InfoCatólica / Razones para nuestra esperanza / Categoría: Biblia

9.06.11

Diálogo sobre la Santísima Trinidad (3)

3. El dogma trinitario pertenece a la Divina Revelación

Felipe: Sigue en pie mi tercera objeción. Ningún texto de la Biblia enseña el dogma trinitario, de lo cual deduzco que éste es una mera invención humana.

Pablo: Antes de pasar a refutar tu tercera objeción, por favor explícame qué creen los testigos de Jehová acerca de la naturaleza del Hijo y del Espíritu Santo.

Felipe: Los testigos de Jehová creemos que el Hijo es un ser divino, pero no es Dios, sino el arcángel San Miguel, la principal creatura de Dios. También creemos que el Espíritu Santo no es una persona, sino la fuerza activa de Dios.

Pablo: Mi respuesta a tu tercera objeción mostrará que tus afirmaciones sobre el Hijo y el Espíritu Santo son contrarias a la Revelación. Pero antes quiero destacar que ambas afirmaciones son también contrarias a la razón.

Si el Hijo es verdaderamente un ser divino, entonces su esencia es la esencia divina y por lo tanto es Dios. La idea de un “ser divino distinto de Dios” es auto-contradictoria.

Si el Espíritu Santo es verdaderamente el Espíritu de Dios, entonces no puede ser una fuerza impersonal. Toda persona es espíritu y todo espíritu es persona. La idea de un “espíritu impersonal” es auto-contradictoria.

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8.06.11

Diálogo sobre la Santísima Trinidad (2)

2. El dogma trinitario no es antibíblico

Felipe: Ahora me queda más claro qué es lo que la doctrina católica dice y qué es lo que no dice. Pero, pasando a mi segunda objeción, te demostraré que la verdad acerca de Dios está en la línea de lo que llamas “subordinacionismo". Me bastará citar dos textos bíblicos:

1 Corintios 8,6: “Para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y para el cual somos; y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas y por el cual somos nosotros.” Por lo tanto sólo el Padre es Dios. No existe Dios Hijo ni Dios Espíritu Santo. Jesucristo es simplemente “Señor”, alguien superior a nosotros, a quien debemos obedecer, pero distinto de Dios.

Efesios 1,17: “Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os conceda espíritu de sabiduría y de revelación para conocerlo perfectamente.” De este texto se deduce que el Padre es el Dios de Jesús, que Él controla al Espíritu Santo y que la finalidad del don del Espíritu es conocer perfectamente sólo al Padre.

Pablo: Antes de responder tu segunda objeción debo establecer algunas premisas básicas. Dios es el Ser infinito e inmutable y por lo tanto el misterio de Dios revelado por Cristo es una verdad infinita e inmutable. Sin embargo los hombres, destinatarios de la Divina Revelación, somos seres finitos y mutables, que se desarrollan en la historia. Teniendo esto en cuenta, se comprende fácilmente que la auto-revelación de Dios a los hombres en la historia haya debido ocurrir a través de un largo proceso histórico, gradual y progresivo; y también que, incluso después que la historia de la revelación alcanzó su plenitud objetiva en Jesucristo, todavía haya de darse en la Iglesia una historia de la comprensión subjetiva de la revelación, un desarrollo de la doctrina cristiana.

Por lo tanto no ha de sorprendernos que en la Tradición de la Iglesia e incluso dentro de la propia Sagrada Escritura podamos comprobar una evolución o desarrollo del dogma y de la teología. Esto representa el cumplimiento de una promesa hecha por Jesús en la Última Cena: el Espíritu Santo recuerda las palabras de Jesús a sus discípulos congregados en la Iglesia, les enseña su verdadero sentido y los guía hasta la verdad completa (cf. Juan 14,26; 16,13).

Teniendo esto en cuenta, podemos comprender el hecho de que en el Nuevo Testamento la palabra “Dios” designe generalmente (aunque no siempre) al Padre y que, sin embargo, esto no implica en modo alguno negar la divinidad del Hijo y del Espíritu Santo. Como veremos en la respuesta a tu tercera objeción, hay muchas excelentes razones para afirmar que la doctrina trinitaria está contenida implícitamente en la Divina Revelación transmitida por escrito en la Biblia y que, por lo tanto, la formulación explícita del dogma trinitario no es una corrupción, sino un desarrollo auténtico de la doctrina cristiana. En este punto me basta mostrar que tu argumento no es concluyente.

En 1 Corintios 8,6 –como en muchísimos otros pasajes del Nuevo Testamento– Jesucristo es llamado “Señor", un título que indica claramente su carácter divino. El equivalente hebreo del griego “Kyrios” (Señor) es “Adonai", la palabra que utilizaban los judíos, al leer las Escrituras, para sustituir el tetragrama sagrado (YHWH), el impronunciable nombre de Dios.

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27.04.11

Dios castiga

Hoy en día muchos fieles cristianos sostienen que Dios no castiga, pues Él es amor. Analicemos brevemente esta tesis sorprendente.

El verdadero castigo no tiene nada que ver con el sadismo o la crueldad, sino que está relacionado con la justicia. El diccionario define “castigo” como “pena impuesta al que ha cometido un delito o falta". El hecho de que Dios castiga, es decir que impone penas a los culpables de pecados, es una de las verdades mejor atestiguadas en la Sagrada Escritura. En efecto, en la edición en CD-ROM de la Biblia denominada “El Libro del Pueblo de Dios", las diversas palabras derivadas del sustantivo “castigo” o del verbo “castigar” aparecen 291 veces (25 de las cuales en el Nuevo Testamento) y la gran mayoría de las veces se refieren a castigos divinos. Además se debe tener en cuenta que muchos otros textos bíblicos se refieren a esta misma realidad (los castigos divinos) sin emplear las palabras mencionadas.

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22.04.11

¿“Sola Escritura”?

Uno de los principios esenciales del protestantismo, formulado por el propio Martín Lutero, es el principio de la “sola Scriptura” (sola Escritura): la Divina Revelación es transmitida de un modo auténtico únicamente a través de la Sagrada Escritura (es decir, la Biblia), sin la Sagrada Tradición.

Dejo planteados los siguientes cuestionamientos en torno a dicho principio, para la reflexión de nuestros hermanos protestantes:

1. El principio protestante de la “sola Escritura” no se encuentra enunciado en la Biblia. Entonces, ¿no es acaso un principio auto-contradictorio?

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4.02.11

Los milagros de Jesús (5)

10. Visión cristocéntrica de los milagros

Lo que caracteriza al estudio de los milagros de Jesús en la teología actual es la preocupación por vincularlos a la persona de Cristo. Del siglo XIX al siglo XX se pasó de una perspectiva de objeto a una perspectiva de sujeto, de persona. Antes del Concilio Vaticano II, los milagros y las profecías de Cristo, los profetas y los apóstoles eran considerados como pruebas externas aptas para establecer sólidamente el origen divino de la religión cristiana (cf. Pío IX, encíclica Qui Pluribus, DS 2779, FIC 18; Concilio Vaticano I, DS 3009.3033-3034, FIC 46.54-55; Juramento antimodernista, DS 3539, FIC 78; Pío XII, encíclica Humani Generis, DS 3876, FIC 92).

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