27.10.23

Quod accepi, tradidi. Homenaje al Prof. César Izquierdo Urbina

Juan Alonso – Miguel Brugarolas (eds.), “Quod accepi, tradidi”. Palabra de verdad y evangelio de salvación. Homenaje al Prof. César Izquierdo Urbina, EUNSA, Pamplona 2023, 629 páginas, ISBN: 9788431338596.

 

Juan Alonso y Miguel Brugarolas, profesores de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, han coordinado la elaboración de este libro en homenaje al Prof. César Izquierdo con ocasión de su setenta cumpleaños y su consiguiente jubilación como docente. El título del volumen: Quod accepi, tradidi expresa la dinámica de la tradición cristiana (cf 1 Co 11,23 y 1 Co 15,3). Pero, a la vez, el binomio “recibir y transmitir” manifiesta también “un elemento fundamental de la misma teología: reflexionar desde la Palabra de verdad y salvación que hemos recibido, para hacer llegar una propuesta viva y actual del Evangelio a la diversidad de contextos culturales y de destinatarios” (p. 15).

Esta ha sido la tarea que, por más de cuarenta años, ha realizado el Prof. Izquierdo, de quien se traza un perfil biográfico, escrito por Juan Alonso y Juan José de Miguel Sicilia (p. 17-25), en el que se mencionan los principales campos que han sido objeto hasta ahora de su actividad docente e investigadora: 1) El tratado de teología fundamental y la reflexión sobre el acto de fe. Merece la pena resaltar, al respecto, su activo papel en las Jornadas de Teología Fundamental que, cada dos años, aglutinan a los profesores de esta materia de España y Portugal. 2º) El estudio del pensamiento blondeliano. 3º) El estudio de la teología de la tradición de la Iglesia. 4º) La cristología, centrándose en la cuestión de Cristo mediador. Un elenco de su obra escrita (que abarca el período 1981-2022) da cuenta de la relevancia de sus publicaciones (cf p. 27-40).

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19.10.23

R. Guardini: La persona de Cristo y lo propia y esencialmente cristiano

Aunque se ha dicho – por ejemplo, por parte de Harnack – que Jesús no forma parte del contenido de su mensaje, que sería solo mensajero en la predicación del Padre y de su Reino, esta teoría es falsa. Jesús – así lo atestigua el Nuevo Testamento - hace manifestaciones sobre sí mismo que pertenecen al contenido fundamental de la Buena Nueva[1]. Su mensaje se halla determinado por la significación única de su persona.

Exige explícitamente que los hombres le sigan. Su persona aparece como criterio y motivo de conducta: “El que pierda su vida por mí y por la buena noticia la salvará” (Mc 8,35). Jesús es el núcleo, la justificación y la fuerza de la nueva comunidad religiosa. En sus palabras – como cuando emplea la expresión “yo soy” - alienta una pretensión absoluta, que pone la persona de Jesús en íntima relación con Dios[2].

Va mucho más allá de lo que sería propio de un maestro, de un fundador o de un salvador religioso. Se sitúa en el punto en el que radica el porqué del obrar, de igual manera que él “constituye la raíz de la realidad, el núcleo del sentido y el título jurídico de la comunidad, y de igual manera también que él justifica el acercamiento religioso a Dios, la súplica”[3].

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13.10.23

Romano Guardini: La posición de Cristo dentro de la religión cristiana

¿Cuál es la posición de Cristo dentro de la religión cristiana? ¿Es una autoridad religiosa, un enviado de Dios, una mediación de la revelación o forma parte del contenido de la revelación?

En el Nuevo Testamento la persona de Jesús reviste una inconmensurable significación: por la conciencia de autoridad que resuena en sus palabras, por la exigencia que plantea de que se le siga, por su anuncio de un orden nuevo de cosas. Pero Jesús va más allá incluso de esos factores.

Si nos fijamos en otros personajes significativos de las religiones, como Buda, por ejemplo, vemos que aparece como un guía religioso. No obstante, “la persona misma de Buda no se halla dentro del ámbito de lo propiamente religioso”[1]. Buda no identifica su persona con la esencia de la religión por él predicada.

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10.10.23

La reflexión teológica sobre la esencia del Cristianismo: Romano Guardini

En las interpretaciones modernas de Feuerbach y de Harnack falta el “escándalo”, la novedad de lo divino; en ellas todo se reconduce hacia la primacía del horizonte humano. Guardini, en 1905, experimentó un proceso de conversión, de profundización en la experiencia personal de fe, meditando un texto del evangelio según san Mateo: “Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará” (Mt 16,25).

Esta vivencia, que estará en la base de su teología, le llevó a superar sus dudas y propició su despedida de Kant y del neokantismo, pensamiento por el que se había sentido atraído. Solo se puede entregar la vida a Dios considerado de modo concreto, tal y como está en la historia ante nosotros, en la Iglesia.

Se van así estableciendo las categorías fundamentales de su pensamiento, en el que ocupa una posición de referencia la atención hacia la verdad misma, hacia la búsqueda del ser tras el obrar: la verdad del hombre es la esencialidad, la conformidad con su propio ser. Las categorías básicas son, en consecuencia, la obediencia al ser, la esencialidad, la adoración y la primacía del logos sobre el ethos.

El hombre está abierto a la verdad, pero la verdad se encuentra en lo “viviente concreto”, en la figura de Jesucristo, donde es unidad lo que aparentemente contrasta, donde se conecta el logos y el alogon.

Quien quiera ver a Cristo tendrá que salir de la autonomía de su pensamiento y ponerse en la disposición oyente que acepta lo que es: “Aquí se funde la exigencia de la filosofía fenomenológica de obediencia del pensamiento al ser, a lo que se muestra y a lo que es, con la idea de fondo de la fe, que es giro de ciento ochenta grados de la vida, de una vida que se deja dar un nuevo criterio y, desde él, entiende renovadamente todo. La teoría del conocimiento se convierte en educación en la fe” (J. Ratzinger).

No se trata de formar un Jesús según nuestros criterios, sino de ser esenciales, descubriendo la verdadera figura de Jesucristo y el camino de la verdadera vida. A este descubrimiento se orienta La esencia del cristianismo, una obra que constituye, según dice el mismo Guardini, una “introducción metódica” a sus libros La imagen de Jesús, el Cristo, en el Nuevo Testamento y El Señor.

Señalaremos los principales aspectos de su breve y denso escrito siguiendo las cuatro partes en la que está estructurado: I. El problema. II. A modo de diferenciación. III. La persona de Cristo y lo propia y esencialmente cristiano. IV. Resultado.

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7.10.23

Centenario del nacimiento de Fernando Rielo Pardal

Hace ya un tiempo tuve la ocasión de conocer algunos escritos de Fernando Rielo Pardal (1923-2004), fundador de las Misioneras y de los Misioneros Identes. Como resultado de esas lecturas publiqué en 2021 un artículo en Compostellanum titulado: “Fernando Rielo: Filiación, apertura, relación y amor. La raíz y las claves de su pensamiento” (Compostellanum 66 [2021] 251-282). Se trata de un pensador original, que parte de su propia experiencia, pero que, de acuerdo con los principios de la fe, intenta dar respuesta a los problemas a los que hace frente la humanidad y la Iglesia.

Una razón abierta, capaz de tomar en serio el desafío de lo real, empuja al hombre a vivir a la altura de sus máximas posibilidades, de su dimensión espiritual. Abrirse a lo máximo es, en el planteamiento de Rielo, el resultado de un profundo diálogo con el Padre, que se manifiesta como “más que el ser”. Así como el Padre “es más”, también el hombre está llamado a “ser más”. Dios no se reduce al ser parmenídeo; el hombre, creado por Dios a su imagen y semejanza, no puede ser reducido, en el mejor de los casos, a mero “animal racional”. La enseñanza de Cristo no es en vano. Él es el Verbo de Dios. Él revela el “misterio” del ser, su grandeza, superando la oposición entre razón y fe y devolviendo a la razón humana su rumbo y orientación. El cristianismo ha de ser vivido y testimoniado; experimentado en cierto modo: místico.

Las claves del pensamiento de F. Rielo son, a mi modo de ver, la “apertura”, la “relación” y el “amor”.

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