(63) Voluntarismo semipelagiano –III. síntomas. 2
–Eso de síntomas suena a enfermedad.
–Y eso es precisamente el voluntarismo entre los cristianos fieles, una enfermedad espiritual, cuyos síntomas deben ser conocidos, para lograr la sanación con la luz de la verdad y la fuerza de la gracia divina.
Semipelagianismo. Ya vimos sus tesis principales (61). Gracia y libertad, la parte de Dios y la parte del hombre, concurren, como causas co-ordinadas, para realizar el bien. Es la acción del hombre, co-operando con la gracia divina, la que hace eficaz a ésta. Dios ama a todos por igual, y la mayor santidad se determina fundamentalmente por la mayor generosidad del esfuerzo humano. La iniciativa de la vida espiritual la lleva, de hecho, el hombre. Etc. De esta enfermedad espiritual, que en los buenos cristianos podríamos llamar simplemente voluntarismo, se siguen efectos pésimos, que son síntomas propios de una enfermedad grave.
Antropocentrismo mediocre, voluntad propia y cambios de ánimo. El voluntarismo más o menos semipelagiano es congénitamente mediocre, aunque a primera vista parezca a veces lo contrario. El voluntarista, no partiendo de la iniciativa de Dios, sino de sí mismo, de su leal saber y entender –y ateniéndose normalmente a sus inclinaciones personales–, es decir, partiendo de su propia voluntad, va proponiéndose ciertas obras buenas concretas, dando por supuesto que, ya que son buenas, Dios le dará necesariamente su gracia para hacerlas. El voluntarismo personal o institucional, partiendo de iniciativa humana, aunque incluya un hermoso conjunto de obras buenas, siempre lo establece proporcionado a las fuerzas del hombre: de ahí su mediocridad congénita.Y así el voluntarista va llevando adelante, como puede, su vida espiritual, a su manera y modo de ser: vanamente desanimado cuando no consige sus intentos y vanamente satisfecho de sí cuando los cumple.
Preocupaciones. Partiendo el cristiano en la vida espiritual de sí mismo, es inevitable que viva tenso y preocupado. No acaba de «hacerse como niño», para dejarse llevar pacíficamente de la mano de Dios, entrando así en el Reino de su paz y de su alegría. No termina de abandonarse confiadamente a la iniciativa, tantas veces sorprendente, del Espíritu Santo. No pone su mayor empeño en discernir la voluntad de Dios, en ocasiones tan contraria a nuestros intentos. Y nunca acaba de entender que la proa de su barco ha de ser siempre la oración de petición: «pedir luz para conocer Su voluntad y la fuerza necesaria para cumplirla» (Or. I dom. T.O.). Centrado en sí mismo y en sus obras, no se centra en Dios y en su obra. No hay modo así de vivir con la paz y la alegría propia de los hijos de Dios.
Pero ni siquiera se hace problema de conciencia acerca de sus preocupaciones. Le parece que en la vida del hombre, con tantas posibles vicisitudes favorables o adversas, son normales, es decir, son inevitables. En la práctica no cree que el abandono confiado en el amor providente de Dios pueda ahuyentar toda ansiedad e inquietud, guardando a la persona en una paz continua e inalterable. No intenta no preocuparse porque le parece imposible conseguirlo, ni siquiera con la ayuda de la gracia. Ignora este cristiano voluntarista que la palabra de Cristo «no os preocupéis» (cf. Mt 6,25-34), no es simplemente un consejo, es un mandato, y que Él, por supuesto, nos da su gracia para poder cumplirlo. Las preocupaciones consentidas son, pues, malos pensamientos, tan malos como los pensamientos obscenos consentidos. Son materia de confesión sacramental.
«Encomienda al Señor tus afanes, que Él te sustentará» (Sal 54,23). «Cuando se multiplican mis preocupaciones, Tus consuelos son mi delicia» (93,19). «Encomienda tu camino al Señor, confía en Él, y Él actuará. Descansa en el Señor y espera en él» (36,5.7). «En paz me acuesto y en seguida me duermo, porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo» (4,9; cf. 3,6).
Imposibles la paz y la alegría inalterables. El voluntarista ignora que el hombre no está creado para querer en forma autónoma desde su propia voluntad, ni siquiera para querer cosas buenas. Está creado para querer lo que la Voluntad divina quiera en su providencia. Debe querer, como decía Santa Maravillas, «lo que Dios quiera, como Dios quiera y cuando Dios quiera». Cualquier volición humana, desvinculada o contraria a la voluntad divina, crea en el hombre necesariamente preocupaciones, ansiedades, temores, vanas tristezas, vanas alegrías… «Porca miseria». El hombre tiene que querer todo, solo y aquello que Dios quiere: ni más, ni menos, ni otra cosa, por buena que ésta sea. «Su alimento» tiene que ser hacer siempre, con la ayuda de la gracia, la Voluntad divina, y no la propia, por «santa» que ella sea –que no puede serlo, si es propia–. ¿Tan difícil es entenderlo?…
Evitación sistemática del martirio. El voluntarismo, en cualquiera de sus formas –pelagiana o semipelagiana– excluye por principio el martirio, es decir, la Cruz de Cristo. La ruina del cristianismo en Occidente en los últimos siglos viene principalmente de este error.
–Los católicos, como discípulos humildes de Jesús, saben que todo el bien es causado por la gracia de Dios, y que el hombre co-labora en la producción de ese bien dejándose mover libremente por la moción de la gracia, es decir, se mueve movido por la gracia divina. Dios y el hombre se unen así en la producción de la obra buena como causas subordinadas, en la que la principal es Dios y la instrumental y secundaria el hombre. Los cristianos fieles a la voluntad de Dios se mueven movidos por ella, incondicionalmente, sin cálculos humanos de eficacias previsibles.
Por eso, al combatir el mal y al promover el bien bajo la acción de la gracia, no temen verse marginados, encarcelados o muertos. Llegada la persecución –que en uno u otro modo es continua en el mundo–, ni se les pasa por la mente pensar que aquella fidelidad martirial, que pueda traerles desprecios, marginaciones, empobrecimientos, desprestigios y disminuciones sociales o incluso la pérdida de sus vidas, va a frenar la causa del Reino en este mundo. Están ciertos de que la docilidad incondicional a la gracia de Dios es lo más fecundo para la evangelización del mundo, aunque eventualmente pueda traer consigo proscripciones sociales, penalidades y muerte. Están, pues, prontos para el martirio.
–El voluntarismo antropocéntrico, por el contrario, ha producido en los últimos siglos un falso cristianismo, que ignora la primacía de la gracia, la primacía absoluta de la voluntad salvífica de Dios –tan desconcertante a veces: la Cruz–. Piensan entonces muchos cristianos que la obra buena, en definitiva, procede solo de la fuerza del hombre (pelagianismo), o a lo más que procede en parte de Dios y en parte del hombre (semipelagianismo).
Y lógicamente, en esta perspectiva voluntarista, los cristianos, tratando de proteger la parte suya humana, no quieren perder la propia vida o ver disminuída su fuerza y prestigio; más aún, estiman imposible que Dios quiera hacer unos bienes que puedan exigir en los fieles marginación, persecución o muerte. Dios «no puede querer» en ninguna circunstancia que el hombre se arranque el ojo, la mano o el pie (Mc 9,43-48), pues esta disminución de la parte humana debilitaría necesariamente la obra de Dios en el mundo.
En consecuencia, rehuyen el martirio como sea, en conciencia, en cualquiera de sus formas. Tratan por todos los medios de estar bien situados y considerados en el mundo; procuran, haciéndose cómplices al menos pasivos de tantas abominaciones mundanas, estar a bien con los poderosos del mundo presente. Así, de este modo, podrán servir mejor al Reino de Dios en la vida presente. «Salvando su vida» en este mundo, esperan conseguir que su parte humana colabore mejor y más eficazmente con la parte de Dios en la salvación del mundo.
Igualmente la Iglesia y cada cristiano deben evitar cualquier enfrentamiento con el mundo, eludiendo toda actitud que pueda desprestigiar el Evangelio ante los mundanos, o dar ocasión a persecuciones, pues una Iglesia debilitada y mártir, debilitada su fuerza humana, no podrá co-laborar eficazmente con Dios, no podrá servir en el siglo presente la causa del Reino. Todo aquello que es una pérdida de influjo social, de posibilidad de acción, de imagen atrayente, es una miseria, no tiene gracia alguna. El martirio es malo incluso para la salud… Así piensan bajo el influjo del Padre de la Mentira.
La Iglesia voluntarista, puesta en el mundo en el trance del Bautista, se dice a sí misma: «no le diré la verdad al rey, pues si lo hago, me cortará la cabeza, y no podré seguir evangelizando. Yo debo proteger ante todo el ministerio profético que Dios me ha confiado». ¡Cuántos Obispos, párrocos, teólogos, padres de familia, profesores, misioneros, laicos comprometidos y feligreses de toda índole piensan y actúan así! Por el contrario, sabiendo que la salvación del mundo la obra Dios, la Iglesia, la Iglesia verdadera de Cristo, dice y hace la verdad, sin miedo a verse pobre y marginada. Y entonces es cuando, sufriendo persecución, evangeliza al mundo: «no te es lícito tener la mujer de tu hermano».
Horror a la Cruz, buscando eficacias. Los cristianos afectados de pelagianismo o semipelagianismo, por el camino suyo, tan razonable, van llegando poco a poco, casi insensiblemente, a silencios y complicidades con el mundo cada vez mayores. Lo vemos en una de sus formas más escandalosas en muchos «políticos católicos», absolutamente estériles para la causa de Cristo. Quieren guardar la cabeza sobre sus hombros, y conservar su escaño… Cesa entonces la evangelización de los pueblos, de las instituciones y de la cultura.¡Y así actúan quienes decían estar empeñados en impregnar de Evangelio todas las realidades temporales!
No será raro así que al abuelo, piadoso semipelagiano conservador, tenga un hijo pelagiano progresista; y es incluso probable que el nieto baje otro peldaño, y llegue a la apostasía. De todo lo cual hablo más ampliamente en dos libros, De Cristo o del mundo y El martirio de Cristo y de los cristianos.
Cuando el bien y el mal son dictados por la mayoría –trátese de una mayoría real o ficticia, inducida por los poderes mediáticos y políticos–, el martirio aparece como una opción morbosa, excéntrica, opuesta al bien común, insolidaria con la sociedad general. Los cristianos semipelagianos no quieren de ningún modo que se debilite la parte humana con la que pretenden colaborar con el Salvador: se callan, se disfrazan y pasan por lo que sea «para no ser perseguidos por la cruz de Cristo» (Gál 6,12). Reconozcamos que este grave error es con frecuencia en buenos cristianos inculpable, porque sufren una «ignorancia invencible», invencible de hecho en ellos, porque nadie les ha dicho la verdad evangélica. Pero otras veces es culpable, cuando se avergüenzan del Evangelio y del Magisterio apostólico: silencios clamorosos, anticoncepción habitual, complicidades con el poder político perverso, conflicto de valores, moral de actitudes, opción por el mal menor, situacionismo, consecuencialismo, etc.
Según esta visión el obispo, el rector de una escuela o de una universidad católica, el político cristiano, el párroco en su comunidad, el teólogo moralista en sus escritos, es un cristiano impresentable, que no está a la altura de su misión, si por lo que dice o lo que hace ocasiona grandes persecuciones del mundo. Con sus palabras y obras, es evidente, desprestigia a la Iglesia, le ocasiona odios y desprecios del mundo, dificulta, por tanto, las conversiones, y es causa de divisiones entre los cristianos. Debe, pues, ser silenciado, marginado o retirado por la misma Iglesia. Aunque lo que diga y haga sea la verdad y el bien, aunque sea el más puro Evangelio, aunque guarde perfecta fidelidad a la tradición católica, aunque diga o haga lo que dijeron e hicieron todos los santos. Fuera con él: no queremos mártires. En la vida de la Iglesia los mártires son un lastre, una vergüenza, un desprestigio. No deben ser tolerados, sino eficazmente reprimidos por la misma Iglesia.
Qué tristeza. Si el martirio implica un fracaso total –la cruz del Calvario–, si consiste en sufrir un rechazo absoluto del mundo, está claro que el martirio es algo sumamente malo, algo que debe evitarse como sea. Por el mismo bien de la Iglesia. Algunos cristianos insensatos quizá piensan que la Iglesia evitadora del martirio, la que «guarda su vida» en este mundo, será una Iglesia próspera, atractiva y alegre en la vida presente. Pero eso es como suponer que la esposa infiel, que se entrega al adulterio, será una mujer alegre. No, es todo lo contrario; es una mujer muy triste. Lo que alegra el corazón humano es lo que viene de Dios: el amor, la fidelidad, la abnegación, la entrega en el amor. Por el contrario, la infidelidad es traición al amor, y solo puede traer tristeza. Los mártires son alegres y los apóstatas son tristes. «En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, quedará solo; pero si muere, llevará mucho fruto. El que ama su vida, la pierde; pero el que aborrece su alma en este mundo la guardará para la vida eterna» (Jn 12,24,25). Es así. Es palabra de Cristo.
José María Iraburu, sacerdote
Índice de Reforma o apostasía
27 comentarios
Las preocupaciones consentidas son, pues, malos pensamientos, tan malos como los pensamientos obscenos consentidos. Son materia de confesión sacramental.
¿Está diciendo que las preocupaciones consentidas son pecado mortal? ¿o podemos hablar de pecado venial?
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JMI.- Pos hombre, LFdo, ese pecado de preocupación consentida (de falta de confianza en Dios) puede tener variantes innumerables, desde ser una imperfección, apenas o nada culpable, condicionada quizá por una depresión psico-somática (más una cruz que un pecado), o ser un pecado venial, hasta ser un gravísimo pecado de desesperación, de no creer en el amor que Dios nos tiene y en la solicitud misericordiosa de su providencia con nosotros. O sea que eso: depende.
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JMI.- He de tratar más adelante del tema. Siga leyendo con paciencia los posts.
Sin embargo, conozco ordenes bastante ortodoxas por aquí, en Argentina, de sotana llevar y prédica descarnada de retiros ignacianos, que -en mi opinión- sostienen una espiritualidad semipelagiana, voluntarista. Ellos predican el martirio, y la necesidad de agere contra el mundo, las modas, y critican ácidamente al progresismo reinante.
Lo que quería preguntarle es si, focalizando la cuestion exclusivamente en la espiritualidad afectada de semipelagianismo, los sintomas no son mas específicos, en las almas de quienes se abrazan a estos grupos (a veces huyendo de la parroquia escandalosa que les toca). Lo digo por algo de experiencia propia, y algo de ajena, y me refiero a tensiones espirituales, que en casos graves llevan a depresiones, neurosis, y terminan con curas que cuelgan la sotana, laicos lastimados, gente que pierde la fe.
¿Puede explayarse un poco sobre esto? Pues sucede que a veces alguno se acerca a ciertos grupos atraido por una liturgia digna, por la ortodoxia doctrinal, etcétera, pero termina desilusionandose, o frustrándose, porque todo eso viene con un "combo" de espiritualidad voluntarista.
Desde ya muchas gracias, y espero tener la gracia de poder asistir a otro retiro predicado por Usted en Argentina.
Rodion
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JMI.- Son problemas que no puedo aconsejarle. No sé qué posibilidades de grupos puede haber a su alcance. En todo caso, puede haber grupos que, aunque tengan su ramalazo voluntarista, son buenos, y pueden ayudarle mucho. Teniendo Ud. cuidado con ese ramalazo, si se da, para que no se le pegue.
Respecto a lo primero: agobios y preocupaciones, tensiones y angustias, convendría airear la doctrina tradicional de la ascética y la mística de la MEMORIA; una verdad tan práctica como ignorada. La memoria, la conciencia del yo del hombre carnal y mundano, es un indecible desastre; una casa sin puertas ni ventanas, en la que cualquier intruso entra, incomoda y atormenta el ánima a placer.
Respecto al segundo aspecto: HORROR AL MARTIRIO, pues es aquello de perseverar con Cristo en Getsemaní y sumir nuestra parte de aquel Cáliz. En cualquier caso, el entusiasta semipelagiano, tan solo ve asomar el leño de la cruz y huye despavorido el pobre. En las noches, adversidades, incomprensiones, fracasos, etc, es ahí donde se aquilatan los amigos fuertes de Dios. Y otros se avergüenzan y huyen. Y nos perdemos aquella Gracia, aquella Vida pensada para nosotros. Nos avergonzamos de la Cruz en nuestra vida y en la de los demás. La Cruz es absolutamente intolerable para el alma pelagiana. Y huímos. Pero huir de la cruz, es siempre MÁS CRUZ.
Tal vez las personas actuales no nos demos cuenta de la gravedad de lo que hacemos o dejamos de hacer, no nos tomamos el cristianismo como algo radical, en lo que no caben medias tintas. Tenemos que notar que nos cuesta mucho ser buenos cristianos: notar las críticas, las medias sonrisas de nuestros compañeros de trabajo, la incomprensión de nuestra familia o amigos, incluso de otros cristianos tal vez más fríos...Si no notamos nada de eso, malo.
Los buenos cristianos, siempre "han dado la nota", son incómodos, hacen plantearse su vida a los demás.
Me gusta que alguien me recuerde que tengo que, con la ayuda del Señor y de Nuestra Madre, espabilar, porque no sé ni el día ni la hora.Le pide su bendición Susi
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JMI.- Bendición.
Una pregunta: ¿podría explicarnos sucintamente consejos para amar la cruz y no renegar de ella?
Gracias
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JMI.- Sucintamente. Se ama la Cruz amando al Crucificado, nuestro Salvador.
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JMI.- Sin duda alguna, el Catecismo de la Iglesia Católica. Pero, según lo que le vaya interesando, seguro que alguien de fiar puede aconsejarle bibliografía. Libros buenos hay muchos sobre cualquier tema.
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JMI.- No es un comentario al post. Pero, bueno, pase.
"A ocuparse y no preocuparse" que dicen mucho los del Opus.
Ya, ya, no sabes como te comprendo. Yo tampoco creo poder ver " en vivo y en directo" las guías adecuadas.
Entre por casualidad en un post que iniciaba así: "No sé yo si voy a ser capaz de entender algo.
Entenderá bastante menos que la mayoría; pero algo, algo, con el favor de Dios, sí entenderá. "
De momento, el Catecismo como dice el Padre, y leer todos sus post con detenimiento.
Y en ello estoy, voy muy atrasada, no lo entiendo todo, y no estoy tampoco segura de entenderlo bien. Paciencia y confiar en la voluntad de Dios, hace un mes ni sabia que no sabia...ahora sigo siendo ignorante, pero con mas prudencia.
Gracias Padre, a seguir.
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JMI.- El Señor le llevará adelante por el camino de la sabiduría, porque es humilde (por don de Dios, claro).
"Si alguno de vosotros se halla falto de sabiduría, pídala a Dios... y le será concedida. Pero pida con fe, sin vacilar en nada" (Sant 1,5-6).
Que las malas o deficientes, aunque aparentes, obras o voluntad, no llevan a ningún buen sitio, sin cambio previo, es algo evidente.
Se ven pocas obras realmente bien encaminadas; se ven muchas más que buscan resultados con mentalidad mundana, no cristiana.
No sé si serán varios los caminos de llegar a Cristo, de alcanzar el estrecho camino de la Vida, pero creo que si se siguen los dictados de la conciencia, con la intención de hacer el bien de verdad a las personas, sí se logra (no queriendo esto decir, por supuesto, que debido sólo a esto). Para cumplir los mandatos de Jesús hay que ejercitar la voluntad también.
Y ¿ no se negó Jesús en una ocasión a ser presentado como el Salvador del Mundo, por San Juan el Bautista, refiriendo que Él conocía a sus ovejas y sus ovejas lo conocían a Él"; y también la frase de Jesús: "El que anda en la verdad, escucha Mi Voz". ¿No se está hablando de un estado previo a reconocer la Voz de Jesús (por supuesto que no previo a Jesucristo, que es principio de todo)?
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Impactante afirmación la suya, Padre.
Sí, efectivamente, yo puedo atestiguar que mi educación en un hogar progresista y en escuelas progresistas, tenía por principales apotegmas los siguientes :
"Querer es poder"
"Hay que tener fuerza de voluntad"
"Hay que estar orgulloso de sí mismo".
Y otras por el estilo.
Como bien lo señala Catholicus y lo amplío yo, poner la mira en la actitud del cristiano frente a la posibilidad martirial -la cual ha cambiado ciertamente- daría pie para una oportuna revisión de la historia profana y eclesiástica de la modernidad desde una óptica diferente, y a mi juicio más provechosa y esclarecedora.
Que esto tiene mucho que ver con el "humo de Satanás" que advirtió Paulo VI, a mi se me hace evidente.
http://www.gratisdate.org/fr-textos.htm
En una época donde proliferan como moscas "manuales de autoayuda", donde causa horror entrar por la puerta estrecha, habría que decirle a cada uno de los cristianos del mundo que sólo hay un verdadero manual de autoayuda, abrazar la Cruz de Cristo, crucificarnos con él y que -más allá de nuestros esfuerzos- sea Él el que viva en nosotros.
San Pablo, el hombre más grandioso que nos dió la Providencia divina.
Mi duda es que a veces hacemos algo por propia iniciativa, nos parece bien, pero ignoramos si se acompasa al querer divino. Rezamos para que se nos aclare y de repente nos tenemos clara la respuesta.Qué debemos hacer?
Es posible caer en una herejía sin darnos cuenta?
Ns perdonará nuestro Padre de ese actuar embrollado?
Podemos ser semipelagianos sin darnos cuenta?
Otra pregunta, las reglas que siguen algunos conventos ¿es vivir de la gracia?
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JMI.- La docilidad a la gracia es normalmente causa de paz y gozo, pero claro que puede ser dolorosa: "si alguno...tome su cruz y sígame".
En un instituto religioso sus miembros viven de la gracia ¿de qué si no? Y Dios, que ha suscitado ese concreto camino de perfección, aprobado por la Iglesia como tal, les asiste para que se santifiquen cumpliendo las Reglas que han profesado: que han profesado, por supuesto, vocacionados/das por Dios para ello. Es Dios quien da la vocación de dominico, de cartujo, de hija de la caridad... a "esta" persona.
Escribí una vez un comentario en un post de Luis Fernando sobre el sentido del sufrimiento. En él explicaba que recientemente mi esposa ( tengo dos hijos pequeños ) había sido diagnosticada de una gravísima enfermedad. Exponía nuestra desesperación, mi hundimiento, mi absoluta dolor e impotencia. Luis Fernando ,e repsondió con un comentario que guardo en mi alma.
No piensa usted que en ciertos momentos de dolor, de "incomprensión", de negrura, es humano desesperarse, e incluso un cristiano ( pecador, imperfecto, débil como yo, pero cristiano al fin ) puede verse inundado de sufrimiento???...no es razonable pensar que Dios en su infinita Misericodia "comprenderá" nuestra debilidad, si finalmente conseguimos entregarnos a Él, totalmente y sin límite alguno?
En fin, quizás no me explique bien, lo que quiero decir es que con independencia del semipelagianismo, y esa voluntad de "huir de la Cruz y del dolor", las pruebas extremas generan un dolor humano, del que es imposible salir sin la Gracia. Pero esa "salida" puede durar años o incluso toda una vida.
Gracias.
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JMI.- Busque siempre la ayuda en el Señor, y especialmente en Cristo Crucificado. Y búsquelo en la oración. Recuerde la escena de Getsemaní: Jesús, "entrando en agonía [de angustia] oraba con más fervor y su sudor vino a ser como gotas de sangre" (Lc 22,44). El que tanto sufrió para salvarnos es el único que puede consolarnos. Vea 2 Corintios 1,3-5: Dios de todo consuelo.
Pediré (pediremos) por Uds.
Si me permite me gustaría mencionar algo curioso que me pasó leyendo parte de su artículo; casi al final cuando habla de martirio:
“…Aunque lo que diga y haga sea la verdad y el bien, aunque sea el más puro Evangelio, aunque guarde perfecta fidelidad a la tradición católica, aunque diga o haga lo que dijeron e hicieron todos los santos. …. No deben ser tolerados, sino eficazmente reprimidos por la misma Iglesia.”
Estas, y otras palabras, me recordaron la difícil misión que Oscar Romero tuvo que llevar a cabo en sus tres años como Arzobispo de San Salvador. (Ciertamente no tuvo mucho apoyo por parte del Papa anterior.) Pero lo curioso: a lo que me refería al principio del comentario, es que después de pensar en Oscar Romero, usted termina su artículo con la cita del Evangelio (el grano de trigo que da fruto cuando muere) que Romero leyó y explicó en la Misa donde fue derramada su propia sangre, como la de Zacarías: “entre el altar y el santuario” (Lc 11: 51)justo después de su homilía en la quw recalcó este mensaje de Jesús.
Si alguien quiere ver la enorme fe y entrega a la voluntad de Dios de Oscar Romero y la dificultad de predicar el Evangelio a los que son contrarios a Él (aunque digan creer en Dios) puede ver aquí la película sobre él (con Raul Julia y Richard Jordan)
http://www.youtube.com/watch?v=MrM2tvDRkxk&feature=related
He estado siguiendo sus artículos con muchísima atención y con mucho respeto ya que son de grán profundidad y le aseguro que todavía no he terminado de entenderle/comprenderle.
Son ya muchas las entregas que nos ha hecho para edificación nuestra y reflexión. Le aseguro que he encontrado pocas cosas que me sirvan. Con toda seguridad porque no he sabido entenderle y tal vez porque usted no se haya explicado mejor.
En mi vida cotidiana yo tengo grandes preocupaciones y de poco me sirve tener la mente y el alma serena y tranquila y confiar en Dios la resolución de mis tribulaciones.
Me preocupa la hipoteca.
Me preocupa el vehiculo que lleva un mes en el garaje y sin el cual mi vida se hace dificil ( muy dificil)
Me preocupa el segundo pago de la matrícula de la universidad de mi hija.
Me preocupa que mi hijo lleve tan mal los estudios y se muestre tan rebelde en casa.
Son muchas cosas, estimado blogger, y le aseguro que no son moco de pavo.
Y yo lo que deduzco de todas estas enseñanzas es que ni lo uno ni lo otro.
Lo importante es tratar de discernir la voluntad de Dios, siempre y en todo momento. Y eso requiere un esfuerzo grande y permanente, mediante la oración, la reflexión... esfuerzo que podría verse afectado y perjudicado por un exceso de ocupación. Se trata de ir de la persona a las obras, del interior al exterior, y no al revés.
Usted me dirá si me equivoco, Padre.
Yo también tengo hipoteca, y coche, y futuro incierto, aunque no tengo hijos. ¿Y qué?
Hay que ocuparse, pero no preocuparse, que diría el Padre Larrañaga.
Los artículos del P. Iraburu recuerdan verdades muy elementales de la Fe, que a todo el mundo se le han olvidado.
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JMI.- ..."el hecho de que esos santos canonizados estuvieran en parte en esos errores". No es así. Ya he dicho que los santos han tenido una experiencia plenamente verdadera de la gracia, aunque a veces, en algunos temas, por condicionamientos de época, hayan podido tener expresiones verbales deficientes.
Oremus ad invicem.
Mi aportación sería aplicar también lo de San Francisco de Sales:"Se cazan más moscas con una gota de miel que con un barril de vinagre", es decir poner más dulzura en la forma en que realizamos todas estas denuncias tan justas que hace usted y que debemos también denunciar nosotros en nuestra vida ordinaria.
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JMI.- Eso, en general, es verdad.
Pero piense que a veces si no se habla fuerte, en plan electrochock, le gente no se entera y sigue en lo que piensa.
Mire Ud. cómo habla Cristo, con que fuerza tan tremenda: ¡Raza de víboras! Coláis un mosquito y os tragáis un camello, Sepulcros blanqueados... Sacudía fuertemente la mente y el corazón de los hombres, porque quería MUCHÍSIMO su bien.
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