(239) Notas bíblicas –2. Protestantismo liberal
–Estos antecedentes explican «cómo está el patio», el tema de su artículo anterior.
–Me asombra a veces la lucidez de algunos discernimientos suyos, conociendo yo su nivel intelectual.
Una degradación de la exégesis en el mundo protestante era previsible, una vez asentado por Lutero el principio del libre examen de las Escrituras. Pero esa degradación se agravó de forma extrema en el siglo XIX, cuando la exégesis se vió dominada por el pensamiento filosófico y teológico iniciado en el siglo XVIII, en el marco de la Ilustración. Fue entonces cuando la Sagrada Escritura dejó de ser sagrada para aquellos exegetas que la comenzaron a corroer desde dentro como termitas. Y es que la Escritura no puede mantenerse separada de la Tradición y el Magisterio: los tres forman un triángulo equilátero, en el que cada lado sostiene a los otros dos (Vat. II, DV 10). Nunca pensó Lutero que dejando sola a la Escritura, sola Scriptura, acabaría el luteranismo sine Scriptura, y lo mismo las otras antiguas confesiones de la Reforma: es decir, al borde de la extinción.
Los límites del blog me obligan a sintetizar al máximo la gran complejidad de los sistemas de pensamiento que llevaron al liberalismo exegético y teológico del XIX, primero en el campo protestante y después en el modernismo nacido en el campo católico. Pero aunque sea en forma precariamente simplificadora, esa síntesis previa conviene señalarla.
En todo caso, podemos decir que todos los autores y sistemas de esa época tienden a dar al pensamiento personal la primacía sobre la realidad objetiva. Es, pues, en este tiempo cuando el concepto mismo de la verdad, como adecuación de la mente a la realidad (adæquatio intellectus ad rem), sufre una inversión total de incalculables consecuencias. Incalculables entonces: ahora las conocemos en la cultura presente. Vincularé esta síntesis a unos pocos Autores, primero del área protestante, y en el siguiente artículo del área modernista.
Kant, Emmanuel (Königsberg 1724-1804), educado en una secta pietista protestante, sin salir nunca del territorio de Königsberg, dedicado a la filosofía como profesor de lógica y metafísica, y sin ser propiamente teólogo, viene a ser quizá el inspirador principal de la revolución teológica del XIX. Pretende liberar al hombre del estado infantil de su razón, que apoya siempre su ejercicio en datos exteriores, como la religión. Advierte, sin embargo, que la razón puede llegar a conocer su pensamiento, el fenómeno, por no la realidad, el ser en sí. La verdad kantiana es la conformidad del pensamiento consigo mismo. Después de sus dos libros sobre la La Crítica de la razón, pura y práctica, publicó La religión dentro de los límites de la sola razón (1793). En esta obra se halla una de las raíces principales de la exégesis desmitologizadora del Nuevo Testamento, y especialmente de los Evangelios.
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich (Stuttgart 1770-1831), partiendo de Kant, elabora una nueva filosofía, afirmando el cambio progresivo universal y permanente. Como ya había enseñado Heráclito, el ser propiamente no es: todo es un puro cambio. Lo racional es lo real y lo real es lo racional. La historia es necesariamente progresiva, de tal modo que todo lo que procede de otra cosa es necesariamente superior a ella: todo lo anterior es inferior. Y el proceso dialéctico es capaz de superar las contradicciones del progreso en tres fases que se alternan siempre: tesis-antítesis-síntesis. Dios no existe antes que el hombre, sino que es el fruto del pensamiento de éste. El panteísmo ateo de Hegel señala, pues, un Deus in fieri, siempre en potencia, que aún no lo es y que jamás llegará a serlo. La religión hegeliana es pura intelectualidad panteísta, que se mantiene integrada en la filosofía y superada por ésta.
Es de notar que todos los filósofos de la Ilustración germánica –Kant, Fichte, Schelling, Hegel, Nietzsche, Feuerbach, Marx– atacan la religión, combatiendo la idea de un Dios transcendente. La Revelación cristiana es mero producto de la imaginación de los creyentes. Y es evidente que, de un modo u otro, toda la exégesis y teología liberal, protestante o modernista, tiene su origen principal en estos autores, al menos en el ambiente mental creado por ellos.
La exégesis racionalista crítica, exigida por la filosofía y la teología liberal, se inicia a comienzos del siglo XIX y combate directamente todo lo que acerca de la Sagrada Escritura había sido profesado hasta entonces tanto por la fe católica como por la creencia luterana. Los filósofos de la Aufklärung ya dejaron establecido firmemente que Dios era una mera proyección de la mente humana, y que los Evangelios eran un conjunto de relatos inaceptables en lo que referían de Jesús y especialmente de sus pretendidos milagros. El principio racional naturalista es inexorable: todo lo que se afirme por encima o por fuera de las leyes naturales no ha existido, «no pudo ser». Pueden ellos admitir –hasta ahí alcanza su tolerancia– que algunos acepten y tomen como camino de su vida el Evangelio; pero siempre que reconozcan que en él todo es puro símbolo, expresiones metafóricas y relatos míticos.
No hay, lógicamente, unanimidad entre los exegetas críticos liberales, pero sí es cierto que parten todos más o menos de unas premisas filosóficas semejantes y tienen una oriantación común. Incluso es relativamente frecuente que entre unos y otros tengan combates polémicos en ocasiones muy fuertes. Recordaré algunos nombres más significativos.
Reimarus, Hermann Samuel (1694-1768) inició a mediados del XVIII lo que podríamos llamar la búsqueda del Jesús histórico. Según él no fue Jesús un Mesías transcendente y salvador universal, sino un predicador profético-político, que no consiguió atraer al pueblo y que fue ajusticiado. La obra de Reimarus se adelantó a su tiempo y tuvo un efecto muy reducido. No dejó discípulos, y solamente una parte de las 4.000 páginas de sus escritos fue publicada después de su muerte por Lessing. En esa obra póstuma se comprueba que Reimarus no creía ni en milagros, ni en la divinidad de Cristo, y que para él los Evangelios eran solamente un conjunto de relatos inventados por los discípulos de Jesús y puestos por escrito muy tardíamente. Escribe:
«Hasta treinta o sesenta años después de la muerte de Jesús no se comenzó a escribir un relato de sus milagros: y esto se hizo en una lengua que los judíos no conocían. Y todo esto ocurría en un tiempo en que […] vivían ya muy pocos de los que habían conocido a Jesús. Nada, por tanto, más fácil para los autores de los evangelios que inventar tantos milagros como quisieron, sin miedo a que sus escritos fuesen refutados».
Lessing, Gotthold Ephraim (1729-1781) es uno de los principales escritores alemanes de la Ilustración, y junto a sus dramas y ensayos, trató también de temas filosófico-religiosos. En el mundo protestante fue uno de los primeros en dudar de la veracidad de la Biblia, y propugnaba un «Cristianismo de la Razón», ajeno a revelaciones divinas y sobrenaturalidades, lo que le atrajo numerosas críticas.
Strauss, David Friedrich (1808-1874), que estudió para ser pastor, fue alumno de Schleiermacher, Friedrich (1768-1834), iniciador de la teología de la experiencia, que entendía la fe ante todo como un sentimiento. Pero se vió influido sobre todo por Baur, Ferdinand Christian (1792-1860), fundador de la escuela de Tubinga, a quien siguió en 1825. Siendo Strauss profesor en el seminario luterano de Tubinga, escribió muy joven la Vida de Jesús (1835), que quizá en el ámbito protestante, especialmente en el luterano, fue el libro que más profundamente marcó la exégesis con las claves del racionalismo crítico. En él queda claramente contrapuestos el Jesús histórico y el Cristo de la fe.
Los Evangelios no son literatura histórica, sino mitos creados por una comunidad cristiana, que evoluciona su idea en constante progreso, y que son puestos por escrito muy tardíamente, hacia fines del siglo II. Un conjunto numeroso de relatos legendarios vienen a enterrar definitivamente los hechos históricos ciertos. Los dogmas no son verdades reveladas por Dios, sino generadas en una historia de las comunidades cristianas, que debe ser estudiada simplemente por el método histórico y crítico. El Jesús de Strauss, con el escrito Sobre la religión: discursos a las personas cultivadas entre sus detractores (1799) de Schleiermacher, fueron dos obras de gran influjo, que suprimen toda la base histórica de la fe cristiana, reduciendo los Credos a puros mitos ideológicos en permanente evolución.
Este miticismo exegético fue apoyado en Alemania por Ritschl, Albrecht (1822-1889). En Francia halló un gran difusor en Renan, Joseph Ernest (1823-1892), filólogo e historiador del racionalismo liberal. Su obra La vida de Jesús (1863) tuvo un influjo muy notable en los medios cultos de su época. También fue importante el influjo de Sabatier, Louis-Auguste (1839-1901), teólogo calvinista: Esbozo de una filosofía de la religión según la psicología y la historia (1897). Quiso reconciliar en sus estudios la ciencia y la fe cristiana, pero se fue alejando de ésta cada vez más, aunque siempre vió el cristianismo como el culmen de la historia de las religiones. Los dogmas cristianos, sin embargo, en la evolución imparable de la religión, se hacen obsoletos, pierden su significación, y quedan reducidos a fórmulas vacías.
Harnack, Adolf von (1851-1939), teólogo luterano, reacciona en contra de la tendencia mitológica de la exágesis y de la teología, y partiendo de premisas racionalistas y positivistas, pretende purificar de dogmas el Evangelio estudiándolo simplemente por el método histórico-crítico. Los dogmas, ya desde el siglo II, van construyéndose según el espíritu griego sobre el suelo de Evangelio, llegando a ocultarlo. La recuperación del verdadero cristianismo exige una deshelenización del cristianismo, centrándolo en el Reino, la paternidad de Dios, la dignidad del hombre y el mandamiento del amor.
Bultmann, Rudolf (1884-1976), teólogo protestante, rechaza como fuentes históricas los Evangelios, aceptando las críticas exegéticas liberales de autores precedentes. Para él todo o casi todo en el Evangelio es creación de la comunidad cristiana primitiva. Por eso, reconociendo la imposibilidad de llegar al Jesús histórico, se centra en el Cristo de la fe, pero de una fe que rechaza totalmente la dogmatización helenizante del cristianismo, iniciada ya muy pronto en la Iglesia. Bultmann afirma la necesidad, en primer lugar, de una reinterpretación total del Evangelio, que exige una desmitologización plena de ellos, eliminando de sus páginas todos los aspectos sobrenaturales. Y al mismo tiempo es preciso liberarlos de la sujeción a los dogmas de la Iglesia, reinterpretándolos en una clave existencialista, que el Autor asume en buena parte de la filosofía de Heidegger.
Las tesis bultmannianas alcanzaron en la primera mitad del siglo XX una cierta primacía en el mundo de la exégesis y de la teología protestante. E incluso a partir de mediados del siglo pasado, llegaron a influir, hasta el día de hoy, en una buena parte de los exegetas y teólogos católicos. La posición de Bultmann, como la de la mayoría de los autores protestantes, aunque todos ellos por diversos caminos teóricos, lleva necesariamente a un fideismo cristiano, que destruye críticamente la historicidad de los Evangelios, y al mismo tiempo asume acríticamente el pensamiento predominante de la época, en el caso de Bultmann, la antropología heideggeriana. Y así es como se llega al horror máximo: la palabra humana silencia la Palabra divina revelada, la oculta y la sustituye.
El liberalismo protestante encuentra ya a comienzos del siglo XX críticos notables en su propio mundo. Autores como el suizo Barth, Karl (1886-1968) o como el alsaciano Schweitzer, Albert (1875-1965), entre otros varios, rompen con esas orientaciones exegéticas y teológicas ampliamente imperantes en el siglo XIX.
Schweitzer afirma que el gran interés mostrado hasta entonces por la historia de Jesús y de los Evangelios, en los principales autores protestantes o agnósticos, iba dirigido a un fin muy preciso: «la investigación histórica sobre la vida de Jesús no nació de un interés puramente histórico, sino que más bien buscaba en el Jesús de la historia una ayuda en la lucha contra el dogma, por liberarse del dogma» (Investigaciones sobre la vida de Jesús, EDICEP, Valencia 1990, pg.53).
Los criterios principales del protestantismo liberal en la exégesis ya los he ido señalando al exponer el pensamiento de varios autores más significativos. Sus exegetas, más o menos, no todos en el mismo grado y modo, por supuesto, todos piensan y enseñan según los seis criterios que siguen:
1.–Una pésima filosofía está en la raíz de las exégesis liberales protestantes; sea la de Kant, Hegel, Heidegger u otros autores: todos ajenos al realismo metafísico de la filosofía verdadera. Los principios que fundamentan la arbitrariedad falsa de la exégesis protestante liberal no son científicos –el método histórico-crítico y otras vías igualmente legítimas de investigación hermenéutica de la Biblia–, sino filosóficos. Establecen como criterios una teoría del conocimiento, una metafísica, una antropología que son falsos.
2.–Mitos, leyendas, creaciones de tradiciones populares constituyen la trama constante de los Evangelios. No puede hallarse en ellos información histórica, aunque a veces lo aparenten, sino relatos que expresan doctrinas e ideales, ilusiones e invenciones devocionales.
3.–No es Dios el autor principal de los Evangelios, sino los hagiógrafos humanos y las comunidades cristianas en las que viven, sujetas, como todo lo mundano, a una inexorable evolución continua. Los conceptos de inspiración y de inerrancia quedan, pues, ya sin validezreal.
4.–Lo sobrenatural no puede introducirse y actuar en lo natural, cuyo mundo está herméticamente cerrado en sí mismo. Los milagros, las apariciones de Cristo resucitado, etc. no fueron reales e históricas, porque, simplemente, «no pudieron darse». Y lo que no puede ser es imposible. Punto.
5.–Los Evangelios y demás textos neotestamentarios fueron escritos tardíamente. No son relatos directos de testigos presenciales de ciertos hechos, sino composiciones literarias publicadas bastante tiempo después de los mismos hechos referidos, cuando ya apenas quedan testigos que pudieran desmentir los relatos.
6.–La exégesis bíblica, para ser científica, ha de limitarse a los métodos analíticos naturales: filología, géneros literarios, exámenes críticos de historicidad, etc., dejando a un lado por principio toda referencia a la Tradición cristiana exegética y al Magisterio apostólico; más aún, prescindiendo totalmente de la fe.
Bastan estos seis principios, aunque hay más, para caracterizar las coordenadas mentales que enmarcan la exégesis, y consiguientemente la teología, del protestantismo liberal. Estos criterios, por otra parte, vienen a ser los mismos en el modernismo nacido en el campo de la Iglesia Católica, como veremos, Dios mediante, en el próximo artículo.
José María Iraburu, sacerdote
Post post.–En algunas Iglesias locales son muchos los católicos, sobre todo entre los sacerdotes, religiosos y laicos más ilustrados, que se ven afectados por la mentalidad protestante liberal descrita, como puede apreciarse en Seminarios y Facultades, homilías y catequesis. Y si no se lo creen, vean ustedes “cómo está el patio” (238). La alternativa es única: reforma o apostasía.
Índice de Reforma o apostasía
41 comentarios
Estos días tengo que hacer un viaje.
+No sé si podré atender los comentarios convenientemente,
+y probablemente se retrasará el próximo artículo.
"Recen por mí", como dice el Papa.
Autores como el suizo Barth, Karl (1886-1968) o como el alsaciano Schweitzer, Albert (1875-1965), entre otros varios, rompen con esas orientaciones exegéticas y teológicas ampliamente imperantes en el siglo XIX.
LF:
Ahí está buena parte del drama que lleva viviendo la Iglesia en el último medio siglo. Tanto Barth como Schweitzer son protestantes. Conservadores, pero protestantes. Y no precisamente fundamentalistas creacionistas.
¿Dónde están los teólogos y exegetas católicos de renombre mundial -no sueltos por acá y por allá- que han plantado cara a esa basura infecta de la teología y exégesis liberal sin asumir en mayor o menor medida algunos de sus postulados?
No basta con combatir los excesos más patentes de dicha teología. Hay que ir a la raíz y arrancarla de cuajo. Y ni se ha hecho, ni se hace ni, salvo que llegue un gran reformador, se hará a corto-medio plazo.
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JMI.-Sí, tienes razón. Muy pocos escrituristas y teólogos católicos de los que, por pura gracia de Dios, se han visto libres o casi libres de la infección liberal exegética-teológica, han denunciado, sin embargo, abiertamente y con fuerza esa basura anti-evangélica que casi acaba con las comunidades procedentes de la Reforma y que tantísimo daño ha hecho y hace dentro de la Iglesia Católica. Académicamente sería algo sumamente incorrecto.
Que tenga un feliz y provechoso viaje en Cristo Jesús.
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JMI.-Esa cuestión es mínima, para las cuestiones que estamos considerando.
Yo conozco, sobre todo en América hispana, curas excelentísimos que acostumbran saludar a los feligreses al terminar la Misa. Y aman mucho a Jesucristo, no lo dude.
Cuando yo llevaba unas parroquias chicas, normalmente me quedaba rezando un rato los días de labor después de la Misa. Pero los domingos, al acabar la Misa, salía escopeteado para saludar y bendecir a feligreses que en toda la semana apenas veía nunca. Y creo que al Señor eso no le molestaba nada, y que le parecía muy bien.
Gracias por encomendar mi viaje al buen Jesús.
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JMI.-Muy unidos en Cristo, José Miguel.
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JMI.-Bueno, es que son muchos: Biedermann, Herrmann, Lang, Tillich, Robinson, etc. Y no estaría de más hacer una lista de "católicos", Hans Küng y tantos más. Pero ésta va de protestantes.
"Los evangelistas están impresionados por una certidumbre que han podido contemplar físicamente: ¡Jesús, a quién habían conocido carnalmente, ha resucitado y está vivo! Han podido comprobar con sus propios ojos que el cuerpo de Jesús no se corromperá en el sepulcro, puesto que ya no está. El sudario que envolvía la cabeza de Jesús aún estaba allí, al lado de otras vendas, pero aparecía misteriosamente enrollado, doblado y vacío. La constatación sorprendente del sudario vacío y no de la tan cacareada tumba vacía de que tanto nos hablaban en la Facultad, hará que Pedro y Juan empiecen en realidad a creer seriamente en la resurrección de Jesús. Después vendrán las apariciones. De hecho, cuando María Magdalena se da cuenta de que el sepulcro está vacío, no por eso cree que Jesús haya resucitado: “Se han llevado el cuerpo del Señor del sepulcro y no sabemos dónde lo han puesto.” (Jn 20,2), les dirá simplemente. Cuando más tarde Pedro y Juan corren hacia el sepulcro para ver qué ha pasado, primero entra Pedro y después Juan, y nos dice el evangelio que éste al ver cómo estaban puestas las vendas y el sudario “vio y creyó” (Jon 20,8) y que “hasta entonces no había comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos” (Jn 20,9). No se trataba de una reanimación del cuerpo sin más, como en el caso de Lázaro, a quien tuvieron que quitar las vendas que le envolvían. Estaban ante un hecho mucho más insólito. La carne, la sangre e incluso los huesos de Jesús se habían evaporado de entre las vendas y el sudario, todavía enrollados, para no ser ya jamás hallados, a no ser en un cuerpo glorioso y transparente, capaz de traspasar las paredes del Cenáculo"(Recuperar la fe en dos días).
...esa basura anti-evangélica que casi acaba con las comunidades procedentes de la Reforma
LF:
Y sin casi. Las iglesias nacionales luteranas de Europa se mueren y en EE.UU son poco más que un club de amigos. Los anglicanos están desapareciendo salvo allá donde son mayoría los de tendencia evangélica. Es decir, en África. Los reformados -anglcianos- se conservan algo mejor porque, aun herejes, siempre han sido más serios doctrinalmente.
Y lo más gracioso de todo esto es que los responsables del ecumenismo desde el lado católico intentan llegar a acuerdos con esos entes moribundos, a los que la doctrina, la Escritura, la Tradición, etc, les importa un pimiento.
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JMI.-Tisistecuestion.
Qué Dios lo acompañe en su viaje y lo cuide.
Lo esperamos pronto de vuelta.
Un afectuoso saludo.
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JMI.-Bendición +
Los teólogos en general, ya que no es posible determinar a priori quiénes serán bultmannianos ;-)) deberían escribir bajo seudónimo, indefectiblemente. Creo que no propongo nada nuevo...
Porque al fin, es para ser notorios ellos que escriben? O para el bien de la Iglesia? Y quien asegurase la certeza del seudónimo, sería la propia Iglesia, a través de los organismos que corresponden. Y si no les gustase, se fuesen a escribir libros de cocina, o de autoayuda con las runas y la madre tierra, que ahí sí podrían lucir sus nombres tan queridos.
Sobre el tema de la anotación, muchas gracias al Padre Iraburu por su trabajo. La verdad es que basta leerle un sólo artículo para tentarse las ropas antes de comprar libro alguno de teología, sin llevar una lista con uno,... incluso en librerías católicas.
Sé que es abusar, pero ¿sería posible una pequeña pestaña en InfoCatólica de libros recomendados o recomendables, según niveles?
Un saludo y bueno y fructífero viaje.
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JMI.-Sería posible. Pero de momento al menos no entra en nuestros planes de desarrollo de la página-web. Gracias.
Y que como usted bien lo señala, tiene por columnas centrales a los trabajos de Kant y de Hegel. Con innumerables predecesores y continuadores, pero de ellos es el mayor "mérito" al haber conseguido dibujar un sistema con aparente impecable lógica interna, pero basada en principios falaces. O sea, académicos y brillantes embustes.
Para quienes tenemos una preparación mediocre o pésima en filosofía, su claro diagnóstico nos abre los ojos. A lo cual ha ayudado no poco la formación filosófica que imparte Néstor Martínez en su blog de este portal.
Tengo entendido que a otro nivel, el P. Cornelio Fabro ha dedicado gran parte de su fecunda vida a desmontar el tinglado de embustes que fabricó el idealismo. Tinglado bajo el cual crecen como hongos después de la lluvia todas las barbaridades anticristianas de la modernidad.
Hace mucho tiempo que yo estaba en la búsqueda de una síntesis concisa y a la vez abarcativa de este crucial tema como la que usted nos ha regalado aquí. Se lo vuelvo a agradecer con las seguridades de continuar mis oraciones por sus intenciones.
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JMI.-Mi síntesis es modestissssssssssssima; pero algo, poco, vale.
Cornelio Fabro, gran autor.
No acabo de entender este párrafo: "Kant, Hegel, Heidegger u otros autores: todos ajenos al realismo metafísico de la filosofía verdadera."
¿A qué se refiere con el realismo metafísico de la filosofía verdadera? ¿Cómo podemos saber que autores son ajenos a tal realismo metafísico? Hay muchos pensadores (Habermas, Rorty, Foucault, Merleau-Ponty...) que son importantes para mí,pero me gustaría saber en base a qué criterio podemos saber si sus pensamientos son compatibles con el catolicismo. ¿Podría ayudarme esto a lo que usted se refiere del realismo metafísico?
Muchas gracias.
Por lo que urge un estudio serio por parte de los laicos y sacerdotes en puntos claves de la Sagrada Escritura.
Estoy seguro de que mi estimado compatriota no se enojará si cito esto, y por eso lo hago:
Cito textualmente:
"Dicho en forma muy rápida, para el realismo, la realidad que conozco es independiente de mi conocimiento y anterior a él. No depende por tanto, de mí, sino que yo dependo finalmente de ella. El origen de las cosas, y por tanto, de mí mismo, está fuera de mí. El realismo desemboca lógicamente en el creacionismo y en el monoteísmo.
Para el idealismo, lo que conozco depende de mi conocimiento, sin el cual no sería. En su forma más lógica, sostiene que no existe una realidad que no dependa de mi conocimiento. Soy por tanto el centro de la realidad, y en ese contexto filosófico es imposible afirmar un Dios Creador y Trascendente. El principio idealista fundamental, en efecto, dice que “un más allá del pensamiento es impensable”.
Para el realismo, la verdad es independiente del sujeto que la conoce, es por eso objetiva, universal, inmutable, eterna. Para el idealismo, la verdad depende del espíritu humano y de su perpetua evolución. Es subjetiva, relativa, cambiante.
La filosofía cristiana y católica es realista, la filosofía moderna, en lo que tiene de moderna, es idealista. Ése es el conflicto fundamental, a nivel intelectual. O al menos, es una de las facetas de ese conflicto fundamental, el cual también se puede expresar, más profundamente tal vez, en términos metafísicos y no gnoseológicos como aquí.
Otra forma de nombrar correctamente la crisis actual, en estrecha relación con ésta, es llamarla “la crisis del nominalismo en el pensamiento moderno en general y en un sector del pensamiento católico en particular". Sobre este tema habrá que volver en el futuro, Dios mediante.
Ahora bien, entre realismo e idealismo no hay conciliación posible. Lo conocido, o depende de mi conocimiento, y estamos en el idealismo, o no depende de él, y estamos en el realismo. No hay tercera posibilidad.
El “modernismo” fue la herejía con la cual se quiso hacer ingresar al idealismo, en su forma kantiana, en el pensamiento católico. La excusa fue encontrar un terreno de diálogo con el pensamiento moderno. Se adujo el ejemplo de Santo Tomás, precisamente, que en su tiempo cristianizó la filosofía de Aristóteles, que era la gran novedad intelectual entonces en la Europa medieval.
Se olvidó o no se mencionó, que justamente, Aristóteles, aunque pagano, es realista, mientras que la filosofía moderna, aún nacida en terreno cristiano (Descartes era católico) es idealista.
En la Encíclica “Pascendi” donde es condenado, se hace una magistral síntesis del pensamiento modernista, donde se ve que el punto de partida es el idealismo kantiano.
Hoy día estamos en plena crisis modernista en la Iglesia. De modo semejante a lo que sucedió con el arrianismo, que sólo floreció tras su condena en el Concilio de Nicea, hace medio siglo que viene haciendo estragos en la Iglesia el modernismo condenado en la “Pascendi”.
Eso quiere decir, que hace medio siglo que una cantidad de filósofos y teólogos católicos es más o menos consciente y consecuentemente, idealista, habiéndose abandonado en muchos lugares el realismo de la filosofía cristiana, cuyo máximo exponente es Santo Tomás de Aquino.
La consecuencia de ello es una mentalidad historicista (cada época tiene su verdad, la verdad necesita por tanto ser “actualizada”) que es fácil detectar en muchas publicaciones “teológicas” supuestamente católicas.
La prensa, que no sabe filosofía, y menos teología, llama a eso el conflicto entre “conservadores” y “progresistas”. El nombre correcto es el conflicto entre realistas e idealistas, y en el límite, entre católicos y modernistas.
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Luis Fernando:
Esa trilogía de Ratzinger es muy buena y no hace concesiones al liberalismo en cuando a la postura personal del autor, pero no tiene por objeto plantar cara a la exégesis liberal. Es más, no hay más que leer lo que él dice, como teólogo privado, sobre la obra de Meier, uno de los más claros ejemplos de exégeta católico infectado de teología liberal:
en varios volúmenes es, bajo muchos aspectos, un modelo de exegesis histórico-crítica, en la que se ponen de manifiesto tanto la importancia como los límites de esta disciplina
¿Un modelo? Aunque con límites, ¿un modelo? ¿Meier?
Tururú.
Así nos va. Así nos irá si seguimos siendo condescendientes con esa plaga.
Hay una gran confusión acerca del verdadero significado de la palabra y la idea de "liberalismo" en sentido filosófico y teológico, del cual se derivan los demás sentidos. Pero, ¿podía ser de otra manera, estando detrás de esa doctrina perversa nada menos que el Padre de la Mentira?
Por eso toma gran valor el ímprobo trabajo del Padre para mostrar y demostrar que las diferentes (cuasi infinitas?) variantes del liberalismo tienen todas un origen común, todas de alguna manera participan de la cosmovisión de Kant y de Hegel y sus adláteres.
Va un ejemplo: ¿puede decirse que el marxismo es liberal? En un sentido más superficial por supuesto que no, dado que el marxismo se opone hasta violentamente a sistema de vida (liberal, claro) de los países capitalistas. Pero en un sentido más profundo o esencial el marxismo es rabiosamente liberal, pues responde a la cosmovisión de Kant y de Hegel (idealismo, subjetivismo, etc.). ¡Ahí se hermanan los que aparentemente se oponen!
El Liberalismo es Antropocentrista mientras que el Realismo es Teocentrista, de ahí que ambas cosmovisiones se opongan fatalmente aún (o quizás principalmente) en teología, como se demuestra bien en este artículo.
Quería hacerle una pregunta que es más bien de la exégesis modernista "católica" (tema del próximo post). El tema es ¿se puede dudar de la autoría de un libro canónico (ya sea no atribuyéndolo al autor que tenemos por tradición, ya sea multiplicando arbitrariamente los autores) sin poner en peligro la inspiración del mismo libro?¿se puede desvincular autor de inspiración?¿no se encuentran íntimamente unidos?
Por ej., es bien claro que para los judíos la autoridad de la Torah venía de la autoridad de Moisés (no del yahvista, sacerdotal, etc). Y Santo Tomás mismo en la Suma (Tratado de profecía) muestra la importancia de la autoridad de los profetas que confirmaban lo que decían con los milagros.
Si no puede contestar por ser el tema extenso le encargo que me diga de dónde puede leer sobre el tema. Concretamente sería la relación autor-inspiración.
Cito (negritas mías):
Como antiguamente hubo que habérselas con los que, apoyándose en su juicio particular y recurriendo a las divinas tradiciones y al magisterio de la Iglesia, afirmaban que la Escritura era la única fuente de revelación y el juez supremo de la fe; así ahora nuestros principales adversarios son los racionalistas, que, hijos y herederos, por decirlo así, de aquéllos y fundándose igualmente en su propia opinión, rechazan abiertamente aun aquellos restos de fe cristiana recibidos de sus padres. Ellos niegan, en efecto, toda divina revelación o inspiración; niegan la Sagrada Escritura; proclaman que todas estas cosas no son sino invenciones y artificios de los hombres; miran a los libros santos, no como el relato fiel de acontecimientos reales, sino como fábulas ineptas y falsas historias. A sus ojos no han existido profecías, sino predicciones forjadas después de haber ocurrido los hechos, o presentimientos explicables por causas naturales; para ellos no existen milagros verdaderamente dignos de este nombre, manifestaciones de la omnipotencia divina, sino hechos asombrosos, en ningún modo superiores a las fuerzas de la naturaleza, o bien ilusiones y mitos; los evangelios y los escritos de los apóstoles han de ser atribuidos a otros autores.
Una cosa sí es segura. El propio Cristo enseñó que Moisés era el redactor de la ley. Y yo le creo.
A lo que le ha informado Luis Fernando se puede añadir algunas de las respuestas dadas sobre el tema de la autoría de ciertos libros sagrados por la Comisión Bíblica en los años 1908-1914. Tendría que rebuscarlas en el Denzinger o en www.vatican.va. En el primero están, en el segundo no lo sé.
Aparte de eso, en las ediciones más fiables del de la Biblia o del N.T., como las de la Biblia de Jerusalén, elcomentario al NT del P. Daniel Iglesias S.J., la Biblia de la Universidad de Navarra, la Sgda. Biblia editada por la Confer.Ep.Española, y otras, al introducir un libro, siempre comentan sobre al Autor, se trate del Evangelio de San Mateo, del libro de Job o de la carta a los Hebreos. Ahí puede hallar respuesta a lo que le interesa.
Lo que sí está claro es que todos los libros de la Biblia son sagrados (Vaticano II,Dei Verbum 8, canon de los libros sagrados) y que por tanto todos ellos están inspirados por Dios, que es su Autor principal (DV 11). Son "Palabra de Dios" (DV 13).
Pero sí es un grueso problema cuando el que cree a medias, y además establece él mismo las medias, es un teólogo que escribe y escribe, y vuelve a escribir. Y el modesto cristiano que compró en la librería, tal vez muy católica,
tolle et lege y le dicen que Jesús no caminó sobre las aguas como dice el Evangelio, sino como el autor tampoco sabe, y que los autores no son los autores, y que el Evangelio de San Juan, el más asediado por ... los exégetas de última hora, es una catequesis formidable y bonita, pero muy exagerada.
Ese es el verdadero problema. Y creo que la Iglesia, institucionalmente, aún no se ha hecho cargo de la fiabilidad de su propia producción intelectual, para decirlo en términos profanos. Lo hace tarde, y mal. Con ciertos hechos sencillos, como la reserva real del nombre de Teólogo Católico o Teología Católica para determinadas obras, LUEGO de un análisis exhaustivo, aunque deba demorarse diez años, porque supongo que un teólogo no escribe para ganar popularidad mientras aún es joven, digo yo...
Una revisión, además, muy restrictiva. Una sola dudología, y afuera con el libro. No se trata de "Censura". En tal caso, las Universidades de hoy hacen tremenda "Censura", hoy sí, y mañana también.
Pero, algunos libros de teología, afirman (metafóricamente) ;-)) que el cangrejo es un insecto, y se les perdona. La próxima dicen que no es un insecto, pero se le parece extraordinariamente, y se les avisa. La tercera dicen que en todo caso es irrelevante si el cangrejo es un insecto, y así.
Pero además, el resultado de la censura no será la muerte del escritor, o su confinamiento en una alta torre vigilada por supernumerarios del Opus albinos.
A lo sumo, que vaya a escribir a lo criollo, o sea, mijito, por tu cuenta y riesgo, te pagás vos la publicación, la promocionás vos, y si querés Editor, y bueno, vos verás. Pero no digas que es Teología Católica, ni pretendas venderlo en las librerías diocesanas y/o católicas en general.
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JMI.-Me resulta bastante dudoso que Ud. entienda lo que dice.
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JMI.-Decía bien Ricardo de Argentina que el liberalismo, poniendo al hombre en una radical autonomía de Dios y del orden natural (el voto mayoritario, la voluntad de los hombres decide el bien y el mal) es el padre de todos los grandes errores modernos en política (y en muchos campos más: educación, moral, arte, filosofía, etc.): es el padre del marxismo, nazismo, socialismo, fascismo, dictaduras personales o de partido, democracias liberales de aborto, eutanasia, divorcios, materialismo desatado, etc.
Ya antes lo había dicho la Doctrina Social de la Iglesia, concretamente León XIII.
1.–Una pésima filosofía está en la raíz de las exégesis liberales protestantes; sea la de Kant, Hegel, Heidegger u otros autores: todos ajenos al realismo metafísico de la filosofía verdadera. Los principios que fundamentan la arbitrariedad falsa de la exégesis protestante liberal no son científicos –el método histórico-crítico y otras vías igualmente legítimas de investigación hermenéutica de la Biblia–, sino filosóficos. Establecen como criterios una teoría del conocimiento, una metafísica, una antropología que son falsos.
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JMI.-No hay una filosofía cristiana única, como es lógico, sino que hay escuelas diferentes, aunque coinciden en lo fundamental. Y lo fundamental de lo fundamental es que todas afirman el REALISMO y rechazan como falso el IDEALISMO, causa de los mayores males que pueden hallarse en la cultura y en el mundo presente.
En el comentario de Leonardo al presente artículo (dia 7.10.13, hora 21:15) cita él un resumen muy válido de Néstor Martínez sobre la diferencia irreconciliable entre las filosofías realistas y las idealistas. Le invito a leer el comentario entero. Pero por si le da pereza, le copio/pego una sola frase de él:
"Para el realismo, la verdad es independiente del sujeto que la conoce, es por eso objetiva, universal, inmutable, eterna. Para el idealismo, la verdad depende del espíritu humano y de su perpetua evolución. Es subjetiva, relativa, cambiante".
Ésta es, como digo, una "pésima filosofía", en cualquiera de sus variantes, que está en la raíz de las exégesis liberales. Destruyen la Biblia.
Un saludo.
En primer lugar desearle a usted y a todos un feliz día de la Virgen del Pilar.
Vengo a usted como una niña atribulada a su padre. Acabo de entrar a uno de los blog de esta casa y estoy a punto de hacerme el harakiri. Ni siquiera sé si se dice así, pero entre que esta mañana no es de mis mejores días, sin motivo aparente, (hace un precioso día de sol, y tengo todo el día para mi), pero mi ánimo está bastante bajo, y para colmo algunos de los comentarios de ese blog, me han acabado de hundir en la miseria. No entiendo las palabras y los argumentos tan raros que dan para decir que no existe Dios. Y aunque he contestado como siento y como pienso, soy tan imbécil que todo me afecta. Y por eso vengo a usted en busca de consuelo.
Sé que usted tiene la bondad de contestarnos a nuestros comentarios la mayoría de las veces. Y justamente es lo que necesito.
A lo peor usted se enfada conmigo por venir con estas cosas personales y no me contesta o no publica mi comentario, pero me hacía falta decírselas a usted.
Que Dios lo bendiga. Y bienvenido a su casa.
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JMI.-"Alegráos, alegráos siempre en el Señor".
No en si nos va bien a nosotros o en la Iglesia o en el mundo en esto y en lo otro: "en el Señor". En que el Señor nos ama, y tira de nosotros con su gracia (nos "atrae") para que lleguemos al cielo, que está a la vuelta de la esquina. Él ha ido delante de nosotros -así nos lo dice- "para prepararnos un lugar".
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JMI.-Gracias por sus observaciones.
Pero, como puede ver, estos artículos tratan de dar criterios generales sobre orientaciones generales (verdaderas o falsas) de la exégesis bíblica. Pero si nos ponemos a examinar punto por punto los 1.383 problemas (cálculo a ojo, claro) que podemos analizar en la Biblia, necesitaríamos dedicar el blog solamente a eso a lo largo de los próximos 300 o 500 artículos.
No es posible, luego es imposible.
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JMI.-La crítica pública hecha por los escrituristas católicos en general sobre las barbaridades anti-bíblicas y anti-evangélicas de la exégesis crítica-liberal es insuficientísima. Y eso explica que esa basura exegética se haya difundido tanto, y en no pocas diócesis haya infectado incluso la mayor parte de homilías y catequesis.
El problema que planteas (la relación entre autoría e inspiración de los libros de la Biblia) es muy amplia y compleja.
La constitución dogmática Dei Verbum afirma la inspiración y verdad de la Sagrada Escritura en el n. 11 y en el n. 18 enseña el origen apostólico de los Evangelios.
"18. Nadie ignora que entre todas las Escrituras, incluso del Nuevo Testamento, los Evangelios ocupan, con razón, el lugar preeminente, puesto que son el testimonio principal de la vida y doctrina del Verbo Encarnado, nuestro Salvador.
La Iglesia siempre ha defendido y defiende que los cuatro Evangelios tienen origen apostólico. Pues lo que los Apóstoles predicaron por mandato de Cristo, luego, bajo la inspiración del Espíritu Santo, ellos y los varones apostólicos nos lo transmitieron por escrito, fundamento de la fe, es decir, el Evangelio en cuatro redacciones, según Mateo, Marcos, Lucas y Juan."
Pienso que los problemas relacionados con la autoría de algunos otros libros de la Biblia (no todos) son hoy materia más o menos opinable entre los exégetas católicos. Por ejemplo, no creo que la verdad del cristianismo dependa de si hubo uno, dos o tres Isaías.
Meier en el I Tomo de su enorme por tamaño, obra de Jesús, un Judío Marginal, no tiene nada que ver, a pesar de la cita, con el concepto que tiene Benedicto XVI del estudio científico-histórico de Jesús
LF:
Solo faltaba...
http://infocatolica.com/blog/coradcor.php/la_alta_critica_hija_del_liberalismo_teo
Ya siento que para ese artículo tuviera que basarme sobre todo en la obra de un protestante evangélico, pero como ya he dicho, en el ámbito católico no hay un erudito importante que tenga el suficiente valor como para plantar cara a esa bazofia desde su raíz y no en sus consecuencias.
Acabo ese artículo con el siguiente párrafo:
Tengo la certeza de que si al Quijote se aplicaran los mismos criterios "científicos" de la Alta Crítica que se aplican a los textos bíblicos, resultaría que Cervantes habría escrito a lo sumo un par de capítulos, mientras que el resto de la obra sería de la autoría de al menos tres o cuatro negros. Pero nada, oye, eso es lo que se enseña a la mayoría de los seminaristas católicos en el mundo, sin ofrecerles la posibilidad de estudiar las tesis tradicionales. Así da gusto.
Sigo diciendo lo mismo.
Esta manera de valorar las decisiones magisteriales concuerda claramente con la segunda proposición condenada por el decreto Lamentabili de S. Pío X que dice: "No se debe menospreciar la interpretación que la Iglesia hace de los Libros Sagrados; sin embargo, debe estar sometida al juicio y corrección más profundos de los exegetas."
Algunos biblistas progresistas en su afán de forzar una concesión explícita a su libertad investigadora propusieron a la Santa Sede la revisión de algunos de los decretos emitidos, en concreto en torno a la autenticidad mosaica del Pentateuco y a la historicidad de los primeros capítulos del Génesis. Sin embargo la respuesta oficial del secretario de la PCB, el Card. Suhard fue negativa (Denz. 2302). Se permite según esta nota del cardenal "un examen ulterior verdaderamente científico de estos problemas", lo cual no significa un examen que acabe proponiendo conclusiones diferentes a las emanadas por la Comisión Bíblica. Esto queda patente más adelante cuando afirma "este estudio establecerá sin duda la gran parte y la profunda influenca de Moisés como autor y como legislador" dando por sentado que no caben estudios verdaderamente críticos que se aparten de ese resultado. Respecto al género literario de los primeros capítulos del Genesis otro tanto de lo mismo, siempre en la línea de las susodichos decretos. "En consecuencia, la Comisión Bíblica no cree que haya lugar a promulgar, por lo menos de momento nuevos decretos a propósito de estas cuestiones."
En vista de no haber logrado su objetivo tuvieron que conformarse con una declaración oficiosa -opinión personal- del secretario de la PCB en 1954, el P. A. Miller, en la segunda edición del Enchiridion Biblicum que sostenía lo siguiente: "En cuanto en tales decretos se sostienen opiniones que no dicen referencia, ni mediata ni inmediatamente a las verdades de la fe y de la moral, se entiende que el investigador puede proseguir sus estudios con entera libertad y sostener sus resultados, supuesto, desde luego el acatamiento que siempre se debe a la autoridad del magisterio eclesiástico".
La cual, no obstante, resulta contradictoria, pues por un lado concede entera libertad mientras no se toquen temas de fe y moral, y por el otro apela al acatamiento necesario al Magisterio. No olvidemos que todos los decretos de la PCB aprobados por el Sumo Pontífice, independientemente del tema específico que traten, constituyen actos del Magisterio sobre interpretación de la Sagrada Escritura, todos. Por lo que sería necesario una derogación o reforma pontificia de los mismos para que los fieles pudieran, sin lesión a la sujeción debida al Magisterio, manifestar o defender opiniones contrarias a los decretos. Puesto que tal abrogación no ha sido nunca efectuada, estos conservan hoy la misma validez que el día que se promulgaron. Y aunque todos los exégetas del mundo estén de acuerdo en admitir la caducidad magisterial de los mismos, su autoridad no supera a la del Magisterio de la Iglesia. Por consiguiente, el fiel cristiano no puede prestar el beneplácito a las teorías, por mucha erudición de la que se revistan, que contradigan las sentencias magisteriales de la PCB.
Gracias P. José María por embarcarse en esta nueva serie tan provechosa como interesante.
- Moisés es claramente el autor del Pentateuco.
- Jonás y los Ninivitas que se convirtieron por su predicación no son un cuentito ya que resucitarán en el Juicio como la Reina de Saba, según palabras de Cristo.
- A Isaías se lo cita como autor único de todo el libro.
- El problema de la carta del apóstol San Pablo a los Hebreos ya fue tratado por Orígines y da la solución.
- etc, etc.
El problema que planteo es que a mi parecer, negando la autoridad del libro se está negando de hecho la inspiración. Los judíos y cristianos aceptaron los libros por la autoridad de quien se los presentaba, siendo la Iglesia la que determina los libros inspirados.
Benigno Soto: Sabemos que la Escritura es Palabra de Dios y nadie la va a negar directamente porque caería en herejía manifiesta. Pero el tema es que se la niega indirectamente: si yo digo que hay tres Isaías, destruyo la autoridad que el libro tenía para los judíos, y si digo que el Pentateuco lo escribieron muchos autores Cristo condescendió con el error de los judíos de su época que pensaban que era Moisés.
Las cartas de la PCB cuando era órgano del Magisterio son geniales, el comentario de la Biblia del Opus no lo he visto pero lo voy a revisar. Los comentarios de la Biblia de Jerusalén son racionalistas o al menos escépticos en los temas de autoría de los libros.
Me parece un tema interesante pues me parece que no hay mucho escrito. Saludos en Cristo y María Santísima
"Es muy hermoso ver cómo todo el Antiguo Testamento se nos presenta ya como historia en la que Dios comunica su Palabra." (Verbum Domini)
Queda claro entonces que tomar las narraciones bíblicas del Antiguo Testamento como cuentos, parábolas, mitos o cosas por el estilo responde más a una interpretación subjetiva y racionalista de los relatos que a una lectura creyente de los mismos. Todo ello sin caer en un literalismo fundamentalista que también perjudicaría el sentido genuino del texto sagrado, aunque no condenando tampoco opiniones en apariencia fundamentalistas que no lo son realmente, como por ejemplo afirmar que el término 'día' en el primer capítulo del Génesis puede ser tomado en sentido propio (Denz. 2128).
Se puede decir lo mismo del metodo histórico-crítico??? Gracias Padre.
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JMI.- Igualito.
Aunque más que "filosóficos" le viene el calificativo de "ideológicos".
Creo.
Conviene guardarle un respeto al adjetivo "filosófico".
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