(175-2) CRISTO HA RESUCITADO VERDADERAMENTE. ¡Aleluya!
Suele decirse que emplear las mayúsculas al escribir en internet es como dar un grito cuando se está conversando: un signo de mala educación. Pero toda norma tiene sus excepciones. En estos días pascuales los cristianos gritamos al mundo que Cristo HA RESUCITADO VERDADERAMENTE, y lo hacemos con una alegría indecible, que trata de expresar la inefable palabra: «¡Aleluya!».
Hace unos días la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe, con la aprobación de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española, publicó una Notificación sobre algunas obras del Prof. Andrés Torres Queiruga. Y entre «los elementos de la fe de la Iglesia que quedan distorsionados en sus escritos» (26), reprueba un error que no pocos de nuestros fieles lectores van a tener que escuchar y padecer en las predicaciones de las Misas del tiempo pascual. En efecto, son frecuentes los Evangelios de esos días que recuerdan las numerosas apariciones de Jesús, habidas entre su Resurrección y su Ascensión a los cielos. Pues bien, precisamente estos días se verá «distorsionada» esta fe en aquellas Iglesias locales donde «nuevos paradigmas», como los de Queiruga, Pagola y tantos otros, han prevalecido sobre la fe de la Iglesia. Como la Notificación aludida denuncia estos errores, reafirmando la fe católica, convendrá recordarla –los subrayados son míos–:
20. «Esto nos lleva a la cuestión central que no es otra que el contenido de la fe en la Resurrección. Para Torres Queiruga el acontecimiento de la Resurrección es una acción de Dios por la que impide que Jesús sea anulado por la muerte. La fe en la Resurrección no es aceptar la verdad de un acontecimiento histórico y del que haya manifestaciones históricamente comprobadas, sino tener la convicción de que Jesús está vivo, en un modo de vida en la que hay una ausencia de corporeidad. Por ello, la Resurrección del cuerpo no es un elemento esencial de la fe pascual. Es más, en el pensamiento de Torres Queiruga, lo lógico es que el cuerpo no haya resucitado. Tampoco las apariciones son acontecimientos esenciales para la fe en la Resurrección. Son simplemente “algún tipo de experiencia singular”. El problema, por tanto, no está sólo en que no acepte las apariciones como “manifestaciones históricamente comprobadas” de la Resurrección, sino en que para él estos acontecimientos no han podido ocurrir. Su modo de explicar la fe en la Resurrección de Cristo no incluye ni la resurrección del cuerpo ni las apariciones.
21. «Estas afirmaciones del Profesor Torres Queiruga modifican sustancialmente la comprensión que la fe de la Iglesia mantiene a propósito de la Resurrección. El que la Resurrección del Señor no sea una simple revivificación de un cadáver, no conlleva necesariamente que sea algo ajeno a la historia y sin posibilidad de ser verificado por testigos de una manera objetiva. El Catecismo de la Iglesia Católica, que debe ser considerado “como regla segura para la enseñanza de la fe” [Juan Pablo II, Const. apost. Fidei depositum, 1992, n.4],recoge de una manera muy precisa cómo se debe entender la Resurrección, las apariciones y el sepulcro vacío».
Un grupo de teólogos, entre ellos algunos de la competencia de la benedictina Teresa Forcades, declaraba públicamente, «como compañeros y amigos de Andrés Torres Queiruga» (4-IV-2012), lo que más o menos su defendido había ya declarado antes:
«La teología que rezuma la Notificación difícilmente recibiría el aprobado en un examen de la mayoría de las Facultades teológicas del mundo […] No es de recibo que el Catecismo de la Iglesia Católica sea uno de los referentes desde el que se evalúa y se juzga la consonancia de la teología de Andrés Torres Queiruga con la verdad de la fe».
Los que aceptamos las enseñanzas del Catecismo de la Iglesia Católica, en comunión con los cerca de 4.000 Obispos que lo aprobaron y con el Papa, apenas mereceríamos «un aprobadillo raspado» en ciertas Facultades de teología. Lo cual, dicho sea de paso, es cierto. Tan cierto como lamentable. Pero vengamos ya a recordar lo que el Catecismo enseña a los fieles, a los párrocos, a los Obispos y a los teólogos sobre la Resurrección de Jesús, proclamando hoy la fe de la Iglesia Católica.
644 «Tan imposible les parece la cosa [a los apóstoles] que, incluso puestos ante la realidad de Jesús resucitado, los discípulos dudan todavía (cf. Lc 24,38): creen ver un espíritu (cf. Lc 24,39). “No acababan de creerlo a causa de la alegría y estaban asombrados» (Lc 24,41). Tomás conocerá la misma prueba de la duda (cf. Jn 20,24-27) y, en su última aparición en Galilea referida por Mateo, “algunos sin embargo dudaron” (Mt 28,17). Por esto la hipótesis según la cual la resurrección habría sido un “producto” de la fe (o de la credulidad) de los apóstoles no tiene consistencia. Muy al contrario, –bajo la acción de la gracia divina– su fe en la Resurrección nació de la experiencia directa de la realidad de Jesús resucitado.
645 «Jesús resucitado establece con sus discípulos relaciones directas mediante el tacto (cf. Lc 24,39; Jn 20,27) y el compartir la comida (cf. Lc 24, 30.41-43; Jn 21, 9.13-15). Les invita así a reconocer que él no es un espíritu (cf. Lc 24, 39), pero sobre todo a que comprueben que el cuerpo resucitado con el que se presenta ante ellos es el mismo que ha sido martirizado y crucificado, ya que sigue llevando las huellas de su pasión (cf. Lc 24,40; Jn 20, 20.27). Este cuerpo auténtico y real, sin embargo, posee al mismo tiempo las propiedades nuevas de un cuerpo glorioso: no está situado en el espacio ni en el tiempo, pero puede hacerse presente a su voluntad donde quiere y cuando quiere (cf. Mt 28,9.16-17; Lc 24,15. 36; Jn 20,14.19.26; 21,4) porque su humanidad ya no puede ser retenida en la tierra y no pertenece ya más que al dominio divino del Padre (cf. Jn 20,17). Por esta razón también Jesús resucitado es soberanamente libre de aparecer como quiere: bajo la apariencia de un jardinero (cf. Jn 20, 14-15) o “bajo otra figura” (Mc 16, 12) distinta de la que les era familiar a los discípulos, y eso para suscitar su fe (cf. Jn 20, 14. 16; 21, 4. 7).
646 «La Resurrección de Cristo no fue un retorno a la vida terrena como en el caso de las resurrecciones que él había realizado antes de Pascua: la hija de Jairo, el joven de Naím, Lázaro. Estos hechos eran acontecimientos milagrosos, pero las personas afectadas por el milagro volvían a tener, por el poder de Jesús, una vida terrena “ordinaria”. En cierto momento, volverán a morir. La Resurrección de Cristo es esencialmente diferente. En su cuerpo resucitado, pasa del estado de muerte a otra vida más allá del tiempo y del espacio. En la Resurrección, el cuerpo de Jesús se llena del poder del Espíritu Santo; participa de la vida divina en el estado de su gloria, tanto que san Pablo puede decir de Cristo que es “el hombre celestial” (cf. 1Co 15,35-50).
647 «“¡Qué noche tan dichosa —canta el Exultet de Pascua—, sólo ella conoció el momento en que Cristo resucitó de entre los muertos!”. En efecto, nadie fue testigo ocular del acontecimiento mismo de la Resurrección y ningún evangelista lo describe. Nadie puede decir cómo sucedió físicamente. Menos aún, su esencia más íntima, el paso a otra vida, fue perceptible a los sentidos. Acontecimiento histórico demostrable por la señal del sepulcro vacío y por la realidad de los encuentros de los Apóstoles con Cristo resucitado, no por ello la Resurrección pertenece menos al centro del Misterio de la fe en aquello que transciende y sobrepasa a la historia. Por eso, Cristo resucitado no se manifiesta al mundo (cf. Jn 14, 22) sino a sus discípulos, «a los que habían subido con él desde Galilea a Jerusalén y que ahora son testigos suyos ante el pueblo (Hch 13,31)».
El Catecismo de la Iglesia Católica es una de las más preciosas herencias que nos dejó el pontificado del Beato Juan Pablo II. Comenzó a elaborarse en 1986, respondiendo a la indicación del Sínodo de los Obispos hacía poco celebrado, y se promulgó y publicó en 1992, después de innumerables trabajos y revisiones en las que intervinieron los Obispos y también profesores de las Facultades teológicas de todo el mundo. (¡Yo también colaboré!). Por eso, cuando fue promulgado en la Constitución Apostólica Fidei depositum (11-X-1992), el texto no solamente enseñaba la fe de la Iglesia, sino que también reprobaba directa y expresamente los errores que en esos años se estaban difundiendo, como éstos que he recordado sobre la Resurrección de Cristo. Sobre su valor doctrinal, Juan Pablo II escribía en ese documento:
«El Catecismo de la Iglesia Católica… es la exposición de la fe de la Iglesia y de la doctrina católica, atestiguadas e iluminadas por la sagrada Escritura, la Tradición apostólica y el Magisterio de la Iglesia. Lo declaro como regla segura para la enseñanza de la fe y como instrumento válido y legítimo al servicio de la comunión eclesial» (n.4).
Si algún párroco o catequista habla de la Resurrección de Cristo, y duda entre seguir la enseñanza de Pagola, Queiruga y otros que coinciden con ellos, o seguir, si es distinta, la enseñanza del Catecismo, sepa que debe en conciencia atenerse a lo que la Iglesia enseña en su Catecismo. De otro modo, estará difundiendo en el pueblo cristiano errores contrarios a la fe. Una Iglesia local se ve deteriorada por todos los pecados que en ella se cometen –violencias, mentiras, injusticias, anticoncepción, pederastia, abortos, etc.–, pero lo que realmente consigue que se derrumbe una Iglesia es la prevalencia en ella de los errores contrarios a la fe. Y es que la fe es el fundamento sobre el cual se edifica la Iglesia de Cristo, «columna y fundamento de la verdad» (1Tim 3,15). La apostasía de gran parte de Occidente ha venido no tanto por ataques ideológicos procedentes del exterior de la Iglesia, sino porque dentro de la propia Iglesia –en palabras de Juan Pablo II– «se han esparcido a manos llenas ideas contrastantes con la verdad revelada y enseñada desde siempre. Y se han propalado verdaderas y propias herejías en el campo dogmático y moral, creando dudas, confusiones, rebeliones» (6-II-1981).
Resurrexit Dominus vere! Alleluia!
José María Iraburu, sacerdote
Índice de Reforma o apostasía
13 comentarios
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JMI.-¡Y después también!
Hoy, un sacerdote que conozco, me ha aconsejado unas cosas, que no son las mismas que enseña el Magisterio de la Iglesia Católica.
Pero le guste o no, siempre seré fiel al Magisterio de la Iglesia Católica, porque sería como una traición a Cristo y a la Iglesia, que yo siguiera, por ejemplo: "Si la gente no se arrodilla ante en Santísimo, tienes que hacer lo mismo que ellos"
Es lo que más detesta el príncipe de las tinieblas, que nos arrodillemos ante el Santísimo, no lo soporta, por eso tienta a la gente para que no se arrodille, y no viven la fe a la medida de Cristo.
Son de esas personas que no entienden el verdadero sentido de la vocación sacerdotal.
Claro, que yo podría seguir sus consejos, pero siempre que no se separe de la unidad de la Iglesia Católica.
Hay muchos herejes en el mundo, que intentan convencer, diciendo también, que no es necesario cumplir todo lo que dice el Magisterio de la Iglesia Católica, según los momentos. Pues con eso no se ayuda a llevar almas a Dios, pues dejarlo en las irreverencias, el que no se debe arrodillar ante Dios, esto es enemistad, muy grave con Dios.
De yo seguir el mismo comportamiento que los mundanos, es que ya habría perdido la fe, mi amor a Cristo.
Yo prefiero continuar con las enseñazas de la Santa Madre Iglesia Católica, pues no quiero echar mi vida al fuego eterno. Ya es una desgracia el haber perdido todo el amor a Dios, por defender los "respetos humanos", como esta mañana he comprendido al reflexionar sobre el asunto. Pues, otros casos de lo mismo, "podéis aplaudir", ciertamente llega a ponerse en contradicción con los intereses de Cristo para exponer el propio.
Dios le bendiga siempre.
Le he preguntado como sabe que Jesucristo ha resucitado.
Y tranquilamente me responde: " Porque el previamente lo dijo ".
Exactamente lo que pienso yo.
De tal palo tal astilla.
Jesucristo es la Verdad y la Verdad no puede mentir. El vino a este mundo a dar testimonio de la Verdad.
¡ Resurrexit Sicut Dixit, Alleluia ¡.
Hoy por la mañana asistí a una misa oficiada por un buen y joven sacerdote diocesano, quien dijo que si dudamos de la Resurrección tal como la enseñan los Evangelios, toda nuestra fe se cae. Que es lo que dijo San Pablo: "Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra Fe".
Por eso me parecen muy acertadas las opiniones que califican a Queiruga como el Hereje Mayor de la España actual. Y a la Forcades su Profeta.
Porque también en el Infierno hay categorías jerárquicas, ¿no?
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JMI.-Contesto. Vuelva a leer, por favor, los números del Catecismo que he transcrito. Yo no sé decirle con más claridad y seguridad "en que consiste" la Resurrección. Y dudo bastante que haya alguien que sepa decirle algo más claro y seguro.
Cristo ha resucitado verdaderamente, y ha vencido al pecado y nos ha redimido en la Cruz, y ha vencido a la muerte en la Resurrección. ¡¡ALELUYA!!.
Para que al Nombre de Jesús,toda rodilla se doble, en los cielos, en la tierra y en los abismos Filp 2,10 -11.Y toda lengua proclame: Jesucristo es el Señor.
"El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios, sino que se despojó de sí mismo tomando condición de Siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz"
El es de "condición divina" (Flp 2, 6) y no es posible, no doblar la rodilla y toda nuestra humanidad ante El, ya que si El se sometió a esta muerte y el Padre manifestó que Jesús El Señor es Soberano, resucitándolo de entre los muertos y exaltándolo en su gloria,esta realidad es nuestra Pascua.
Asi que nuestra pobre humanidad no le queda mas remedio que postrarse, anonadarse ante la Divinidad,no es ninguna humillación es la más gloriosa verdad, la Resurrección,dejar las ideologías que no llevan a la grandeza del misterio,exaltando el yo humano no nos encontramos con EL.La Eucaristia es el alimento de la Pascua eterna aquí en la tierra.
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JMI.- Gracias por su gratitud.
Bendición +
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JMI.-Sí, dos y dos son cuatro, y dos más son seis, y dos más son ocho etc. Cualquier día de éstos descubrimos el Mediterráneo (=el Catecismo).
ALELUYA, ALEYUYA, pater!!
Y si Cristo resucitó, nosotros con El resucitaremos, así que... Quien teme a la muerte?
Christus Vincit, Christus regnat, Christus Imperat!
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JMI.-Resurrexit Dominus VERE!!!
Aleluya
http://infocatolica.com/blog/coradcor.php/1204131143-torres-queiruga-se-mantiene-e
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JMI.-Desde que vimos que descalificaba Queiruga a la Comisión Doctrinal de la Fe y a la Comisión Permanente de la CEE, alegando que mostraban en la Notificación que difícilmente podrían lograr un aprobado en las Facultades modernas de Teología, ya nos dimos cuenta de que no había en él ni una mínima disposición para rectificar. Pertinacia absoluta en el error. La Autoridad apostólica es la que está errada. Que estudie, que se entere, y dejará de reprobar teologías que ni conoce ni entiende, y que hoy enseñan "todos".
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