Con retraso de un día, cuelgo en el blog este texto que me ha enviado Koko.
La Inmaculada y el Rosario (escrito por Koko)
Hoy celebramos la fiesta de las fiestas marianas, la Inmaculada Concepción. La Iglesia nos invita hoy a fijarnos tal vez no tanto en la figura de María como la sin pecado original, la sin mancha, sino más bien en la llena de gracia, en la toda de Dios, porque también nosotros podemos llenarnos de Dios. Pero no se trata ahora de hablar de todas las virtudes y cualidades de la Virgen María que ya las sabemos de sobra. Lo importante es llegar a tocar el corazón de Dios y la mejor forma de hacerlo es a través de María. Ella no sólo quiere que la admiremos sino que también la imitemos.
Y la mejor forma de hacerlo es teniéndole una verdadera devoción. Pero hay que decir que la devoción a María no es algo accidental, algo accesorio en la vida espiritual de los cristianos, sino que es algo esencial, es algo vital, es algo a lo que no podemos renunciar, porque está en el plan de Dios que ella sea nuestra Madre y por lo tanto es lógico que ella interceda por nosotros y nos ayude en la búsqueda de la santidad.
Por eso quería hablaros ahora de un arma recomendada por la misma Virgen, si habéis escuchado bien, además es un arma poderosa, tanto que incluso es más potente que la bomba atómica. Sin embargo, es un arma precisa, pero que lleva a la paz, a la paz interior. Esa arma es el Santo Rosario.
Pudiera parecer que mis palabras son exageradas, pero os voy a contar una historia real que aconteció a mediados del siglo pasado. El 6 de agosto de 1945, en plena segunda guerra mundial, en Hiroshima, sucedió un milagro, que desafía a todas las explicaciones científicas, ya que el rectorado de la Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora de Hiroshima, quedó en pie, después de que la explosión de la bomba atómica arrasara toda la ciudad matando a más de doscientas mil personas. Sin embargo, la Iglesia a un lado del rectorado fue completamente destruida con la explosión atómica. No quedo en pie absolutamente nada, de hecho hasta la calle desapareció. Todo quedó completamente demolido. Sólo el rectorado se mantuvo intacto en medio de las ruinas, y sólo 4 sacerdotes católicos que estaban dedicados al rezo del santo Rosario sobrevivieron a la explosión nuclear. El Padre Shieffer, uno de los 4 sacerdotes del rectorado, estaba a sólo 8oo metros de donde cayó la bomba atómica, y más de 200 expertos lo han estudiado y no se han podido explicar cómo pudo sobrevivir. El respondió señalando al Rosario.
Seguramente había más gente que rezaba el Rosario, pero estos sacerdotes rezaban el Rosario de una manera DIFERENTE todos los días. Se dejaban transformar por la gracia del Rosario.
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