(221) Los sacramentales –1
–Algo me suena eso de los sacramentales…
–Dicho en otras palabras: apenas tiene usted idea de lo que son los sacramentales. Se confirma mi convicción de que su ignorancia apenas tiene límites.
Les voy a hablar de los sacramentales 1) porque son una de las maravillas de la Iglesia, es decir, del mundo de la gracia, y 2) porque hoy están muy desconocidos y menospreciados por la inmensa mayoría de los cristianos, también de los practicantes. Reforma o apostasía.
La doctrina fundamental sobre los sacramentales la encontramos hoy en el Concilio Vaticano II, en la constitución Sacrosanctum Concilium (60-61). Pero se nos da más desarrollada en el Catecismo de la Iglesia Católica (1667-1673), que a continuación transcribo y comento.
1667. «La Santa Madre Iglesia instituyó los sacramentales. Estos son signos sagrados que, imitando de alguna manera a los sacramentos, significan efectos, sobre todo espirituales, obtenidos por la intercesión de la Iglesia. Por ellos, los hombres se disponen a recibir el efecto principal de los sacramentos y se santifican las diversas circunstancias de la vida» (SC 60; Código Dº Canónico, 1166; Código Dº Oriental, 867).
Teólogos mediavales, como Hugo de San Víctor (+1141), llamaban a los sacramentales «sacramentos menores», para distinguirlos de los siete sacramentos. Fueron instituidos por la Iglesia, Esposa de Cristo y administradora de los tesoros de su gracia (cf. 1Cor 4,1), para fomentar la vida espiritual de los fieles, fundamentada en los sacramentos. Los sacramentales, en el orden de la gracia, no tienen como los sacramentos una eficacia ex opere operato, es decir, por la misma eficacia de la obra realizada, pero tampoco su virtualidad santificante depende sobre todo de la disposición personal de quien los recibe, sino que santifican principalmente por la intercesión de la Santa Iglesia, ex opere operantis Ecclesiæ. Pero es tan grande ante el Señor la fuerza de la intercesión de la Iglesia, de la comunión de los santos, que podría decirse que santifican quasi ex opere operato.
1668. Han sido instituidos por la Iglesia en orden a la santificación de ciertos ministerios eclesiales, de ciertos estados de vida, de circunstancias muy variadas de la vida cristiana, así como del uso de cosas útiles al hombre. Según las decisiones pastorales de los obispos, pueden también responder a las necesidades, a la cultura, y a la historia propias del pueblo cristiano de una región o de una época. Comprenden siempre una oración, con frecuencia acompañada de un signo determinado, como la imposición de la mano,la señal de la cruz, la aspersión con agua bendita (que recuerda el Bautismo).
–¿Cree usted en los sacramentales? –Por supuesto. Yo creo en todo lo que la Iglesia enseña. –Permítame una pregunta complementaria: ¿tiene usted a mano agua bendita, por ejemplo, en su casa? –No, en realidad no. –Pues entonces usted no cree en los sacramentales. O dicho quizá más exactamente, su fe en los sacramentales está muerta. De momento, no le vale para nada. Convendrá que pida a Dios que con su gracia despierte y resucite esa fe.
1669. Los sacramentales proceden del sacerdocio bautismal: todo bautizado es llamado a ser una «bendición» (cf. Gén 12,2) y a bendecir (cf. Lc 6,28; Rm 12,14; 1Pe 3,9). Por eso los laicos pueden presidir ciertas bendiciones (cf. SC 79; Can. 1168); la presidencia de una bendición se reserva al ministerio ordenado (obispos, presbíteros o diáconos) en la medida en que dicha bendición afecte más a la vida eclesial y sacramental.
Lo mismo dispone el Derecho Canónico: «Es ministro de los sacramentales el clérigo provisto de la debida potestad; pero, según lo establecido en los libros litúrgicos y a juicio del Ordinario, algunos sacramentales pueden ser administrados también por laicos que posean las debidas cualidades» (c. 1168; cf. Bendicional, Prenotandos generales, 16 y 18).
1670 Los sacramentales no confieren la gracia del Espíritu Santo a la manera de los sacramentos, pero por la oración de la Iglesia preparan a recibirla y disponen a cooperar con a ella. «La liturgia de los sacramentos y de los sacramentales hace que, en los fieles bien dispuestos, casi todos los acontecimientos de la vida […] sean santificados por la gracia divina que emana del misterio Pascual de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, de quien reciben su poder todos los sacramentos y sacramentales, y que todo uso honesto de las cosas materiales pueda estar ordenado a la santificación del hombre y a la alabanza de Dios» (SC 61).
En una comunidad monástica, por ejemplo, que viva por supuesto según su Regla y tradición, se establece una atmósfera sagrada, es decir, santificante en casi todas las acciones y las cosas que configuran la vida ordinaria personal y comunitaria, y que de este modo quedan evangelizadas. Está bendecida la campana que marca las horas, hay oraciones y bendiciones especiales para los cálices y objetos litúrgicos, para el inicio del trabajo, el comienzo de un viaje, el fin del día antes del sueño, los alimentos, los hábitos religiosos, los frutos del campo, los ganados, las máquinas, los huéspedes y visitantes, los novios y los matrimonios, los niños y los enfermos, la esposa embarazada, etc. Y el agua bendita está presente en la iglesia, las salas comunes y las celdas personales. Efectivamente, casi todos los aconteceres de la vida ordinaria quedan santificados por los sacramentos y los sacramentales, y protegidos del Maligno. Y como ya vimos, en un cierto sentido, la vida monástica es modelo para todo el pueblo cristiano (173-177).
El Catecismo enseña que son tres los sacramentales más importantes: las bendiciones, las consagraciones y los exorcismos(1671-1673), de los cuales trataré, Dios mediante, en los artículos siguientes.
* * *
Sólo la espiritualidad católica de lo sagrado integra los sacramentales en la vida cristiana. Pero hoy en gran medida está debilitado el sentido de lo sagrado entre los cristianos, incluso entre los practicantes. Por el contrario, el cristiano católico «se hace como niño» para entrar en el Reino, valora en modo máximo la virtualidad santificante de lo sagrado. Sabe que la Iglesia le ofrece en los sacramentos y sacramentales unos signos privilegidos para la santificación, es decir, para la unión con Dios. Y por eso acude a ellos, asiéndose fuertemente de la mano de su madre la Iglesia. Como un niño que en el peligro corre a refugiarse en su madre, así el católico, sabiéndose asediado por el diablo, tiende, bajo la acción del Espíritu Santo, a buscar el auxilio de la Madre Iglesia; también en los sacramentales, ya que éstos, como dice el Vaticano II, son auxilios «de carácter espiritual obtenidos por la intercesión de la Iglesia» (SC 60). El católico, el cristiano que se hace como niño, busca al Santo en lo sagrado, allí donde el Señor ha querido manifestarse y comunicarse con especial intensidad, certeza y significación sensible.
El cristiano católico aprecia, busca, procura, usa, construye, conserva, defiende, venera todas las sacralidades cristianas, sacramentos, ministros, templos, fiestas religiosas. En igualdad de condiciones, prefiere que la Misa sea celebrada en un templo consagrado que en una sala ordinaria. Prefiere escuchar la predicación de un Obispo, presbítero o diácono, que la predicación de un laico –en igualdad de condiciones–, porque sabe que el Señor, por el sacramento del Orden, potencia precisamente a los que han sido ordenados sacramentalmente para el ministerio de la Palabra divina (Vat. II, CD 12-13; PO 2;4). Vive el Año litúrgico con gran intensidad. Para él no es lo mismo estar en domingo o en miércoles. Prefiere, por ejemplo, intensificar en Cuaresma sus penitencias personales, pues espera recibir de Dios, en ese tiempo «de gracia y penitencia», especiales ayudas de conversión, expiación y nuevas gracias.
Por el contrario, pelagianos, modernistas y progresistas desprecian ampliamente todo lo sagrado en la Iglesia, concretamente los sacramentos –por eso no practican– y más aún, si cabe, los sacramentales. Ellos entienden que son cristianos aquellos hombres que procuran seguir «el camino abierto por Jesús». Y entendiendo así el cristianismo, pretenden recuparar de este modo el Evangelio de Jesús para los hombres y las mujeres de nuestro tiempo. Con unos u otros matices intelectuales, consideran que todo el andamiaje de dogmas, jerarquías apostólicas, normas litúrgicas, disciplinas canónicas, etc. tuvo su razón de ser en una fase antigua e incipiente de la Iglesia, cuando ésta integró, evangelizó y transformó toda esa tramoya de mediaciones visibles, que era substancial en las religiosidades primitivas. Pero los discípulos de Jesús, llegados a la condición de cristianos adultos –gracias a la secularización de todo, también de la religión–, alcanzan una inteligencia mucho más pura y verdadera del Evangelio auténtico, y prescinden de todas esas estructuras dogmáticas y sacrales –en las que nunca pensó Cristo–, que caracterizaban hasta ahora a la Iglesia. Por eso, la expresión cristianos no-practicantes no es para ellos peyorativa, sino que es más bien la expresión de una madurez adulta en la vida evangélica.
Ni los sacramentos ni los sacramentales tienen ningun virtualidad religiosa para el progresista pelagiano. Él no busca su salvación en la gracia de Dios, sino más bien en su propia esfuerzo personal. No busca ser salvado por Cristo, sino salvarse él mismo de todas sus cautividades según sus fuerzas, modos y maneras. No comprende que la salvación es ante todo don de Dios, que él confiere a los creyentes especialmente a través de los signos sagrados que él mismo ha establecido para ello. No entiende la gratuidad de lo sagrado, y lo mira como algo primitivamente religioso, más o menos afectado de superstición y magia. «¿Por qué rezar la Liturgia de las Horas, y no una oración más de mi gusto y devoción? ¿Qué más da ir a misa el domingo o un día de labor? ¿Qué tienen de especial los pomposamente llamados «sacerdotes»? El sacerdocio ministerial no existe. ¿Qué tiene el templo que no tenga otro lugar cualquiera?»… El sólo confía en su propia mente y voluntad para realizarse plenamente: sólo cuenta para él lo que estimula más sus sentimientos, aquello que su mente capta mejor, lo que más se acomoda a su modo de ser. Por tanto, el orden de sacralidades dispuesto por Dios es para él absolutamente insignificante. Y por eso o se aleja de lo sagrado o lo usa arbitrariamente, sólo en cuanto coincida con su inclinación personal, o en cuanto sea posible adaptarlo a sus gustos y criterios.
Los semipelagianos tampoco aprecian y practican los sacramentales de la Iglesia. Ellos, reconociendo la necesidad de que la gracia, por una parte, ayude sus voluntades, consideran que, por otra parte –que es la decisiva–, la santificación mayor o menor de un cristiano está vinculada a un esfuerzo más o menos generoso de la libertad personal. Es principalmente esta generosidad espiritual del cristiano la que marca el crecimiento mayor o menor en la vida espiritual.
Por eso éstos no aprecian los sacramentales, porque no implican ningún esfuerzo de la voluntad. Lo más costoso es lo más santificantes; y como los sacramentales no cuestan esfuerzo alguno, no hay en ello fuerza santificante. De hecho no los asimilan en su vida espiritual –por ejemplo, ni se les ocurre usar el agua bendita–. Es cierto que muchos de ellos no niegan doctrinalmente su eficacia, pero sus pensaciones –las pensaciones tienen más de sensación que de pensamiento; pero funcionan como si fueran pensamientos– les llevan a estimar, conscientemente o no: ¿cómo va a santificar algo que no cuesta esfuerzo alguno… algo que es pura gratuidad, pura recepción de un don de Dios, conseguido por la intercesión de la Iglesia?
¿Cómo es posible que sean tan pocos los bautizados que conozcan y estimen los sacramentales? Ya quedamos (?), al tratar de gracia-y-libertad (59-66) en que hoy, en las Iglesias descristianizadas, la mayoría de los bautizados son no-practicantes, pelagianos, que no van a Misa. Una minoría son practicantes, y de ellos la mayoría son semipelagianos, y la minoría, católicos. Ésa es la explicación.
José María Iraburu, sacerdote
Índice de Reforma o apostasía
31 comentarios
-----------------------------
JMI.-Que esa bendita chica use el agua bendita me parece muy bien.
Que lo haga con un spray, eso ya no me gusta. El mismo servicio se lo hace un frasquito adecuado. Y se le quita con eso el fuithhh!!... fuithhh!!... que suena a matamoscas, a desodorante o a perfume de señora.
-------------------------------------
JMI.-Yo no conozco que haya una lista completita de sacramentales. Pero, desde esa ignorancia, yo diría que es una oración recomendadísima por la Iglesia (en más de una docena de encíclicas), indulgenciada abundantemente (Manual de Indulgencias, trad. del Echiridion Indulgentiarum 1986, n. 48). El Bendicional (Congr. Culto Divino 1984, nº 1368-1393) dispone un Ritual para la bendición de rosarios muy hermoso. Pero la condición de sacramental no la veo indicada en ninguno de esos documentos.
Llevo commigo o agua bendita, o sal bendita (cuando voy a un abortorio es ideal;o cuando cocino para invitados "no praticantes";la que dejo caer en casas que entro, unas veces abiertamente y otras disimuladamente cosa que a veces conviene. A mano también aceite sagrado con el que nos bendecimos mi esposa y yo si bien enfermos o simplemente felices. Por supuesto desde momentos después de nacer a mis nietos con aceite bendigo y lo sigo haciendo; bien quiétecitos y circunstaciales se quedan los chiquitos pues perciben ya algo especial. Cuando rezo por alguien que me lo bpide, le pido permiso para usar el aceite sacramental.
Llevo impuesto el escapulario añorado desde que mi abuela me confecionó el primero. Medallas de San
Benito, adecuádamente bendecidas, las reparto y hasta las escondo con una plegaria. Siempre llevo un crucifijo etc..
No me creo un beatón, pero sí alguien que necesita todo lo que Dios y su Iglesia me ofresca pues falta me hace.
OUCH!!! Eso duele.
--------------------
JMI.-Así parece.
me siento interpelado por su invitación al uso del agua bendita, que utilizo en las iglesias pero del que no dispongo habitualmente en casa.
Por cierto, ¿el anillo de bodas es un sacramental?
En ocasiones lo beso como muestra de respeto a mi matrimonio (y por supuesto a mi esposa) y para recordar las promesas esponsales.
Ya le preguntaré por las bendiciones que podemos hacer los laicos. También le invito a que nos facilite algunos textos (o referencias) y/o algunas instrucciones generales y sencillas sobre cómo realizarlas (¿podemos hacer la señal de la cruz sobre lo bendecido, imponer las manos, una mano,...?), ya que no es fácil encontrarlas.
Gracias y que Dios le bendiga,
---------------------------------------
JMI.-El matrimonio es un sacramente, y el anillo nupcial es un objeto bendecido, pero nunca he oído que sea un sacramental. Cuando, p.ej., a un caminionero se le bendice su camión, la bendición es un sacramental, pero el camión no es un sacramental. Que yo sepa.
Como están avisados ya otros artículos sobre agua bendita, bendiciones y exorcismos, al tratar de la bendiciones trataré de lo que ud. pregunta en el último párrafo.
¿Es el óleo consagrado por el obispo en la misa crismal para los bautismos y la unción de enfermos?
Si es así... no sabía de su uso por parte de los laicos.
¿Puede aclarármelo?
Nunca presté atención a estos y otros temas por considerarlos más bien superstición. Pero, por alguna "extraña razón" estoy cambiando de parecer en muchas cuestiones.
-----------------------------------
JMI.-No tengo idea de a qué puede referirse Carlos con el "aceite sagrado".
Desde luego no sería lícito que lo usase si fuera (que seguro que no es) uno de los aceites consagrados por el Obispo el miércoles santo en la Misa crismal.
En Apóstoles comenzamos yendo a la iglesia diocesana, dependiente del obispo de Posadas, de rito latino (fundada por los descendientes de polacos, españoles e italianos), pero no quisimos volver por los abusos litúrgicos que allí se cometían. Decidimos pues concurrir diariamente a la Divina Liturgia de la Iglesia de rito oriental (uniata, de los descendientes de los ucranianos), sencilla y sin "creatividades". (Lo único que nos llamó la atención fue que comulgan con cuadraditos de cuerpo de Cristo embebidos en Su sangre).
Luego de la última misa a la que concurrimos allí nos fuimos a despedir del joven sacerdote sacerdote, pidiéndole la bendición. Pero éste nos dijo que no era necesario por la gran cantidad de bendiciones que habíamos recibido durante la misa... Y no nos bendijo. Yo le respondí que entendía que no había que cansarse nunca de dos cosas: de pedir la bendición y de dar las gracias. Entonces le dimos las gracias y nos fuimos.
Como ninguno de los sacerdotes de rito latino a los que he pedido bendición me la ha negado jamás, esta respuesta del cura oriental me dejó perplejo.
--------------------------------
JMI.-En todo puede haber exceso, Ricardo, también en el uso de las cosas o acciones sagradas. Efectivamente, después de haber recibido en la Misa el cuerpo sagrado del Señor y varias bendiciones (en el rito ortodoxo), sobre todo la bendición final, no tiene mucho sentido pedir al sacerdote que le bendiga otra vez. Parece de sentido común. Pedirla no es pecado, claro; pero creo que negarla tampoco lo es. Es como decirle: "piense Ud. un poco"...
La Gracia de Dios responde infaliblemente, desde la infinita justicia y ecuanimidad de Dios, a la búsqueda sincera del ser humano hacia Dios. Y los sacramentos y sacramentales entran en ese mundo de la Gracia de Dios.
Como escribía un gran santo oriental:
“Cuando el alma se identifica con el cuerpo y con los placeres sensoriales que éste proporciona, olvida su naturaleza divina. Este olvido, que es el resultado de dejarse llevar por el deseo indiscriminado de gratificación sensorial, es pecaminoso porque la conciencia se aparata de Dios y sigue el camino de la ignorancia. Así pues, el hombre “peca” al actuar contra los intereses de su propio Ser. Por lo tanto, si un hijo de Dios decide identificarse con los sentidos y con la felicidad que éstos parecen aportar, peca contra su alma y viola la divina felicidad que de ella proviene. Amar los placeres sensuales y desestimar el bienaventurado contacto con el alma (conocedora de Dios), que se experimenta en la meditación, es el pecado básico que engendra, por causa de la ignorancia, todas las demás formas de comportamiento pecaminosas.”
La bendición de un santo puede reflejar de una forma tan intensa la Luz de Dios que nuestra alma puede sentir un impulso consagrado para buscar con firmeza a Dios, para sentir a Dios.
A su vez, se puede expresar en una vida consagrada a Dios, a la Verdad. Pues la Verdad es por sí misma y en sí misma la Verdadera Religión que reside en la Conciencia de Jesús, en el Hijo de Dios.
ánimo y un abrazo.
--------------------------------------
JMI.-Al escribir la carta apostólica "Rosarium Virginis Mariae" (2002), el Bto. Juan Pablo II, tan devoto del santo Rosario, no consultó en Wikipedia. Si lo hubiera consultado, se hubiera enterado de que el Rosario es un sacramental, cosa que al parecer él lo ignoraba, pues nada dice de ello en todo el texto de su Carta.
.
Considero que los semipelagianos no se hacen a sí mismos, sino que hay alguien que los induce a la semipelagianización. Si no, ni se interesarían en el asunto.
No creo que los fieles cristianos hayan decidido por sí y ante sí, vamos!, pasemos de tanta agua bendita, y la Medalla Milagrosa, y las Reliquias de los Santos.
-----------------------------
JMI.-No se pueden plantear las cosas en alterntivas tan contra-puestas:
//no se hacen a sí mismos // han sido inducidos a semipelagianizarse
No, no es así.
Unos son los semipelagianos inductores, y ante su influjo
+unos ceden y lo asimilan, y
+otros resisten su influjo, afirmándose en la doctrina católica sobre gracia-libertad
Lo uso, como el agua bendita o la sal rezando, intercediendo y bendiciendo, que si bien pudiera maldecir (horrible pecado) puedo bendecir en nombre de la Santísima Trinidad pero nunca en Persona Christi. Faltaba más.
En mi diócesis es normal sobretodo en círculos carismáticos, (yo soy ´de a pié´) pero una vez un matrimonio rezó por mi hijo moribundo marcando su frente con aceite bendito y mi hijo se curó instantáneamente, delante de mis ojos desaparecieron toda señal física. Yo había requerido el Sacramento de los enfermos pero dos sacerdotes se negaron porque mi hijo de tres años NO HABÍA PECADO.
Padre lo que aquí hacemos es dejar una botellita de aceite de oliva con mi nombre, y cuando hay más, un sacerdote los bendice todos. En un par de semana lo recojo en la sacristía de la mesa de ´lo bendecido´.
No sé si eso se hace por allá, pero por acá (vea mi IP ), sí es lícito y encomiable con éste aceite, al menos no se me ha excomulgado aun.
Gracias padre por su magisterio, sin duda por Dios bendecido y con el que, sin faltar, siempre me bendice. Si hago mal pues, espero corrección y siempre su bendición como lector de éste portal y Fundación Gratis Date.
--------------------------------------
JMI.-Cuando trate de las bendiciones explicaré cómo las hay de distintas clases. En todo caso sí le adelanto que una simple bendición no hace sagradas las cosas bendecidas. Si Ud. bendice la mesa (o un sacerdote invitado) al comer en familia, muy sana costumbre, no por eso los alimentos son sagrados. Ni consagrados, por supuesto.
En cuanto al aceite bendecido con el fin de ser aplicado con efectos curativos o de conversión (haciendo p.ej. el signo de la cruz sobre la frente) me parece costumbre inconveniente, pues puede inducir al error de que sea estimado como un sacramento.
No conozco que haya Magisterio apostólico sobre estas cuestiones: no es posible en la práctica que la Iglesia legisle sobre "todo lo que a la gente se le pueda ocurrir" en temas para-litúrgicos. Pero yo no aconsejo en absoluto "la creatividad" en materia de sacramentales. Ya hemos visto que "la Santa Madre Iglesia instituyó los sacramentales" (Catecismo 1667), no un párroco o un grupo de fieles, así, por las buenas.
-> Extracto de Summa Theologiae Moralis - Noldin-Schmit
Vol. Tercero- Los Sacramentos: http://mercaba.org/LITURGIA/Sacramentales/de_los_sacramentales.htm
---------------------------------
JMI.-Muchas gracias. Es una síntesis muy buena.
Dios se lo pague.
Me han afectado estas cuestiones en una forma muy personal, así que es muy bueno leerle, sentir que se vuelve a los cauces de donde no se debió salir.
Me pasó alguna vez de ir a solicitar la bendición de una medalla, o rosario, y el sacerdote, a quien conocía sobradamente, me dijo que no hacía falta, que simplemente fuese con la medalla a la Misa, y ahí quedaba bendecida.
------------------------
JMI.-Haré lo mejor que pueda para explicar bien las bendiciones.
No parece juicio temerario pensar que ese sacerdote no cree en las bendiciones, o al menos en algunas.
Fíjese que no es raro, al final de la Misa, que el sacerdote no dé la bendición en el nombre de la Sma. Trinidad, sino que cambie la bendición en oración simple: "la bendición... venga sobre NOSOTROS y" etc. No bendice al pueblo, como lo manda el rito eucarístico.
------------------------------------
JMI.-Espere, por favor, que trate de las bendiciones, pues D.m. les dedicaré al menos un artículo.
A menos que se definan y delimiten muy bien, los sacramentales, el pueblo puede torcerlos y acabando practicando un pseudopaganismo cristiano.
------------------------
JMI.-El peligro de hacer mal uso de los sacramentales es real, pero no indica nada malo o peligroso en los mismos sacramentales, sino en el hombre, en el cristiano de escasa o mala formación que los use mal.
En otras palabras, el mal, la debilidad, la ignorancia frecuente en el ser humano, en el cristiano, hace que todo, hasta lo más bueno, pueda ser objeto de usos malos y abusivos. Ahí tiene Ud., p.ej., la Eucaristía, cuántas personas comulgan sin haberse confesado hace años y teniendo en su conciencia muchos o algunos pecados mortales no confesados. "Examínese el hombre a sí mismo, y entonces coma del pan y beba del cáliz; porque el que sin discernir come y bebe el cuerpo del Señor, se come y bebe su propia condenación. Por esto hay entre vosotros muchos enfermos y no pocos han muerto" (1Cor 11,29-30).
¿ Como hemos podido perder ese inmenso caudal de gracias?
Me gustaría, D. José María, que ahondase en las virtudes del agua bendita.
-----------------------
JMI.-Entra en el esquema que voy desarrollando, sí.
Bendición +
¿Cómo ha podido?... Toda la segunda parte del presente art. trata de eso: las causas secularizantes de la desacralización: alergia a sacramentales, etc.
SOy muy aficionada a usar el agua bendita, que tengo en casa, con la que me santiguo cada noche.
Por supuesto que la casa y el coche han recibido la correspondiente bendición.
También llevo el escapulario del Carmen y un rosario en el bolsillo o en mi bolso.
En efecto, Padre Iraburu: no es lo mismo un día cualquiera que una solemnidad litúrgica; no es lo mismo un viernes-día dedicado a la Pasión- que un jueves - Sma Eucaristía...
Para alguien que intenta ser buen católico, cada día tiene un aroma y un aspecto distinto según la liturgia y la fe.
En Galicia aún se habla de ciertos días en vez de por fecha del mes, por el santo. Polo Santo Antonio, polo San Xoan, por Santa Lucía...
------------------------------
JMI.-Seguro que si busca en internet "semipelagianos" le va a salir información abundante. Si no lo vale, puede entrar en mi blog. Al final de cada artículo, viene el Índice del blog completo. Hablo del semipelagianismo, y caracterizo su fisonomía espiritual en nuestro tiempo, en los artículos (61-75).
-------------------------------
JMI.-A mi modesto entender, la bendición de los hábitos es un sacramental, pero los hábitos no lo son. Del mismo modo que la bendición de los campos es un sacramental, los campos mismos, no.
Bendito sea Dios por Jesucristo Nuestro Señor.
Gracias a ud. Padre por el blog que me es de mucha ayuda.
------------------------
JMI.-Un modo de darle gracias a Dios, se me ocurre, sería pedir a la Fund. GRATIS DATE (Aptdo. 2154- 31080 Pamplona) el libro "Gracia y libertad", un buen número de ejemplares (3,50 € si está Ud. en España, gratis si en Hispanoamérica) y darlo a sus amigos.
Dios le bendiga.
-------------------------------
JMI.-No tiene Ud. por qué estar "confundido".
Aténgase a la doctrina de la Iglesia en referencia a sacramentos, sacramentales, exorcismos y doscientos temas más. El hecho de que alguien, aunque sea su Obispo, niegue esa doctrina, debe causarle pena, pero en absoluto "confusión".
Ruego por Ud. y por todos los que andan hoy en la Iglesia angustiados y desconcertados.
Le recomiendo leer el artículo mío último
(307) En las tormentas de la Iglesia, fe, esperanza y caridad.
Y el anterior.
------------------------------
JMI.-Yo creo que sí, pero no puedo responderle con seguridad, porque no tengo a mano los documentos de la Iglesia que regulen esa cuestión.
Ahora si que la mies es mucha, los pastores sin la ayuda que dejo nuestro Señor.
No todos los ministros sagrados estan consientes de ello.
pidamos al Señor por todos nosotros.
---------------------------------------------------------------
JMI.-Copio-pego el segundo de los comentarios entrados en este post. En junio 2013.
.....
Norberto
¿Puede considerarse el Santo Rosario como sacramental?.
-------------------
JMI.-Yo no conozco que haya una lista completita de sacramentales. Pero, desde esa ignorancia, yo diría que es una oración recomendadísima por la Iglesia (en más de una docena de encíclicas), indulgenciada abundantemente (Manual de Indulgencias, trad. del Echiridion Indulgentiarum 1986, n. 48). El Bendicional (Congr. Culto Divino 1984, nº 1368-1393) dispone un Ritual para la bendición de rosarios muy hermoso. Pero la condición de sacramental no la veo indicada en ninguno de esos documentos.
10/06/13 12:09 PM
-----------------
JMI.-Las oraciones litúrgicas de bendición hablan de la aspersión con el agua bendita, la señal de la cruz, etc., actos todos ellos tradicionales. No recuerdo haber conocido ninguna que aluda al "beber" agua bendita, con sal bendita o sin ella. Pero de ese presunto silencio no se puede deducir que esté prohibido hacerlo.
En todo caso, yo suelo aconsejar usar las bendiciones previstas en el Bendicional vigente y dándoles el uso que el mismo Ritual indica o alude.
Grandes y extraordinarias son las gracias que se pueden obtener a través de los sacramentales. Y qué bueno es el Señor que nos pone tal cantidad de ellos a nuestra disposición, para ayudarnos a caminar y a esperar fielmente en Su amor.
Este artículo viene que ni pintado con ocasión de la que es mi advocación más querida de la Virgen, nuestra Señora del Carmen. Animo a todo el que pueda a hacerse mañana con un escapulario de tela y acudir a un sacerdote para que se lo imponga, conforme al rito que la Iglesia establece.
El Escapulario del Carmen es un sacramental poderosísimo (se dice que el más fuerte de todos) dado por la mismísima Virgen María a san Simón Stock, como prenda de salvación a quienes lo lleven en el momento de su muerte. Sí, lleva asociado importantes promesas espirituales, entre ellas, la más importante, de no morir sin los auxilios espirituales Y la Virgen nunca miente.
En realidad, basta con que la Iglesia -a través de sus ministros, los sacerdotes- quiera asociar unos efectos espirituales a los objetos que puedan ser bendecidos (porque tampoco todos lo son) para que el objeto en cuestión pueda considerarse un sacramental.
Intento explicarme, aunque seguro que lo hago de forma deficiente: una cruz o un escapulario no son un sacramental hasta que no están bendecidos por un sacerdote (señal de la Cruz incluida), en tanto en cuanto a partir de ese momento es cuando van a desplegar esos efectos o beneficios espirituales. Tampoco el agua y la sal son sacramentales por sí solos, sin la correspondiente fórmula y bendición sacerdotal.
Las manos del sacerdote son poderosísimas. Y yo estoy convencida de que un Rosario bendecido es un sacramental poderosísimo precisamente por ello. De ahí que su sola presencia, en una muñeca o en un bolsillo sirva para ahuyentar a Satanás.
Otra cosa es que no sean amuletos. Que rotundamente no lo son.
Dejar un comentario