al menos pasivos, de las abominaciones mundanas. Así, estando a bien con el mundo, podrán servir mejor al Reino de Dios en la vida presente. Esperan que, «salvando su vida» en este mundo, conseguirán que su parte humana colabore mejor y más eficazmente con la parte de Dios en el servicio al Reino.
Según esto, la Iglesia y cada cristiano deben evitar cualquier enfrentamiento con el mundo, eludiendo toda actitud que pueda desprestigiar el Evangelio ante los mundanos, o dar ocasión a persecuciones, pues lógicamente una Iglesia perseguida y mártir, debilitada su fuerza humana, no podrá co-laborar eficazmente con Dios en la causa del Reino. Por tanto, todo aquello que es una pérdida de influjo social, de posibilidad de acción, de imagen atrayente, es una miseria, no tiene gracia alguna. El martirio es malo para todo, incluso para la salud… Así piensan bajo el influjo del Padre de la Mentira.
La Iglesia voluntarista, puesta en el mundo en el trance del Bautista, se dice a sí misma: «no le diré la verdad al rey, pues si lo hago, me cortará la cabeza, y sin ella no podré seguir evangelizando. Yo debo proteger ante todo el ministerio profético que Dios me ha confiado». ¡Cuántos Obispos, párrocos, teólogos, padres de familia, políticos, profesores, misioneros, laicos comprometidos y feligreses de toda índole piensan y actúan así! Por el contrario, sabiendo que la salvación del mundo la obra Dios, la Iglesia, la Iglesia verdadera de Cristo, dice y hace la verdad, sin miedo a verse pobre y marginada. Y entonces es cuando, sufriendo persecución, evangeliza al mundo y crece más y más: «no te es lícito tener la mujer de tu hermano» (Mt 14,1-12).
2. El horror a la Cruz
Los cristianos, buscando eficacias y sobre todo escapándose de la Cruz, afectados de pelagianismo o semipelagianismo, por su camino razonable, van llegando poco a poco, casi insensiblemente, a silencios y complicidades con el mundo cada vez mayores. Lo vemos en una de sus formas más escandalosas en muchos «políticos católicos» –mucho más políticos que católicos–, absolutamente estériles para la causa de Cristo. No les vale el modelo de Cristo o del Bautista. Ellos quieren guardar la cabeza sobre sus hombros, y conservar su escaño… Cesa entonces la evangelización de los pueblos, de las instituciones y de la cultura. ¡Y así actúan quienes decían estar empeñados en impregnar de Evangelio todas las realidades temporales!… No será raro así que al abuelo, piadoso semipelagiano conservador, tenga un hijo pelagiano progresista; y es incluso probable que el nieto baje otro peldaño, y llegue a la apostasía.
Cuando el bien y el mal son dictados por la mayoría, el martirio aparece como una opción morbosa, excéntrica, opuesta al bien común, insolidaria con la sociedad general. Los cristianos semipelagianos – «¡por amor a la Iglesia!», cuidado–, también los que son Obispos, no quieren de ningún modo que se debilite la parte humana con la que pretenden colaborar con el Salvador: en pastoral, misiones, ecumenismo, política, cultura, enseñanza, educación, sanidad, etc. Se callan, o hablan, pero bajito, se disfrazan y pasan por lo que sea «para no ser perseguidos [ni ellos ni el rebaño que se les ha confiado] por la cruz de Cristo» (Gál 6,12). Es decir, insisto: «por amor a la Iglesia» (sic).
Reconozcamos que este grave error es con frecuencia en buenos cristianos inculpable, porque sufren una «ignorancia invencible», invencible de hecho para ellos: nadie les ha dicho la verdad evangélica del martirio. Pero otras veces es culpable, cuando se avergüenzan del Evangelio y del Magisterio apostólico: silencios clamorosos, complicidades con el poder político y cultural perverso, todo justificado por el conflicto de valores, la moral de actitudes, el situacionismo, la opción por el mal menor, el consecuencialismo, etc.
El horror a la Cruz ha llegado a expresarse en teología y espiritualidad: «Dios nos quiso la cruz de Cristo», «El Padre celestial no necesita para perdonar a sus hijos verlos afligidos por penalidades voluntarias», etc. Los santos de nuestro tiempo han conocido la perversidad de estas doctrinas. Edith Stein, Santa Benedicto de la Cruz, escribe: «Los seguidores del Anticristo… deshonran la imagen de la cruz y se esfuerzan todo lo posible para arrancar la cruz del corazón de los cristianos. Y muy frecuentemente lo consiguen, incluso entre los que», etc. (Exaltación de la Cruz, meditación 14-IX-1939).
Según esta visión, obran en contra del Reino de Dios en este mundo el obispo, el rector de una escuela o de una universidad católica, el político cristiano, el párroco en su comunidad, el teólogo moralista en sus escritos, el cristiano laico, todos los que dan testimonio fuerte de la verdad natural y revelada; y más aún, que combaten contra las mentiras y pecados del mundo: son cristianos impresentables, que no están a la altura de su misión, y con lo que dicen o hacen ocasionan a la Iglesia desprecios y persecuciones del mundo.
Este tipo de cristianos, con sus palabras y obras, es evidente, son los que más dificultan las conversiones, y quienes más causan la división dentro de la Iglesia. Deben, pues, ser silenciados, marginados o retiradospor la misma Iglesia. Aunque lo que digan y hagan sea la verdad y el bien, aunque sigan al más puro Evangelio, aunque guarden perfecta fidelidad a la tradición católica, aunque actualicen lo que dijeron e hicieron los santos que la Iglesia pone como modelos… En fin, aunque resulte duro, en necesario frenarlos, silenciarlos, neutralizarlos: no queremos mártires. En la vida de la Iglesia los mártires son un lastre, una vergüenza, un desprestigio. No deben ser tolerados, sino eficazmente reprimidos por la misma Iglesia. Elíjanse Obispos tolerantes, promuévanse teólogos y políticos «abiertos» al mundo de su tiempo, eviten todos cualquier forma de radicalismo evangélico que enfrente a la Iglesia con el Mundo…
¡Qué ceguedad!…«Adúlteros, ¿no sabéis que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Si alguno quiere ser amigo del mundo, se hace enemigo de Dios» (Sant 4,4). Estos cristianos insensatos piensan que la Iglesia evitadora del martirio, la que «guarda su vida», la que se hace amiga del mundo, la que por fin se reconcilia con él, será una Iglesia próspera, moderna, mucho más atractiva, y más alegre también. Pero es todo lo contrario. Lo podemos comprobar ampliamente por la experiencia. Los mártires son alegres y los apóstatas son tristes. Los mártires hacen crecer la Iglesia. Los apóstatas manifiestos, y quizá más los encubiertos, la hacen estéril, la falsifican, y donde estén, acaban con ella.
* * *
Final
–Hoy los cristianos fieles a Cristo son mártires del mundo y también mártires de aquella Iglesia local descristianizada en donde la providencia del Señor les ha dado vivir. Los fieles de Misa dominical, oración y sacramentos, apostolado y espíritu de pobreza (no gastos superfluos, para poder acordarse de los pobres y de la Iglesia), castidad juvenil y conyugal (no anticonceptivos), que «no se configuran a este siglo», es decir, al pecado del mundo (lujo, culto al cuerpo, a la riqueza, al poder político, impudor en vestir, espectáculos, ocasiones próximas de pecado, malas doctrinas y costumbres, uso abusivo de los medios de comunicación, etc.), sino que, por el contrario, procuran «transformarse por la renovación de la mente, procurando conocer cuál es en todo la voluntad de Dios» (Rm 12,2), son doblemente mártires, pues sufren la persecución del mundo y la de su Iglesia local. Por supuesto, la más dolorosa es la persecución que sufren de la Iglesia.
–Una oración primero
«Oh Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan extraviados, para que puedan volver al buencamino, concede a todos los cristianos rechazar lo que es indigno de este nombre y vivir cuanto en él se significa» (Or. dom. XV).
–Y ya, la elección
¿Martirio o apostasía? La santísima Trinidad y la Virgen, todos los ángeles y santos del cielo, y también, sin saberlo, los cristianos de la tierra, están atentos a lo que usted decida: ¿Martirio o apostasía? Elija, por favor.
José María Iraburu, sacerdote
Post post.– Estas cuestiones pueden verse más desarrolladas en otros escritos míos, como cuando trato en este blog del pelagianismo (56, 59, 60) y del semipelagianismo (61-65), y concretamente en (63) Voluntarismo semipelagiano-III. Más ampliamente expongo el tema en mis libros El martirio de Cristo y de los cristianos (Fund. GRATIS DATE, Pamplona 2003, 156 pgs.) y en De Cristo o del mundo (ib. 3ª ed. 2013, 233 pgs.). Muy recomendable es la obra clásica de Paul Allard, Diez lecciones sobre el martirio (ib. 2000).
83 comentarios
Feliz semana.
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JMI.-Gracias, Maricruz.
Bendición + JMI
Por Cristo más de uno, hemos soportado incluso palizas, golpes de patadas en la cara en la cara y puñetazos, y no eran tiempos como los que estamos ahora, sino que parecía más pacífico, pero ese resentimiento contra el Evangelio de Cristo, hasta llegan a escupir tantas veces como puedan. El odio que tiene el enemigo infernal a los hijos e hijas de la Iglesia Católica, hacen que personas estén al servicio del mal, para llevar a cabo esos planes del maligno.
Hay demasiadas cosas en este mundo, por la que un cristiano aficionado a eventos mundanos, termine dando la vida por Cristo. Porque el mundo nos debilita sobre manera. Por el contrario, cuando ponemos por obra lo que Cristo nos enseña, es más fácil.
Solamente cuando estamos unidos a Cristo, no puede salir de nosotros ni un mal deseo contra nuestros agresores. Sino desear su conversión para que puedan salvarse.
Verdaderamente estamos en un tiempo de falso cristianismo, que por quitarnos problemas, debemos complacer, dar la razón a quien no está en comunión con Cristo mediante la Iglesia Católica. Esto es un peligro que puede arrastrar a la apostasía.
Cuando un cristiano se lleva muy bien con el mundo, no tiene ánimos para comprender la Sagrada Biblia.
(Camino > Táctica > Punto 848)
Amén.
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JMI.-No es novedad. San Cipriano, sin ir más lejos, anduvo muchos años guardando a su rebaño en la clandestinidad, siempre escondido, porque sabía que ésa era la voluntad de Dios. Hasta que murió mártir en modo ejemplarísimo (+258).
Cómo eludió el martirio: ver "En el Sanatorio del Dr. Suils" en la página opusdei
Durante la Guerra Civil, muchas personas encontraron el martirio, pero era casi imposible que san Josemaría entrara en ese grupo por varias razones. En primer lugar, durante su paso por los Pirineos, nunca fue vestido de sacerdote, y no había nada en su porte que hiciera suponer que era ni siquiera católico. En sus biografás cuentan que antes de salir se quitaron crucifijos, medallas, escapularios y demás objetos que pudiesen hacer suponer su religión, y que para rezar el rosario, tenían que contar los misterios y las Avemarías con los dedos. De hecho, también se explica en los citados escritos, que las formas consagradas se tenían guardadas en una cigarrera, y que en algún momento de la travesía se prefirió consumir todas ellas para evitar cualquier peligro. En el caso de que los hubiesen matado, no habría sido por su fe, sino porque a los soldados les mosqueaba mucho el hecho de que anduviesen los civiles de la ceca a la meca entre la España Republicana y la España Nacional, y en las guerras esas andanzas se penan con la muerte sin importar un pepino la santidad, la religión y tampoco el partido político.
Yo como san Josemaría. Ya elegí, gracias.
Recuerdo que una vez tuve que llamar la atención a un hermano que criticaba a una religiosa, familiar de otro hermano, porque iba al barrio chino (barrio de prostitución y proxenetas) de paisano en vez de llevar el hábito religioso.
San Pablo apeló a la ciudadanía romana para eludir su muerte.
El llegar a aceptar el martirio cruento, el dar la vida por Dios (o por un hermano por amor a Dios. San Kolbe mártir). es producto de un entrenamiento durante la vida, como es el aceptar martirios no cruentos, como burlas, amenazas en el trabajo, persecución y que incluso en la propia familia te tengan por loco.
Hay que ser santo y no dos veces buenos. En la lengua catalana, bueno-bueno se dice bo-bo.
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JMI.-Bendición +
En ello estamos los que amamos a Nuestro Señor.
Muchas gracias por su post P. Iraburu
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JMI.-Oración y bendición +
Creo que si no se indica esto, pudiera ser que muchos apostaten sin culpa o con culpa atenuada.
En efecto, si se advierte de tiempos difíciles, hay que señalar la gracia adjunta de la resiliencia y de la resistencia.
Si se previene de un gran mal sin dar a conocer dichas gracias anexas, entonces muchos tendrán miedo de las dificultades y abandonarán la fe, y con lógica, pues parecerá que Díos los abandona a su suerte.
La dejación de la fe será porque albergarán o miedo invencible, o estado de necesidad: familiares o hijos de quien cuidar, preservar la vida, la integridad, la dignidad, el bienestar, la paz, el trabajo, el bien de los suyos...
Además, prevenir de un mal sin informar de la correspondiente gracia mística del gozo y felicidad dentro el sufrimiento, y desconociendo de este consuelo, muchos se van sufriendo sin querer saber de la realidad.
El martirio de sangre no se busca per se. Es un don. Unos lo reciben, otros no. El martirio de sufrir persecución, molestias, inconvenientes, rechazo, etc, es consustancial a la vida cristiana que merece el nombre de cristiana. Ya lo dijo San Pablo:
2Ti 3,12
Por otra parte, todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús serán perseguidos.
Todos es TODOS. Quien vive cómodamente, sin cruces, pruebas y oposición del mundo, debe plantearse si su vida es cristiana.
Y, por último, qué patético es el que, diciéndose cristiano, le marca a Dios el camino que piensa seguir. ¿Dónde queda el "Fiat voluntas tua"?
Nosotros no elegimos. Es Cristo quien elige (Juan 15,16-19). Nosotros pedimos que nos cuente entre sus elegidos. Y si nos ha elegido, obrará en nosotros para que andemos conforme a su voluntad.
Yo le pido al Señor la gracia del martirio.
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JMI.- Dios te bendiga, Pedro Luis. Ese "deseo de morir mártir por Cristo", dando de Él al mundo incrédulo y pecador un testimonio máximo, sellado con la propia sangre, es muy frecuente en los santos. Por ejemplo, era muy muy persistente, profundo y ferviente en Santa Teresa del Niño Jesús.
A quienes se hayan interesado especialmente por el tema les recomiendo mi libro "El martirio de Cristo y de los cristianos", que ya indico en el Post-post. En él se responden según la doctrina católica algunas objeciones o dificultades que se han señalado en varios comentarios.
+El artículo presente lo he planteado no tanto en referencia el martirio cruento y mortal (al paredón, fusilamiento, etc.), sino al martirio (testimonio) de la vida diaria, si de verdad se quiere vivir en Cristo: "si alguno quiere venirse conmigo, tome su cruz cada día y sígame".
+Los mártires en sentido pleno son quienes mueren por la fe en Cristo. Pero he comenzado por señalarlos al principio del artículo porque ellos, habiendo recibido de Dios la gracia especial de morir por Él, nos dan un ejemplo extremo y conmovedor.
+Así como todos los cristianos son asistidos por la gracia divina para dar testimonio de Cristo a lo largo de su vida, sólo algunos obviamente reciben la gracia inmensa del martirio mortal. Y otros hay, como hoy cientos de miles de cristianos de Siria y de otros lugares, que aunque no llegan al martirio de muerte, reciben de Dios la gracia de ser expoliados, arrojados de sus casas y tierras, y de sufrir persecuciones diversas muy duras, aguantando lo que sea, con tal de no renegar de Cristo. Lo que se aproxima no poco al martirio mortal.
+El martirio mortal, por supuesto, no se elige, y sólo es santo y santificante si es por don de Dios providente. Ya los Padres y Concilios antiguos condenaron la búsqueda del martirio provocando directamente a los perseguidores.
+Huir de la persecución física, esconderse, exiliarse, disfrazarse, para evitar ser masacrados es perfectamente lícito, y lo han hecho (y bien hecho) no pocos santos. Incluso en la mayor parte de los casos es moralmente obligado. Puede ésta ser una opción temporal o permanente. Cristo, p. ej., elude en varias ocasiones la muerte, sufre en su vida pública al menos tres atentados que pretendían matarlo, y los evita abriéndose paso entre la muchedumbre, sin que nadie se atreva a detenerlo: "no había llegado todavía su hora". Cuando discierne que ha llegado "la hora", se entrega voluntariamente a la muerte ("voluntariamente aceptada"), y no permite que por la espada traten de defenderlo. "Nadie me quita la vida, soy yo quien tiene poder para darle y para volverla a recuperar". También S. Ignacio de Antioquía, cuando ve que ha llegado su hora, procura insistentemente en sus cartas que, por favor, nadie procure evitar su martirio.
+El "Elija, por favor", del título, no se refiere directamente (sería un absurdo) a elegir el martirio total (fusilamiento en el paredón), pues ha de ser don de Dios providente, sino que simplemente llama al cristiano a "tomar su cruz de cada día", siguiendo a Cristo con toda fidelidad, sin avergonzarse de su Cruz, sin negarse a dar testimonio de vida, y de palabra si puede, de Cristo y de su Evangelio. Como si tuviera "derecho a evitar la cruz" aun cuando la fidelidad a la gracia en sus circunstancias la impliquen necesariamente.
El título elegido, por supuesto, es impreciso: es un electrochoc de llamada a los lectores. Si hubiera sido muy correctico, p. ej., "Algunas cuestiones acerca del martirio cristiano", habrían entrado a leer el artículo la décima parte de los muchísimos que han entrado ya... Y yo creo que el truco es honesto. No engaña a nadie que tenga dos dedos de frente cristiana.
+No sigo, porque son todas éstas unas verdades que normalmente los católicos con un poquito de formación (como suelen ser los lectores infocatólicos) ya conocen.
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JMI.-La alegría de los mártires contrasta con la tristeza de los apóstatas.
Razón y fe lo explican muy claramente.
Amor con amor se paga,
DIos lo bendiga padre, lo llevo en mis oraciones y en mi corazón.
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JMI.-Gracias. Dios se lo pague.
Bendición +
Enlaza con ello unas palabras muy graves profunciadas por San Juan Pablo II en un discurso durante el Congreso Eucarístico de 1976 para la celebración del Bicentenario de la firma de la Declaración de la Independencia de EE.UU. (curiosamente tal día como hoy):
“Ahora estamos parados frente a la mayor confrontación histórica que la humanidad ha experimentado alguna vez. No creo que el gran círculo de la Sociedad Americana, o de todo el amplio círculo de la comunidad cristiana se de cuenta de esto completamente. Ahora nos enfrentamos a la confrontación final entre la Iglesia y la anti-iglesia, entre el Evangelio y el anti-evangelio, entre Cristo y el anticristo. El enfrentamiento se encuentra dentro de los planes de la Divina Providencia. Está, por lo tanto, en el plan de Dios, y debe ser un juicio que la Iglesia debe asumir y afrontar con valentía…”
Dios le bendiga Padre.
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JMI.-Dos verdades hoy poco conscientes en la Iglesia (me parece)
1. Que la confrontación etc. es extrema, la mayor de la historia.
2. Que muchos no se dan cuenta de esto completamente (algunos nada).
Gracias.
Bendición +
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JMI.-Cuidado, María, con el techo.
Abrazo y bendición +
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JMI.-Le doy gracias a Dios por vosotricos,
los hijos y nietos que el Señor me ha dado por pura gracia.
A todos los llevo en el corazón, con zapatos y todo, ante el Señor.
Bendición +
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JMI.-Santa Teresa del N.Jesús decía que Jesús no le daba un depósito de gracias, sino que se las iba dando según las circunstancias en las que la Providencia divina le iba poniendo. Como madre que da a su niño a comer a la boca con una cucharita.
Algo así.
No nos da el Señor una despensa llena de alimentos, sino que nos da "el pan de cada día".
Y eso es lo que le pedimos.
Gracias Padre.
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JMI.-Gracias a Dios, de quien procede toda verdad y todo bien.
Bendición +
Casi a diario se burlan de mi por mi fe, me exigen mas que a nadie y mi opiniòn, no cuenta. Lo que no consiguen es desanimarme, ni quitarme mi alegria.
Cuenta con mi aprecio y admiración.
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JMI.-En www.gratisdate.org tiene usted una biografía de "Marina de Cristo", escrita por mí.
Para que conozca y se haga amiga de una cristiana muy muy buena que lleva su nombre.
Bendición +JMI
Su artículo me ha recordado el libro de Bernanos (y película homónima) , "Diálogos de carmelitas". Creo que es una magnífica glosa a lo que usted refiere.
La Paz. Que Dios le bendiga.
José Manuel Genovés.
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JMI.-Preciosa obra de Bernanos.
Bemdición
la elección de la sana doctrina, la elección del bien, la elección de la ley moral, aun siendo ardua, está vivificada por la gracia, y es elección de cruz, es elección de batalla, es vida contra muerte. Porque el martirio es victoria de Cristo en los cristianos y testimonio de su Soberanía.
Laus Deo Virginique Matri
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JMI.-A ver si tú y yo discordamos en algo,
porque si no... es un rollo.
Muchas Gracias por su post, gracias a infocatólica, vemos actualmente, por toda la tierra, crucificados, decapitados, tengo un imagén de un familirar Sacerdote, de un sacerdote adelante de la turba, siria, los coptos, siempre en la Santa Eucaristia,, entre otras cosas pedir, la Virtud de la Fortaleza, para cumplir nuestros deberes de estado, y si es necesario dar la vida por Cristo.Es muy linda la enorme cantidad de testigos, que están claramente gozando de la Santisima Trinidad, de la Visión Beatifica, y sus almas tienen una poderosa fuerza intercesora,Asi Bibi, Mireille Al Farah, al burgues liberal no le suenan bien estas palabras.
Hay que morir en la cama!!!!con los exitos de este mundo.
Que Dios lo bendiga y bendiga a la Iglesia.
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JMI.-Bendición
1- Dios es soberano.
2- Dios nunca es injusto (Mt 20,1-16).
3- La Biblia es clara: Dios elige a unos para la salvación, a otros no (Romanos 9). Los que se salvan, se salvan por gracia. Hasta los méritos, que son necesarios para la salvación, son frutos de la gracia, pues es Dios quien obra en nosotros el querer y el hacer (Fil 2,13). Los que se condenan, se condenan merecidamente.
4- El Magisterio también es claro: nadie puede saber, salvo revelación especial, si se encuentra entre los elegidos (canon XVI de Trento sobre la justificación). Ese canon demuestra dos cosas:
a- Que sin duda hay elegidos. Ya el decreto previo a los cánones dice lo siguiente:
... pues sin especial revelación, no se puede sabe quiénes son los que Dios tiene escogidos para sí.
b- Que, a diferencia de lo que dice la herejía calvinista, nadie puede tener la certeza de ser elegido para la salvación, a menos que Dios se lo revele, cosa que ocurre en muy contadas ocasiones.
5- Ciertamente hay señales de elección. Pío XII, por ejemplo, indica que la devoción por la Virgen María es una de ellas. El llevar notoriamente una vida de santidad es otra. Pero como dice San Pablo "el que se crea firme, mire que no caiga" (1ª Cor 10,12).
1. Esto es completamente cierto, y está muy bien de decirlo.
2. Pero opino que se ha de indicar siempre que, sin excepciones, hay incorporado un don para soportar dicho martirio.
3. Es decir, Dios no es un dios griego, que lanza el martirio y se olvida, o tanto se le da, del don de aguantarlo.
4. Al hablar del martirio de persecución, molestias, inconvenientes o rechazos, y al enseñar que existe el otro don de la capacidad de sufrir, se evita o atenúa, en lo posible, de la acusación de terroristas, predicadores profesionales del miedo, amenazadores, intranquilizadores, almenos por experiencia mía.
5. También tiene una segunda ventaja: evita que se caiga en el desánimo. Mucha gente, al oir hablar de martirio, tiene miedo de sufrir, otros enferman y rehuyen, otros deben de cuidar enfermos, niños y dependientes. Avisar del don de soportar conduce a evitar el miedo insuperable y la ignorancia invencible.
6. De la profecía no se puede prescindir. La Sagrada Escritura tiene un tercio de contenido profético, y algunos libros son pura profecía: Apocalípsis. Oseas: mi pueblo perece por falta de conocimiento. San Pedro: la profecía es lámpara que luce en lugar oscuro. San Pablo: aspirad al don de profecía.
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JMI.-Al 2, 3 y 4
El artículo comienza:
–Nuestro Señor Jesucristo fue el primero de los mártires, en la Cruz del Calvario, y dió la vocación de mártires [[[don]]] a todos los cristianos: «recibiréis el Espíritu Santo [[[don]]] y seréís mis testigos (mártires)» (Hch 1,8).
Sin el ESanto [[[don, gracia, auxilio]]], los apóstoles estaban encerrados-ocultos en el Cenáculo, sin atreverse a asomar la nariz al mundo. "Sin mí [[[sin mi don, gracia, auxilio]]] no podéis hacer nada" (Jn 15). Nada, es decir NADA. Ni martirio ni ninguna obra buena meritoria de vida eterna. NADA DE NADA.
El libro Demencia digital, de Dr. Manfred Spitzer, nos pone de lleno en la verdadera revolución (negativa) que tienen las novedades de las tecnologías de la información, móvil e internet, principalmente sobre la familia y la educación, y en relación con el aspecto moral, ético y psicológico de niños, jóvenes y adultos, y aún faltando la revolución de los megadatos, la inteligencia artificial y la robótica.
Y todo ello en medio de la violencia regresiva del terrorismo yihadista o de otras formas políticas y económicas aparentemente progresistas pero efectivamente retrógradas.
Realmente, es necesario que alguien hable de la realidad y vigencia del martirio, e incluso, del mínimo análisis racional que permite avisar y advertir (profetizar) sobre una realidad que, si no existe una reconducción ética, nos desliza por la pendiente resbaladiza del totalitarismo despótico (Evangelium vitae 19 sobre el aborto y el Estado) y el multiquebranto antropológico en todos los aspectos: cuerpo, mente, moral, matrimonio, familia, trabajo, educación, bien común.
A los que vivían instalados en la sociedad diluviana, babeliana, sodomita, ninivita y babilónica, e incluso jerosomolitana de fariseos y saduceos, cualesquiera que les venteara la realidad moral en que vivían, por experiencia, su reacción es siempre la misma: el mensajero es un terrorista, sectario del pánico, alimentador del pavor, enemigo del consenso, opositor de la paz y la tranquilidad.
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JMI.-O sea como Jesucristo:
"Yo he venido a echar fuego en la tierra ¿y qué he de querer sino que se incendie?" (Lc 12,49)... "¿Qué hacemos, que este hombre hace muchos milagros? Si le dejamos así..." (Jn 11,47ss)
Pero a continuación siempre me viene a la cabeza Pedro durante la Ultima Cena, diciendo al Señor -seguro que entre lágrimas, con absoluto convencimiento, sin la más mínima vacilación- que daría la vida por Él. Y -¡triste condición humana!- bastó una criada inquisidora para que el pobre apóstol, muerto de miedo, negase tres veces al Señor. "¡No conozco a ese hombre!", llegó a decir.
Pedro pecó de "pelagianismo", creyó que la fuerza de su inmenso amor al Señor vencería cualquier miedo, y la realidad le puso en su sitio. Al final de su vida tuvo la gracia del martirio, precisamente porque, en aquel patio junto al Sanedrín donde juzgaban y vejaban a su Señor, comprendió que todo -absolutamente todo- es obra del Señor. Y sólo a Él la única gloria por todos los siglos.
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JMI.-Lo que le pasó a Pedro es muy sencillo de explicar: que no había recibido todavía el Espíritu Santo. En cuanto lo recibe en Pentecostés, hace la primera gran predicación de la Iglesia: ya es OTRO hombre. Ahora sí, ha vuelto a nacer, es un hombre espiritual, no carnal. "Los que son movidos por el Espíritu de Dios, ésos son los hijos de Dios" (Rm 8,14). Y también nosotros hemos recibido al ESanto, y somos capaces de todo... De hacer todo lo que Él nos mueva a hacer con su gracia omnipotente.
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JMI.-Solo Dios basta.
El martirio dependía a veces de una cuestión importante o de una insignificante, como el caso de aquel sacerdote católico alemán que, habiendo recibido una herencia de sus padres, fueron los nazis a pedirle una parte para el Socorro de Invierno (especie de contribución social obligatoria) y él les dijo que, sintiéndolo mucho, nada podía darles porque había entregado el total de su herencia a Cáritas. Tal cosa le costó la deportación y posterior muerte en un campo de concentración.
A mi me parece que el posible modelo que nos espera se parece más a este segundo que al primero. Y ya ha comenzado con las denuncias, los insultos, etc...Si se llegará o no al primer modelo sólo Dios lo sabe.
Sin embargo Theodor Haecker consideraba que Alemania había apostatado porque el cristiano laxo puede llegar a la apostasía sin necesidad de proclamarla, por meros pecados de omisión y a base de tragar lo intragable.
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JMI.-Ecce agni mater!
"El cristiano laxo puede llegar a la apostasía sin necesidad de proclamarla, [y sin que tenga que sufrir persecución, porque como está mundanizado, el mundo no lo persigue, lo reconoce como suyo; simplemente:] por meros pecados de omisión y a base de tragar lo intragable". El cristianismo laxo, sobre todo si es durable, lleva a la apostasía derechito.
"2 de enero de 1943
Predicad hoy únicamente al Dios Trinitario y no os metáis en ninguna otra cuestión. Por esto sólo distinguiréis los espíritus y les obligaréis a que ellos mismos se decidan. Decid tantas veces como sea posible: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. El Dios de los cristianos es el Dios Trinitario. Ellos (los nacionalsocialistas) llaman también Dios e incluso "el Omnipotente" a su demonio o ídolo. Pero no le llaman Cristo, a quién odian o desprecian, ni le llaman "Espíritu". ¿Cómo iban a hacerlo si el Espíritu procede del Padre y del Hijo?"
Muchísimas gracias, Padre José María Iraburu, por este maravilloso y tan necesario post. Que el Espíritu Santo lo siga iluminando. Lo tengo siempre presente en mis oraciones; a Usted y a todos los blogueros de InfoCatólica, que tanto bien nos hacen. Que Dios les pague con creces tanto sacrificio.
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JMI.-El ciento por uno aquí abajo, y arriba la vida eterna.
Así sea.
Bendición +
No más llegar a su casa, me cuenta que a su Colegio había ido de visita la Hna. Guadalupe. Muy emocionado me repitió todo lo que la Hna. les había contado. De una niñita que era mártir porque había dado la vida por Jesús. Agradecí tanto a Dios que Gonzi fuera a un colegio que llevaba a la Hermana Guadalupe para que les hablara a los niños de lo que era ser testigos de Jesús. Lo único que lamenté fue no saber antes que la Hermana iba a visitar el colegio, porque me hubiera colado.
Hablemos más a los niños de todo esto, que ellos lo reciben con mucha alegría, y hasta mejor que nosotros. Bendiciones.
En México lo hicieron. Y hay santos entre los Cristeros. No sé por qué en España tendría que ser diferente.
No sé a ustedes, pero a mí ya me está llegando altamente tanta vaina. Ante el descalabro, suelo repartir sendos guantazos verbales y digitales. Y sanseacabó. Hoy acabo de hacerlo nuevamente con una bloguera que escribe en El Comercio, el principal diario de mi país. Le he sacudido en tal forma, que no me extrañaría que,siendo anticatólica en la práctica, se santiguara del susto.
Cristo echó a latigazos a quienes profanaban su Templo. ¿Y vamos a permanecer muy modositos mientras se nos viene encima la jauría???
Lo siento, padre, pero si me atacan los perros, rocío la vereda con petróleo y enciendo el fuego, a ver si se atreven a pasar. Valga la analogía.
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JMI.-Parece como que no ha entendido del todo el sentido del artículo.
Y las aclaraciones posteriores.
"Según esto, la Iglesia y cada cristiano deben evitar cualquier enfrentamiento con el mundo, eludiendo toda actitud que pueda desprestigiar el Evangelio ante los mundanos, o dar ocasión a persecuciones, pues lógicamente una Iglesia perseguida y mártir, debilitada su fuerza humana, no podrá co-laborar eficazmente con Dios en la causa del Reino."
Padre le pido humildemente sus oraciones para que la gracia de Dios me lleve al camino correcto. Dios lo bendiga.
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JMI.-Pido mucho por mis lectores.
Y pediré con mucho gusto por Rubén.
Bendición +
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JMI.- "No hay redención sin efusión de sangre" (Heb 9,22)
Y "aún no habéis resistido hasta la sangre en vuestra lucha contra el pecado" (12,4).
La sangre.
No hay peor martirio que el de aquel quien estando seguro que lo prometido ha de llegar, mientras esto llega, día a día y hora a hora en su tardanza martiriza la esperanza en aquel decir de no saber ni el día ni la hora cuando lo esperado ha de llegar.
Mi martirio no consiste tanto en saber sobre ese día y hora del que solo Dios sabe; Aunque ventaja sobre otros tengo, sabiendo que cuanto menos tiempo natural a uno en el esperar le queda, -van para 5 décadas ya pasadas sufriendo esta tardanza- más cerca uno está de ver y sentir ese día y hora que solo Dios sabe.
Y aquí el día y hora donde -Yo el Hombre que es directamente proporcional en grado de inteligencia y evolución alcanzada al tiempo que le separa del principio de la Creación y el fin de la misma- tengo arte y parte capital, en ese día que S. Pedro anuncia:
-Pero vendrá el día del Señor como ladrón, y en él pasarán con estrépito los cielos , y los elementos, abrasados, se disolverán, y así mismo la tierra (Tierra, planeta Tierra) con la obras que en ella hay. (S.P. 2;3-10)
Y aquí la simple ecuación del disolver los elementos que no todos comprenden y solo Dios puede iniciar;
Y cómo se puede, y se debe, producir una reacción en cadena de divisiones progresivas a potencia de potencia de los elementos. Y, en estos, separar aquello que siendo oscuridad y muerte somete lo que de los mismos es luz y vida.
Aunque la mayor parte de los "martirios" actuales sean ocultos y no mortales. Es esa coherencia cristiana por la que uno está dispuesto a sufrir lo que sea por defender su fe. Algunos están dispuestos a alabar a quien se deja matar por la fe, mientras que tachan de retrógados y reprimidos a a quienes prefieren no frecuentar alguna playa indecente, o no leer determinadas noticias.
"Elijo": no has entendido mucho de lo que escribió o hizo san Josemaría. Cuando él defendía el martirio "doméstico" no lo hacía menospreciando el cruento, sino todo lo contrario.
Y sobre los motivos de su paso de una zona a otra en la guerra civil, consultados con su director espiritual, dejando a su familia en la zona roja, etc., hay mucho escrito.
Me llama la atención un tema relacionado colateralmente, con la misma causa antropocéntrica: el gran temor a la muerte de muchos cristianos, como si esta vida fuera mejor que la que viene, como si fuera un drama irremediable...
El drama real es si el difunto era un pecador impenitente, lo que no siempre es fácil de saber.
Pero nosotros podemos rezar por la salvación de cada uno de ellos, de algunos de vida ejemplar tenemos una cierta certeza de que están descansando en la verdades patria, y que nos pueden ayudar desde ahí...
Eso no hace que uno vaya arriesgando la vida innecesariamente, pero que si es necesario arriesgarla lo hace con una gran paz, y también se vive con una gran paz. ¿Que hoy me da un infarto? Pues será lo mejor.
Decir la Verdad,iluminar las conciencias con El Evangelio,aún cuando vaya en oposición al sentir cultural o mayoritario o a las costumbres sociales, es fundamental para el Sacerdote...O sea no basta predicar la
generosidad y el servicio a los demás, porque si ello va acompañado de ceguera, la falta de Luz y de Verdad, puede llevar a errores...Tenemos que iluminar al hombre acerca de La Verdad sobre Dios y la Fe; sobre el hombre, su vocación, destino y camino ético...
(Venid también Vosotros,op. cita. pag. 12 P. Antonio Dellapiana, 1996)
Martirio Sí, Apostacía ni pensarlo.
Dios le Guarde
Ten en cuenta que la palabra clave de ese párrafo es "cualquier" (sinónimo de "todos").
Los cristianos no estamos llamados provocar enfrentamientos, sino a transmitir una vida y una doctrina.
El problema está en los sucesores de Herodes, Anás, Caifás, Pilatos y Nerón, que se oponen a ese anuncio (modo de vida)... produciéndose un enfrentamiento.
Nosotros tenemos que sembrar paz, y podemos (¡deberemos!) esquivar "algunos" enfrentamientos, pero cuando lleguen los inevitables... ahí toca dar el callo, decir "por ahí no paso", con una sonrisa... y aguantar lo que toque.
Puede ser más claro comparando con enfrentarse a un tipo violento: normalmente lo evitas. Pero te puedes encontrar en una situación que te obligue a enfrentarte con él, aun sabiendo que vas a perder, por defender a otro (mujer, hijos, víctima inocente...).
Los absolutismos de los "cualquier" son terribles, hay que tenerles mucho miedo. Hace unos años, ante un pregunta insidiosa en un programa de TV un conocido político dijo que estaría dispuesto a "hacer cualquier cosa" por la salud de un hijo.
Me hubiera gustado poder preguntarle: ¿también a comprar a unos mafiosos un órgano vital extraído a un niño de la calle?
De antemano, gracias
Dios lo Bendiga
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JMI.- "La Iglesia del Dios vivo es columna y fundamento de la verdad"
(1Tim 3,15)
Sólo le diría que introducirse en el tema del "semipelagianismo" es introducirse en un jardín de complejidades filosóficas y teológicas que ni en el Concilio de Trento ni se resolvieron ni se aclararon adecuadamente (especialmente la conjunción de la inicial gracia de Dios y el consentimiento libre de la voluntad) Espero que con la luz beatífica entenderemos esa difícil conjunción, especialmente los que consideramos que Dios nos ha dado una radical libertad para decidir nuestro destino eterno.
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JMI.-La doctrina católica sobre gracia-libertad es muy clara y tiene formulaciones muy perfectas, en Trento, p.ej., contra luteranismo. Pero ya muy antes, concretamente contra el semipelagianismo, p.ej.,en el conc. de Orange (529). En el gran Santo Tomás...
En este blog estudio el tema de la gracia en teología y espiritualidad (56-75), por si le interesa explorarlo. En el Índice de Reforma o apostasía se da un resumencito de cada artículo.
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JMI.-Exactamente. Gracias a Dios.
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JMI.-François-Marie Arouet, Voltaire (+1778), en Candide (1759), si no recuerdo mal.
El martirio de sangre es una gracia especial de Dios, y en su momento, Dios concede la gracia y la fortaleza suficiente para soportarlo. Gracias, padre por el artículo.
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JMI.-A mandar, que para eso estamos.
Bendición +
Y eso es contrario a la Revelación
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JMI.-Esto de Luis Fernando responde al comentario de Forestier.
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JMI... Voltaire (+1778), en Candide (1759), si no recuerdo mal.
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¿San Volterio de Ginebra-Les Délices, todavía? Ni en broma fue como Jesús...
Si la posibilidad de apartarse del bien perteneciera a la esencia y a la perfección de la libertad, entonces Dios, Jesucristo, los ángeles y los bienaventurados, todos los cuales carecen de ese poder, o no serían libres o, al menos, no lo serían con la misma perfección que el hombre en estado de prueba e imperfección.
El Doctor Angélico se ha ocupado con frecuencia de esta cuestión, y de sus exposiciones se puede concluir que la posibilidad de pecar no es una libertad, sino una esclavitud.
Encíclica Libertas Praestantissimum, 5
Y es también doctrina católica segura que el hombre, en orden a su salvación, no puede hacer nada que no le sea concedido previamente por Dios. Lo cual, obviamente, no quiere decir que no DEBA hacer algo. Pero siempre como causa segunda subordinada a la causa primera, que es precisamente Dios.
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JMI.-La impresión, Luis Fernando, que da Forestier es
+que no conoce bien la doctrina católica sobre la gracia y la libertad, tan asombrosamente clara, profunda y precisa;
+o que no le convence, que no cree en ella, vamos, lo que sería aún peor.
-Porque habrá entonces una tan gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. 22 Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie se salvaría; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados. (Mt.24,21)
Un gran tribulación moral, psíquica física y babilónica terrenal racional e irracional, que no será de un minuto o de una hora, ni menos de un día sino de tres años y medio. Donde así como todo elemento físico será desintegrado y devuelto a su primigenio lugar de origen terrenal; Todo ser viviente racional e irracional será muerto y descompuesto, quedará esperando el día del llamado Juicio final. Que será cuando los dos testigos de Dios -Elías y el Otro que con el va- resuciten por la gracia y poder de Dios. (Ap.11,1-14)
Resurrección de estos profetas quienes en efecto calculado de cuántica universal sideral - dos veces la luz actual setenta veces siete- amen de reordenar todo el sistema Solar, conmoverá los cimientos de este universo en eso que algunos llaman el gran BIG-BANG.
Y todo esto será en orden a lo ya profetizado por la gracia y justicia de Dios hacia sus elegidos. Que serán los menos ya como justos los que vuelvan al nuevo Paraíso Terrenal.
A mí me gustaría ser mucho más amable de lo que soy, pero 16 años partiéndome la cara en internet en la defensa de la fe católica contra la avalancha de protestantes y católicos modernistas, dejan callo. No me ando por las ramas. Explico la doctrina dando citas bíblicas y del magisterio. No soy pastor de almas. No soy padre espiritual de nadie. No soy el San Francisco de Asís de Zefirelli. Soy como el ATS con el pelo y la barba canosa -o sea, el practicante de toda la vida- que pone la inyección que duele.
Por otra parte, tengo el absoluto convencimiento de que el error en las doctrinas de la gracia, o la ausencia de una predicación sobre las mismas, es el peor mal al que se ha enfrentado la Iglesia en su historia. Y hoy vemos las consecuencias de ese mal por todas partes. Ante esa realidad, no me ando con florituras ni lindezas hermenéuticas. Al pan, pan, y al vino, vino.
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JMIraburu- Cuando Forestier dice que hay cuestiones que no están cerradas, y una de ellas es la cuestión de la gracia divina y la libertad humana, es normal que comentemos: o es que no conoce suficientemente la doctrina católica, realmente asombrosa en claridad y precisión, sobre esos temas, o es que no le convence lo que enseña la Iglesia sobre ellas.
Si alguien, p.ej., en otras cuestiones, como la virginidad perpetua de María, la presencia real eucarística por transubstanciación, las tres Personas en la única divinidad, y otras semejantes, nos viene diciendo que son cuestiones teológicas que "siguen abiertas", y que no le convencen las doctrinas de la Iglesia sobre ellas, habrá que decirles lo de antes: o no conoce... o no cree... lo que la Iglesia, Madre y Maestra, enseña.
Y esto no es ofender, es decir simplemente la verdad.
Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa; ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos.
Si será clara y segura la doctrina sobre la elección, que impregna la liturgia.
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JMI.-Que gracia, Señor, preceda, acompañe y consuma todas nuestras obras, de tal modo que todas comiencen en ti como en su fuente y terminen en ti como en su fin. Por JCto N.Sr. Amén.
Esta oración litúrgica viene a parafrasear un canon del concilio de Orange (528).
Y el creyente la entiende y la experimenta perfectamente.
Pero por lo visto, todavía la cuestión de la gracia y libertad "permanece abierta".
Pues bueno, a ver si alguien la cierra.
pienso que ud confunde la doctrina católica de la gracia con los modos de explicarla.
La doctrina es clara y precisa, como bien indican el P. Iraburu y Luis Fernando. O se cree en ella o no se cree.
Otra cosa son los modos de explicarla. Hay varios permitidos, aunque no todos son igualmente venerables, no todos tienen la misma calidad, eficacia y precisión católica. Algunos son torpes y artificiosos, pero permitidos. Esta diversidad no relativiza la doctrina católica en sí misma, por lo que hay que tener cuidado de no tomar por teoría explicativa lo que es parte del depósito de la fe.
Saludos cordiales
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JMI.-Exacto.
Hasta que lleguemos, por misericordia de Dios, a la visión beatífica, todas las explicaciones teológicas de los misterios de la fe permanecen, por supuesto, "abiertas" a ulteriores desarrollos, pues "el Espíritu de la Verdad nos conduce hasta la verdad completa" (Jn 16,13).
Pero otra cosa es decir que a uno no acaban de convencerle o servirle las doctrinas de la Iglesia sobre gracia, libertad, Trinidad, Eucaristía, etc. Sabemos que eso que, por obra del ESanto, dice y enseña la Iglesia, aunque tiene suma capacidad para expresar la fe la la Iglesia, siempre podrá decirse aún mejor. Reconocemos, sin embargo, al mismo tiempo que están dichas con admirable precisión y claridad, y nos adherimos a sus fórmulas dogmáticas como a grandísimos dones admirables de Dios a su Esposa la Iglesia.
Nunca la mente humana hubiera podido ni acercarse a la luminosidad de esas formulaciones dogmáticas -libertad, presencia eucarística, Trinidad, etc.- sin una potentísima asistencia del Espíritu Santo, que es "el Espíritu de la Verdad".
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JMI.-Si se fija, cuando Jesús nuestro Maestro evangelizaba, nunca "doraba la píldora", sino que hacía a los oyentes unos planteamientos muy claros, con las aristas muy bien definidas. "Si alguno quiere ser mi discípulo"... esto y lo otro. Si prefieren ustedes el camino ancho, sepan que lleva a la perdición. Por él entran muchos. Si el estrecho, a la vida, la libertad, la verdad, la paz, la alegría eterna.
Dios lo potencie en sus apostolados. Bendición +
¡Muchas gracias por su artículo!
O somos de Cristo --- incluyendo el martirio en vida o con la muerte --- o seremos apóstatas. No hay de otra. Debemos de estar dispuestos a ser doblemente mártires, sufriendo la persecución del mundo y / o la persecución de nuestra Iglesia local.
Que Dios lo bendiga y que ¡Viva Cristo Rey!
desde la tierra de los "Mártires Cristeros de Méjico".
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JMI.-En mi libro "Hechos de los apóstoles de América" dedico un largo capítulo a la Cristiada.
Puede verlo en www.gratisdate.org. Y pedirlo a [email protected]
Impresionante. Qué obra de la gracia de Dios y de la libertad de quienes se dejan mover por Él...
Sé que no tiene relación con este post, más bien debería ir en el del cardenal Sarah sobre la orientación en la Misa. No obstante sitúo mi consulta aquí para tener certeza de que vd. lo lee.
Si le parece oportuno, puede trasladarlo al post sobre el cardenal Sarah.
Va mi cuestión:
En mi parroquia nos estamos planteando celebrar alguna Misa por el Vetus Ordo, disponemos de los textos para la celebración, una columna en latín y a su lado la traducción al castellano.
Como una primera toma de contacto, antes de dar el salto al latín, ¿sería licito celebrar la Misa por el Vetus Ordo en castellano?
Gracias de antemano por su sabia respuesta.
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JMI.-No sé si hay alguna norma al respecto. Lo ignoro.
Pero me parece que no estará permitido:
que el rito del Vetus Ordo es en latín. Y punto.
«La verdadera misericordia es inseparable de un odio activo, furioso, devorador, implacable, exterminador, hacia el mal. ¿Cuándo se comprenderá que, para ser misericordioso, hay que ser inflexible; que para ser blando con el que pide perdón, hay que ser cruel contra el error, la muerte y el pecado? Desde hace mucho tiempo, la malevolencia y la tontería han conspirado para dar a las virtudes un aspecto bobo, deslucido, borroso y lamentable».
«El verdadero santo tiene caridad, pero una caridad terrible que arde, que devora, una caridad que detesta el mal, porque quiere la curación. El santo forjado por el mundo tendrá una caridad dulzona que bendecirá a cualquiera y cualquier cosa, en cualquier circunstancia. El santo forjado por el mundo sonreirá al error, sonreirá al pecado, sonreirá a todos, sonreirá a todo. Estará exento de indignación, de profundidad, de alteza, de mirada sobre los abismos. Será benévolo, dulzarrón con el enfermo e indulgente con la enfermedad. Si quieres tú ser ese santo, el mundo te amará y dirá de ti que haces amar el Cristianismo».
Ver más sobre Hello en:
http://www.religionenlibertad.com/juan-manuel-prada-recupera-ernest-hello-escritor-catolico-maldito-50683.htm
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Hello (+1885)... En segunda mitad del XIX y comienzos del XX hubo católicos laicos de gran categoría: Belloc, Chesterton, Bloy, Maeztu, Váquez de Mella, Menéndez Pelayo, Van der Meersch, Mauriac, Papini... muchos. Como da idea el texto que citas, tenían mucho más coraje ante el mundo, no estaban en absoluto acomplejados, cada uno a su estilo eran apologéticos, y además de fe y vida cristiana intensa, tenían sobre todo mucha mayor formación intelectual (doctrina de la Iglesia, Biblia, filosofía-teología, historia, literatura, derecho...)
Los católicos laicos que hoy más suenan, incluso entre los Obispos... No sigo.
También ahora los hay con categoría y brío: bastaría ver las firmas habituales e invitadas en InfoCatólica, hispanas o no, en traducciones. Quizá la diferencia está más en que aquellos tenía audiencia amplia en el mundo católico, cosa que ahora no se da tanto, como es lógico, habiendo "progresado" tanto la apostasía.
No queria postear, solo leer; me ha llamado la atencion el autor que cita LF, Ernst Hello, y el consiguiente enlace a De Prada. Me ha impresionado la soberbia mistica de Hello, hasta el punto incluso del temor.
Aun asi he estado recopilando mas informacion de este pensador ya que no lo conocia, me estoy leyendo asi en diagonal ahora, su libro "El hombre, la vida, la ciencia .." y por lo que llevo, me recuerda a Nietzsche aunque como un poco mas 'naif' .. no se, este finde lo leere completo.
Aunque me hubiera gustado mas encontrar su libro "l'allemagne et l'atheism" por ser disputa con Renan, uno de mis filosofos preferidos.
Me dicen algunos de mi entorno porque visito webs como iC. Les respondo que no son lo que piensan, apresuradamente, que realmente aprendes y mucho, de creyentes.
saludo,
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JMI.-El Señor le conceda encontrar a Jesucristo, "luz del mundo":
pasar de la incredulidad a la fe cristiana,
de la oscuridad a la luz.
Dios lo quiera.
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¿Sabes LF?, esta cita de Hello que traes me hace recordar a....
Pero no!, sería injusto hacer mención de una sola persona,¡¡porque son legión!!
Sólo hacerte notar que tu argumentación, que lateralmente te lleva a hacer una crítica gratuita a Infocatólica, busca defender un error doctrinal haciendo hincapie en las maneras conque te ha sido refutado.
Si son ciertos los títulos académicos que no detallas pero que mencionas, seguramente te darás cuenta que tu argumentación es improcedente -o impertinente-, o sea que se va por las ramas..
Títulos que además hacen improbable la opción primera de ignorancia que menciona don Josemaría, así que sólo queda la segunda.
Yo que ti me preocuparía.
Los estados totalitarios impusieron el estado sobre la familia azuzando ideológicamente a los hijos contra los padres, pero no propusieron familias alternativas a la tradicional. Hoy en día se hacen las dos cosas: disminuir el control parental a favor del estatal y atomizar la familia con múltiples modelos alternativos.
¿Qué hubiera sido de nosotros si los apóstoles y los cristianos que nos han precedido hubieran traicionado a Cristo en el momento de testimoniar su fe con la propia vida? Nadie los hubiera creído, y nadie hubiera creído que había Alguien mucho más fuerte que ellos que los sostenía.
El Señor, que entonces no lo permitió, no lo permita tampoco ahora.
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JMI.-Amén.
Bendición +
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JMI.-Anchos son la puerta y el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ello. Estrecha es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y son pocos los que entran por ellos.
No se le oye a Jesús hablar de un camino "del medio".
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JMI.-Seguir al Señor, tomando la cruz de cada día, es la mayor felicidad en este mundo.
Y aún más en el otro.
Ay padre...
Negar o poner en duda la inspiracion del espiritu santo a los autores bblicos esta considerado como apostasia?
Porque si es asi, yo creo que apostate de forma irremediable (conociendo mi fe).
Se me oscurecio la razon con respecto a las cosas de Dios, y esto es lo que me hace creer que yo mismo me he arrancado la posibilidad de salvarme.
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JMI.-Su pregunta es muy amplia y compleja, más propia para ser "conversada" con alguien de buen criterio cristiano, sacerdote o laico.
No todas y cada una de las frases de la Biblia son palabra de Dios, por supuesto, sino que son simplemente expresiones del hagiógrafo, que reflejan la cultura en que vive. Si uno de ellos escribe en un libro bíblico que "los conejos rumian", no es Palabra de Dios, porque los conejos no son rumiantes (es ejemplo real). Otro ejemplo: "se reunieron en el ejército de Yavé 200.000 arqueros y 50.000 jinetes"... afirmaciones históricos que a veces son géneros literarios, no crónicas numéricamente exactas.
Pero las enseñanzas claras de la Biblia sí son palabras de Dios a los hombres de todos los tiempos, y como tales han de ser recibidas por la fe.
Pido-pediré por usted al Señor.
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