(71) Gracia y libertad –VI. Santo Tomás de Aquino
–Especulando especulaciones especulativas… Ay, madre.
–Permítame que le diga que el pensamiento de Santo Tomás, por estar fundamentado en Biblia, Tradición y Magisterio, como también en el realismo de la filosofía del ser, se expresa en un lenguaje muy claro y preciso, que nos comunica el veritatis splendor.
Para terminar esta gran cuestión, la examinaré brevemente en la doctrina de algunos santos.
Santo Tomás de Aquino (1225-74) nació de familia noble en el castillo de Roccasecca, en la provincia de Nápoles, del reino de Sicilia. Educado como oblato benedictino (1230-1239), ingresó en la Orden de Predicadores y estudió en Nápoles, París y Colonia, donde tuvo por maestro a San Alberto Magno. Fue ante todo un religioso santo, de altísima oración contemplativa. Y partiendo siempre de la Escritura, de los Padres y de los Concilios, logró, con la ayuda de la filosofía aristotélica, convenientemente evangelizada, una maravillosa síntesis filosófica y teológica.
Durante siglos los Papas han recomendado atenerse a su magisterio. Así lo dispuso también el concilio Vaticano II (OT 16). Y en 1983 el Código de Derecho Canónico ordenó que la teología dogmática, fundada en la Biblia y la Tradición, fuera estudiada «teniendo principalmente como maestro a santo Tomás» (c.252,3). Por eso es llamado el Doctor común, porque extiende su luz a todas las escuelas católicas de pensamiento. La iconografía del Doctor angélico suele poner en su pecho el sol de la Eucaristía, centro de su doctrina y devoción. Canonizado en 1323, fue declarado Doctor de la Iglesia en 1567, y Patrón de las universidades y centros católicos de estudio en 1880.
La causalidad universal de Dios, «en quien vivimos, nos movemos y existimos» (Hch 17,28) tanto en el orden natural como en el sobrenatural, es sin duda una de las verdades más importantes de la razón y de la fe, y una de las más ignoradas por los cristianos de hoy (Catecismo 318). Él mueve los astros en sus órbitas, hace crecer las plantas, da vida y movimiento a los animales, y, por supuesto, da ser, vida y movimiento a los hombres, sus criaturas más preciosas en el mundo visible.
Santo Tomás: «Dios es propiamente en todas las cosas la causa del ser mismo en cuanto tal, que es en ellas lo más íntimo de todo, y por tanto Dios obra en lo más íntimo de todas las cosas» (Summa Theologicæ I,105,5). «En cualquier género de causas, la causa primera es más causa que la segunda, ya que la causa segunda no es causa sino movida por la causa primera… Por tanto, el supremo Agente actúa todas las acciones de los agentes inferiores, moviéndolos todos a sus acciones propias» (CGentes 3,17). Así pues, «no sólo recibimos de Dios la virtud de querer [la voluntad libre], sino también la operación. Dios es por tanto causa en nosotros no sólamente de la voluntad, sino también de su querer» (ib. 3,84). Parece evidente que aquello que «no tiene por sí mismo el ser, tampoco tiene por sí solo el poder obrar» (In Sent. d.37, q.2 ad 2). Y si esto es obvio en el plano natural, a fortiori lo es en el plano sobre-natural.
Dios nos salva con la gracia habitual y nos asiste siempre con sus gracias actuales. De ningún modo los hombres en nuestros actos libres nos auto-excluímos de la causalidad de Dios, que es universal.
«El hombre necesita para vivir rectamente un doble auxilio [de Dios]. Por un lado, un don habitual [la gracia santificante] por el cual la naturaleza caída sea restaurada y, así restaurada [sanada y elevada], sea capaz de hacer obras meritorias de vida eterna, que exceden las posibilidades de la naturaleza. Y por otro lado, necesita el auxilio de la gracia [actual] para ser movida por Dios a obrar… ya que ningún ser creado puede producir cualquier acto a no ser por la virtud de la moción divina» (STh I,109,9). Por tanto, «la acción del Espíritu Santo, mediante la cual nos mueve y protege, no se limita al efecto del don habitual [gracia santificante, virtudes y dones], sino que además nos mueve y protege juntamente con el Padre y el Hijo» (I,105,5 ad 2m). Esta doctrina expresa la enseñanza de la Biblia y de los Concilios, como ya vimos (61 y 68), en la que se afirma que es Dios quien obra siempre en nosotros y con nosotros el querer y el obrar el bien, y que es la gracia la que causa la obediencia de nuestra voluntad (Flp 2,13; Indículo, c. 6; Orange II, c. 6; Trento ses. 6,16). No parece, pues, compatible con esa enseñanza la de Molina, según el cual, infundido el hábito de la gracia, «es suficiente el concurso general de Dios para realizar actos sobrenaturales de fe», esperanza y caridad (Concordia q.14, a.13, resp.8).
La moción de Dios no suprime la libertad del hombre, sino que la causa y activa. Es posible el pecado, la resistencia a la gracia, en la medida en que Dios lo permite. Y la docilidad del hombre a la gracia es un acto libre y meritorio asistido por la gracia. Por eso, como enseña Trento, «no puede decirse que el hombre mismo no hace nada en absoluto al recibir aquella inspiración, puesto que puede también rechazarla; pero tampoco sin la gracia de Dios puede moverse, por su libre voluntad, a ser justo ante Él» (ses.6, 5). Dice Santo Tomás: «Dios no nos justifica sin nosotros, porque por el movimiento de la libertad, mientras somos justificados, consentimos en la justicia de Dios. Sin embargo, aquel movimiento no es causa de la gracia, sino su efecto. Y por tanto toda la operación pertenece a la gracia» (I-II,111, 2 ad 2m).
Y aquí lo explica más: «El libre albedrío es causa de su propio movimiento, pues el hombre se mueve a sí mismo a obrar por su libre albedrío. Ahora bien, la libertad no requiere necesariamente que el sujeto libre sea la primera causa de sí mismo; como tampoco se requiere para que una causa sea causa de otra el que sea su causa primera. Dios es la causa primera que mueve, tanto a la causas naturales [no libres], como a las causas voluntarias [libres]. Y de igual manera que al mover a las causas naturales no impide que sus actos sean naturales, así al mover a la voluntarias tampoco impide que sus acciones sean voluntarias [esto es, libres], sino que más bien hace que lo sean, pues Él obra en cada criatura según su propio modo de ser» (I,83,1 ad 3m).
La gracia es eficaz por sí misma, intrínsecamente. El paso del teocentrismo cristiano bíblico y tradicional al antropocentrismo moderno deja a la mayoría de los cristianos ignorantes de esta verdad grandiosa. Cuántas veces los creyentes, psicológicamente, se captan hoy a sí mismos como si fueran causa de su ser, o como si al menos fueran causa de su propio actuar.
Así pensaba Leonardo Leys, S. J., Lessius (1554-1623), profesor en Lovaina, molinista puro, para quien el sí o el no de la voluntad a la gracia «nace de la elección sola de la libertad, y no de la diversidad del auxilio preveniente» de la gracia («ex sola libertate illud discrimen oritur, ita ut non ex diversitate auxilii prævenientis») (De gratia efficaci). Si así fuera, la libertad humana es la que haría eficaz la gracia divina.
La enseñanza de la Escritura y de los Concilios, ya recordada (61 y 68), nos asegura que no es el acto autónomo de la libertad el que da eficacia a la gracia, sino que, como dice Trento, es «Cristo Jesús, como cabeza sobre los miembros, quien continuamente (iugiter) influye su virtud [gracia] sobre los justificados, virtud que antecede siempre a sus buenas obras, las acompaña y sigue» (Ses. 6,16). De otro modo la Causa divina, primera y universal, no sería también causa primera del acto libre del hombre, no produciría todo el ser y todas las diferencias del ser. Y el acto humano libre, lo más precioso del universo creado, le quedaría substraído, y sólo tendría su causa en el hombre. Lo cual es un gravísimo error filosófico y teológico.
Cito a dos Doctores de la Iglesia. San Roberto Belarmino, S. J. (1542-1621), como ya vimos (62), condena como gran error pensar que «la eficacia de la gracia se constituye por el asentimiento y la cooperación humana». Y San Alfonso María de Ligorio (1696-1787), afirma igualmente la existencia de «la gracia intrínsecamente eficaz con la que nosotros infaliblemente, aunque libremente, obramos el bien… No puede negarse que San Agustín y Santo Tomás han enseñado la doctrina de la eficacia de la gracia por sí misma y por su propia naturaleza» (Tratado de la oración… II p., cp. IV).
El dominico Billuart (1685-1757), señala las diversas explicaciones teológicas de esta realidad, y concluye: «pero que la gracia es eficaz por sí misma e intrínsecamente, lo enseñamos los tomistas como un dogma teológico íntimamente conexo con los principios de la fe…, y con nosotros todas las escuelas, a excepción de la molinista» (De Deo, dis. VIII, a.5). El padre Ch. Baumgartner, S. J.: «siempre que obramos bien, la razón última no es la elección humana, sino la elección y predilección divinas… Si la gracia de Dios es eficaz, la razón última de esta eficacia no puede venir del consentimiento del hombre, sino de la voluntad y del amor de Dios» (La gracia de Cristo, Herder, Barcelona 1968, 371, 396).
Solo Dios puede mover y cambiar infaliblemente la libertad humana sin violentarla. «El corazón del rey, como una corriente de agua, está en manos de Dios, que lo puede dirigir a donde quiera» (Prov 21,1). La Escritura, los Concilios, la Liturgia enseñan esta verdad con gran frecuencia, concretamente en oraciones de petición.
Sin embargo, «algunos, que no entienden cómo Dios puede causar la moción de la voluntad en nosotros sin lesionar la libertad de la voluntad, interpretan mal [estas enseñanzas de la Escritura], entendiendo que Dios causa en nosotros el querer y el obrar en cuanto que causa en nosotros la virtud de querer [virtutem volendi, la voluntad], pero no en cuanto que nos haga querer eso o lo otro… Éstos resisten evidentemente la enseñanza de las Sagradas Escrituras. Isaías dice: “tú obras, Señor, en nosotros todo lo que nosotros hacemos” (26,12). Por tanto, no sólamente tenemos de Dios la virtud de la voluntad, sino también el querer» (CGentes 3,84). «Dios, sin duda, mueve la voluntad inmutablemente, por la eficacia de su fuerza motora; pero por la naturaleza de la voluntad movida, que está abierta a diversas acciones, no le impone una necesidad, sino que permanece libre» (De malo 6 ad 3m).
Esta accion causal de Dios en la libertad humana es única. «Solo Dios puede mover la voluntad como agente sin violentarla» (CGentes 3,88); «solo Dios puede inclinar la voluntad, cambiándola de esto a lo otro, según su voluntad» (De veritate 22,9). Por eso cuando pedimos en la liturgia, «mueve, Señor, los corazones de tus hijos» (dom. 34, T. Ord.), no le suplicamos que violente nuestra libertad personal, sino que por su gracia la libere de sus cautividades, y de este modo «podamos libremente cumplir su voluntad» (ib. 32).
Dios no ama igualmente a todos los hombres. Y si alguien es más santo, es porque ha sido más amado por Dios. Es evidente que las criaturas existen porque Dios las ama: «Tú amas todo cuanto existe, y nada aborreces de lo que has hecho, que no por odio hiciste cosa alguna» (Sab 11,25). También es evidente que entre los seres creados, concretamente entre los hombres, hay unos mejores que otros, hay unos que tienen más bienes que otros. ¿Y de dónde viene que unas personas sean mucho más buenas que otras? Del amor de Dios. Dios no ama igualmente a todos los hombres. Y si uno es más bueno, es porque ha sido más amado por Dios.
Recuerdo un principio previo. El amor de Dios es muy diferente del amor de las criaturas. El amor de éstas es causado por los bienes del objeto amado: «la voluntad del hombre se mueve [a amar] por el bien que existe en las cosas» o personas. Por el contrario, «de cualquier acto del amor de Dios se sigue un bien causado en la criatura» (STh I-II,110, 1).
El amor de Dios es infinitamente gratuito, es un amor difusivo de su propia bondad: Dios ama porque Él es bueno. Así la luz ilumina por su propia naturaleza luminosa, no por la condición de los objetos iluminados. Y amando Dios a las criaturas, causa en ellas todos los bienes que en ellas pueda haber. Consecuentemente, si todos los hombres en alguna medida han recibido bienes de Dios, aquellos que han recibido más y mayores bienes los deben todos a un mayor amor de Dios hacia ellos.
Los santos, en sus autobiografías, dan con frecuencia testimonio agradecido de esta gran verdad, y a Dios atribuyen todo el bien que ellos tienen, que ciertamente es mucho mayor que el de otros hombres. «El Señor ha hecho en mí maravillas» (Lc 1,49). «¿Qién es el que a ti te hace preferible? ¿Qué tienes tú, que no hayas recibido?… Gracias a Dios soy lo que soy» (1Cor 4,7; 15,10).
Por tanto, Dios no ama más a una persona porque sea más perfecta y santa, sino que ésta es más santa y perfecta porque ha sido más amada por Dios. Esta verdad es constantemente proclamada en la Escritura. En ella resplandece el amor especial de Dios por su pueblo elegido, Israel, «el más pequeño» de todos los pueblos (Dt 7,6-8); por María, haciéndola inmaculada ya antes de nacer; por los cristianos, «elegidos de Dios, santos, amados» (Col 3,12); por «el discípulo amado», etc. Por eso Santo Tomás enseña que,
«por parte del acto de la voluntad, Dios no ama más unas cosas que otras, porque lo ama todo con un solo y simple acto de voluntad, que no varía jamás. Pero por parte del bien que se quiere para lo amado, en este sentido amamos más a aquel para quien queremos un mayor bien, aunque la intensidad del querer sea la misma… Así pues, es necesario decir que Dios ama unas cosas más que a otras, porque como su amor es causa de la bondad de los seres, no habría unos mejores que otros si Dios no hubiese querido bienes mayores para los primeros que para los segundos» (STh I,20, 3). Es éste un principio teológico fundamental, que aplica el santo Doctor al misterio de la predestinación (I,23, 4-5) y a toda su teología de la gracia (I-II,109-114).
Son muchos los cristianos que hoy ignoran estas grandes verdades, pues casi nunca les son predicadas. Y por eso se desconciertan cuando las oyen. Pero un cristiano que apenas las conozca, conoce mal, muy mal, el misterio de Dios y el de su gracia. Apenas entiende la maravilla sobrenatural de la vida cristiana.
José María Iraburu, sacerdote
Post post.-Estas cuestiones de gracia y libertad son especulativamente muy complejas y delicadas a la hora de exponerlas. Yo he hecho una aproximación a ellas muy en síntesis. El Prof. Eudaldo Forment expone con más extensión y precisión estas cuestiones sobre la gracia en su blog de InfoCatólica. Recomiendo leer concretamente el artículo XVIII de su serie sobre la gracia, La gracia en el molinismo y en el bañecianismo (30-V-2015)
Índice de Reforma o apostasía
49 comentarios
1- "Sin mí no podéis hacer nada", dice Jesucristo en el Evangelio. Pero, ¿cuál es concretamente la causa de esta incapacidad del ser humano para querer y obrar el bien por sí mismo, su naturaleza pecaminosa o su condición de criatura creada...?
Dice usted "Parece evidente que aquello que «no tiene por sí mismo el ser, tampoco tiene por sí solo el poder obrar» (In Sent. d.37, q.2 ad 2). Y si esto es obvio en el plano natural, a fortiori lo es en el plano sobre-natural".
2- Y cuál es el motivo o la razón por la que Dios ama más a algunos seres humanos? ¿la mayor o menor aceptación de su Gracia tal vez...?
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JMI.-
1. En un sentido, nuestra condición de criaturas. En otro, nuestra condición de pecadores.
2. La pregunta está mal planteada. Dios no obra por "motivo" alguno distinto de Él. Su decisiones son absolutamente incondicionadas. Pertenecen al misterio de su Divinidad. Él es su propio motivo en todo.
Escribe usted: " Dios no ama igualmente a todos los hombres. Y si alguien es más santo, es porque ha sido más amado por Dios ".
En cuanto a lo segundo, pienso humildemente todo depende de su propia e intensa santidad personal y del amor con que Dios le corresponde según su santa misericordia.
En cuanto a los primero, no puedo estar de acuerdo en absoluto. Me parece MUY FALSO lo que nos dice.
Un Dios que no ame a todos los hombres por igual, exactamente por igual ( como yo quiero a mis cinco hijos y a mis ocho nietos )NO SERÍA UN DIOS JUSTO
( dar a cada uno lo suyo ) y un Dios injusto ( que no se da a todos por igual ) NO PUEDE SER NUNCA dios.
Decimos de Dios, que es infinitamente justo. La justicia es dar a cada uno lo suyo. " Dios quiere que TODOS los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad ".
Y Dios, para ser verdaderamente Dios y Padre de TODOS,
no quiere a todos exactamente por igual. Aunque resulte misterioso de asimilar y comprender.
No puedo estar en este punto, tan decisivo para el común de los hombres ( un amor de Dios para todos exactamente igual ) de acuerdo con usted.
Dios nos ama a todos los hombres por igual y con infinita y amorosa justicia.
Un respetuoso y atento saludo.
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JMI.- Perdón, no va propiamente conmigo su desacuerdo. No está Ud. de acuerdo con Santo Tomás, Doctor común de la Iglesia, y le parece que lo que él enseña es MUY FALSO.
" Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis los unos a los otros como yo os he amado, que os améis mutuamente. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis caridad unos para con otros".
Entiendo que Dios, NOS HA AMADO A TODOS POR IGUAL.
Es el Padre de todos los hombres y nos a amado a todos con muerte de cruz.
“En esto conocerán que sois mis discípulos”. No en que lleven un distintivo en la solapa, ni en la forma de vestir o saludarse; tampoco en que vayan a misa los domingos, ni en que recen en un templo determinado o mirando a Jerusalén, ni en que no roben o sean castos. Los cristianos se distinguirán o deberán distinguirse de las demás personas en una sola cosa: En el mutuo amor que se dispensen, en un amor tan grande que sean capaces de sacrificarse por “cualquiera de los demás”. Todo ello por caridad, por amor a Dios, que murió por AMOR A TODOS los hombres buenos o malos, blancos o negros, sanos o enfermos, .. por todos..
Es un MANDAMIENTO NUEVO porque verdaderamente es de AMOR universal, se refiere A TODOS los hombres por igual, de toda condición social, ricos o pobres, sean amigos o enemigos, y cualquiera que sea su raza, color y sexo sin NINGUNA distinción.
Es UN MANDAMIENTO NUEVO, porque no se trata de un amor cualquiera, sino de amar como Cristo nos amó, hasta dar la vida por nosotros, incluyendo a los que le crucificaron. Ya en la cruz pidió al Señor perdón para los que le mataron, y buscó una justificación para ellos: “Perdónalos Señor, porque no saben lo que hacen”.
Sinceramente, pienso que se equivoca y lo que escribe:
" Dios no ama igualmente a todos los hombres. Y si alguien es más santo, es porque ha sido más amado por Dios ", NO PUEDE SER CIERTO, NI VERDADERO.
Un Dios, que no nos ame a todos por IGUAL, NO PUEDE SER MI DIOS.
No creo en un Dios injusto.
El sol sale siempre para todos.
Porque ningún católico cabal se atrevería a esconocer ¡nada menos! al verdadero Dios, al Autor de la Revelación de la Biblia, en la cual Él se manifiesta con sus todopoderosos atributos y que quienes saben los explican con toda claridad.
Usted lo está negando abiertamente, puesto que prefiere a ese diosecillo democrático e igualitarista que se ha inventado y al cual pareciera rendirle devoción. Diosecillo que pretende dibujar a su imagen y semejanza, de forma que ame a la humanidad como Ud. ama a sus parientes... Nada extraño, hombre. La imaginación humana puede crear tantos dioses fantasmas como se lo proponga. Y vaya la Mitología pagana como ejemplo.
En cambio el único Dios real, Uno y Trino y Creador y Sostenedor del Universo, tiene los atributos que el P. Iraburu señala.
Aunque a Ud. eso le desagrade.
Para poder aceptar con alegría la doctrina que un doctor común de la Iglesia afirma y demuestra, de que Dios ama a más a los que son más buenos, porque causa en ellos la bondad que tienen, luego no ama a todos por igual, hacen falta 2 cosas:
1. No tener en las venas la dotrina deleterea de Molina SJ de la cual se desprende que Dios ama a todos por igual, luego los que responden mejor a la gracia son más buenos.
2. Un poco de humildad, basta que sea bien poco, porque cómo me voy a imaginar que Dios me ama a mí igualmente que a la Virgen María, que la llenó de privilegios hasta redimirla preventivamente. Y así con los demás santos.
Humildad y expulsar fuera el molinismo deletereo que mata la vida espiritual y nos hace infecundos y tristes. El tomismo nos vuelve alegres y humildes y no nos cuesta nada aceptar que Dios ama a unos más que a otros, con tal de saber que nos ha salvado gratuitamente y nos da su gracia para ser santos (a todos). No somos dignos de tal don.
La Biblia deja muy claro que Dios no ama a todos por igual, y aunque no lo comprendamos debemos humildemente prestar asentimiento, y bendecir y dar gracias a Dios siempre, por lo que nos da y también -qué difícil- por lo que nos quita: Lea Rm. 20,24: "Oh, hombre, en todo caso quién eres tú para pedir cuentas a Dios? Acaso dice el vaso al que lo modeló ¿Por qué me hiciste así?¿O es que el alfarero no tiene poder sobre el vaso para hacer de una misma masa un vaso para el honor y otro para uso vil?"
Soy católico, apostólico y romano. Amo profundamente a Dios y a su santa Iglesia, que mi Madre y Maestra.
Y aún siendo un pecador, ustedes, no me ganan en amor a Dios, Uno y Trino.
Y a Jesucristo Redentor del mundo para todos, sin posibles distinciones; Gálatas 3-28: " Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús . Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa ". Y luego el hombre por el misterio de su libérrima voluntad, puede aceptar la luz y las tinieblas. Aceptar, respetar y amar a Dios.
O rechazarle, negarle y hasta odiarle.
Dice la escritura santa:
" En esto está el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino que El nos amó y envió a su Hijo, como propiciación por nuestros pecados. I Jn 3, 18 ".
EL, nos amó a TODOS. A todo el género humano. Con amor justo, sabio e infinitamente amoroso y caritativo para todos. Y más, naturalmente al que más ama, pero también al pecador ( Mateo 9-13: " no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores " ).
Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, y estando nosotros muertos por nuestros delitos, nos dio vida por Cristo [ Ef 2, 4-5 ).
En la parábola de "La Oveja Perdida" que se encuentra en Mateo 18:12 y Lucas 15, se nos refiere básicamente a que Dios cuida y proteje A TODOS POR IGUAL y como un "todo", que si se le "extravía una oveja" (o sea alguien se vuelve pecador), no dice "bueno, todavía tengo 99 y es suficiente" sino que se esfuerza por recuperar a la "oveja perdida".
Por eso dice que " le da más alegría tener un pecador que se arrepiente y regresa a su lado, que 99 que nunca se perdieron ".
Yo entiendo y creo, que Jesús nos ama a todos los hombres por igual; somos nosotros los que lo amamos ( o no le amamos ) a él de forma diferente”.
Respeto profundamente a Santo Tomás, pero este pensaiento suyo, no lo encuentro acertado y es simplemente propio de su tiempo.
Saludos.
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JMI.- Estimado Epícteto, ya con tres intervenciones suyas, y bien larguitas, es bastante.
Ya vale. Sus alegaciones no convencen. Déjenos quedarnos con Santo Tomás, que expresa la convicción de la Iglesia de siempre, de antes y de después de él.
Ahora bien, la mentalidad totalmente antropocéntrica (ahora incluso derivadándose para mí ya en "rescéntrica", ya que en el post-modernismo el consumismo de cosas nos ha arrebatado el alma hacia ellas) arrastrada durante mucho tiempo hace que muchos cristianos en la práctica (y que se nos cuela si no vigilamos constantemente en la oración, los sacramentos y la caridad) vivamos muchas veces como si "todo dependiera de nosotros". Si entonces Dios se limita a apoyarnos en nuestras acciones, claramente nuestra bondad sería producto más que nada de nuestro voluntarismo hacia el bien ("hombre hecho así mismo", eso que tanto se dice) y por deducción Dios sería un caprichoso injusto si a unos apoyara más que a otros, si a unos amara más que a otros.
Supuesto lo anterior y bajo la escasa formación que tenemos y menos que practicamos, sí que se me puede hacer necesario para que muchos podamos conciliar posturas y caer en la cuenta de nuestros errores doctrinales y de vida unos matices añadidos al texto (que el padre Iraburu diga si me equivoco) :
- Todos estamos llamados a la máxima santidad y máxima felicidad, pero a la medida de nuestro ser, de como hemos sido creados por Dios. Es decir, a la máxima santidad subjetiva. Para entender esto a mí siempre me ha ayudado el ejemplo de Santa Teresita : Dios nos llena como unos vasos a los que se echa agua, sólo que unos son más pequeños y más grandes; unos se sienten llenos con menos que otros, que con lo mismo pueden estar medio vacíos.
- Por tanto, como concluye Santo Tomás, necesitamos decir que a unos ama más que otros. Pero, como matiza el Santo y esto no se ha discutido, no por el acto de la voluntad sino por el bien querido para el otro.
- En virtud precisamente del bien querido para el otro (mayor para unos que para otros) podemos ser el Cuerpo Místico de Cristo, en el que todos somos necesarios e indispensables para el Cuerpo (ver lectura de San Pablo) aunque unos miembros sean más nobles que otros. También en virtud de ello Dios nos ha hecho únicos, nos ama con amor único. Y cada uno tenemos una misión distinta y única en esta vida, que debemos descubrir. Eso es un AMOR TOTALMENTE PERSONAL DE DIOS A CADA UNO, LLAMADO SIEMPRE A SER FUENTE DE UNA GRAN ALEGRÍA PARA CADA UNO. También por ello el Reino de Dios ya en este mundo no aparece como algo uniforme, monocorde, sino como una composición sinfónica, llena de todos los matices.
- La santidad de vida en la que estemos en cada momento también viene determinada por nuestra respuesta libre a la gracia. De modo que, siempre teniendo en cuenta que la gracia será mayor para unos que para otros, no siempre podremos decir que los más buenos son a los que Dios ha amado más. Porque puede haber otros a los que Dios ha amado mucho y que en su libre albedrío hayan rechazado ese amor...
¿Cómo entender sino la parábola de los talentos, sino con lo expuesto en este post? Y a mí, deseo que a muchos, me ayuda a entenderlo del todo las reflexiones o inspiraciones que acabo de compartir.
Mucha humildad para todos.
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JMI.- Bien, pero enseña lo contrario que Santo Tomás cuando al final dice ud: "...siempre teniendo en cuenta que la gracia será mayor para unos que para otros, no siempre podremos decir que los más buenos son a los que Dios ha amado más". Siempre podremos decir que los más buenos son a los que Dios ha amado más. No sólo porque distribuye Dios sus gracias en grados diversos a unos y a otros, sino que es también su gracia la que asiste "a los más buenos" para recibir sus gracias.
La prueba de que Dios no nos ama igual es que Dios hace elección, predestina a la bienaventuranza y a la reprobación. ¿La razón? San Pablo simplemente nos dice que no tenemos derecho de pedir cuentas a quien nos hizo. Quevedo señala que "si me salvo, alabaré la misericordia de Dios; si me condeno, su justicia".
Medite sobre estas dos proposiciones del Magisterio de la Iglesia, y no diga que no está de acuerdo porque se saldría del magisterio:
"Dios, por un designio eterno de su voluntad, ha predestinado a determinados hombres a la eterna bienaventuranza".
"Dios, con un decreto eterno de su voluntad, predestinó a ciertas personas para la eterna condenación por haber previsto sus pecados"
Está claro que Dios no nos ama a todos por igual, porque distribuye desigualmente la gracia y porque en su inmutable decreto ya ha fijado cuáles son -en Palabras de Pablo- los "vasos de la ira" y los "vasos de la misericordia" (Rm. 9,24), los que se salvan y los que no. Pero también es cierto que nos ama a todos (es lo importante), y nos da a todos las suficientes gracias para salvarnos. Desiguales pero suficientes. La bienaventuranza y la salvación es obra de Dios y es también obra nuestra. "Dios, que te hizo sin tí, no te salvará sin ti" (San Agustín)
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JMI.- Tratar de dilucidar el misterio de la predestinación en los comentarios de un blog resulta un intento desmesurado, sin apenas probabilidad alguna de éxito. Yo les recomendaría leer, p.ej., la enseñanza del Concilio de Valence (855) sobre la predestinación, que en el Denzinger antiguo está en 320-325, y en el nuevo 625-633. Son textos muy fundamentados en la Revelación bíblica, muy medidos, muy precisos, que hacen todas las distinciones precisas. Porque el que no distingue, confunde.
Creo que con estos matices no contradigo a Santo Tomás pero puede que sí sin alcanzar a entenderlo...
Por otro lado, fijémonos en lo saludable que es para nosotros en la práctica la sana doctrina :
- No tenemos nada de que enorgullecernos porque es Dios la causa primera de todo.
- Se hace mucho más claro que no podemos juzgar a los demás subjetivamente porque no sabemos las gracias santificantes y actuales que Dios le haya dado. No podemos compararlas con las que hayamos recibido nosotros.
- Quiénes recibamos el don de la fe y del deseo de una unión cada vez mayor con Dios también tenemos una mayor responsabilidad en nuestras vidas de cara a dar gloria a Dios haciendo el bien y a la salvación de las almas. Cito a Pío XII: "Misterio tremendo el que la salvación de muchos dependa de la santificación de unos pocos" (si no exacta, aproximada). Frase a mi entender muy íntimamente unida a lo que se expresa diciendo que Dios ama a unos más que a otros...
Soy muy liberal y respetuoso con todo el mundo, pero naturalmente, también exijo, que me respeten a mi.
Y algunos comentaristas, desafortunadamente no lo están haciendo.
Con permiso, del muy respetable Blogger, JMI que escribe: " Epícteto, explicación, explicación, no da ninguna. No se toma la molestia de refutar los argumentos bíblicos y teológícos que sustentan la enseñanza de Sto Tomás. Simplemente viene a decir que "le revienta" que así sea. Pero no da ninguna explicación ni argumento".
1º.- A mi no me revienta nunca NADA. Es una suposición muy errada por su parte.
2º.- Si me tomo la molestia de refutar con argumentos válidos, de lógica y de coherente razón pura, pues siempre como cristiano, he pensado profundamente que: " La verdad os hará libres " que nos dijo el Maestro. ¿ O no lo dijo ?.
Procuraré ser breve.
Lo que escribe Luis López. " "Dios, con un decreto eterno de su voluntad, predestinó a ciertas personas para la eterna condenación por haber previsto sus pecados", es completamente falso de toda falsedad.
El problema de la necesaria e inevitable PREDESTINACIÓN, es muy sencillo y elemental.
Dios es infinitamente omnisciente y TODO lo sabe, ve y conoce. Pero no castiga con la predestinación A NADIE.
El hombre avanza por el camino de la vida ( es un ser para la muerte, pero también para LA VIDA ) y puede condenarse y salvarse con la más ABSOLUTA LIBERTAD.
Avanzando en una dirección de los cuatro puntos cardinales, tiene abismos de condenación eterna en los que puede lamentablemente caer a causa de sus graves pecadso. Dios, todo lo ve desde la alturas de su santa GLORIA. Y ve al hombre caminar, por la vida que le ha sido entregada como ser creado por Dios.
El hombre no ve el abismo ( Dios si )y se avanza sin pararse caerá en él. Pero el hombre también puede cambiar el curso de su camino con la gracia de Dios.
Y si corrige el rumbo de su camino, no caerá en el abismo satánico y se podrá salvar con la ayuda de Dios.
No existe la predeterminación. Es un artilugio y un artefacto de nuestra insuficiente mente.
No olvidemos que generalmente pensó con sana lógica aristotélica y un portentoso cerebro personal.
Pero alguna vez, como humano y NO DIOS, que era, se pudo hasta equivocar. " De humanos es poder errar ", hasta los Papas lo hacen, excepto cuando hablan ex cátedra dirigidos por el Espíritu Santo.
«No es la originalidad, sino el vigor y armonía de la construcción lo que encumbra a Santo Tomás sobre todos los escolásticos. En universalidad de saber, le supera con mucho San Alberto Magno; en ardor e interioridad de sentida de sentimiento, San Buenaventura; en sutileza lógica, Duns Escoto. Pero él los sobrepuja a todos en el arte del estilo dialéctico y como maestro y ejemplar clásico de una síntesis de meridiana claridad» (Étienne Gilson).
No obstante pienso que Santo Tomás, no acierta de pleno al decir: " Dios no ama igualmente a todos los hombres. Y si alguien es más santo, es porque ha sido más amado por Dios ".
Catecismo: 355, "Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, hombre y mujer los creó" (Gn 1,27). El hombre ocupa un lugar único en la creación: "está hecho a imagen de Dios" (I); en su propia naturaleza une el mundo espiritual y el mundo material (II); es creado "hombre y mujer" (III); Dios lo estableció en la amistad con él.
Con el hombre y con el mismo AMOR a todos los hombres por igual, sin ninguna DISTICIÓN.
Santo Tomás, en este caso ( como humano que es ) se equivoca.
Catecismo: 357. " Por haber sido hecho a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona; no es solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de poseerse y de darse libremente y entrar en comunión con otras personas; y es llamado, por la gracia, a una alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ningún otro ser puede dar en su lugar ". Un amor igual para TODOS, por pura lógica aristotélica. Sin ninguna discriminación.
Si Dios " discrimina " a alguién, ya no es justo.
Catecismo: 356. " De todas las criaturas visibles sólo el hombre es "capaz de conocer y amar a su Creador" (GS 12,3); es la "única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma" (GS 24,3); sólo él está llamado a participar, por el conocimiento y el amor, en la vida de Dios. Para este fin ha sido creado y ésta es la razón fundamental de su dignidad:
«¿Qué cosa, o quién, fue el motivo de que establecieras al hombre en semejante dignidad? Ciertamente, nada que no fuera el amor inextinguible con el que contemplaste a tu criatura en ti mismo y te dejaste cautivar de amor por ella; por amor lo creaste, por amor le diste un ser capaz de gustar tu Bien eterno» (Santa Catalina de Siena, Il dialogo della Divina providenza ".
Dios, nos ha amado a TODOS, por nosotros mismos, y con igual y verdadero amor y dignidad.
Todos somos buenos para EL. Y a todos nos ama sin ninguna distinción de inteligencia, raza, pobreza o poder.
Creo haber demostrado, que mi muy humilde pensamiento no va en contra nadie ( y menos contra el humano y querido Santo Tomás ) y digo lo que fielmente creo, que DIOS AMA A TODOS LOS HIOMBRES POR IGUAL.
Y es Padre común y hace salir el sol para todos por igual.
Es lo justo, lo equitativo y lo saludable y yo diría que hasta los más democrático.
Cordiales y respetuosos saludos a todos.
También elige a Simón para ser la roca sobre la que edificar su Iglesia, se lleva a tres discípulos para ser testigos de su Transfiguración...
el final del post, habla por si solo...
En mi experiencia personal como cristiano al leer la Sagrada Escritura, lo poco que conozco del Magisterio, lo que he leído de San Agustín de Hipona, Santo Tomás de Aquino y San Juan Crisóstomo, tenia ya la idea de que Dios amaba individualmente a cada criatura, que ciertamente no distribuía su gracia en igual medida, y que por su designio así operaba, la elección del pueblo de Israel, la elección de determinados personajes a través de la Historia de la Salvación, ver que Jesús tenia un "Discípulo mas amado", la Parábola de los talentos muy reveladora al respecto, la vida de muchos santos, me hicieron sospechar de esa realidad, que Ud. Padre Iraburu me confirma, y aunque la sospechaba, en mi catequesis con adultos y jóvenes, omitía erróneamente esa información, que es tan reveladora, y permite comprender muchísimas cosas, la omitía precisamente por personas como "Epicteto" (que pegó X cantidad de versículos y les dio una interpretación a partir de su conceptualización de Dios, porque la idea que el defiende no esta expresada en ninguno de ellos), que sabía que me señalarían por estar enseñando tales "mentiras", "blasfemias", etc, también omití esa verdad, y la fui ocultando en mi interior, porque muchísimos sacerdotes en sus Homilías nos repiten que ante Dios "todos somos iguales" y todos los sinónimos que podamos sacar de esa frase; que a mi juicio está sustentada, en los males actuales del igualitarismo moderno, y en la competencia que hay en el mundo, donde se pisotean unos con otros (basados en la comparación), y para tranquilizar las masas, se les dice, TODOS SOMOS IGUALES, TODOS SOMOS HIJOS DE DIOS, etc etc etc... Gracias Padre una vez más.
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JMI.- Ya vale, Epícteto, ya vale. Hace ud. un montón de citas sobre 1-lo mucho que Dios ama a TODAS las criaturas, y de ahí deduce que 2.-a TODAS las ama IGUAL. Ya lleve ud. un buen número de comentarios bastante largos diciendo lo mismo. Pero eso no es argumento. De 1.- no se sigue 2.-, que es de lo que se trata. Y nunca se toma la molestia de refutar los argumentos bíblicos y teológicos que sostienen la afirmación que ud. niega.
Hector, el comentarista anterior, tiene razón cuando dice: "Epicteto pegó X cantidad de versículos y les dio una interpretación a partir de su conceptualización de Dios, porque la idea que el defiende no esta expresada en ninguno de ellos".
Ya vale.
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Que OPINANTE se haya quedado detrás, el último, no sé a qué se debe. Es un truco de la informática ajeno a mi voluntad.
Ud. dice que Dios debe amarnos a todos por igual porque Dios es infinitamente justo, y ser justo es dar a cada uno lo suyo.
Epícteto, desde este punto de vista Ud. tiene razón: Dios nos ama a todos por igual. Pero es una igualdad geométrica o proporcional, No aritmética.
Así, Dios justo da a cada uno lo suyo según su medida, a unos 10, a otros 30 a otros 100.
Cuando nos venga alguna inquietud porque Dios ama a otro más que a nosotros -y le concede más gracias- escuchemos a Jesús:
-"Amigo no te hago ninguna injusticia...¿Es que no puedo hacer con lo mío lo que quiero? ¿o va a ser tu ojo malo porque yo soy bueno? "(Mt 20,13.15). A tí "¿qué te importa? Tú sígueme" (Jn 21,22)
Gracias Padre Iraburu, de verdad, gracias.
Como bien lo señala Héctor, hay un "ambiente" en la democrática sociedad que sufrimos que tiende a distorsionar fuertemente los contenidos de nuestra Fe, la cual puede quedar vacía de contenido o incluso absolutamente desfigurada si no resistimos esas indebidas presiones. Y como también lo señala Héctor, esas presiones se sienten - cosa indebida, claro - dentro mismo de la Iglesia. De hecho, vemos a Epicteto sostener su democrática teoría -alejada absolutamente de la Fe católica - y proclamar lo más fresco su catolicidad.
Nada nuevo bajo el sol : Así como en la vieja Roma de las persecuciones muchos cristianos cedieron a las imposiciones imperiales y rindieron culto a los ídolos, así también ahora, en tiempos de la omnipresente Democracia, muchos católicos - seglares y clérigos - se someten a las concepciones igualitaristas y liberales y se pavonean de ello en vez de avergonzarse, como realmente correspondería a quienes prefieren acomodarse a la manera de ver del mundo, aunque eso signifique una clara negación de su Creador.
Del libro "Manual de Teología Dogmática" de Ludwig Ott
"Dios, con un decreto eterno de su voluntad, predestinó a ciertas personas para la eterna condenación por haber previsto sus pecados (de fe).
No se ha definido formalmente la realidad de la reprobación, pero, no obstante, es doctrina universal de la Iglesia. El sínodo de Valence (855) enseña : «fatemur praedestinationem impiorum ad mortem» ; Dz 322. La prueba bíblica la hallamos en Mt 25, 41: «Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles», y en Rom 9, 22 : «Vasos de ira, destinados a la perdición».
¿Le queda claro ahora? No haga juicios temerarios, salvo que abiertamente quiera dejar de ser católico. Yo tampoco comprendo con absoluta claridad muchos misterios de nuestra fe, pero con humildad los acato y no me irrogo el derecho a decir que la Iglesia Católica está en un error. Cuando era más jóven lo decía, ahora me callo y pido con humildad a Dios luz para comprenderlos. Y si no puedo, presto humilde asentimiento.
Esta sentencia, por lo tanto, es verdadera de toda verdad, nos guste o no a Vd. o a mí (le confieso que cuando la leí, me costó trabajo asumirla). Pero es evidente que aquí no se muestra el concepto siniestro de predestinación absoluta e incondicionada que defendía Calvino: Dios -según este reformador- predestina sin atención a lo que hagamos o dejemos de hacer.
El catolicismo advierte con claridad que esta reprobación supone como hecho fundamental que Dios prevea los pecados del condenado. No es una predestinación incondicional. Se salva así -aunque sigamos teniendo poderosas dudas de cómo encajarlo todo- la universalidad de la voluntad salvífica y de la redención divinas, la distribución de gracias suficientes a los réprobos y la libertad de la voluntad para condenarse.
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JMI.- No. Dios siempre da gracia suficiente para hacer el bien. Si el hombre peca resistiendo Su gracia, es por culpa propia, no por insuficiencia de la gracia de Dios.
Después de leer los posts sobre el pelagianismo y el semipelagianismo, volví a creer que ya lo había leído todo. Y me volví a equivocar.
No he entendido ni la mitad del post. Pero la mitad que se ha abierto paso a través de mi mollera estragada por el personalismo subjetivista, me ha dejado sin aliento.
No voy a cerrar esta página, que no es otra cosa que una gran sinfonía sobre la elevación de la naturaleza humana al orden sobrenatural, hasta haberla meditado de arriba a abajo.
Ya no me quedan palabras para agracerle esta obra de misericorida que, post a post, hace con nosotros: enseñar al que no sabe.
Gracias.
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JMI.- Gracias, Miguel, por tu gratitud.
Si se aplica a la libertad creada la doctrina de las relaciones trinitarias, según escribe el Padre Pacios, se ve que los dos tenían razón.
(1) ANTONIO PACIOS; El Amor; Ediciones Acerbo; 1972; pág.617
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JMI.- El principio de contradicción asegura que es imposible que sean verdaderas dos proposiciones que son contrarias entre sí.
Seguro que se podría expresar mejor, pero lo hago lo mejor que puedo. Es un tema de cierta complejidad. Que ahí dejo para quién nos pueda iluminar.
P.D. : Padre Iraburu, que Opinante aparezca el último es porque, no sé por que misterios del reloj del servidor de Infocatólica (supongo) su comentario está firmado el 10 de Marzo de 2016 en vez del 16 de Marzo de 2010. Quizá convendría avisar a los técnicos para que invesiguen y no vuelva a suceder...
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JMI.- Gracias. Si lo del reloj de InfoCatolica se repite, aviso al técnico que lo repase.
Pero lo que no entiendo, Padre Iraburu, es lo de la predestinación. Si todos recibimos la gracia necesaria para ir al cielo ?Hay predestinados al infierno?
Gracias por lo que escribe. A mi me está ayudando a descubrir cuán grande es el amor de Dios por nosotros y que efectivamente es gratis total porque sólo el entender que es sin contrapresración por mi parte es también un don de Dios. En realidad, se vive con mucha más paz así.
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JMI.- Si me hacen preguntas sobre temas muy complejos que no he tratado, y que no pienso tratar en mi blog "Reforma o apostasía" (¡éste es el tema!), como el de la predestinación, solo podría responderlas adecuadamente escribiendo uno o dos artículos más sobre el tema; cosa que desvía mi plan.
No hay una predestinación incondicionada y positiva a la condenación: sería incompatible con la bondad de Dios y su voluntad salvífica universal. Sí hay una predestinación condicionada a la reprobación, previendo Dios los pecados ("post et per prævisa merita"): concilios de Orange, Quircy, Valence, Trento, etc.
Pero ya ve ud. que una respuesta breve es inevitablemente insuficiente.
Padre, perdóneme el atrevimiento, pero llegados aquí yo quisiera preguntarle directamente su opinión de cómo o por qué hay tantos católicos que se resisten a adoptar esta enseñanza que usted ha ido desvelando. Me refiero sobre todo al in-docto, sabemos lo que hay montado detrás de los errores académicos contrarios a esta enseñanza, pero el que nunca ha estudiado esto... ¿por qué lo resiste? ¿No se supone que los "sencillos" y los "simples" están para aceptar esto sin problemas? ¿Cómo visualiza usted que esta enseñanza puede convertirse en la mayormente aceptada entre nosotros?
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JMI.- En algún post decía que los cristianos alejados son, en el mejor de los casos, pelagianos; mayoría de los practicantes, semipelagianos; y un resto, católicos. Me refiero a temas de gracia. No puedo responderle a la pregunta por qué Dios lo ha permitido así.
Sí le digo que entre los practicantes hay más semipelagianismo en los ilustrados, que en los más pequeños y sencillos, que suelen ser más católicos.
Y es que no podemos reducir a Dios a nuestras ideas preconcebidas. Él nos ha creado con su Voluntad libre y todo lo que somos y podemos ser va con referencia a eso y a la Redención operada por Jesucristo. Ninguna cuenta podemos pedir sino estar siempre agradecidos y buscar su alabanza porque Él nos ama tal y como nos creó de forma total, pues nos lo entregó todo en Jesucristo y en Su Muerte por cada uno de nosotros.
He seguido, aunque con pobreza de entendimiento, su explicación de la gracia. Y es hermoso contemplar que todo es gracia, por supuesto nuestra libertad, y aun las mociones para obrar bien que se presentan a nuestra libertad.
Ahora bien, en tanto que las maneras de obrar bien son múltiples (como lo son las maneras de meter goles, o las maneras de pintar un cuadro, o las maneras de cocinar una sopa), no sé si cabría también notar que por tanto las mociones para obrar bien que Dios nos ofrece son también múltiples para que escojamos. ¿Ando mal?
Le agradezco su bendición.
Atentamente,
Arturo Zárate Ruiz
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JMI.- La voluntad de Dios providente sobre nosotros, en cada momento, es una. No nos ofrece un surtido de voluntades divinas providentes para que nosotros escojamos la que mejor nos parezca. Usted, como cabeza, no manda algo a su mano para que ésta elija por su cuenta el modo que prefiera para realizar su moción volitiva. Le manda hacer tal cosa de tal modo.
Aunque son 10 los Mandamientos, hay más de un millón de maneras de cumplirlos dando gloria a Dios. ¿Cuando se sopesan esas opciones tenemos que esperar a tener en nuestra mente y corazón en claro cuál es la que de manera singular Él justo quiere, por ejemplo, qué sopa le prepararé a mamá hoy, con eso de que honrarás a tu padre y a tu madre? Por supuesto, ésta que hice, porque es buena y honra a mamá, sé que es la voluntad de Dios. Pero si hubiera hecho otra que también fuese buena y honrase a mamá, ¿no sería el hacerla algo contra la voluntad de Dios?
Ciertamente la mano debe obedecer a la cabeza. Aun así, la cabeza, si es la de un verdadero artista, debe poner atención a lo que opina la humilde mano en el momento de producir una obra bella. (Dios, por supuesto, conoce desde siempre a esa mano).
¿Con todo, no es la voluntad de Dios---el mandamiento mayor---que lo amemos sobre todas las cosas? ¿No es también cierto en las lides del amor que el amante sorprenda de vez en cuando al Amado?
De ningún modo niego que todo es gracia. Pero dentro de la gracia de Dios, quien todo lo sabe, cabe, tal vez, el que Él se deje sorprender por sus enamorados.
Digo esto no para afirmar, sino para aclarar dudas.
Gracias por su bendición,
Arturo Zárate Ruiz
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JMI.- Los 10 mandamientos son genéricos. La voluntad providente de Dios sobre nosotros es determinada y concreta. El discernimiento espiritual, por la oración y otros medios, la busca y la encuentra.
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JMI.- Que Dios ame a todos muchísimo, no exige que ame a todos igual.
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Esta diferenciación entre acto de voluntad y bien querido para cada uno me aclara algo la cuestión, pero no mucho. Puedo intuir que en su acto de voluntad Dios ame infinitamente a todos (y por tanto igual), pero en el bien querido para cada uno su amor varía (y es desigual).
Por otra parte, sin querer incordiar más de la cuenta, me choca que se pueda dirimir tan fácilmente cuanto ama Dios a unos o a otros según lo buenos que sean. El hermano del hijo pródigo siempre fue justo, pero en cambio el padre mostró un amor más efusivo con el hijo que dilapidó su herencia y volvió a casa. También dice el Señor en casa de un fariseo, refiriénodse a la mujer de mal vivir, que "a quien mucho amó, mucho se le perdonó". Es decir, que yo siempre entendí como un misterio el amor de Dios para cada uno porque entre los más enfermos moralmente podría albergar una llama no existente entre algunos de los aparentemente justos.
Bueno, en dodo caso reconozco, supongo que por error mío, que no entiendo que Dios amé a unos "mucho" y a otros "no tan mucho". Sí que, siendo su amor infinito, a unos con más.. ¿intensidad? que a otros. Pero lo de cuantificar y medir el amor de Dios se me escapa.
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JMI.- Que Dios ame a todos muchísimo, no exige que ame a todos igual.
- El ángel del Señor anunció a José.
- Y el recibió a María en su hogar...Padrenuestro
- La matanza de los Santos Inocentes.
- Y José tomó a María y al Niño salvándole la vida...Padrenuestro
- El Niño perdido y hallado en el templo.
- Y José le encontró llevándole de vuelta a casa...Padrenuestro
Oración:
Señor, Dios Nuestro, que has suscitado un varon justo, José, como custodio del Redentor, concédenos seguir los pasos de quien cuidó y alimentó a Jesús, para que, por su intercesión, crezca en todos los hombres. Por JNS. Amén
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JMI.- Gracias, Norberto. Y mire la portada de InfoCatólica. Que el Patrono de la Iglesia, el glorioso San José, la guarde siempre, como guardó a Jesús.
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JMI.- Perdone, pero ¿de dónde saca Ud. que Dios ama infinitamente a todas y a cada una de sus criaturas y que por tanto a todas las ama igual?
Gracias, porque estos días he escrito un pequeñito librito sobre el por qué Dios ama a un@s más que a otr@s (solamente eso, sin más pretensiones).
A mí me gusta, si a alguien le interesa lo puedo publicar, solamente tengo que redactarlo en un ordenador, y eso ya me llevará algo más de tiempo, porque lo mío no es la informática. Si alguien lo quiere (este librito) que lo diga aquí.
Gracias y felicidades. Ite ad Ioseph (ya he ido).
El que me quiera ya me parece milagroso y la verdad, fijarme si ama más a otros es dar pie a la entrada del pecado de la envidia, y muchos pecados son los que arrastro, pero en ese se manifiesta Dios en mí, que es donde más fuerte me hace a las tentaciones.
Si he dicho algún disparate, le ruego me corrija.
Gracias.
Muchas gracias por su luz.
Atentamente,
Arturo Zárate Ruiz
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Bueno, no tenía ni idea de que el amor de DIos podía no ser infinito. ¿Qué quiere decir entonces el Papa cuando afirma que la Cruz manifiesta el amor infinito de Dios por los hombres?
http://www.aciprensa.com/noticia.php?n=23222
He buscado la cita que alguien menciona de Santo Tomás, y dice: "como amar es querer el bien de alguien, en un doble sentido puede deirse amar más o menos. 1. Uno, por parte dela cto mismo de voluntad, que puede ser más o menos intenso. En este sentido, Dios no ama a unos más que a otros, porque todo lo ama con un solo y simple acto de voluntad, que siempre tiene la misma intensidad..."
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JMI.- Cita ud. el 1. Siga leyendo el artículo de Sto. Tomás.
En todo caso, ¿se equivoca Benedicto XVI cuando dice que Dios ama infinitamente a los hombres?
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JMI.- No se equivoca, porque cuando haya dicho eso no está hablando en un lenguaje filosófico y teológico propio y preciso.
El amor de Dios es infinito entre las tres Personas divinas. El amor de Dios a cada criatura no es infinito, y "ama unas cosas más que a otras", como dice Sto.Tomás en el texto que ud. cita (STh I,20,3).
Entonces, con voz muy fuerte, dijo:
--¡Dios te ha bendecido más que a todas las mujeres, y ha bendecido a tu hijo!
San Lucas 1, 42.
Todos los que lo oían se preguntaban a sí mismos: "¿Qué llegará a ser este niño?" Porque ciertamente el Señor mostraba su poder en favor de él.
San Lucas 1, 66.
En aquel tiempo vivía en Jerusalén un hombre que se llamaba Simeón. Era un hombre justo y piadoso, que esperaba la restauración de Israel. El Espíritu Santo estaba con Simeón, 26 y le había hecho saber que no moriría sin ver antes al Mesías, a quien el Señor enviaría.
San Lucas 25-26.
Además, yo no sostengo que Dios nos ame a todos igual sino que en un sentido Dios nos ama a todos igual en su acto de voluntad, y de manera diferente en las gracias que quiere dar a cada uno, que es lo que dice Sto. Tomás en la Solución del punto citado.
http://www.es.catholic.net/foros/viewtopic.php?f=95&t=7647&start=20
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JMI.- Siendo, como son, tan sencillas.
personalmente estuve mucho tiempo alejada del señor, y una de las cosas que curó las heridas que dejó el pecado en mi alma fue la convicción de saber que que yo , al ser "pequeña y pecadora" y de su madre, era una favorita del Señor, como la Magdalena
PASANDO AL TEMA CENTRAL, DIOS AMA MAS A OTROS, CREO QUE MAS BIEN PENSAMOS COMO HOMBRES Y LIMITAMOS EL PODER DE DIOS, ESTAMOS CAYENDO EN LOS MISMOS ERRORES DE NUESTROS HERMANOS PROTESTANTES CUANDO DICEN QUE YA ES EL FIN DEL MUNDO Y QUE INCLUSO PONEN FECHAS PARA ESTO, Y CREO QUE: ESO, ES JUGAR A SER DIOS. HERMANOS NO LIMITEMOS EL PODER DE DIOS, JESÚS ES VERBO, NO SUSTANTIVO COMO NOSOTROS.
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JMI.-No, no podré ayudarle. Hacer una lista bibliográfica de obras amplias, monográficas, etc. consultadas, es un trabajo muy grande. Lo siento.
Sobre lo que dice Epicteto (que creo fue un filósofo estoico alejado en su doctrina del cristianismo) no acabo de comprender que diga tales cosas contra el sentir general de los Padres y Doctores y aun de la misma Biblia y después de una explicación tan clara que nos trae el Blogger. Veo su explicación intrinsicamente insuficiente y que denota una incomprensión total de lo que es el Ser Supremo y de su revelación. Ahora eso sí es muy "moderna" y democrática.
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JMI.- Bueno, Epícteto, explicación, explicación, no da ninguna. No se toma la molestia de refutar los argumentos bíblicos y teológícos que sustentan la enseñanza de StoTomás. Simplemente viene a decir que "le revienta" que así sea. Pero no da ninguna explicación ni argumento. O los que da no valen, no demuestran nada.
Los ángeles no están también en un nivel superior de la Creación que los humanos? Ningún problema con ello.
Tampoco creo que a los hijos se los quiera igual. Sí el anhelo por Su Salvación. Pero no me voy a extender en esto. Igual que Dios hace que sus más amados sean más santos, nosotros amamos de modo especial a quien Dios ha hecho más santo. Los más santos suscitan conversiones. Nos muestran la grandeza de Dios. Es una maravilla conocerles. Serán nuestros hermanos en el Cielo de ser salvos.
He leído lo del molinismo. Los semipelagianos es fácil que pequemos de eso también? Sin entenderlo bien, pero me parece que pueda ser que el antropocentrismo actual lleve a varios errores y no solo a uno.
Sin duda, de su blog, lo que más me está costando entender. Este binomio. Habrá que orar. Pedir... Guardarlo y releerlo. Gracias.
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