InfoCatólica / Razones para nuestra esperanza / Archivos para: Febrero 2014

23.02.14

Reflexiones sobre la teología académica y la cultura popular

Recientemente publiqué en InfoCatólica un artículo titulado Dos ideas sobre la catequesis kerygmática, donde sostuve las siguientes tesis: a) si bien la catequesis actual debe incluir el kerygma o primer anuncio del Evangelio, éste no debe reducirse a la resurrección de Cristo; b) la catequesis actual, además de kerygmática, debe ser apologética, tanto que incluso convendría elaborar un “Catecismo Apologético”.

Comentando ese artículo, el Padre José María Iraburu me escribió que convendría aplicar estas propuestas no sólo a la catequesis, sino también a la formación en los seminarios y a la predicación pastoral de los sacerdotes. Estimulado por ese lúcido comentario, me decidí a escribir otros dos artículos (éste y otro más que está en preparación).

1. Brecha entre la teología académica y la cultura popular

Leer más... »

16.02.14

Dos ideas sobre la catequesis kerygmática

Según la práctica tradicional de la Iglesia Católica, la catequesis presupone la fe. Dicho de otro modo: no se da catequesis a los no creyentes, sino a quienes ya han hecho un primer acto de fe cristiana y quieren prepararse para recibir el Bautismo (los catecúmenos) o bien a los bautizados que se preparan para recibir otro sacramento (por ejemplo, la Confirmación o la Primera Comunión). A los no creyentes se les dirige un primer anuncio del Evangelio que incluye una invitación a la conversión y al Bautismo. Sólo si el destinatario de este anuncio lo recibe positivamente (aceptándolo) puede convertirse en catecúmeno. La catequesis es pues siempre una “segunda etapa” del proceso evangelizador.

Leer más... »

14.02.14

Jesús resucitado da el Espíritu Santo a sus discípulos

“Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz con vosotros.” Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: “La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.” Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.”” (Juan 20,19-23).

El relato de la primera aparición de Cristo resucitado a los discípulos en el Evangelio de Juan puede ser dividido en dos partes: una etapa de reconocimiento (vv. 19-20) y una etapa de misión (vv. 21-23). Jesús motiva el reconocimiento de los discípulos presentándose en medio de ellos y mostrando las manos y el costado. Recordemos que el Evangelio de Juan es el único que menciona la herida del costado (cf. Juan 19,34). Los discípulos pasan del encierro por miedo a los judíos a la alegría de haber visto al Señor. El centro de la etapa de reconocimiento es ocupado por el saludo de paz.

La importancia del don de la paz es realzada mediante su reiteración. El tema de la paz se amplía con el tema del envío o misión. Jesús plantea un paralelismo entre el Padre que envía al Hijo y el Hijo que envía a sus discípulos. El centro de la etapa de misión es ocupado por el don del Espíritu Santo, simbolizado por el soplo de Jesús sobre los discípulos. El significado de este gesto es explicado por las palabras de Jesús que lo siguen. Por otra parte, los dones del Espíritu Santo y del ministerio de la reconciliación se relacionan con el don de la paz y el envío misionero. Las palabras finales de Jesús contraponen el perdón y la retención de los pecados y presentan un paralelismo entre el perdón o la retención de los pecados por parte de los discípulos y el perdón o la retención de los pecados por parte de Dios.

A continuación analizaré algunos de los temas principales planteados por este texto evangélico.

Leer más... »

11.02.14

El Espíritu Santo

1. El Espíritu Santo es Dios

Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, nos ha revelado la verdad acerca de Dios y la verdad acerca del hombre. El Dios revelado por Cristo es uno y trino; uno en naturaleza (un solo Dios) y trino en personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Si bien el misterio de Dios uno y trino está en el centro de la fe cristiana, la doctrina sobre la Santísima Trinidad no fue desarrollada sistemáticamente en el Nuevo Testamento. La Iglesia, con el auxilio del Espíritu Santo, desarrolló a lo largo de los siglos la doctrina trinitaria por medio de una reflexión teológica que explicita los contenidos de la Divina Revelación transmitida en la Sagrada Escritura y la Sagrada Tradición. Con mucha frecuencia el desarrollo dogmático se generó como una respuesta eclesial al peligro mortal representado por las herejías.

Hacia el año 260 el Papa Dionisio condenó las dos herejías trinitarias básicas (cf. Carta de Dionisio Romano a Dionisio Alejandrino, FIC 436/DS 112):

  • El triteísmo, que separa al Padre, el Hijo y el Espíritu Santo considerándolos como tres dioses.
  • El sabelianismo, que confunde al Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, considerándolos como tres modalidades de la única persona divina.

Las herejías trinitarias del siglo IV fueron subordinacionistas. No negaban la unidad de Dios ni la distinción de las tres personas divinas, sino la divinidad del Hijo o del Espíritu Santo, considerándolos como criaturas. La Iglesia condenó estas herejías en los dos primeros Concilios ecuménicos.

El Concilio de Nicea (del año 325) definió dogmáticamente la divinidad del Hijo, contra el arrianismo.

El Concilio de Constantinopla I (del año 381) definió dogmáticamente la divinidad del Espíritu Santo, contra los macedonianos. Este Concilio completó el Símbolo del Concilio de Nicea, principalmente mediante el agregado de un párrafo referido al Espíritu Santo: “Creemos… en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre; que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, que habló por los profetas.” (Concilio de Constantinopla I, FIC 1382/DS 150). Así se formó el Credo llamado niceno-constantinopolitano.

En el siglo V el Símbolo Quicumque expresó la fe católica en la Santísima Trinidad de un modo espléndido. Citaré sólo un párrafo de ese símbolo de la fe: “Y la fe católica es ésta: que veneremos a un solo Dios en trinidad y a la trinidad en unidad, no confundiendo las personas ni separando las sustancias. Porque una es la persona del Padre, otra la del Hijo, otra la del Espíritu Santo; pero la divinidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo es una sola, la gloria igual, la majestad coeterna.” (Símbolo Quicumque, FIC 1383/DS 75).

2. El Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo

El Credo de Nicea y Constantinopla decía que el Espíritu Santo procede del Padre. A partir del siglo V se produjo un nuevo desarrollo del dogma trinitario, puesto que en los credos de la Iglesia de Occidente se comenzó a afirmar que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo (cf. Símbolo Quicumque, FIC 1386/DS 75; Concilio de Toledo I, FIC 454/DS 188; Carta de San León Magno a Toribio, FIC 458/DS 284). Poco a poco en Occidente se fue agregando al Credo niceno-constantinopolitano la expresión latina Filioque, que significa “y del Hijo”.

Recién en el siglo IX, en el contexto del primer cisma de Oriente, el Patriarca bizantino Focio rechazó esa “innovación” de los latinos. Así el Filioque pasó a ser el principal tema de controversia teológica entre católicos y ortodoxos.

El Concilio de Lyon II (del año 1274) que procuró restablecer la unión con los griegos, abordó la cuestión y estableció que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo como de un solo principio, por una única espiración (cf. Concilio de Lyon II, FIC 502/DS 850).

El Concilio de Florencia (de los años 1438-1445) volvió a intentar la unión con las Iglesias orientales. Aprobó un decreto de unión con los griegos (la bula Laetentur coeli del Papa Eugenio IV) que reiteró la doctrina del Concilio de Lyon II sobre el Filioque y la explicó de este modo: “Y puesto que todo cuanto es el Padre, lo ha dado el mismo Padre a su Hijo unigénito (a excepción del ser Padre), este mismo proceder el Espíritu Santo del Hijo, lo recibe el mismo Hijo eternamente del Padre, del cual es también eternamente engendrado.” (Eugenio IV, Bula Laetentur coeli, FIC 503/DS 1300).

En el acto de clausura del “año de la fe” (30 de junio de 1968), el Papa Pablo VI pronunció una solemne profesión de fe en nombre de todo el Pueblo de Dios, en la cual explicitó una vez más la doctrina católica sobre la procesión del Espíritu Santo: “Creemos en el Espíritu Santo, persona increada, que procede del Padre y del Hijo como Amor sempiterno de ellos.” (Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, n. 10; FIC 1403).

3. El Espíritu Santo y la analogía del ser

Dios, el misterio absoluto, permanece en último término incomprensible para la razón humana. Sin embargo el hombre puede conocer verdaderamente a Dios por su analogía con los seres creados. La analogía supone a la vez una semejanza y una desemejanza. Pero siempre debe recordarse que “entre el Creador y la creatura no puede señalarse una semejanza, sin ver que la desemejanza es aún mayor.” (Concilio de Letrán IV, FIC 500/DS 806).

Podemos comprender algo más acerca de la persona del Espíritu Santo valiéndonos de sus semejanzas con algunas realidades creadas, pero purificándolas mediante la superación de toda limitación. Por eso la Sagrada Escritura emplea varios símbolos que pueden ayudarnos a conocer al Espíritu Santo: el agua, la unción, el sello, el fuego, la nube, la luz, la mano, el dedo y la paloma.

4. El Espíritu Santo y la analogía de la fe

Según la doctrina cristiana, Dios no es un ser solitario, sino una comunión de tres personas divinas tan íntimamente unidas entre sí que son un solo Ser divino. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo viven eternamente un dinamismo de amor infinito en sus relaciones mutuas (que la teología llama “perijóresis”). El Padre engendra eternamente al Hijo de su misma substancia divina; el Espíritu Santo procede eternamente del Padre por el Hijo.

Teniendo esto presente podemos emplear diversas analogías para aproximarnos al misterio trinitario. Quizás el esfuerzo más audaz en este sentido fue el realizado por San Agustín en su obra De Trinitate, en la cual el gran teólogo analizó numerosas analogías de la Trinidad. De entre ellas se destacan dos que suelen ser denominadas la analogía intrasubjetiva y la analogía intersubjetiva.

La analogía intrasubjetiva compara la Trinidad con la persona humana, en la cual se pueden distinguir tres realidades (mente, inteligencia y voluntad) unidas en la única persona. Aquí la mente representa al Padre, la inteligencia al Hijo y la voluntad al Espíritu Santo.

La analogía intersubjetiva compara la Trinidad con la comunidad humana fundada en el amor. En este caso pueden distinguirse tres realidades (el amante, el amado y el amor) unidas en la misma relación. Aquí el amante representa al Padre, el amado al Hijo y el amor al Espíritu Santo.

Estas dos analogías presentan una importante coincidencia en la representación del Espíritu Santo como voluntad y como amor. El Concilio de Toledo XI, desarrollando esa noción, afirmó que el Espíritu Santo, Espíritu del Padre y del Hijo, es la caridad o santidad de ambos (cf. Concilio de Toledo XI, FIC 469-471/DS 527).

 

Daniel Iglesias Grèzes

9.02.14

Por un referéndum contra la legalización de la marihuana en Uruguay

Invito a los lectores de este blog a adherirse a la siguiente “alerta” de CitizenGO (una plataforma internacional de participación ciudana, con ideario cristiano):

http://www.citizengo.org/es/3838-convertir-uruguay-un-narcotraficante

Allí se pide a varios líderes políticos uruguayos que impulsen un referéndum contra la ley que legalizó la producción y comercialización de marihuana en Uruguay.

Firmar la alerta es sumamente sencillo: basta ingresar cuatro o cinco datos y apretar el botón “Firma” para que el mensaje preestablecido por CitizenGO se envíe por email a los Senadores Abreu, Amorín, Bordaberry, Lacalle Herrera y Larrañaga y al Diputado Lacalle Pou.

Pido especialmente a los lectores uruguayos que no sólo firmen la alerta, sino que se tomen el pequeño trabajo de difundirla entre sus familiares, amigos y conocidos.

¡Feliz Domingo!


InfoCatólica necesita vuestra ayuda.


Para suscribirse a la revista virtual gratuita de teología católica “Fe y Razón”
Por favor complete y envíe este simple formulario. Se enviará automáticamente un mensaje a su email pidiendo la confirmación de la suscripción. Luego ingrese a su email y confirme la suscripción, presionando el enlace correspondiente.